RETAZOS DE LA SEMANA SANTA GRANADINA

El encuentro con el Cristo de los Favores, único acto de la Semana Santa granadina que no ha faltado nunca

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 14 de Abril de 2019
Recuperamos un excepcional reportaje sobre la Semana Santa de Granada, plagado de curiosidades y de hitos históricos, firmado por el periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera, con el hilo conductor del Cristo de los Favores, en el corazón del Realejo, y los tres deseos que los creyentes le piden el Vienes Santo, la única muestra de fervor que se ha mantenido a la lo largo del tiempo. No te lo pierdas.
1915. Rezo ante el Cristo de los Favores.
Foto MARTÍNEZ RIOBOÓ.
1915. Rezo ante el Cristo de los Favores.
  • Los granadinos siempre se han refugiado en el Crucificado del Campo del Príncipe, desobedeciendo prohibiciones de los franceses (1810) y cuando no hubo procesiones durante las revoluciones del XIX, I y II Repúblicas y guerra civil de 1936

Hoy, la Semana Santa de Granada está repleta de procesiones de Ramos a Resurrección. Miles de turistas se agolpan para presenciar su magnificencia; desde todos los barrios dirigiéndose hacia la carrera oficial. Sus vistosos desfiles se encuentran en la primera división de las cofradías españolas. Pero no siempre fue así; desde hace cinco siglos siempre hubo procesiones, pero se caracterizaron por su irregularidad. Hubo bastantes años en que los pasos no salieron a la calle. ¿Los motivos?: la invasión de Napoleón, las sucesivas revoluciones del inquieto siglo XIX, la I República, la II República y la guerra civil de 1936. Fueron etapas de procesiones en el interior de los templos. Pero desde 1682 ha habido una manifestación en la Semana Santa granadina que no ha fallado nunca a los devotos granadinos: el desfile ante el Cristo pétreo de los Favores.

Comenzó a cobrar fama de milagroso y nunca le faltaron flores a los pies ni aceite en sus lamparillas. A él acudían los antiguos a solicitarle ayuda para sus males y desventuras. Hasta que con el tiempo, ya en los siglos XIX y XX, se fue oficializando su carácter de favorecedor de deseos mediante el respaldo de la jerarquía eclesiástica

La cruz de piedra blanca es atribuida a la escuela de Alonso de Mena. Data de 1640 en que fue erigida en lo que hoy es Plaza de Fortuny. Dice la tradición que fue pagada por los vecinos del barrio en agradecimiento por haberlos librado de una epidemia. En 1682 fue trasladada a un lateral del Campo de Príncipe y más tarde al lugar actual. Parece que la escultura del Cristo le fue añadida en este movimiento. Comenzó a cobrar fama de milagroso y nunca le faltaron flores a los pies ni aceite en sus lamparillas. A él acudían los antiguos a solicitarle ayuda para sus males y desventuras. Hasta que con el tiempo, ya en los siglos XIX y XX, se fue oficializando su carácter de favorecedor de deseos mediante el respaldo de la jerarquía eclesiástica. El Cristo de piedra incluso fue tomado como modelo para el paso de la cofradía del mismo nombre. Y el Viernes Santo, a las tres de la tarde, quedó institucionalizada la visita de la Virgen de la Soledad como una procesión más del calendario semanasantero granadino. Los creyentes acuden con sus padrenuestros, credos y avemarías, además de sus tres deseos secretos, a pedir que al menos uno les sea satisfecho. El resultado de la rogativa queda para cada uno.

Lo poco que permitió la invasión francesa

Las ideas de la ilustración de finales del XVIII ya apuntaban al clericalismo como un enemigo a batir. Y las manifestaciones populares de cofradías y procesiones ligadas a la religión comenzaban a no ser bien vistas. Pero eso era en otras ciudades; en Granada la causa del paulatino declive de las cofradías y sus actividades de Semana Santa no era otra que la pobreza. Desde siempre fue tradicional que los hermanos salieran a pedir colaboración económica a los vecinos para sufragar sus gastos. En periodos boyantes, la gente aportaba y participaba; en periodos de penuria, más que pedir a las cofradías acudían a pedirles.

