'Mujeres y antifranquistas en Granada. La mujer en el imaginario franquista (I)'

Blog - Foro de la Memoria - Alfonso Martínez Foronda e Isabel Rueda Castaño - Sábado, 24 de Diciembre de 2022
El memorialista Alfonso Martínez Foronda y la historiadora Isabel Rueda Castaño inician con este espléndido artículo una excepcional serie dedicada a la mujer en el franquismo, fruto de las investigaciones de ambos.
Niñas de Baza en la posguerra.
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Niñas de Baza en la posguerra.
‹‹¿Para qué va a estudiar una mujer, Mario, si puede saberse? ¿Qué saca en limpio con ello, dime? Hacerse un marimacho, ni más ni menos, que una chica universitaria es una chica sin femineidad (…). A una muchacha bien, le sobra con saber pisar, saber mirar y saber sonreír, y estas cosas no las enseña ni el mejor catedrático››.

Miguel Delibes, Cinco horas con Mario (1966)

En el fragmento que acabamos de leer encontramos una de las claves de la sociedad española del período que intentamos estudiar, la negación a la mujer para acceder a otras actividades que no fueran las que le asignó el sistema patriarcal. Saber pisar, saber mirar y saber sonreír fueron cualidades fundamentales en las mujeres de la España franquista, ya que desde el punto de vista del Estado, la finalidad última de la vida de las féminas era la maternidad y el cuidado de la familia y el hogar.

Con una finalidad claramente adoctrinadora, el nuevo régimen destruyó los avances conseguidos por y para las mujeres durante la II República. Así, ni en tan sólo uno de los gobiernos de Franco encontramos a una ministra, ni siquiera una mujer con el más mínimo protagonismo político, al margen de Pilar Primo de Rivera como jefa de la Sección Femenina de Falange, porque como ella misma dijera, en España no suele darse ese tipo de mujer puramente intelectual”

Con una finalidad claramente adoctrinadora, el nuevo régimen destruyó los avances conseguidos por y para las mujeres durante la II República. Así, ni en tan sólo uno de los gobiernos de Franco encontramos a una ministra, ni siquiera una mujer con el más mínimo protagonismo político, al margen de Pilar Primo de Rivera como jefa de la Sección Femenina de Falange, porque como ella misma dijera, en España no suele darse ese tipo de mujer puramente intelectual”. (Entrevista a Pilar Primo de Rivera ¿CUÁLES SON LOS OBJETIVOS PRIMORDIALES DE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER CONTEMPORÁNEA? en PRIMO DE RIVERA, P., Discursos, circulares, escritos. Ed. Sección Femenina de FET y de las JONS, 2ª Ed., Madrid, p. 258).

La estructura del Estado nacional católico, con sus bases en Falange y en la Iglesia, fue suficiente para marcar las pautas represivas ejercidas socialmente hacia las mujeres, que debían estar preparadas para el perfecto mantenimiento de la casa, el cuidado de su imagen (‹‹hazte un poco más interesante para él››, aconsejaba la Sección Femenina) y la educación de sus hijos en la fe católica y las ideas del partido único. De esta forma, los grandes pilares del ideario fascista español (Iglesia, Caudillo y Falange) quedaban instalados de forma permanente en cada hogar del país como medidas urgentes de la regeneración nacional, gracias a la encomiable labor educativa de las madres que fueron obligadas a ser sólo eso, madres.

“El verdadero deber de las mujeres para con la Patria consiste en formar familias con una base exacta de austeridad y de alegría, en donde se fomente todo lo tradicional (…). Así, pues, junto con la educación deportiva y universitaria, irá esta otra, que las prepare para ser el verdadero complemento del hombre. Lo que no haremos nunca es ponerlas en competencia con ellos, porque jamás llegarán a igualarlos, y en cambio pierden toda la elegancia y toda la gracia indispensable para la convivencia (…) nosotras estamos obligadas a hacer conocer a España entera este modo de ser de la Falange; estamos obligadas a hacer llegar nuestras consignas a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, para que España sea desde ahora y para siempre nacionalsindicalista”. (Íbidem, de Pilar Primo de Rivera, pp. 15-21).

El franquismo reprodujo todos los tópicos misóginos empezando por el papel de los hombres. Ellos habían inventado desde el confín de los tiempos el origen del mundo y enfrentaron a los sexos estableciendo un orden binario

El franquismo reprodujo todos los tópicos misóginos empezando por el papel de los hombres. Ellos habían inventado desde el confín de los tiempos el origen del mundo y enfrentaron a los sexos estableciendo un orden binario. Desde Zeus Olímpico, casado pero infiel, forzador de doncellas, padres de hijos e hijas al por mayor, modelo del bien supremo, la ley, la fuerza o el poder, hasta el mito judeocristiano del Paraíso en el que Adán no nace de ninguna mujer, sino de una divinidad masculina que hace a la mujer desde el propio hombre. El régimen franquista reprodujo el arquetipo que comienza con el gobierno de uno solo: dios, patriarca, monarca, amo o señor y, al tiempo, mantuvo el dramático juego de las dicotomías: la inteligencia, la fuerza, el orden, la actividad, la creatividad y la identidad, para el hombre; la debilidad, el caos, la ignorancia, la pasividad, la sumisión y la pérdida de identidad, para la mujer. La misoginia de siempre, en fin, había establecido los límites del espacio y del juego: público para el hombre; privado para la mujer. La encarcelaron en su propia binariedad y le cerraron el círculo: o buenas o malas, o hadas o brujas, o femeninas o machorras, o madre o prostituta, o frígida o ninfómana; ellos, los hombres, por el contrario, desterraron para sí las dicotomías y pudieron ser aventureros o científicos o sedentarios o nómadas o prudentes o audaces, porque, al fin, todo lo positivo era viril.

