TODA UNA VIDA DE ASCETISMO PREPARANDO SU BUENA MUERTE

El Ejercicio de la Muerte, de la Escuela de Cristo en la Puebla, único que pervive en el mundo

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 31 de Octubre de 2021
Gabriel Pozo Felguera nos descubre en este impresionante reportaje a una hermandad cristiana, que pervive en La Puebla de Don Fadrique, la única de las pocas que existen en el mundo, que mantiene casi intactos los ritos y costumbres, como cuando fue creada en el siglo XVII. Protegidos por cierto secretismo y del desconocimiento público, esta es su historia y la forma de vida de sus integrantes, que pretenden imitar el ejemplo de Jesucristo con sus primeros seguidores. No te lo pierdas.
Componentes de la Escuela en 1955; todavía eran 72 hermanos.
Componentes de la Escuela en 1955; todavía eran 72 hermanos.
  • Un grupo de 54 poblatos continúan practicando sus enseñanzas y ejercicios religiosos tal como los creó Giovanni Battista Ferruzzo en 1653

  • La Escuela de la Puebla de Don Fadrique es la única de España, Italia y América que mantiene los ritos y ceremonias cristianas originales

  • Todos los hermanos siguen la máxima de tener actualizados todos los asuntos terrenales y morales, por si Dios los llama inesperadamente a su lado

Llegaron a ser más de 420 escuelas en el siglo XVIII, casi 30 en Granada. Ahora sólo quedan siete en España. La única de todo el mundo que cumple sus ritos como hace tres siglos es la de Puebla de Don Fadrique. El Ejercicio de la Muerte sólo está vivo entre los hermanos de esta localidad granadina. También su procesión del silencio, incluidos cilicios y picaos. Es la Escuela de Cristo que conserva mayor grado de pureza desde que fueron fundadas en 1653. Es una hermandad de ascetismo, penitencia y mortificación que procura reproducir en su vida diaria el ejemplo de Jesucristo con sus primeros 72 incondicionales. Está rodeada de un halo de secretismo y desconocimiento público. Y quizás abocada a su desaparición por el despoblamiento rural y sus anacronismos. Ha conseguido mantener vivas unas tradiciones que merece la pena conocer y trasmitir a futuras generaciones. Ésta es parte de su historia.

A mediados del siglo XVII había quedado muy atrás la contrarreforma del Concilio de Trento. La forma de vivir el cristianismo en Italia, España y América Latina se había relajado y torcido mucho. Ni la Monarquía ni la jerarquía eclesiástica eran precisamente dignos modelos de vida cristiana. Buena parte del clero era iletrada, sobre todo en zonas rurales. Ser cura era una regalía más, sin mayores connotaciones morales ni espirituales. Y para empeorar la situación, muchos de los sacerdotes vivían amancebados y en la holganza. La inquietud creativa del Siglo de Oro daba sus últimos coletazos; el negro riguroso y la austeridad impuestos por Felipe II habían dado paso a colores vivos, a eclosión de las comedias, los circos, al vino, a las mancebías, a la diversión en general. Los españoles querían juerga. Amplios círculos de población habían pasado de ser fieles intérpretes del ejemplo de Cristo a recalcitrantes pecadores.  Recordemos que en Granada y varias ciudades más fueron prohibidos los teatros de comedias por orden de Carlos II; y en Pamplona, en 1672, ya que no cerraban los teatros, su Escuela de Cristo prohibió a sus hermanos entrar en estos sitios de diversión tan populares. Fue la primera vez que apareció la censura previa de espectáculos con toda su crudeza.

Coliseo de Comedias de Granada, situado al principio de la calle Mesones. Fue clausurado un tiempo en 1672 por considerarse pecaminosos ciertos espectáculos. Sobrevivió hasta finales del siglo XVIII; el edificio fue derribado en 1830.

Ese momento de confusión moral fue el que propició la aparición de infinidad de colectivos de predicadores, dirigidos a la parte de la sociedad que no deseaba dejarse arrastrar por lo que se entendían banalidades de la condición humana

Ese momento de confusión moral fue el que propició la aparición de infinidad de colectivos de predicadores, dirigidos a la parte de la sociedad que no deseaba dejarse arrastrar por lo que se entendían banalidades de la condición humana. Había que volver la vista al cristianismo primitivo y vivir tal como lo hicieron los primeros seguidores de Jesús, del Divino Maestro. La Iglesia contaba con ejemplos recientes de místicos a imitar: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Felipe Neri… En Italia ya habían surgido a principios del XVII congregaciones de oratorianos y filipistas, una mezcla de religiosos y seglares que se reunían para aprender a vivir el cristianismo de manera más pura.

