LOS PRIMEROS MINGITORIOS CALLEJEROS DATAN DE 1870

Los “kioscos de necesidad” surgieron con marcado carácter machista

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 30 de Octubre de 2022
Esta es la historia de los urinarios en Granada, un asunto nada desdeñable, puesto que sirvieron para que la ciudad entrara en la modernidad, sin tener que soportar los malos olores que inundaban la urbe. Pero como en casi todo, se olvidaron de las mujeres. Un reportaje brillante de Gabriel Pozo.
Primer kiosco urinario, metálico, que hubo en Plaza Nueva a finales del siglo XIX.
M. JULIÁ/AHMGR
Primer kiosco urinario, metálico, que hubo en Plaza Nueva a finales del siglo XIX.
  • La ciudad no habilitó urinarios públicos femeninos hasta 1929, cuando construyó los subterráneos de Bibarrambla

Quién podía imaginar que vecinos de Granada iban a poner a bajar de un burro a su alcalde por ocurrírsele montar kioscos en las calles para orinar. Ocurrió en 1871, después de que el regidor Felipe Mingo García decidiese instalar varias casetas en puntos de concentración humana para aliviar las vejigas. Hasta entonces, la ciudad de Granada era una urbe en la que los abundantes rincones y adarves manaban orines y malos olores. Los hombres descargaban en cualquier lugar sin el menor pudor. La literatura de la época satirizaba que los ancianos se la sacudían en cualquier sitio. La época de grandes reformas urbanas iniciada en el sexenio revolucionario (1868-74) incorporó la modernidad de los aseos públicos inventados en París. Granada fue una de las primeras capitales en alistarse a la moda de este tipo de casetas, conocidas popularmente como kioscos de necesidad: en 1870 se instalaron los primeros. Pero nadie reparó en que las mujeres también sufrían apretones de pipí y popó. Entre 1870 y 1929 todos los mingitorios de Granada fueron del tipo placa turca, exclusivamente para hombres. En 1929, por fin las mujeres pudieron acceder al primer urinario; fue el de Bibarrambla, el único que ha habido subterráneo.

Hace muy pocos años tuvimos la oportunidad de contemplar los “restos arqueológicos” de los servicios públicos que permanecen ocultos bajo la Plaza de Bibarrambla. Fue desmontada su cubierta para insertar un transformador eléctrico de Endesa. La enorme habitación está oculta en la parte noroeste de la Fuente de los Gigantones, justo bajo el tiovivo que suele instalarse por fiestas. El recinto se conserva perfectamente alicatado con azulejos biselados de impoluto blanco lechoso.

Los aseos subterráneos de Bibarrambla fueron los únicos de Granada que se hicieron teniendo en cuenta que existían las mujeres y sus necesidades

Aquellos servicios públicos subterráneos fueron el último grito en la aparición de mobiliario urbano, de segunda generación. Casi siempre siguiendo el modelo que se iba instalando en Madrid, a su vez copiados de los de París. Los aseos subterráneos de Bibarrambla fueron los únicos de Granada que se hicieron teniendo en cuenta que existían las mujeres y sus necesidades. La enorme oquedad fue mandada abrir por el alcalde Mariano Fernández Sánchez-Puerta (1928-30); fue miembro de la Asamblea Nacional Consultiva durante la Dictadura de Primo de Rivera y viajaba con asiduidad a Madrid, donde debió inspirarse.

Alcalde Mariano Fernández, el que ordenó construir los urinarios para mujeres de Bibarrambla en mayo de 1929. GRANADA GRÁFICA

Porque, en realidad, fueron una copia en miniatura de los aseos subterráneos de la Puerta del Sol. El hueco estaba compartimentado y separado por sexos ya desde el acceso exterior; se organizaba mediante dos escaleras independientes, protegidas en superficie por una verja de hierro. Su disposición interior estaba adaptada a cada uno de los sexos. En cada una de las habitaciones había una mujer que se encargaba de mantenerlos limpios, facilitaba papel, toalla si se deseaba. Todo a cambio de una propina o una módica aportación económica con la que podía malvivir.

La obra en cuestión fue diseñada por el jefe de aguas de entonces, Miguel Vico, que tuvo que perforar una tubería subterránea para dar salida a las aguas hasta la acequia que bajaba por la calle Puentezuelas

La obra en cuestión fue diseñada por el jefe de aguas de entonces, Miguel Vico, que tuvo que perforar una tubería subterránea para dar salida a las aguas hasta la acequia que bajaba por la calle Puentezuelas.