Texto de Pilar Primero de Rivera sobre la mujer.

La doctrina católica asumió y alimentó, al mismo tiempo, el ideario fascista español, presentando a las féminas como seres incapaces, como simples utensilios para la colaboración con la integración de los principios fundamentales del franquismo en sus familias y, claro está, en una clara situación de inferioridad con respecto al sexo masculino, así,

‹‹…no hay mejor enseñanza que la del ejemplo, sobre todo para nosotras, las mujeres, que generalmente somos tan torpes de palabra”. (Íbidem, de Pilar Primo de Rivera, p. 48).

Para conseguir un completo adoctrinamiento de la sociedad, Falange creó en 1937 el Servicio Social. Este fue un organismo dependiente de la Sección Femenina, instituido durante la guerra con fines nutricionales y asistenciales y que, finalizada la contienda, impuso a las mujeres españolas la obligación de prestar un servicio al país durante seis meses

Para conseguir un completo adoctrinamiento de la sociedad, Falange creó en 1937 el Servicio Social. Este fue un organismo dependiente de la Sección Femenina, instituido durante la guerra con fines nutricionales y asistenciales y que, finalizada la contienda, impuso a las mujeres españolas la obligación de prestar un servicio al país durante seis meses. Pasaron por sus filas todas las mujeres solteras, de 17 a 35 años, que obtenían, una vez cumplido el periodo de trabajo, un ‹‹certificado de servicios prestados›› que fue imprescindible durante la posguerra para el desarrollo de profesiones liberales o el funcionariado, la obtención del pasaporte o el carnet de conducir, entre otros. Así podemos observar que esta contribución de las mujeres con el mecanismo estatal pasó a ser un requisito para incorporarse al mercado laboral. En lo que se refiere a las universitarias, éstas lo hacían mientras estudiaban la carrera, durante el verano, en forma de cursillos y prácticas en centros hospitalarios o de asistencia social que les suministraban el correspondiente certificado.

La evolución del Servicio Social lo convirtió en un eficiente mecanismo articulado, ya en 1945, en torno a dos departamentos que se encargarían de la instrucción de las jerarquías femeninas en las labores de enseñanza política, religión y hogar. Estos fueron los departamentos de Formación (que incluía las materias políticas y religiosas) y de Cultura (en el que se abarcaba la educación doméstica, la alfabetización, la música y el folclore nacional), cuyos programas fueron presentados por Pilar Primo de Rivera como la solución a los problemas nacionales.

Pilar Primo de Rivera, Guía de la buena esposa: 11 reglas para mantener a tu marido feliz (1953).

La legislación emancipadora de la II República que estableció el voto femenino y la legalidad del divorcio, además de la  mejora de la política social y los derechos laborales de las mujeres, se condenaron nuevamente al ostracismo para el refuerzo de la autoridad patriarcal

Es de capital importancia señalar la cuestión referente a la incorporación de la mujer a la vida laboral; en palabras del Doctor J. Bosch Marín, el trabajo femenino tenía la categoría de “una verdadera plaga social, como puede serlo la tuberculosis u otra enfermedad”. Desde el ámbito teórico del régimen se hacían escuchar voces como la de Carmen Buj, que consideró que el mundo ‹‹podía progresar sin doctoras, científicas o abogadas, pero no sin madres que sean reinas del hogar››. Así, la legislación emancipadora de la II República que estableció el voto femenino y la legalidad del divorcio, además de la  mejora de la política social y los derechos laborales de las mujeres, se condenaron nuevamente al ostracismo para el refuerzo de la autoridad patriarcal. Tanto es así, que la restauración del Código Civil de 1889 trajo consigo la subordinación legal de las mujeres a sus maridos, estando permitido el adulterio masculino y condenado el femenino. Curiosamente, de boca de otra mujer, brotaron en 1940 las siguientes palabras:

“…la mayoría de las mujeres de España están sin formar o están deformadas interiormente (…) Claro que no son ellas las culpables; es que los caducos sistemas antiguos, que les concedieron el voto en las elecciones y quisieron halagarlas a fuerza de piropos, no supieron educarlas”. (Íbidem, Pilar Primo de Rivera, p. 12).