La Semana Santa era una manifestación religiosa más. Nada de turismo, ampulosidades y grandes movimientos de masas. Las que procesionaban, lo hacían en su vecindario, alrededor de la iglesia o convento donde venían estando radicadas desde la cristianización de la ciudad en el siglo XVI. Existieron cofradías desde pocos años después de la Toma, importadas de las vetustas tradiciones castellanas; pero fueron cofradías que tuvieron una vida guadianesca.

Para emporar las cosas, en enero de 1810 llegó el ejército de Napoleón y se adueñó de la ciudad. El arzobispo salió huyendo. Los franceses saquearon todo lo que había de valor en conventos e iglesias, incluidos los enseres de las cofradías; exclaustraron a sus frailes y monjas. Estas corporaciones se refugiaron en las iglesias que no fueron convertidas en cuarteles. Impusieron un arbitrio a la ciudad de 5 millones de reales. No prohibieron expresamente la práctica de la religión y manifestaciones cofrades, pero no debía estar bien visto por los afrancesados dominantes. Aunque sí se prohibieron las reuniones de más de 6 personas y prácticamente había toque de queda en horas nocturnas. Es decir, las procesiones quedaban afectadas en la práctica.

El general gobernador de la plaza, el mariscal Doguerau dejó claras las anteriores prohibiciones en un bando público de 5 de abril de 1810. A pesar de ello, el pueblo granadino se las ingenió para acudir en fila, sin agruparse, a cumplir el Viernes Santo de aquel año con su Cristo de los Favores

El general gobernador de la plaza, el mariscal Doguerau dejó claras las anteriores prohibiciones en un bando público de 5 de abril de 1810. A pesar de ello, el pueblo granadino se las ingenió para acudir en fila, sin agruparse, a cumplir el Viernes Santo de aquel año con su Cristo de los Favores. Los franceses permitieron que aquella masa de gente enlutada deambulara y rezara en el Campo del Príncipe en absoluto silencio y libertad. Quizás influyera el hecho de que los granadinos se habían portado de manera absolutamente pacífica y colaborativa (a regañadientes) durante los quince días anteriores a la Semana Santa que había permanecido el rey José Napoleón I en la ciudad. La Semana Santa quedó reducida al rezo en fila ante el Cristo de los Favores durante los años 1810-12 en que permanecieron los franceses arruinando Granada.



La Soledad, en una de sus primeras visitas al Cristo de los Favores. Revista Reflejos, abril de 1928.

Siglo XIX de sobresaltos

Los franceses de fueron, pero su semilla liberal había quedado sembrada en España. Todo el siglo XIX fue un continuo sobresalto: derrocamientos, guerras civiles, gobiernos efímeros, constituciones breves, revoluciones, asonadas, expulsión de monarca, importación de rey, primera República y restauración borbónica. La pobreza e instabilidad política seguían siendo las principales características de la vida granadina; no era precisamente un buen ambiente para sacar procesiones a las calles. Las cofradías se desarmaron en su mayoría; la celebración de la Semana Santa quedó reducida al montaje de monumentos en iglesias y celebración de vía crucis y oficios en su interior. En periodos inestables incluso se sucedieron bandos prohibiendo desfiles de cualquier tipo, incluidos los religiosos. A pesar de ello, alguna que otra cofradía solía salir puntualmente, como fue el caso de las Angustias en 1857.

El arzobispo Bienvenido Monzón Puente (1866-1885) se decidió por impulsar la recuperación de las procesiones como manifestación callejera de la devoción de los fieles católicos

Hasta que llegó el arzobispo Bienvenido Monzón Puente (1866-1885). El prelado se decidió por impulsar la recuperación de las procesiones como manifestación callejera de la devoción de los fieles católicos. Pero no corrían buenos tiempos; en 1868 estalló la Revolución Gloriosa. Las cofradías fueron respetadas porque no suponían un poder importante, pero sí convirtieron a la Iglesia en uno de sus principales objetivos de lucha. Aquel arzobispo no se amilanó y continuó apoyando la salida de las procesiones, sin bien en número escasísimo.

