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EL PRIMER CRIMEN “MACHISTA” DE LA GRAN VÍA, EN 1929

“Me llamo Josefina, me asesinó mi celoso esposo de tres disparos por la espalda”

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 26 de Agosto de 2018
Un espeluznante crimen casi sin pena para el culpable. El investigador Gabriel Pozo Felguera nos hace revivir el asesinato de Josefina Jiménez Monteguí de cuatro tiros por la espalda descerrajados por su marido, Francisco Garrido Quintana, que conmocionó a la sociedad granadina y española en 1929. No te lo pierdas.
Un fotógrafo se coló en la habitación del hotel Alfonso XIII y consiguió retratar el cadáver de la mujer.
Indegranada
Un fotógrafo se coló en la habitación del hotel Alfonso XIII y consiguió retratar el cadáver de la mujer.
  • Un misterioso blog recuerda cómo el catedrático Francisco Garrido Quintana dio muerte a su esposa y sólo pasó un año en la cárcel

  • El crimen de Josefina Jiménez Monteguí fue uno de los más sonados en Granada por el estrato social en que tuvo lugar

Josefina Jiménez Monteguí y Francisco Garrido Quintana eran en la Belle Epoque granadina, 1929, una de las parejas más envidiadas de la alta sociedad provinciana. Ella pasaba por ser la mujer más guapa, elegante y moderna; él, catedrático de Medicina y con una consulta de dermatología y enfermedades venéreas. Ocupaban un piso principal en el 45 de la Gran Vía de Granada. Nadaban en la abundancia; viajaban asiduamente por Europa. No les faltaba de nada. Pero… aparecieron los celos. Dicen que la liberalidad de Josefina volvía loco a su esposo. Para empeorar las cosas, algún que otro anónimo agravó la situación. En uno de sus frecuentes viajes a Madrid, Francisco Garrido Quintana pegó cuatro tiros a su esposa en la habitación del hotel Alfonso XIII, pero en otra Gran Vía. El hijo pequeño y la criada se encontraban sólo a unos pasos.

Me he decidido a recordar aquel sonado asesinato tras descubrir –gracias a una amiga- la existencia de una web en la que alguien no quiere que se olvide esta historia. Lo hace en primera persona, como si fuese la propia Josefina Jiménez Monteguí la que escribiera. Tras más de un año de investigación, confieso que no he sido capaz de saber quién está detrás de este blog con la truculenta historia.

El crimen de la Gran Vía de Granada o el asesinato de la cuñada del Rector, como se conoció el suceso durante los meses siguientes, no supone ninguna novedad para quien haya leído algo de la historia de esta calle granadina. Tampoco para el colectivo médico que conoció la vida personal del doctor Francisco Garrido Quintana, fallecido en los años sesenta del siglo XX, tras más de cuarenta años de actividad profesional.

Me he decidido a recordar aquel sonado asesinato tras descubrir –gracias a una amiga- la existencia de una web en la que alguien no quiere que se olvide esta historia. Lo hace en primera persona, como si fuese la propia Josefina Jiménez Monteguí la que escribiera. Tras más de un año de investigación, confieso que no he sido capaz de saber quién está detrás de este blog con la truculenta historia. El comienzo del blog no puede ser más directo: “Me asesinó de tres disparos por la espalda mi celoso esposo. Se había casado conmigo cuando yo sólo tenía 18 años. Era de buena familia y la justicia de la dictablanda le condenó a dos años de cárcel. Cumplió uno. En Granada, como siempre, todo se tapó. Mi asesino se casó con otra y murió hace cincuenta años. Él, médico famoso y respetado. Yo, otra mujer olvidada. Tuve cuatro hijos”.



Fotos de Josefina y Francisco que publicó La Unión Ilustrada (3 de marzo de 1929).

Matrimonio modélico y envidiado

De Josefina Jiménez Monteguí conocemos poquísimos datos. Nació en Santa María de Marlés, Barcelona, hacia el año 1900. Quedó huérfana de padre y madre muy pronto y vino a vivir con unos tíos a Granada, residentes por la zona de Plaza Nueva. Destacaba por su belleza y modernidad, de manera que nada más cumplir los dieciocho años contrajo matrimonio con un joven médico, de famosa y acaudalada familia. Se llamaba Francisco Garrido Quintana, hijo de un catedrático de la Universidad y hermano pequeño de Fermín Garrido Quintana, ya por entonces catedrático de Medicina, empresario y con proyecto de ser alcalde de Granada y Rector.

