Cambiar a golpes la forma de pensar

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 29 de Mayo de 2020
Nuria Soler/periodistasdearagon.org

Es tan antiguo como la misma vida, los hombres prehistóricos también luchaban entre ellos para decidir quién se quedaba con la comida, con un territorio concreto o con la pareja en disputa; es decir, se enfrentaban al otro por llevar la razón, por ostentar la verdad, por quitársela al rival. Evidentemente, el ganador era el más fuerte o el afortunado, pero nada tenía que ver eso con que la razón estuviera de su lado.

Y tendremos que empezar a admitirlo: en la sociedad hay momentos de avance y de retroceso y da la impresión de que ahora estamos en lo segundo. Con líderes tan odiados como queridos como Donald Trump, cuyos comentarios racistas, xenófobos y clasistas están a la orden del día o partidos políticos en España apoyados por ultraconservadores, parece que de nuevo ese grupo de población que considera que no todos somos iguales se siente con más poder, con más fuerza para hacerse oír

Parece que hemos evolucionado poco cuando asistimos perplejos a brutales agresiones como la que sufrió hace unos días en su propio domicilio el músico granadino Javier Cuesta, según todos los indicios únicamente por colocar una bandera republicana en la ventana de su casa a raíz del fallecimiento del político Julio Anguita. El propio artista explicó cómo estaba a punto de ducharse en casa de sus padres, donde vive, cuando escuchó gritos y al bajar las escaleras encontró a cuatro desconocidos saliendo de su salón. Trató de agarrar a uno de ellos y este empezó a agredirle delante de sus padres, en sus propias palabras «los tres hombres que habían salido corriendo volvieron y empezaron a darme puñetazos y patadas entre los cuatro». Sufrió hematomas en espalda y cara, rotura del dedo meñique, así como diversos daños en la vivienda y rotura de una puerta. Según Cuesta, estos cuatro personajes eran de ideología ultra, así que da la impresión de que habían considerado que la manera de cambiar el pensamiento republicano del músico era a golpes. Cuando los argumentos no son suficientes, solo queda emprenderla a cañonazos con el enemigo.

Y tendremos que empezar a admitirlo: en la sociedad hay momentos de avance y de retroceso y da la impresión de que ahora estamos en lo segundo. Con líderes tan odiados como queridos como Donald Trump, cuyos comentarios racistas, xenófobos y clasistas están a la orden del día o partidos políticos en España apoyados por ultraconservadores, parece que de nuevo ese grupo de población que considera que no todos somos iguales se siente con más poder, con más fuerza para hacerse oír.

Estamos hablando de aquellos que, como si tal cosa, siguen manteniendo en conversaciones cotidianas que «con Franco vivíamos mejor», de los que creen que sus hijos son de su propiedad y tienen derecho a convertirlos en homófobos con el fin de que no se desvíen del camino correcto, de esos que piensan que las mujeres en su conjunto no deberían trabajar para poder dedicarse a las tareas del  hogar, de los que mantienen que los blancos hemos de tener la hegemonía...

Estamos hablando de aquellos que, como si tal cosa, siguen manteniendo en conversaciones cotidianas que «con Franco vivíamos mejor», de los que creen que sus hijos son de su propiedad y tienen derecho a convertirlos en homófobos con el fin de que no se desvíen del camino correcto, de esos que piensan que las mujeres en su conjunto no deberían trabajar para poder dedicarse a las tareas del  hogar, de los que mantienen que los blancos hemos de tener la hegemonía, de los que creen que pagar impuestos en un país les convierte en dueños del mismo y les da derecho a prohibir el acceso a inmigrantes necesitados o a refugiados políticos, de los que están convencidos de que es lícita la violencia ejercida desde el poder para extender el terror entre la población siempre que sirva para defender una ideología concreta… Esos que creíamos desterrados desde los años de la dictadura y que, como el corcho, parece que siguen flotando a la espera de que llegue el momento adecuado para poder mostrar de nuevo las garras.

Me temo que esto es solo el principio. Es fácil detectar cómo se están incrementando este tipo de agresiones en los últimos meses. Madrid y Barcelona se llevan la palma, no en vano son las ciudades más pobladas, por ataques de odio racista en los últimos meses; además, un chico de 28 años tuvo que aguantar en su barrio de Arganzuela insultos y amenazas a gritos de maricón cuando salió a pasear con la bandera LGTBI+ por parte de un grupo de vecinos en el trascurso de una cacerolada convocada en el barrio. Eso sin contar a los periodistas que están siendo increpados e incluso asaltados en las últimas manifestaciones contra el gobierno por considerarles enemigos que defienden una ideología contraria a la suya.

Y en una guerra entre caníbales y demócratas, si ganan los primeros se comen a los segundos y si pierden, pactan para alcanzar la paz y también acaban indemnes, de manera que de alguna forma parece que la victoria es siempre para los caníbales

La irracionalidad y la ilógica se extienden a través de este tipo de agresiones que buscan, de alguna manera, cambiar a golpes la forma de pensar de la gente, algo completamente absurdo. Todos los delitos de odio tienen en común el ensañamiento de una o varias personas contra un pensamiento o incluso contra una característica física, como si a mí no me gustara el color rojo y me liara a mamporros con todos los que vistieran algo de esa tonalidad.

Y en una guerra entre caníbales y demócratas, si ganan los primeros se comen a los segundos y si pierden, pactan para alcanzar la paz y también acaban indemnes, de manera que de alguna forma parece que la victoria es siempre para los caníbales. Es solo una apariencia, porque lo cierto es que uno debe seguir las pautas morales que cree que conducen a un mundo mejor y en paz al margen de las consecuencias que acarreen.

Desde luego, agredir a un artista como Javier Cuesta por defender unas ideas concretas es obra de delincuentes que justifican ese odio que les reconcome por dentro a través de una supuesta ideología que pretende convertir a los verdugos en víctimas; afortunadamente, eso no es posible, porque somos muchos más los demócratas, los que queremos la paz, los que estamos abiertos a aceptar lo que piensen los demás desde el respeto, los que creemos en el diálogo, en la diplomacia, en la gente, sea del color que sea, del país, raza, sexualidad o tendencia política que elija y pese a que haya oleadas fascistas cada ciertos años, poco a poco acabarán disipándose definitivamente un día de estos porque es obvio que alguna vez entenderemos que el amor lleva a la felicidad y el odio al dolor.

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).