Monzón se percató del gran poder de atracción del Cristo de los Favores, la única manifestación religiosa que nadie se había atrevido a tocar desde su erección en 1640. El Cristo había estado en la plaza del Realejo; después trasladado a un lateral del Campo del Príncipe y, en desde 1682, en el lugar céntrico actual. Venía rodeado de una nebulosa milagrera por haber salvado al vecindario de plagas, a una joven de ser violada ante él y de otros muchos supuestos milagros. La gente acudía a llevarle flores y algún que otro exvoto por el favor concedido. Era la mejor procesión estática de Granada. El arzobispo emitió una bula por la que se concedía 80 días de indulgencias a quienes rezaran padrenuestros y avemarías a la pasión de Nuestro Señor y a los Dolores de su Santísima Madre (así figura en una inscripción grabada en el pedestal del monumento en 1884).

I República: no procesionarás en tiempo de tribulaciones

En el periodo revolucionario de la Gloriosa (1868) existe la referencia a que al menos dos cofradías, la Virgen de las Angustias y el Vía Crucis del Albayzín, continuaron sacando sus pasos. No iba a ocurrir lo mismo en las primaveras en que estuvo vigente la I República. Los ayuntamientos cayeron en manos de gestoras, en las que se alternaban muchos ciudadanos anticlericales. El miedo cundió y la Semana Santa se replegó a los templos.

Conocemos por la prensa revolucionaria del momento que la Cofradía de las Angustias tenía intención de salir en procesión en 1873. Pero no lo hizo. Los periódicos republicanos aplaudieron la idea, ya que la hermandad decidió dedicar el dinero de la procesión a repartir pan entre los necesitados. Debían ser batallones los hambrientos en Granada.

La diana de los republicanos no eran las cofradías, sino la Iglesia católica como importante poder social y económico. Ante la valentía del arzobispo Monzón con sus homilías y sus escritos en el Boletín Eclesiástico de la Diócesis (donde no ahorraba calificativos contra la moral anticlerical imperante), la respuesta de los periódicos fue incitar a la demolición de iglesias, conventos e incluso la Catedral. En primer lugar, para expulsar a la clase clerical; en segundo, para dar ocupación a los miles de obreros en paro. Aquellas ideas de demoler edificios calaron, ya que en esa época fueron derribados bastantes edificios religiosos para abrir plazas y zonas verdes. No hacían nada más que acelerar procesos ya iniciados durante las desamortizaciones anteriores.





Recortes de La Idea y El Obrero de Granada, de la Semana Santa de 1873. Ambos periódicos eran republicanos. Proponían el derribo de iglesias, incluso de la Catedral. Varios edificios religiosos fueron derribados en aquel periodo revolucionario.

No obstante, las dos semanas santas de la I República discurrieron sin procesiones en las calles, pero con cierta normalidad. Al menos si creemos las noticias publicadas por aquellos mismos periódicos republicanos de Granada. Sólo criticaron que el poder gubernativo hubiese utilizado brigadas de guardias civiles, al mando de sus oficiales, para patrullar iglesias durante la celebración de los oficios religiosos. Exhortaba a que los guardias hicieran uso de su libertad de conciencia para proteger los templos, no obligados por el poder político-militar.

Nuevamente, el Cristo de los Favores fue la única manifestación callejera de aquellas semanas santas de la I República. Debió ser menos la gente que acudió a las tres de la tarde del Viernes Santo, al menos si nos creemos el balance publicado por la prensa republicana.

Resurgimiento de procesiones: 1875 a 1909

La estabilidad política llegó tras la restauración monárquica de Alfonso XII. Y con ella, los desfiles. En su primer año de reinado, 1875, fueron once las procesiones (incluido el Santo Entierro) que se atrevieron a sacar sus pasos por las calles de Granada, principalmente con itinerarios dirigidos a Plaza Nueva-Reyes Católicos. Muy poco después, en 1880, el párroco del Salvador reorganizó el cortejo del Vía Crucis desde su iglesia hasta la ermita de San Miguel, en el cerro del Aceituno; la mantuvo casi inalterada hasta su constitución en hermandad (1917); a las imágenes y enseres de este paso que aguardaba un negro futuro en el siguiente periodo revolucionario.