Fue el religioso italiano Giovanni Battista Ferruzzo, miembro de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, quien fundó en Madrid la Escuela de Cristo. Con la fórmula de colegio apostólico. Trabajaba de capellán en el Hospital de San Pedro de los Italianos, anejo al convento del Espíritu Santo de la capital española.  Tras varios intentos fracasados, el 26 de febrero de 1653 logró reunir a 72 varones de su entorno y levantó el acta fundacional de la Santa Escuela de Cristo. Se pusieron bajo la advocación de San Felipe Neri.

Libro de fundación de la Escuela de Cristo, de 1653, que guarda sus Constituciones. ARCHIVO CASA MADRE DE MADRID.

El intento de 1653 tuvo gran éxito entre la sociedad madrileña. Contaron en principio con la ayuda de la orden franciscana, que en muy pocos años se encargaría de extender la Escuela por toda España y América Latina. Ferruzzo estableció unas normas de funcionamiento llamadas Constituciones, que son las que desde entonces rigen la vida de esta comunidad. Antes de que acabara el siglo XVII ya había presencia de la Escuela de Cristo en la mayor parte de España; pero tuvo especial arraigo en las zonas andaluza y levantina. A principios del siglo XVIII se contaban algo más de 420 Escuelas de Cristo en funcionamiento, no siempre en grandes ciudades.

Instauración en Granada

La comunidad de franciscanos importó la Escuela de Cristo muy pronto a la ciudad de Granada, en 1663. Fue constituida con un tercio de religiosos y el resto, hasta 72 miembros, de personas procedentes de su entorno, especialmente nobles y burgueses. Tuvo su primera sede en unas instalaciones cedidas dentro del complejo del Convento de San Francisco Casa Grande, en la zona de la actual plaza del Padre Suárez.

Las escuelas de Cristo que se abrieron en la zona de Granada estuvieron doblemente influenciadas, por la capital y relacionadas con la zona levantina, concretamente con el potente foco surgido en Valencia

Inmediatamente después irán apareciendo escuelas de Cristo en poblaciones del resto de la provincia. Con algunas particularidades: en el siglo XVII, lo que hoy es provincia de Granada pertenecía a demarcaciones de tres obispados, de Granada, de Guadix-Baza y de Toledo. Las escuelas de Cristo que se abrieron en la zona de Granada estuvieron doblemente influenciadas, por la capital y relacionadas con la zona levantina, concretamente con el potente foco surgido en Valencia.

La de Alhama de Granada surgió muy pronto, en 1674, con sede en la Ermita de la Virgen de la Paz. Las demás de la archidiócesis granadina tienen fijadas fechas de creación ya durante los primeros años del siglo XVIII. Hubo escuelas de Cristo en las siguientes localidades: Montefrío, Santa Fe, Loja, Algarinejo, Motril, Lújar, Íllora, Híjar, Dílar, Churriana, Chauchina y Bérchules. Es probable que hubiese alguna más, aunque no han dejado rastro documental. Cada una de ellas tenía su sede en su parroquia, convento o una ermita. Fueron pocas las que tuvieron casa de su propiedad.

El caso de la Puebla de Don Fadrique hace pensar que su fundación estuvo ligada a la de su cabecera de municipio, Huéscar, tras la llegada de la comunidad seráfica a fundar conventos a estas localidades desde su sede murciana

En la zona noreste de la provincia, la primera en fundarse fue la de Baza, en 1665. Le seguirían Zújar (1671), Huéscar (1676) y Guadix (1699). Y a partir del siglo XVIII aparecieron las de Benamaurel, Gor, La Peza, Orce, Galera, Caniles, Cúllar y Castril. El caso de la Puebla de Don Fadrique hace pensar que su fundación estuvo ligada a la de su cabecera de municipio, Huéscar, tras la llegada de la comunidad seráfica a fundar conventos a estas localidades desde su sede murciana. No obstante, su primera referencia documental da como fecha de fundación en 1697; por tanto, tendría ahora 324 años.

La Escuela de Cristo de la Puebla, única superviviente

El fundador de la Escuela de Cristo, ya en su primera Constitución, recomendaba elegir como sede u oratorio lugares discretos en las ciudades, nada llamativos o extramuros donde se tuviesen. Eso se cumplió a rajatabla en el caso de la Puebla de Don Fadrique, ya que la nueva hermandad encontró acomodo en la ermita de San Antón, por entonces a las afueras del pueblo. Se trata de un edificio de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón y lunetos. En 1790 se le colocó un retablo tallado por el arquitecto levantino José Ortiz Fuentes. La decoración es sumamente sencilla, tal como recomendaba Ferruzzo; la imaginería se reduce a la figura de San Antón, su titular; un santocristo de pequeñas dimensiones, de cuatro clavos y datado en el siglo XVII; otra imagen de San Felipe Neri; y la de la Virgen María. Recientemente se le ha incorporado un relicario con restos de San Felipe Neri.