La joven pareja formada por Josefina Jiménez (18) y Francisco Garrido (29) establecieron su hogar y consulta de dermatología privada en un piso principal de 272 metros cuadrados, en Gran Vía 45. En aquella Avenida del Azúcar tenían abiertas sus consultas y vivían todos los médicos de fama de Granada del momento. El matrimonio convivió inmerso en la elite de la  sociedad granadina. Para 1929 ya tenían cuatro hijos: Silvina (10 años), Francisco (8), Josefina (5) y Manuel (3).

Nada hacía pensar que aquella pareja modélica y tocada por la fortuna iba a acabar muy mal en febrero de 1929

Nada hacía pensar que aquella pareja modélica y tocada por la fortuna iba a acabar muy mal en febrero de 1929. Sobre todo ella. Conocemos a la perfección el desarrollo de los acontecimientos del trágico final gracias al detalle y profusión de crónicas de los periódicos madrileños. También por las aportaciones periodísticas de El Defensor de Granada. El matrimonio, su hijo pequeño Manuel y la sirvienta Asunción Haro viajaron a Madrid el 7 de febrero de 1929. Se alojaron en el hotel Alfonso XIII, en la Gran Vía madrileña; tomaron una habitación con gabinete para ellos y otra contigua para Asunción y Manuel. El matrimonio marchó a Barcelona unos días, mientras criada y niño permanecieron en Madrid. Para el 13 de febrero ya estaban de regreso. El doctor Garrido Quintana hacía salidas profesionales por Madrid, mientras Josefina permanecía con su hijo o salía de compras. A priori, todo normal, pero las especulaciones sobre la relación de pareja empezaron a surgir en la prensa una vez ocurrido en asesinato.



Hotel Alfonso XIII, en una foto de aquella época. El asesinato ocurrió en una habitación de la quinta planta.

El hecho probado es que el sábado 16 de febrero de 1929, Francisco Garrido Quintana regresó al hotel Alfonso XIII a primera hora de la tarde. Subió a sus habitaciones, habló con su esposa Josefina y se oyeron cuatro disparos de pistola. La criada y el niño estaban en la estancia de al lado. Inmediatamente acudieron la criada y una empleada del Hotel y contemplaron la horrible escena: Josefina Jiménez yacía boca arriba, vestida para salir a la calle. Se hallaba en medio de un charco de sangre. Su marido empuñaba todavía una pistola, que le fue retirada por la empleada del hotel. Los forenses determinaron que había sido asesinada por cuatro disparos, tres de ellos por la espalda y un cuarto impacto en la cabeza.



Piso principal de Gran Vía, 45, donde la pareja tuvo su residencia y consulta a partir de 1918.

¿Celos, desavenencias, divorcio, anónimos…?

A partir de aquel momento comenzaron a surgir en prensa todo tipo de comentarios y conjeturas acerca de los probables motivos que desencadenaron el asesinato. La mayoría coincidieron en que el doctor Francisco Garrido vivía corroído por los celos desde tiempo atrás; el atractivo y elegancia de Josefina le hacían pensar que mantenía relaciones con otros hombres. En Madrid solía salir sola de tiendas, mientras él insistía en que lo hiciera acompañada por su hijo Manuel y la criada. Para empeorar la situación, se la habría visto hablar en el vestíbulo del hotel con un extranjero (que fue citado a declarar en juicio).

Dos periódicos publicaron que Josefina y Francisco ya mantenían desavenencias desde tiempo atrás y que ella no le acompañaría en su próximo viaje a Alemania. Muy al contrario, ya estarían tramitando el divorcio a instancias de ella, que pensaba abandonarlo. En El Defensor de Granada incluso publicaron que el médico solía recibir anónimos sobre las supuestas amistades íntimas de Josefina.

Pero todo fueron eso, especulaciones periodísticas, conjeturas y habladurías. Nada quedó demostrado en el juicio. Su defensa adoleció de indocumentada y floja.