A partir de la iniciativa de Monzón quedó institucionalizado el rezo del Viernes Santo ante el Cristo de los Tres Favores. Si bien esta tradición fue reforzada a raíz de la creación de la Cofradía del Cristo de los Favores (1926). El rezo debía ocurrir en el momento en que las sagradas escrituras calculan que murió Jesucristo en el Gólgota: Viernes Santo, 3 de la tarde. Por eso, los fieles acuden a pedir tres favores, de los cuales la tradición asegura que al menos uno le es concedido.


El Vía Crucis del Salvador volvió a salir tras la Restauración, hacia 1881, y continuó hasta la II República. En esta foto lo vemos llegando a la Ermita de San Miguel Alto (Martínez Rioboó, en 1918). El Cristo fue quemado el 10 de marzo de 1936 en el incendio de la iglesia.

Las albaiceneras fueron de las primeras en reaparecer con la Restauración; les siguieron otras de la ciudad baja de una manera muy irregular. Unas veces salían, otras no; aducían problemas económicos la mayor parte de las veces. Recordemos que se pagaba a los obreros que las sacaban, pues hasta se llegaba a dar jornal a algunos capirotes.

La jerarquía eclesiástica no estaba muy conforme con el desarrollo de aquel tipo de procesiones folclóricas del tránsito de siglos. Incluso el arzobispo llegó a prohibir los desfiles entre 1902 y 1907. El motivo era la ausencia de fe y la abundancia de juerga. Hacía mucho tiempo que habían desaparecido las estampas de sangre y el recogimiento y sobriedad castellanos.

Del Desfile Antológico (1909) a la moderna Semana Santa (1926)

Sin embargo, de manera sorprendente surgió la idea de recuperar la Semana Santa bajo el esquema de desfile único. Lo llamaron Desfile Antológico. Nuevamente, la Semana Santa granadina volvía a mirar a algunas ciudades castellanas; pero seguía envidiando el modelo sevillano que, desde mediados del siglo XIX y con el apoyo del Ayuntamiento y del Duque de Montpensier, era un magno acontecimiento que atraía a los primeros turistas.









Desfile Antológico. Retratado por Martínez Rioboó, en estas cuatro escenas se ve a la Virgen de las Angustias por la calle Reyes Católicos dirigiéndose a Plaza Nueva. Debajo, el Cristo yacente de Santa Paula avanza por la Gran Vía. El siguiente, el Cristo de la Misericordia en Santa Ana. Sobre estas líneas, la Oración en el Huerto. Aquella Semana Santa se juntaron diez pasos en Plaza Nueva. (La foto fue tomada entre 1909 y 1913, ya que no aún no se ven las vías del tranvía instalado en 1914).

El Desfile Antológico fue organizado en Granada cada Semana Santa desde 1909 a 1924 (excepto en 1922). Consistía en la salida de una gran procesión de varios pasos y organizada por varias cofradías; los pasos se ordenaban de forma cronológica a la pasión y muerte de Jesús, compuesta entre siete y once figuras. Se trataba de explicar iconográficamente la pasión, muerte y resurrección de Cristo.  La zona de Plaza Nueva era el epicentro del Desfile Antológico. En cuanto al reino independiente del Albayzín, no eran las cofradías las encargadas de organizar sus procesiones, sino más bien una feligresía espontánea en torno a su párroco.



La Semana Santa en el Albayzín y en la Carrera del Darro, en 1926. Fuente: Revista Reflejos. Ya comenzaban a aparecer las mantillas, la mujer empezaba a tener protagonismo en las procesiones.

En la década de los años 20, Granada seguía envidiando la Semana Santa sevillana; ni en los peores tiempos políticos habían fallado las procesiones junto al Guadalquivir. Granada quería ser como ella. El momento económico y social se alió con el nuevo arzobispo (Casanova y Mazol, 1921-30); el prelado alentó el nacimiento o recuperación de vetustas cofradías; durante su mandato fueron creadas once hermandades, que poco a poco comenzaron a poner pasos en las calles. Ahí sitúan quienes saben del tema el nacimiento de la Semana Santa moderna. También fue el nacimiento de la Soledad de Santo Domingo (1926), que cada Viernes Santo visita al Cristo de los Favores; de manera que desde entonces esta manifestación procesional estática figura en el programa oficial de procesiones. El arzobispo Casanova también sancionó el rezo ante el Cristo de los Favores como un acto supremo de devoción cristiana. Lo hizo el 19 de febrero de 1929; había que rezar cinco padrenuestros y tres avenarías ante la imagen.