Un austero retablo con las imágenes de San Antón, San Felipe Neri, la Virgen y un Cristo presiden la ermita de San Antón.
Pequeño Cristo de cuatro clavos, anónimo del siglo XVII.
Reliquia de San Felipe Neri de reciente llegada a La Puebla.

En esta ermita vienen poniendo en práctica sus actividades los hermanos de la Escuela de Cristo oscense. Siguiendo lo más fielmente posible las Constituciones vigentes desde hace más de tres siglos. Sus órganos de gobierno lo forman el pleno, la junta de ancianos, el Indigno Padre Obediencia y el Indigno Secretario. Además, para el desarrollo semanal de sus actividades tienen una estructura que se reparte las tareas: dos diputados de mesa, dos nuncios de altar y dos nuncios de puerta. Cada uno con su respectivo suplente. La junta de ancianos se constituye como el máximo órgano decisorio; está formada por los trece hermanos más antiguos. El resto de cargos son elegidos mediante votación por el método de habichuelas blancas y negras; esta legumbre es utilizada para votar a favor o en contra de las decisiones que toman. El cargo de Indigno Padre Obediencia siempre debe recaer en un sacerdote.

El cargo de Indigno Padre Obediencia siempre debe recaer en un sacerdote

El oficio de Indigno Secretario lo ostenta en la actualidad Rafael López Galera. Sobre él suele pivotar el día a día de la gestión de la hermandad. A pesar del grado de privacidad en que se han movido las escuelas de Cristo desde su creación, ha accedido a explicarnos a los no poblatos el funcionamiento de su hermandad. Puntualiza que no se trata de secretismo, ni parecerse a una secta –“porque no lo somos en absoluto”­–. “Es sencillamente debido a la modestia que nos imponen nuestras Constituciones.”

Definición de Escuela de Cristo. Se definen como un instituto religioso, que huye del lujo y la ostentación. Una escuela de perfección cristiana.

Esta gente, que se reúne para buscar la santidad sin preocuparse de su entorno social, exterioriza su forma de ser en su vida diaria cristiana; empiezan la jornada con un momento de oración mental y ofrecimiento de su trabajo a Cristo

Componentes y funcionamiento diario. Actualmente la componen 54 hombres, con una edad media cercana a sesenta años, aunque hay algunos jóvenes. Pocos. Desde hace tiempo no se consigue llegar al cupo de 72 que fue el tope establecido, imitando el modelo de discípulos cercanos de Cristo. El requisito para entrar en la Escuela es ser cristiano mayor de 14 años y tener el sacramento de la confirmación. A los 18 años se adquiere la categoría de pretendiente. Durante el primer año se está en fase de noviciado. Finalmente, la junta de ancianos te acepta o rechaza, en función del modo de vida y comportamiento del aspirante.

Esta gente, que se reúne para buscar la santidad sin preocuparse de su entorno social, exterioriza su forma de ser en su vida diaria cristiana; empiezan la jornada con un momento de oración mental y ofrecimiento de su trabajo a Cristo; si pueden, asisten a misa; suelen hacer alguna lectura bíblica y visitan al Santísimo; por la noche hacen examen de conciencia. Suele ser habitual que participen en el rezo del rosario.

Misa del Perdón, martes santo, en la iglesia de la Puebla. A la derecha, su crucificado; los hermanos se colocan en fila en el pasillo pidiéndose perdón.

Modo de vida y comportamiento. Hay que llevar una vida ordenada en el entorno personal y público. Ser católico practicante. Educado. Trabajador. Caritativo. Respetuoso con los tuyos, con la gente y con el entorno. En la familia, en el trabajo y con los vecinos hay que poner en práctica las enseñanzas del Divino Maestro. En resumen, una buena persona.

La Escuela de la Puebla, ni en pleno ni su consejo de ancianos, ha llegado a debatir la posibilidad de abrirla a las mujeres. Reconocen el anacronismo que esa excepción supone en estos tiempos en cuanto a igualdad de sexos. Es un asunto pendiente, aún por resolver

Procedencia social y laboral. En la Escuela oscense se dieron, y se dan cita, personas de todo el abanico social de la población. Desde el rico propietario de fincas al último bracero. En el listado histórico de sus componentes se ven hidalgos, muchos hombres de oficios urbanos, agricultores y algún leñador. Se llaman hermanos entre ellos. Entienden que sólo su Escuela de Cristo y la muerte hacen iguales a los hombres.

