El racismo oculto

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 22 de Marzo de 2019
El 'youtuber' Koko DC, que puso de manifiesto los microrracismos que se producen aún hoy.
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El 'youtuber' Koko DC, que puso de manifiesto los microrracismos que se producen aún hoy.

Vivimos una época de retroceso social en el mundo representada por los líderes ultraderechistas que están copando algunos de los principales puestos de responsabilidad, capitaneados por el inefable Donald Trump, que solo se parece al otro Donald, el pato, en que hace reír con sus ocurrencias, aunque el segundo es un personaje que no tiene detractores porque se hace querer, mientras que el presidente estadounidense cae tan mal como ese cabello que tiene, que se parece a un peluquín, por mucho que nos digan que es auténtico.

También en España asistimos al auge de los bocazas, esos que se amparan en la libertad de expresión para decir sandeces como el cuestionamiento del holocausto nazi, la puesta en valor de lo positivo de la dictadura de Franco, la legalización de las armas para defensa personal o la absurda afirmación de que no es que las lesbianas se acuesten con mujeres por deseo sino por su odio al hombre.

También en España asistimos al auge de los bocazas, esos que se amparan en la libertad de expresión para decir sandeces como el cuestionamiento del holocausto nazi, la puesta en valor de lo positivo de la dictadura de Franco, la legalización de las armas para defensa personal o la absurda afirmación de que no es que las lesbianas se acuesten con mujeres por deseo sino por su odio al hombre. Lo peor de todo es que uno tiene la impresión de que estos que se parapetan en la libertad de palabra para gritar estupideces y bravuconadas buscan llegar al poder para extinguirla y prohibir otra verdad que no sea la suya.

Eso sin contar con la cantidad de mitos falsos que se están extendiendo a través de las redes sociales sobre las supuestas ingentes ayudas económicas y sociales que reciben los inmigrantes en comparación con los españoles, pese a que las asociaciones contra el racismo no dejan de propagar que no existe una subvención exclusiva para los extranjeros sin papeles. Da igual, la cuestión es extender el bulo para que cale en la sociedad y se sienta atacada.

¿Pero realmente en España hay racismo? Afortunadamente, en los últimos años, el mestizaje de razas en el país se ha ido generalizando de forma natural y sin grandes aspavientos, pero, no nos engañemos, todavía queda mucho por hacer.

¿Pero realmente en España hay racismo? Afortunadamente, en los últimos años, el mestizaje de razas en el país se ha ido generalizando de forma natural y sin grandes aspavientos, pero, no nos engañemos, todavía queda mucho por hacer

En los últimos días se ha hecho viral un vídeo colgado por el youtuber barcelonés Antón Lofer junto a otro colega catalán de raza negra, Koko DC, en el que pone de manifiesto los microrracismos que se producen aún hoy, a diario, en nuestro país, donde expone los tópicos de que un negro juega mejor al baloncesto, de que es siempre extranjero, de que genera más desconfianza cuando pasa junto a alguien o de que ocupa los puestos de trabajo más precarios de la sociedad.

¿Cuántas veces hemos escuchado esa expresión de que «trabajo como un negro» o «le ha tocado la negra»? Aparentemente, son frases inofensivas, e incluso, en el caso de la primera, puede ensalzar a la persona de raza negra como alguien más capacitado para el trabajo, pero en realidad, a lo que conduce es a englobar a todo un sector de población con características semejantes bajo un mismo epígrafe. La segunda parte de esta afirmación, que nunca se dice, aunque sea la conclusión lógica a la que aboca la primera, es que, si el negro es bueno para trabajar duro, es a ello a lo que se debe dedicar, mientras que el blanco organiza, manda y dirige, que es para lo que está más dotado.

Algo similar sucede cuando vemos a una chica negra vestida con colores étnicos y le decimos eso de «que alegres vestís en vuestro país», como si África fuera un estado y no un continente con 54 países y casi 1700 millones de habitantes, más del doble que Europa, como si esa chica no pudiera hablar en español o incluso haber nacido aquí por ir con dicho atuendo.

Cada vez que señalamos a toda una raza con una o varias características, sean positivas o negativas, no dejan de ser una etiqueta falsa y, por tanto, microrracista, pese a que ni nos demos cuenta porque nuestra intención se aleje de ello

En definitiva, cada vez que señalamos a toda una raza con una o varias características, sean positivas o negativas, no dejan de ser una etiqueta falsa y, por tanto, microrracista, pese a que ni nos demos cuenta porque nuestra intención se aleje de ello.

También se produce cuando un hombre quiere loar a las mujeres y dice eso de que «es que, hay que reconocerlo, las mujeres están mejor dotadas para cuidar de los hijos»; en el fondo, lo que subyace en dicha afirmación es que es a lo que se deben dedicar, porque superan al hombre en ese aspecto; es decir, que el varón está más dotado para otros empleos, los que conceden el poder y prestigio social.

No es casualidad que el color negro conlleve connotaciones negativas, porque siempre han sido los otros, los desconocidos, los diferentes. No obstante, es hora ya de darse cuenta de que hay negros granadinos, madrileños y vascos, que hablan catalán o gallego y que estudian en la Universidad de Salamanca y en la de Zaragoza. Llevamos décadas recibiendo inmigrantes, muchos de los cuales han tenido descendencia española y se han casado con personas de nuestro país. Los tópicos de que «tú correrás mucho, para escapar de los leones» ya no tienen gracia, están fuera de lugar y forman parte de una serie de actitudes racistas de las que debemos liberarnos definitivamente. No hay ningún problema en que los negros cuenten chistes de negros, porque tienen derecho a reírse de ellos mismos, pero el resto tendríamos que empezar a obviarlos, porque son una falta de respeto a toda una raza. También en los años noventa, Martes y Trece hacían gracia cuando decían aquello de «mi marido me pega» y hoy a nadie le parece divertido, afortunadamente.

Los tiempos cambian y el lenguaje, las actitudes e incluso los chistes también han de evolucionar. Hay una segunda e incluso tercera generación de españoles descendientes de africanos a los que les debemos respeto

Los tiempos cambian y el lenguaje, las actitudes e incluso los chistes también han de evolucionar. Hay una segunda e incluso tercera generación de españoles descendientes de africanos a los que les debemos respeto. Los microrracismos o se extirpan o se extienden y, si ocurriera esto último, por el apoyo de sectores políticos y sociales que lo propugnan, en pocos años nos veríamos de frente con un problema como el de los disturbios de Francia del año 2005, tras la muerte de dos chicos musulmanes de origen africano cuando escapaban de la policía y que se saldó con más de mil coches quemados y cientos de detenidos por todo el país.

Estamos a tiempo de evitar que una desgracia semejante algún día se repita en España, el único problema es que mientras unos tratamos de acabar con los microrracismos normalizados en la calle, hay otros empeñados en incitar al odio entre razas, entre clases sociales, y parece, además, que existe un grupo de población que ha permanecido callado muchos años y que está deseoso de revivir otros tiempos más oscuros y de soltar su ira contra el árabe, el negro, el latino o el chino.

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).