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Artículo de opinión

Día internacional de la comunidad gitana

Ciudadanía - Miguel Ángel Caballero Mariscal - Miércoles, 8 de Abril de 2020
El orientador Miguel Ángel Caballero Mariscal reivindica en este artículo la lucha de la comunidad gitana, que celebra su día internacional en pleno confinamiento, lo que le sirve para llamar la atención sobre otros 'confinamientos' a los que se ha sometido a este pueblo históricamente.
Imagen de archivo de la celebración del Día Internacional de la Comunidad Gitana en el embarcadero del Genil.
Miguel Rodríguez
Imagen de archivo de la celebración del Día Internacional de la Comunidad Gitana en el embarcadero del Genil.

Hoy día 8 de abril celebramos el día internacional de la comunidad gitana. Sí, hoy día miércoles de Semana Santa y tiene más sentido que nunca, porque no celebramos una efeméride o una fiesta, celebramos una lucha, una reivindicación por la equidad, por la justicia, por el enriquecimiento cultural desde la diferencia, celebramos la riqueza de una minoría étnica, que también participa en la construcción cívica y social de esta tierra, de esta cultura y de este país. Y encima estamos confinados, cuando nuestro espíritu es de libertad, de aire libre, de vida arraigada en la tierra; confinados, aunque de confinamientos también sabemos mucho porque siempre hemos estado confinados de manera subliminal, de manera solapada, sutil, pero siempre confinados, confinados en la desigualdad, confinados en una delgada línea roja de la no a la integración, confinados con las migajas de la cultura, con las migajas de un currículum clasista, con las migajas de la participación activa en la construcción de esta sociedad, confinados sin formar parte de la cultura real, confinados sin que nadie valore nuestra aportación cultural e ideológica de valores, confinados porque no se ha tomado en serio la cuestión del pueblo gitano a nivel estatal como una cuestión de estado, confinados a nivel internacional con muchas persecuciones ideológicas, solapadas de buenas intenciones de democratización, un confinamiento solapado de ser un pueblo en vías de desarrollo y bautizado con muchos eufemismos y muchos coloridos falsos de inclusión e integración.

Pero aquí estamos, participando activamente en el confinamiento, porque nos importa este país, nos importa esta cultura, somos parte del desarrollo porque amamos a las personas, porque somos un pueblo comprometido que ha luchado mucho y que no quiere olvidar sus raíces, ni su horizonte, ni su futuro. Aquí está nuestra bandera a la que le voy a dedicar unas palabras, más allá de los tópicos y típicos, más allá de los estereotipos que también han sido cárceles de confinamiento para no avanzar y para que muchos quisieran que no avanzáramos; esa bandera con el color verde, azul y la rueda que gira roja de sangre reciente.

El cielo azul, pero no el cielo azul romántico porque nos gusta vivir libres y dormir bajo las estrellas, sino porque la libertad supera las paredes, supera nuestros cuerpos, la libertad es una esencia del pueblo, del pueblo libre que quiere tomar decisiones por sí mismo que quiere reinventar su historia, que quiere contribuir a un desarrollo creativo del país, de la cultura y a la fraternidad; esa es la auténtica libertad: poder tomas decisiones responsables, avanzar aunque el ritmo sea lento, pero con alegría de que los paso son auténticos y firmes.

El color verde de estos campos verdes llenos de vida, pero sobre todo llenos de esperanza, de autenticidad, de un futuro que nadie puede truncar, ni romper.

Y la rueda roja, porque somos un pueblo nómada, como muchos migrantes que cruzan el estrecho porque en nuestra esencia y esqueleto está el gen de la migración, de no acomodarse y enriquecerse, de compartir nuestros valores, nuestros miedos y, también, nuestras potencialidades, nuestras alegrías, nuestras historias, el amor en definitiva. Es de color rojo para no olvidar la sangre derramada, porque hemos sido un pueblo perseguido, masacrado, asesinado; un pueblo que ha derramado su sangre en la luchar por la igualdad y la justicia, por la libertad; no hace tantos años que tuvimos la última represión y de ahí surgió himno nuestro Gelem Gelem: aquí estamos para compartir, aquí estamos para ser, aquí estamos para contribuir a un mundo mejor, más justo y equilibrado, donde las diferencias generen riqueza y donde por fin no haya desigualdades, por fin no haya injusticias.

Por eso tiene más sentido que nunca celebrar el día internacional de la comunidad gitana desde nuestras casas, desde nuestras familias, desde nuestra esencia compartiendo este momento de aislamiento social solamente físico, porque nadie está aislado realmente cuando lucha por la equidad y la justicia. !Vayamos todos, gritad con fuerza, nuestros derechos que no se pierdan!

 
Miguel Ángel Caballero Mariscal es orientador y ha trabajado en el equipo técnico provincial en Ordenación Educativa.