Vecindad y género. Lo normal es que la mayoría de miembros de la Escuela residan en La Puebla. Pero suelen darse casos de algunos que llegaron de fuera o se fueron y continúan siendo miembros. El problema es que tienen que tener cierta continuidad en la asistencia; lo contrario significa la expulsión, ya que hay que hacer vida de hermandad.

El tema de la presencia de la mujer en el seno de la Iglesia no está resuelto todavía. Algo parecido le ocurre a esta Escuela de Cristo; ya se creó la Escuela de María para mujeres a mediados del siglo XX, pero no llegó a cuajar. La Escuela de la Puebla, ni en pleno ni su consejo de ancianos, ha llegado a debatir la posibilidad de abrirla a las mujeres. Reconocen el anacronismo que esa excepción supone en estos tiempos en cuanto a igualdad de sexos. Es un asunto pendiente, aún por resolver. (La única Escuela que debatió la incorporación del sexo femenino fue la de Orduña, en 2004. Desde entonces es mixta. Tiene su sede en la parroquia de Santa María de esta ciudad vasca desde 1676).

–Futuro incierto. La Puebla de Don Fadrique está situada en un rincón lejano de todas las grandes ciudades. En el último medio siglo ha pasado de tener 8.000 habitantes a 2.200. La comarca es uno de los mayores exponentes de la España que sigue vaciándose. El relevo generacional es casi nulo, sobre todo en estos momentos en que se ha acentuado el hedonismo y ausencia de prácticas religiosas. Menos aún el compromiso social, el ascetismo, la penitencia y la mortificación del cuerpo. En suma, los responsables de esta Escuela son conscientes de que a medida que avance el tiempo aumentan las posibilidades de su desaparición. “Hay déficit de interés de los jóvenes hacia nosotros”, lamenta su Indigno Secretario.

Dos veces al año (el día del Corpus y el del San Felipe Neri, 26 de mayo) la hermandad abre sus puertas para que, mediante invitación, otras personas puedan asistir a sus actividades

–Secretismo versus publicidad. Las constituciones impuestas por los fundadores son taxativas en que no hay que airear sus ceremonias internas. De ahí que casi todos sus actos se hagan a puerta cerrada y con un portero encargado de echar la tranca. No han querido publicidad, lujos y manifestaciones externas. Para eso ya derivaron otras escuelas en cofradías de Semana Santa, con mucho boato y demostración de riquezas y floripondios. Pero, contradictoriamente, si no se les conoce, tampoco se les acercarán nuevos miembros practicantes.

Dos veces al año (el día del Corpus y el del San Felipe Neri, 26 de mayo) la hermandad abre sus puertas para que, mediante invitación, otras personas puedan asistir a sus actividades. Lo hacen en la iglesia parroquial, aunque no se trata de una sesión completa, no incluye el Ejercicio de la Muerte. Otras fechas señaladas para esta congregación son la exaltación de la Cruz (3 de mayo en unos casos, 14 de septiembre en otros), Cuaresma, Semana Santa y Pascua. No obstante, cada Escuela solía introducir ceremonias más o menos públicas relacionadas con las fiestas locales o costumbres comarcales.

El Ejercicio de la Muerte, ritual del XVII

La Escuela de la Puebla conserva con elevado porcentaje de pureza algunos de los rituales o protocolos con que comenzaron en sus orígenes. Otros han ido variando con el tiempo e incluso se han incorporado matices más acompasados con los tiempos modernos. Sin duda que el rito más destacable y único en todo el mundo cristiano actual es el del Ejercicio de la Muerte.

Siempre a las ocho en punto de la tarde, los hermanos van apareciendo en la ermita de San Antón. Deben hacerlo en silencio, sin formar corrillos externos ni charletas

La actividad de la única Escuela de Cristo activa en Granada comienza el primer jueves de febrero y se extiende normalmente todos los jueves hasta la Pascua de Resurrección. Siempre a las ocho en punto de la tarde, los hermanos van apareciendo en la ermita de San Antón. Deben hacerlo en silencio, sin formar corrillos externos ni charletas. Lo hacen a las ocho para permitir que quienes lleguen de cortijos o aldeas pueden desplazarse. Las sesiones se prolongan durante dos horas.