Del esplendor de 1931 al miedo en la II República

Pero sin saber cómo, las rivalidades políticas habían anidado en el seno de las hermandades. Granada estaba dividida entre izquierdas y derechas; muchas cofradías, también. A pesar de ello, la Semana Santa de 1931 fue la más esplendorosa desde medio siglo atrás. Al menos si nos atenemos a las noticias aparecidas en la prensa de la época. Incluso estuvo participando en los desfiles el Príncipe Jaime de Borbón (la última salida que hizo en España antes de ser expulsado para siempre); apareció por vez primera el cartel oficial de la fiesta.





Granada Gráfica dedicó bastante atención a la que, hasta entonces, fue la Semana Santa granadina más lucida.

Sin embargo, la situación política ya estaba muy revuelta. Una semana después, las elecciones municipales desembocaron en la proclamación de la II República. Se auguraba un largo periodo de Semana Santa interior, recluida en iglesias, conventos y monasterios. Las hermandades se contrajeron, pero no llegaron a desaparecer debido, fundamentalmente, a la gran labor de la Federación recién creada. De la Semana Santa más esplendorosa hasta entonces, la de 1931, se pasó a tres años oscuros en que ninguna procesión se atrevió a sacar sus pasos a la calle. El periódico republicano El Defensor de Granada informaba brevemente de los oficios en las iglesias, sus monumentos y del vía crucis por las naves de la Catedral. Granada ni siquiera tenía arzobispo que alentara la atonía y calmase los miedos. En las calles había amenazas por grupos de exaltados de izquierdas; incluso llegaron a poner un petardo en la puerta de la Curia para amedrentar a los cofrades.





El Noticiero pasó de publicar una página completa el Viernes Santo de 1926 a no publicar nada en el de 1934. Tenían pánico ante las amenazas de los exaltados. En la página de abajo se da la noticia de que se van a repetir las elecciones en Granada.

Granada tuvo miedo las semanas santas de 1932, 33 y 34. Ninguna de sus hermandades salió en procesión, como sí ocurrió en muchos casos con las de Sevilla y otras ciudades y poblaciones; algunos pasos fueron tiroteados o profanados. En nuestra ciudad los incendiarios ya habían dado aviso de sus intenciones con los primeros atentados contra edificios católicos desde la primavera de 1932.

En noviembre de 1933 hubo elecciones generales. En este caso se formó un gobierno derechista, comandado por la Confederación de Derechas Autónomas (CEDA). Si en la del 1934 no dio tiempo a organizarse, sí lo hicieron para la de 1935; las cofradías albayzineras no salieron debido al excesivo clima de enfrentamiento y miedo que había en el barrio, pero sí estuvieron en la calle diez cofradías en la zona baja de Granada entre el lunes y viernes santos. En algo influyó la arenga del nuevo y moderno periódico católico Ideal, que tomó el relevo del rancio Triunfo y la Gaceta del Sur como órganos clericales/conservadores.

Durante todo el periodo de tribulaciones de los años de II República y guerra civil, los granadinos no habían dejado de acudir cada Viernes Santo a rodear su Cristo de los Favores. Y lo hicieron gentes de derechas y de izquierdas; todos se ponían a cobijo de su Cristo de los Favores

Pero las nuevas elecciones generales de febrero de 1936 llenaron aún más de odio y división a los granadinos; primero las ganó la derecha, pero quedaron anuladas y en la repetición las ganaron las izquierdas. Entre unas y otras urnas, iglesias, cruces, periódico Ideal (ligado a la CEDA, donde trabajaban los diputados Ramón Ruiz Alonso y Julio Moreno Dávila), casino, etc. habían ardido por atentados de exaltados. Los ánimos no estaban para sacar las procesiones a la calle.