Noticias del crimen publicadas por la prensa madrileña y granadina en días sucesivos.

Extraño juicio y condena benévola

El día del asesinato en el hotel Alfonso XIII de Madrid se formó un verdadero espectáculo en la puerta del edificio y alrededores, con cientos de personas que querían ver y saber. Los periodistas y fotógrafos se colaron hasta la misma habitación donde tuvo lugar el asesinato; consiguieron tomar una fotografía del cadáver. Mientras, Francisco Garrido fue encerrado en la Cárcel de Yeserías.

Las acusaciones calificaron el hecho como parricidio, con atenuante de arrebato y arrepentimiento espontáneo, y solicitaron una condena de 22 años para el médico. Por el contrario, Juan de la Cierva defendió la inocencia de su cliente y solicitó la absolución. Presentó seis peritos para apuntalar sus tesis acerca del estado mental que atravesaba el día de los hechos

Dos días después llegó a Madrid el hermano de Francisco, el rector Fermín Garrido Quintana, para hacerse cargo de su sobrino y contratar un abogado. El letrado elegido fue Juan de la Cierva y Peñafiel. Rector y abogado se conocían por ser miembros de partidos políticos afines: Juan de la Cierva era presidente del Partido Conservador, mientras que Fermín Garrido lo era de Acción Granadina. De la Cierva había sido ministro monárquico varias veces durante la  Dictadura de Primo de Rivera; Fermín fue nombrado rector entre 1924 y 1930, incluso efímero alcalde de Granada en 1931.

Juan de la Cierva ya no era ministro cuando defendió a Francisco Garrido Quintana, pero era miembro de la Asamblea Nacional Consultiva de la Dictadura militar. Su poder y prestigio eran evidentes. Su elección como abogado defensor fue clave para el resultado del juicio.

La vista oral contra Francisco Garrido tuvo lugar durante tres sesiones, los días 16, 17 y 18 de diciembre de 1929. A la puerta de la sección primera de la Audiencia de Madrid acudieron cientos de ciudadanos que querían estar presentes en aquel juicio. Pero, misteriosamente, el fiscal del caso solicitó que se celebrase a puerta cerrada. Las acusaciones calificaron el hecho como parricidio, con atenuante de arrebato y arrepentimiento espontáneo, y solicitaron una condena de 22 años para el médico. Por el contrario, Juan de la Cierva defendió la inocencia de su cliente y solicitó la absolución. Presentó seis peritos para apuntalar sus tesis acerca del estado mental que atravesaba el día de los hechos. Por la sala desfilaron 44 testigos.



El Defensor (25 de febrero de 1930).

La sentencia sorprendió a toda España por su benevolencia. Francisco Garrido Quintana fue condenado sólo a dos años de cárcel por haber acabado con su esposa de cuatro tiros por la espalda. Un mes más tarde de conocerse la sentencia, el mismo tribunal que le había juzgado decretó su puesta en libertad provisional. Antes de que acabase el mes de febrero de 1930 ya se encontraba de regreso en Granada para reemprender su actividad profesional.

La sentencia sorprendió a toda España por su benevolencia. Francisco Garrido Quintana fue condenado sólo a dos años de cárcel por haber acabado con su esposa de cuatro tiros por la espalda

Francisco Garrido Quintana retomó su actividad docente en la Facultad de Medicina, su consulta particular y sus múltiples ocupaciones en otras instituciones médicas. Ingresó en la Real Academia de Medicina, cuyo libro de Historia de la institución le dedica varias páginas a su extensa y exitosa vida profesional. Volvió a contraer matrimonio. Falleció en 1963.

De Josefina Jiménez Monteguí y su tragedia no ha quedado ningún rastro en Granada. Solamente el enigmático blog que cuenta su amarga tragedia personal. (https://plus.google.com/118421516878959937967)

El niño Manuel Garrido Jiménez que estuvo presente en el asesinato de su madre llegó a ser catedrático de Filosofía en las universidades de Valencia, Autónoma y Complutense de Madrid. Falleció en 2015.



El libro “Académicos numerarios que fueron”, de José Gutiérrez Galdo, dedica cuatro páginas a glosar la figura del Dr. Francisco Garrido Quintana.