Cada uno toma asiento en el mismo sitio prefijado. Besan el suelo, besan el Cristo. Tras el saludo inicial, dedican un buen rato a la penitencia, oración mental y pasan al Ejercicio de la Muerte

Cada uno toma asiento en el mismo sitio prefijado. Besan el suelo, besan el Cristo. Tras el saludo inicial, dedican un buen rato a la penitencia, oración mental y pasan al Ejercicio de la Muerte. Este rito no es algo excepcional, sino que lo realizan todos los hermanos por turnos y durante cada año. El hermano al que toca por turno se tumba en el suelo y se pasa a representar el acto de su muerte. Como si hubiera ocurrido en realidad. Es una forma de preparar a los cristianos para el momento decisivo de su fallecimiento; se medita sobre la vida que ha llevado; se procura dejar cerrados sus asuntos temporales y preparada la partida a lo desconocido. Para un hermano de la Escuela su ejercicio de la muerte consiste en liberar el alma del temor a morir. Se mentaliza que no debe ignorar la muerte, a la que tanto solemos temer, sino prepararnos para una buena muerte.

Óleo de la muerte de Séneca (1787), de Jacques Luis David. METROPOLITAN MUSEUM.

En cierto modo, los ascetas del siglo XVII ya tomaron los modelos de meditatio mortis que experimentaron los filósofos Sócrates y Séneca en sus respectivas culturas griega y romana. Cuando nació la Escuela de Cristo, en el siglo XVII, la mortalidad acechaba a la vuelta de la esquina; todo buen cristiano procuraba tener siempre en orden los asuntos terrenales y espirituales. De ahí que hiciesen testamento desde muy jóvenes y se confesaran muy a menudo como condición imprescindible para alcanzar el Cielo. Si había algo que aterrara a un cristiano de hace tres siglos era morir en pecado. Muchos de los hermanos de la Escuela de Cristo dejaron escrito también su testamento moral, llamadas cartas de edificación o edificantes; o se las escribieron sus compañeros como homenaje póstumo. Son unos textos autobiográficos en los que narran cómo habían vivido respetando las leyes de Dios y de los hombres.

Cada vez que fallece un hermano, sus compañeros se encargan de todos los trámites de su partida. Empiezan por recoger el cadáver, lavarlo, amortajarlo, portarlo a la iglesia, abrirle la fosa, enterrarlo y decirle las correspondientes misas

El ensayo o representación que supone el Ejercicio de la Muerte en la Ermita de San Antón de la Puebla tiene una réplica exacta en la realidad. Cada vez que fallece un hermano, sus compañeros se encargan de todos los trámites de su partida. Empiezan por recoger el cadáver, lavarlo, amortajarlo, portarlo a la iglesia, abrirle la fosa, enterrarlo y decirle las correspondientes misas. La Escuela se carga con el trabajo y las gestiones, para aliviar a sus familiares en tan negro momento. [Este mecanismo ha cambiado recientemente, desde que apareció el tanatorio, las empresas de pompas fúnebres y el Ayuntamiento construye los nichos en el cementerio municipal.]

El Ejercicio de la Muerte está recogido como práctica habitual en las Constituciones dadas por el fundador, en su capítulo XI, denominado De la memoria y ejercicio de la muerte. Los discípulos deberán estar aparejados (prevenidos) continuamente para cuando venga su Señor. “Cristo tuvo siempre presente su muerte –dicen las Constituciones–, haciendo cada año confesión, general y testamento”. Se ordena que se empiece el ejercicio de la muerte por el tercio de hermanos más antiguos, comenzando por confesión general, testamento y disponiendo sus cosas de la mejor forma que puedan. El último jueves de cada mes, seis hermanos son examinados de la forma en que meditan sobre la muerte.

El capítulo XI de las Constituciones hace referencia a que todo miembro de la Escuela debe estar siempre preparado y vigilante para cuando se presente su Señor a llevárselo consigo

El Ejercicio de la Muerte fue una interpretación de textos místicos de los siglos XVI y XVII. La muerte, no por incierta e ignorada, se presentaba cuando menos se la esperaba; por eso había que estar preparado en todo momento. El capítulo XI de las Constituciones hace referencia a que todo miembro de la Escuela debe estar siempre preparado y vigilante para cuando se presente su Señor a llevárselo consigo (Et vos estate parati quia qua hora non putatis Fillius hominis venit, Lucas, 12.40. Vosotros, pues, estad preparados porque a la hora que no penséis, el Hijo del hombre vendrá). La vida la entienden como la preparación de la buena muerte, vivir cada día como si fuera el último de la vida.