Para empeorar la situación, tampoco los años de guerra pudieron sacarse procesiones. Sólo ya en 1939, cuando se vislumbraba el final del conflicto armado, se atrevieron a salir El Rescate, El Silencio y la Soledad del Campo del Príncipe.

Durante todo el periodo de tribulaciones de los años de II República y guerra civil, los granadinos no habían dejado de acudir cada Viernes Santo a rodear su Cristo de los Favores. Y lo hicieron gentes de derechas y de izquierdas; todos se ponían a cobijo de su Cristo de los Favores. Los dos periódicos informaban que en 1937 se congregaron unas 15.000 personas alrededor del Cristo de los Favores. Nunca hasta entonces había habido tanta gente en el Campo del Príncipe.

Curiosamente, la imagen de este Cristo en piedra fue de las poquísimas que no sufrió ningún atentado durante el convulso periodo de quema de iglesias y destrucción de cruces comprendido entre 1932 y 1936.

Curiosidades de cinco siglos de Semana Santa en Granada

He extraído algunas curiosidades de los libros que manejo sobre la Semana Santa granadina (De los cuales recomiendo los de José Szmolka y los hermanos López-Guadalupe Muñoz):

Antigüedad: A partir de 1497 ya comenzaron a formarse hermandades, pero no sacaban procesiones. Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron y desaparecieron cofradías que sacaron procesiones de “sangre”; llevaban picaos, que casi competían en brutalidad. La Vera Cruz databa de 1540, con sede en el Convento de San Francisco Casa Grande; las Angustias, de 1545, con sede en la ermita de la Virgen de las Angustias.

La cofradía más antigua de la época moderna (siglo XX) es el Vía Crucis, de 1917, que sale de San Juan de los Reyes.

Tras los moriscos: en el último cuarto del siglo XVI, tras haber sido expatriados los moriscos por el resto de España, se registró un impulso cofrade, de forma que salían diez cofradías entre el miércoles y vienes santos.

Juventud: Existen varias cofradías creadas en la década de los ochenta del pasado siglo; la más joven de todas en el Despojado (1986).

Picaos: En Granada también hubo hombres que se flagelaban, al estilo de los picaos actuales. Esa práctica fue dejando paso a las procesiones con pasos de mayor ornato y vistosidad, representando la pasión y muerte.

Prohibición de procesiones: En 1604, las procesiones de picaos y flagelantes habían alcanzado tal grado de sangre y barbaridad, que el obispo Pedro de Castro decidió suspenderlas. En 1611 sólo salieron cuatro de ellas.

Teatro: A finales del siglo XVIII, en tiempos barrocos, se incorporaron las representaciones teatrales como un festejo más de las procesiones.

Chías: Las chías inquisitoriales que pedían para enterrar a los ajusticiados y anunciar su muerte, se trasladaron a las hermandades como elementos que iban anunciando por las calles el paso de la comitiva recaudadora para sufragar los pasos. Hoy acompañan al paso del Cristo de San Jerónimo.

1932: El periódico ABC publicó seis páginas con fotografías de procesiones de Granada, que en realidad habían sido tomadas en años anteriores por Manuel Torres Molina. Su intención era arengar la salida y dar normalidad ante el temor a que no se atrevieran a sacar los pasos, como ocurrió en Granada.

Infante Jaime en Granada: Jaime de Borbón, hijo de Alfonso XIII, estuvo los primeros días de Semana Santa de 1931 en Granada. Visitó a la Patrona; se le rindieron honores en el Ayuntamiento; visitó la Alhambra y el Sacromonte; se modificó el programa de procesiones para que pudiera verlas antes de irse; presidió la procesión de La Esperanza; y por la noche, desde el edificio de Correos, presenció la procesión e Jesús del Rescate.



Imagen del Cristo del Salvador subiendo a la Ermita de San Miguel, junto a la Cerca de Don Gonzalo, en una imagen de 1918. Foto de Martínez Rioboó.

Quema del Vía Crucis albayzinero: en la quema de iglesias del 10 marzo de 1936, fueron destruidos varios templos y conventos del Albayzín (San Luis, Salvador, San Nicolás, las Tomasas). Los enseres y el paso del Vía Crucis se perdieron en el incendio del Salvador.