Estos servicios estuvieron en funcionamiento hasta finales de los años setenta del siglo pasado, cuando fueron rellenados de escombro y cegados. Habían sido reformados en dos ocasiones anteriormente, la primera en 1936 (cuando se habilitaron como refugio antiaéreo improvisado) y con la reforma de Gallego Burín de 1943 (intercambio de estatuas de Fray Luis de Granada por los Gigantones, más enlosado actual). Recordemos que Bibarrambla fue siempre una plaza con una calle de rodadura perimetral, con entrada de coches por la calle Salamanca y salida por Príncipe.

Plaza de Bibarrambla en los años sesenta. En el óvalo rojo se ven las barandillas que protegían las escaleras de acceso, tras la fuente de los Gigantones. AHMGR.
En esta foto de 1973 se ven todavía las barandillas protectoras del subterráneo. Fueron reutilizadas posteriormente para proteger los arriates construidos alrededor de la fuente de los Gigantones, entre 1977-78. J. GRANADOS.

Este subterráneo tan céntrico y principal puso el punto final a la aparición de kioscos de necesidad repartidos por el centro de Granada durante algo más de medio siglo, con distinto origen, estructura y similar cometido

Este subterráneo tan céntrico y principal puso el punto final a la aparición de kioscos de necesidad repartidos por el centro de Granada durante algo más de medio siglo, con distinto origen, estructura y similar cometido. A partir de esas fechas ya comenzaban a abundar los aseos en grandes tiendas y establecimientos de restauración; también los edificios públicos dotados de agua corriente y desagües. Poco a poco la utilización de los aseos públicos quedó desfasada, en parte por su suciedad y falta de atención de que eran objeto. Y desaparecieron. La gente sustituyó –y sustituye hoy– los kioscos de necesidad por los de edificios públicos y los de bares. La primera queja surgió pronto por parte de los dueños de establecimientos, que exigen consumir algo si se desea utilizar su WC; los servicios de edificios oficiales, tan utilizados por personas con incontinencia, cada vez se están poniendo más complicados por la presencia de controles de seguridad y por el coronavirus.

Nuevamente, en la década de los años noventa se hizo necesario instalar el modelo actual de servicios de autolavado, previo pago de una moneda para entrar.

Nuevamente, en la década de los años noventa se hizo necesario instalar el modelo actual de servicios de autolavado, previo pago de una moneda para entrar. Hay instalados varios en la ciudad, los más céntricos en Plaza Nueva, Bibarrambla y el Triunfo. El inconveniente es que hay que llevar la moneda justa en el momento preciso de la urgencia. Y no tener la mala suerte de que en un apretón te lo encuentres ocupado o fuera de servicio.

Urinarios modernos en la Plaza del Triunfo y en Plaza Nueva.

Los primeros mingitorios granadinos

El primer kiosco español para orinar fue instalado en Madrid en 1867. Muy pronto se extendieron a Barcelona y otras capitales. Granada fue de las primeras en sumarse a la modernidad de este mobiliario urbano público. Hasta entonces las puertas de zaguanes y casonas solían permanecer abiertas, pero empezaron a cerrarlas para evitar sorpresas mañaneras.

Se hicieron casetas de obra en algunos rincones próximos a lugares de concentración humana, puntos utilizados históricamente como chiscones de meones; hubo otros de obra con una sola puerta para la entrada y salida

Se aprovechaba el paso de cualquier acequia o tubería para colocar kioscos encima. En el caso de Granada se emplearon modelos y sistemas muy diferentes. Se hicieron casetas de obra en algunos rincones próximos a lugares de concentración humana, puntos utilizados históricamente como chiscones de meones; hubo otros de obra con una sola puerta para la entrada y salida, otros en forma de espiral con una puerta de entrada otra de salida, incluso unos circulares que parecían pesebres para animales y se veían los pies por abajo. Su capacidad oscilaba entre cuatro o doce personas; también hubo dos prefabricados de metal (Plaza Nueva y Acera del Casino). Otro era en realidad una caseta de parada de tranvía que en su parte trasera incluía un compartimento para orinar. Todos ellos estuvieron situados en superficie.

Un hombre orina, en 1940, en una de las callejuelas de la Alcaicería. AHMGR.

En Granada no se consideró nunca el kiosco de necesidad como un edificio necesario y objeto de diseño por parte de arquitectos. Muy al contrario que Madrid y Barcelona, ciudades donde El Retiro y Parque Güell han quedado preciosas casetas de estilo modernista.