Misa del Perdón, picaos y lavapiés de Jueves Santo

La Escuela de Cristo de la Puebla ha tenido siempre una participación activa en los actos de Semana Santa. Siempre anteponiendo la austeridad y el silencio a los lujos y jolgorio que suelen acompañar los pasos de las cofradías andaluzas. El martes santo es el día de salida de su procesión y su misa del perdón. Previo al inicio en su ermita, los hermanos celebran sus actos oratorios a puerta cerrada.

Les identifica una capa negra con forro rojo y un cirio encendido en sus manos

Les identifica una capa negra con forro rojo y un cirio encendido en sus manos. Sobre sus andas colocan un Cristo crucificado, flanqueado por otras dos cruces. El trono va desprovisto de adornos, unas flores a lo sumo. (Este cristo es moderno, de una aportación personal del hermano Ángel Morante, hace algo más de medio siglo). La comitiva discurre hacia la iglesia en medio de un silencio sepulcral, con las luces del pueblo apagadas.

Procesión de hermanos desde la ermita hacia la iglesia, en los años cincuenta.
Procesión hace pocos años.

Durante el silencio de la noche solamente se oyen sacudidas de látigos o cilicios que porta cada uno. Están hechos de unas cuerdas trenzadas. Recogen la tradición de mortificarse el cuerpo para purgar los pecados. La oscuridad de la noche oculta el lugar donde golpea cada uno; hoy, con las capas que les cubren, es difícil adivinar si se autoflagelan o dan contra el suelo. Eso queda a la decisión de cada uno. Antiguamente, cuando no vestían capas, era habitual que los niños preguntaran a sus padres por qué regresaban de la procesión con las camisas manchadas de sangre. Esta forma de mortificación corporal procede de la tradición medieval de los picaos en las cofradías de dolor castellanas.

Flagelo utilizado en la procesión por los hermanos de Cristo de la Puebla.

Doce de sus miembros más jóvenes o pretendientes prestan sus pies para el lavatorio por parte de otros compañeros

Dentro del templo parroquial, los hermanos forman un pasillo vertical a lo largo de la nave, mientras el resto de feligreses están orientados mirando al altar. En esa posición, de rodillas, los hermanos se dirigen unos a otros pidiéndose perdón por las posibles ofensas o desaires que puedan haber cruzado durante el último año. La frase que repiten desde hace siglos es: “Si a alguno de mis hermanos he ofendido, que me perdone por el amor de Dios, que yo también le perdono a él”.

El jueves y viernes santos también participan los hermanos de la Escuela de Cristo en los oficios religiosos parroquiales. Doce de sus miembros más jóvenes o pretendientes prestan sus pies para el lavatorio por parte de otros compañeros.

Arrodillados en la iglesia durante la misa del perdón.

Auge y caída de las escuelas

Cuando se cumplía un siglo desde la creación de la Escuela de Cristo, ésta vivía su momento de esplendor. A mediados del siglo XVIII se habían consolidado las más de cuatrocientas congregaciones de la Península, además de un número indeterminado en la América hispana; estaban plenas de actividad, se hermanaban, se visitaban y se relacionaban por carta entre ellas. Permanecían en contacto continuo con la Escuela de Madrid, considerada casa madre. A ella remitían sus memorias de actividades, sus dudas y también pedían orientación. Desde Madrid se vigilaba el correcto cumplimiento de las Constituciones fundacionales. No hacerlo suponía quedar apartados de la congregación.

En la Puebla de Don Fadrique siempre existieron más de treinta religiosos entre clero regular y secular, al menos hasta que las desamortizaciones del siglo XIX cerraron sus conventos

A pesar del atractivo que suponían las escuelas de Cristo para los cristianos que se consideraban auténticos, empezaron a desgajarse de ellas otras corrientes menos mortificantes. Algunas escuelas de pueblos pequeños entraron en procesos guadianescos, lo mismo tenían vida muy activa que pasaban a durmientes. Eso no ocurría en poblaciones grandes, donde abundaba el estamento religioso; precisemos que, de los 72 hermanos permitidos, a lo sumo 24 debían tener procedencia clerical. En la Puebla de Don Fadrique siempre existieron más de treinta religiosos entre clero regular y secular, al menos hasta que las desamortizaciones del siglo XIX cerraron sus conventos. Hoy sólo hay un sacerdote en el pueblo.

Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla, algo más recargado en decoración que los que perviven en los pueblos. Da nombre a una placeta en el barrio de Santa Cruz.