Se puede afirmar que la situación social y laboral de las mujeres españolas no concordaba en absoluto con los recién estrenados planes aperturistas tras el fin de la autarquía, de ahí que el BOE publicara, el 24 de julio de 1961, una nueva ley sobre derechos políticos, profesionales y laborales de la mujer que, si bien no reformó el Fuero del Trabajo, supuso un cierto avance. Se abre la Ley afirmando que tiene como finalidad la supresión de “restricciones y discriminaciones basadas en situaciones sociológicas y que no se compaginan ni con la formación y capacidad de la mujer española ni con su promoción evidente a puestos de trabajo y responsabilidad”. (BOE, Ley 56/1961).

La ley niega las limitaciones por cuestión de sexo, pero mantiene aún –como afirma en el preámbulo- la antigua premisa del Fuero de los Españoles de “libertar a la mujer del taller y la fábrica”

La ley niega las limitaciones por cuestión de sexo, pero mantiene aún –como afirma en el preámbulo- la antigua premisa del Fuero de los Españoles de “libertar a la mujer del taller y la fábrica”. Continúan vigentes igualmente las restricciones que el texto declara por Derecho, es decir, la potestad del marido sobre la actividad laboral de su cónyuge, pero se afirma que ‹‹La Ley reconoce a la mujer los mismos derechos que al varón para el ejercicio de toda clase de actividades políticas, profesionales y de trabajo, sin más restricciones que las establecidas en la siguiente Ley›› (art. 1). Dichas prohibiciones son las de acceder a cuerpos militares ‹‹que impliquen normalmente la utilización de armas para el desempeño de sus funciones››; la administración de Justicia en cualquiera de los puestos posibles, salvo en las jurisdicciones laborales o de menores (art. 3) y, como última cláusula limitadora, ‹‹Cuando por ley se exija la autorización marital para el ejercicio de los derechos reconocidos en la presente, deberá constar en forma expresa, y, si fuese denegada, la oposición o negativa del marido no será eficaz cuando se declare judicialmente que se ha hecho con mala fe o con abuso de derecho›› (art. 5).

La subordinación al marido sigue siendo un punto clave en el acceso de la mujer a la vida laboral, de la misma manera que lo será la actitud paternalista del régimen al apartarla de los trabajos relacionados con el armamento y las disciplinas militares o jurídicas

Así, pese a que se reconoce la plena igualdad de capacidades y derechos de los dos sexos, la subordinación al marido sigue siendo un punto clave en el acceso de la mujer a la vida laboral, de la misma manera que lo será la actitud paternalista del régimen al apartarla de los trabajos relacionados con el armamento y las disciplinas militares o jurídicas. No obstante, la ley supone la eliminación de algunas de las barreras que impedían a las féminas conseguir un mínimo de independencia económica de sus padres y esposos. En instancias superiores sirvió, además de para la obtención de una mejora sustancial en la economía del país con la incorporación de nueva mano de obra, para adecentar la imagen de un régimen que, desde el exterior, se veía caduco y dictatorial.

Pintada contra la represión de la mujer.
Es en este clima en el que se desenvuelven los acontecimientos que vamos a exponer, un momento histórico poco propicio para la disidencia en cualquier ámbito, pero muy especialmente la femenina. El hecho de que una joven ejerciera un papel político de oposición desde la Universidad o el mundo laboral franquista, además de convertirla en un extraño ser antifemenino y desviado (por lo que de desviada tenía la finalidad que perseguía al acceder a un centro de estudios superiores), la convertía en un arma arrojadiza contra la sociedad de la época, ya que además de conspirar contra el Estado, lo hacía contra las bases de la sociedad patriarcal, bendecida por la Iglesia y perpetuada por los distintos gobiernos de Franco.

Bibliografía:

  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRAÓscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • MARTÍNEZ FORONDAAlfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro: Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981). Fundación de Estudios y Cooperación CCOO-A, Gráficas La Madraza, Granada, 2017.
  • BALLARÍAN DOMINGO, P.: La educación de las mujeres en la España Contemporánea (Siglos XIX-XX), Ed. Síntesis, Madrid, 2001, p. 143.
  • BUJ, Carmen, Dos sendas de mujer, Madrid, 1948, citado por G. M. Scanlon, La polémica feminista en la España contemporánea, 1868-1974, Akal, Madrid, 1986, pp. 337-338.
  • HERNÁNDEZ SANDOICA, E. y RUIZ CARNICER, M. A., BALDÓ, M., Estudiantes contra Franco (1939-1975). Oposición política y movilización juvenil; La esfera de los libros, Madrid, 2007 pp. 85- 86.
  • RICHMOND, K., Las mujeres en el fascismo español, Alianza Editorial, Col. Alianza Ensayo, Madrid, 2004, pp. 58-59.
  • Entrevistas en Fondo Oral de CCOO de Andalucía a Julia García Leal, Socorro Robles Vizcaíno, Carmen Morente Muñoz, Dolores Parras Chica, Araceli Ortiz Arteaga, Lola Hita Romero, Gádor Flores Navarro, Matilde Córdoba Fernández, Ana Ortega Serrano, Formulario a Alicia Baches Baches, en AHCCOO-A.

Las fotografías incluidas en el artículo han sido aportada por los autores 

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Este es un espacio para el recuerdo y el homenaje a las víctimas del franquismo.

Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita. 

En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada. 

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