Ordenó instalar los primeros retretes de placa turca junto al Ayuntamiento (calle Escudo del Carmen), frente al Hospital de San Juan de Dios, en Plaza Nueva, calle del Tinte, Acera del Casino, calle Almireceros y Cobertizo de San Matías

La primera tanda de kioscos para aliviarse y evitar que toda la ciudad chorrera y oliera a orina fue puesta en marcha por el alcalde Felipe Mingo García (1870-72). Este hombre era un liberal del partido de Serrano y ocupó puestos de responsabilidad política en el sexenio revolucionario. Fue un hombre ilustrado, notario de profesión, que consideraba a Granada como una ciudad sucia y descuidada. Ordenó instalar los primeros retretes de placa turca junto al Ayuntamiento (calle Escudo del Carmen), frente al Hospital de San Juan de Dios, en Plaza Nueva, calle del Tinte, Acera del Casino, calle Almireceros y Cobertizo de San Matías. En décadas siguientes se sumaron también los abiertos en el Cementerio (1928), Triunfo y Bibarrambla (1929) y final del Paseo de los Tristes.

Caseta urinaria que ha sobrevivido en El Retiro de Madrid.

Decían que era un espectáculo lamentable ver a los hombres salir atacándose los pantalones, sacudiéndose las gotas y mostrando sus vergüenzas sin pudor alguno

Pero las quejas de los vecinos no se hicieron esperar. Ya en el año 1871, cuando había empezado a funcionar el situado frente al Hospital Provincial, empezaron las quejas del vecindario. Decían que era un espectáculo lamentable ver a los hombres salir atacándose los pantalones, sacudiéndose las gotas y mostrando sus vergüenzas sin pudor alguno. Aquella primera queja de la calle San Juan de Dios fue efectiva. Al fin y al cabo, al dar la vuelta a la esquina había enormes descampados en las huertas de San Jerónimo y San Juan de Dios donde se podían abonar los olivos.

En Plaza Nueva estuvo situado el metálico más estético del siglo XIX, en la esquina de la Audiencia; más tarde fue sustituido por otro de obra más próximo a la calle Elvira

Los otros kioscos corrieron dispar suerte. En 1928 fue suprimido el mingitorio del Cobertizo de San Matías; de Almireceros en 1930; en 1935, el de Escudo del Carmen (que en realidad fue trasladado al interior del Ayuntamiento). El de Puerta Real se mudó en 1898 más abajo, frente al Campillo. Recordemos que en las décadas de 1880-90 habían sido construidos los mercados de San Agustín y La Romanilla, con unos rincones inmundos que se podían considerar lugares de necesidad. En Plaza Nueva estuvo situado el metálico más estético del siglo XIX, en la esquina de la Audiencia; más tarde fue sustituido por otro de obra más próximo a la calle Elvira.

A la izquierda se ve el quiosco que hubo en la Acera del Casino hasta finales del XIX. AHMGR.

Fue un caso especial el ubicado en la Plaza del Matadero Viejo o del Convenio (Campo Verde actual). Se trató de una caseta exenta que hacía la vez de parada del punto donde se cruzaban los tranvías, donde también se aprovechó como urinario anexo. Fue construido prácticamente cuando empezó a pasar la vía por Alhóndiga, en la primera década del siglo XX; desapareció unos cuantos años antes de la eliminación de los tranvías urbanos.

Las quejas de algunas asociaciones de vecinos de barrios emergen de vez en cuando, especialmente en el Albayzín

En la actualidad existen en la ciudad de Granada tantos servicios como bares, tiendas, parques y edificios públicos. Es decir, a millares. Aun así, los ríos de aguas menores y mayores por las calles son mucho más abundantes que en los siglos pasados. Especialmente en zonas próximas a espacios donde hay actos públicos o concentraciones masivas. Las quejas de algunas asociaciones de vecinos de barrios emergen de vez en cuando, especialmente en el Albayzín. No hay ningún lugar público donde aliviarse en todo el cerro. Suele ser habitual ver gente aculada sin ningún rubor entre coches o en cualquier lugar cercano a los miradores. Y si hay fiesta cercana con abundante cerveza, las filas de meones/as son interminables. Algo similar ocurre con los rincones y setos de los Jardines del Triunfo, Pilar del Toro, Parque García Lorca, etc.

En los aspectos de mobiliario mingitorio urbano y educación ciudadana, Granada está considerablemente peor que durante el siglo XIX

En los aspectos de mobiliario mingitorio urbano y educación ciudadana, Granada está considerablemente peor que durante el siglo XIX. Menos mal que los barrenderos de Inagra riegan la ciudad a diario con varios miles de litros de zotal y desinfectantes similares.

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