Algunas escuelas de Cristo se fusionaron en congregaciones del Oratorio de San Felipe Neri, como fue el caso de Granada capital y Sevilla (en la ciudad hispalense llegó a haber cuatro escuelas). Estuvieron repletas de vecinos de la aristocracia y la incipiente burguesía urbana que entendieron poder “comprar” con limosnas su sitio en el Cielo más que ganárselo con su práctica diaria en la Escuela. En un alto porcentaje, estos hermanos de las escuelas acabaron sucumbiendo en la religiosidad de la que huían, es decir, en externalizarla en demasía. Así, crearon o se introdujeron en las cofradías de Semana Santa, especialmente en las de la Vera Cruz. La consecuencia lógica es que perdieron espiritualidad y ganaron en espectáculo y ostentación. (El caso de las procesiones andaluzas actuales es fiel exponente de ello).

Incluso estas representaciones del ejercicio de la muerte se anunciaban ordinariamente en la prensa local entre las programaciones religiosas o en sus secciones de espectáculos. La banalización llegó a ser absoluta

En otros casos, se cayó en el folclorismo absoluto. Algunos hermanos, o hermanas, teatralizaron ritos internos y los convirtieron en puro espectáculo. El ejercicio de la muerte aparece en celebraciones eclesiales muy a menudo en parroquias de Mallorca y zona levantina. Se trataba de una representación, con orquesta o banda de música incluida, dramáticas rogativas, multitudinarios sermones, en las que se celebraba una sucedánea ceremonia cristiana por la muerte de una beata todavía viva o por una beata/o local ya fallecida/o. Incluso estas representaciones del ejercicio de la muerte se anunciaban ordinariamente en la prensa local entre las programaciones religiosas o en sus secciones de espectáculos. La banalización llegó a ser absoluta.

Anuncios en prensa de Baleares de 1842 y 1848, con funciones del ejercicio de la muerte como un espectáculo más de las iglesias.

Los ilustrados de la segunda mitad del XVIII no congeniaban, en absoluto, con oratorianos, filipistas y escolares de Cristo. El ejercicio de la disciplina para alcanzar la salvación o la santidad diaria no era bien visto por los intelectuales. Su razón no entendía que Dios pidiera a sus hijos semejantes sacrificios, más propios de sociedades muy atrasadas o extremistas.

La ola de anticlericalismo surgida de la Enciclopedia y la Revolución francesa de 1789 llegó tardíamente a España. Pero llegó. Y eso lo sufrieron las escuelas de Cristo

La ola de anticlericalismo surgida de la Enciclopedia y la Revolución francesa de 1789 llegó tardíamente a España. Pero llegó. Y eso lo sufrieron las escuelas de Cristo. Procuraron mantenerse como movimiento ascético, ajeno a la política, pero al ser cortejado por los carlistas se empezó pronto a asociarlos con el ultraconservadurismo político y religioso que representaba el pretendiente real Carlos María Isidro de Borbón. No era extraño ver escritos de liberales en los que se argumentaba que el secretismo y la penumbra en que encerraban sus ceremonias era síntoma de ser reducto de conspiración y masonería. El resultado fue la desamortización de sus edificios y bienes, donde los tenían, el cierre de las escuelas de Cristo y en ocasiones el encarcelamiento de algunos de sus miembros. Por ejemplo, el Correo Nacional (21 de agosto de 1841) informaba que, en Zamora, su jefe político liberal había irrumpido con la policía política en una reunión de la Escuela de Cristo y les acusó de masones; se llevó los documentos que consideró peligrosos. La hermandad fue clausurada. Al año siguiente, en Villacarrillo, también fue clausurada su Escuela e incautadas sus propiedades.

Estampa de San Felipe Neri y pobres cruces de palo en la ermita de San Antón. Esta hermandad tenía pocos bienes que desamortizar.

La Escuela de la Puebla nunca pasó por este tipo de trance. En primer lugar, porque no tenía ningún bien y sus hermanos no se vieron implicados en revueltas de tipo político. Los poblatos la veían como una tradición. Y así la respetaron. Incluso en los peores momentos anticlericales de la II República y guerra civil de 1936. Ni sus miembros fueron perseguidos ni sus pocas imágenes destruidas. Contrariamente a lo ocurrido con iglesias y conventos de la comarca oscense. En España fueron bastantes los hermanos de esta congregación a quienes ejecutaron o martirizaron en los primeros meses de contienda.

