Memoria y olvido ¿justicia para las víctimas?
“Para los oprimidos, su historia es un permanente estado de excepción”.
Walter Benjamin
El eterno retorno de lo mismo o cómo vivir el presente
¿Es esto la vida? , le diré a la muerte.
¡Muy bien! ¡Pues que vuelva a empezar!
Friedrich Nietzsche
No más bellas durmientes, por favor
Libertad, ¿para qué?
"Entre la justicia y mi madre, elijo a mi madre"
(Albert Camus)
La insoportable banalidad del sistema
"La cuestión no es nunca si un individuo es bueno, sino si su conducta es buena para el mundo en el que vive.
Dylan en la época de la reproductibilidad técnica
"Ya he dicho lo que tenía que decir, y no creo que pudiera hacerlo mejor que en algunas de estas canciones.
¿Te gusta lo que ves?
"La belleza hace el vacío-lo crea-, tal y como si esa faz que todo adquiere cuando está bañado por ella viniera desde una lejana nada y a ella hubiera de volver, dej
Sobre la verdad y el mito de la caverna platónico
Hay más verdad en el recuerdo de un aroma de la infancia, en el deseo de un sonido anhelado, en la nostalgia de un sabor perdido, en el anhelo de una caricia imagina
La muerte de Sócrates y la Ley Mordaza
La soportable levedad del pensar
Filosofía, sí, pero que sustituya lo unívoco por lo diverso, donde el caos juegue en las sombras del orden, donde la pasión se enrede en el tejido de la razón, y la indiferencia sea sent
Páginas
Francis Fernández
Nací en Córdoba, hace ya alguna que otra década, esa antigua ciudad cuna de algún que otro filósofo recordado por combinar enseñanzas estoicas con el interés por los asuntos públicos. Quién sabe si su recuerdo influiría en las decisiones que terminarían por acotar mi libre albedrío. Compromiso por las causas públicas que consideré justas mezclado con un sano estoicismo, alimentado por la eterna sonrisa de la duda. Córdoba, esa ciudad donde aún resuenan los ecos de ése crisol de ortodoxia y heterodoxia que forjaría su carácter a lo largo de los siglos. Tras itinerar por diferentes tierras terminé por aposentarme en Granada, ciudad hermana en ese curioso mestizaje cultural e histórico. Granada, donde emprendería mis estudios de filosofía y aprendería que el filosofar no es tan sólo una vocación o un modo de ganarse la vida, sino la pérdida de una inocencia que nunca te será devuelta. Después de comprender que no terminaba de estar hecho para lo académico completé mis estudios con un Master de gestión cultural, comprendiendo que si las circunstancias me lo permitirían podría combinar el criticado sueño sofista de ganarme la vida filosofando, a la vez que disfrutando del placer de trabajar en algo que no sólo me resultaba placentero, sino que esperaba que se lo resultase a los demás, eso que llamamos cultura. Y ahí sigo en ese empeño, con mis altos y mis bajos, a la vez que intento cumplir otro sueño, y dedico las horas a trabajar en un pequeño libro de aforismos que nunca termina de estar listo. Pero ¿acaso no es lo maravilloso de filosofar o de vivir? Tal y como nos señala Louis Althusser en su atormentado libro de memorias “Incluso si la historia debe acabar. Si, el porvenir es largo.”