En España quedaban poquísimas, confundidas o reconvertidas en cofradías de Semana Santa

No obstante, la etapa republicana, la guerra y la dura posguerra pasaron factura a las escuelas en general. A mediados del siglo XX, las escuelas de Cristo eran un mero rescoldo de la Iglesia (En cuyos libros de su historia apenas ha sido tratada, quizás debido al aire de secretismo en que estuvieron envueltas). En España quedaban poquísimas, confundidas o reconvertidas en cofradías de Semana Santa. Este bache hizo que el catedrático Francisco Sánchez-Castañer y Mena (1908-91) iniciase un movimiento para recuperarlas. Aprovechó el III centenario de su fundación, en 1953, y empezó a recorrer la mayoría de escuelas.

Su objetivo era restaurarlas y volver a darles vida; el franquismo lo ponía en bandeja. A la reunión refundacional de diciembre de 1953 sólo asistieron representantes de once escuelas que se encontraban con actividad, entre ellas la de la Puebla

El panorama que se encontró Castañer era desolador: quedaban pocas, desconectadas, sin actividad y sin apenas recuerdos. Acumuló documentación histórica para escribir sobre la congregación, al tiempo que creó el Instituto Orgánico de las Santas Escuelas de Cristo (1961). Su objetivo era restaurarlas y volver a darles vida; el franquismo lo ponía en bandeja. A la reunión refundacional de diciembre de 1953 sólo asistieron representantes de once escuelas que se encontraban con actividad, entre ellas la de la Puebla; la de Huéscar debía tener cierta vida pues envió una carta de disculpa. También se dejó constancia de que en esa fecha continuaban existiendo escuelas de Cristo en Perú, México, Guatemala y otros países de Centroamérica.

F. Sánchez-Castañer (izda.), junto al Indigno Secretario, durante su visita a la Puebla en 1955.

En la Puebla de Don Fadrique estuvo en el año 1955. Conoció y convivió con sus hermanos unos días. Su visita sirvió para reactivarla, aunque constató que era de las pocas que habían funcionado de manera más o menos ininterrumpida hasta entonces.  Estaba un tanto apagada por las duras condiciones sociales y económicas que atravesaba esta comarca deprimida. Después mantuvo estrecha correspondencia durante el resto de su vida. Si la Escuela de Cristo poblata volvió a llenarse de vida y actividad, no ocurrió lo mismo con la inmensa mayoría de España. No levantaron vuelo. En las décadas de los años setenta y ochenta del siglo XX acabaron por cerrar sus puertas algunas de las que languidecían desde un cuarto de siglo atrás (Mérida, Onteniente, Castellón). Otras muchas habían sido integradas en cofradías de Semana Santa.

La que conserva mayor grado de actividad, parecido y pureza en el cumplimiento de las Constituciones de 1653, es la de Puebla de Don Fadrique

Actualmente sólo quedan, mermadas y con diferente grado de actividad, otras seis Escuelas de Cristo: Sevilla, Orduña (Vizcaya), Dosbarrios (Toledo), Tíjola (Almería), Laguardia (Álava) y Madrid. La que conserva mayor grado de actividad, parecido y pureza en el cumplimiento de las Constituciones de 1653, es la de Puebla de Don Fadrique.

Se calcula que a las distintas escuelas de Cristo repartidas por España pertenecieron entre cien mil y ciento cincuenta mil hermanos. Muchos de ellos hicieron gala de ello, pero otros prefirieron llevarlo en la intimidad. En Sevilla fueron hermanos el escritor Blanco White, el padre Antonio María Claret, el arquitecto modernista Aníbal González, el joven catedrático-historiador Antonio Domínguez Ortiz, etc.

Procesión del martes santo por el centro de la Puebla, hace pocos años. Se ven algunos jóvenes entre sus miembros.
Preparados para la procesión del martes santo en el año 2011.
Durante una visita del obispo de Guadix-Baza, en el día de San Felipe Neri de 2012.

Fuentes y agradecimientos:

─ La mayor parte de los datos de este artículo se los debo al Indigno Secretario de la hermandad Escuela de Cristo, Rafael López Galera, y al erudito poblato Antonio Martín Marín. También el abundante material gráfico.

─ El mejor libro para conocer en profundidad este tema es La Santa Escuela de Cristo, del jesuita Fermín Labarga García, publicado por Biblioteca de Autores Cristianos (2013).

─ Recientemente se ha publicado otro libro sobre este tema. Los datos son más desarrollados para la zona granadina. Se llama Baza y el Oratorio de San Felipe Neri. En el sueño por la independencia: poderes, sociedad y patrimonio en el Altiplano granadino (2021). Su autor es José Antonio Díaz Gómez, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla.

─ Enlace a una edición de las Constituciones, impresa en Madrid en 1668https://bibliotecavirtualmadrid.comunidad.madrid/bvmadrid_publicacion/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1130745

Reportaje relacionadao de Gabriel Pozo Felguera: