LA LOZA REPRESENTATIVA DE GRANADA QUE SE EXTINGUE

Muere Cecilio Morales Moreno, el último alfarero de Fajalauza

Cultura - G.P. - Jueves, 12 de Mayo de 2022
El último alfarero de Fajaluza, Cecilio Morales Moreno, ha fallecido este jueves a los 101 años, tras una vida dedicada a la artesanía del carro que dio fama mundial a Granada, sin el reconocimiento institucional que merecía.
Cecilio Morales Moreno, en 1997.
Carlos Bullejos
Cecilio Morales Moreno, en 1997.

Con el barro entre sus manos se fue el último alfarero de la estirpe de Fajaluza, que dio nombre a Granada.

Este es parte del reportaje que Gabriel Pozo Felguera publicó en El Independiente de Granada el domingo, 25 de Noviembre de 2018, con el título: Fajalauza, cinco siglos de la cerámica más granadina, que incluía la última entrevista con Ceclio Morales Moreno.

Una Fundación para que no se pierda

El taller primitivo y auténtico del estilo Fajalauza convive con una alfarería más comercial. En ella trabajan solamente dos personas: Cecilio Morales Moreno y su empleado Manuel España. Las sucesivas crisis económicas y de construcción de los últimos años, continuadoras de las modas del duralex y de los cacharros de plástico, han mermado más que considerablemente lo que antes fue un negocio boyante.

Cecilio Morales Moreno. 97 años con el barro entre sus manos. Y sigue. ¿No merece una Medalla de Andalucía? Foto: CARLOS BULLEJOS

Cecilio Morales Moreno tiene 97 años cumplidos. “Mis primeros 97 años”, bromea. Trabaja todos los días desde temprano hasta las 18,30 horas. Mantiene la misma ilusión que el primer día que comenzó a modelar al lado de su padre. Entonces Fajalauza era una fábrica inmensa, con más de 50 empleados y partida por el Camino de la Alberzana.

Cecilio Morales Moreno tiene 97 años cumplidos. “Mis primeros 97 años”, bromea. Trabaja todos los días desde temprano hasta las 18,30 horas. Mantiene la misma ilusión que el primer día que comenzó a modelar al lado de su padre

Era un colectivo de alfareros tan grande que en Semana Santa se encargaban de ser los costaleros del Nazareno del Vía Crucis. La cerámica Morales, en todo su esplendor, llevó sus cacharros a la Exposición Universal  de Bruselas, 1910, donde recibió un premio; le tomaron el gustillo y también estuvieron en la Expo Iberoamericana de Sevilla (1929). Los museos de medio mundo empezaron a adquirirles y a comprarles piezas, donde las exhiben con orgullo. Esos hechos provocaron que a partir de entonces la cerámica Fajalauza se convirtiera en la cerámica representativa de Granada. Este estilo artesano lleva más de un siglo siendo en el souvenir más exportado de la ciudad.

El familión de los Morales de Fajalauza (eran 5 hermanos en el primer tercio del siglo XX) comenzaron a bajarse del Albayzín y a poner talleres en las partes llanas de Granada. Uno de ellos en Eras de Cristo-San Isidro, donde después se levantó el Hospital Clínico. La factoría originaria hubo de ceder una franja de terreno para ampliación del Callejón de la Alberzana y convertir la zona en la actual Carretera de Murcia. La parte antigua del taller continuó intacta.

Entre aquellos barros se ha desenvuelto Cecilio Morales Moreno desde hace casi un siglo. En su juventud, su padre lo mandó a estudiar al Instituto y peritaje mercantil. Compaginaba los estudios con las caricias de la masa entre sus manos, con los pinceles de azul viejo, con la alimentación del zefrí para dar temperatura a la cocción. En su juventud aprobó la oposición para ser profesor en la Escuela de Artes y Oficios, especialidades de cerámica; ha sido maestro de centenares de ceramistas durante 34 años. “Vienen muchos por aquí, me dicen que fui su profesor, pero no me acuerdo de ellos… fueron tantísimos”, lamenta que algunas veces tenga lagunas. No obstante, su memoria está despejadísima para edad tan provecta.

¿Cuándo se va a jubilar? “¿Jubililarme?, que va. Esto es lo mío, yo sigo cada día al pie del torno”. Dice que ya lo jubilaron obligatoriamente de la Escuela en el año 1987, pero por él todavía estaría dando clases a los alumnos.

El futuro de este taller de cerámica primigenia del estilo Fajalauza (que a estas alturas debemos generalizarla Granadina, con mayúculas) no encara el futuro de un modo halagüeño. Cecilio Morales no tiene descendencia directa. Se teme que cuando él no esté –“dentro de otros 97 años”- esta actividad centenaria sea derribada para construir viviendas. Con ello desaparecerá lo más genuino de la Cerámica Fajalauza

El futuro de este taller de cerámica primigenia del estilo Fajalauza (que a estas alturas debemos generalizarla Granadina, con mayúculas) no encara el futuro de un modo halagüeño. Cecilio Morales no tiene descendencia directa. Se teme que cuando él no esté –“dentro de otros 97 años”- esta actividad centenaria sea derribada para construir viviendas. Con ello desaparecerá lo más genuino de la Cerámica Fajalauza.

Y ahí es donde han comenzado a actuar sus sobrinos. Han constituido la Fundación Falauza-Cecilio Morales. Su primer fin es preservar la cerámica auténtica estilo Fajalauza; después seguirán por mantener las instalaciones históricas y, a poder ser, ponerlas en valor. ¿Cómo? Con la formación de una escuela de artesanía o centro de enseñanza del estilo Fajalauza; abrir sus instalaciones al turismo y la ciudadanía. Se trataría de desarrollar algo más esta zona desde el punto de vista turístico, ya que el abarrotado Albayzín suele acabarse unos metros antes de atravesar la antigua muralla. El horno árabe, los tres tornos subterráneos moriscos, la almuela (horno de esmaltes), la alberca para hacer el barro, etc. se conservan igual a cómo debieron estar aquel día de 1526 en que llegó el Emperador Carlos V a Granada.

Pero solos no pueden afrontar un proyecto conservacionista de tanta envergadura. Su proyecto precisa de un apoyo institucional que están comenzando a recabar.

La vida del último alfarero puro de Fajalauza se reduce a la alfarería y a ver el fútbol por la tele. Entre ataque y contraataque del partido Almería-Deportivo va enumerando infinidad de lugares donde ha colocado piezas de Fajalauza de gran valor: “No puedo destacar ninguna sobre las otras, todos son trabajos de gran valor. Prieto-Moreno me encargó  infinidad de azulejos para reponer los robados en la Alhambra; son de mi horno la mayor parte del zócalo de los Arrayanes, dos zócalos del Salón de Embajadores, parte del suelo del Salón de Embajadores y Sala de la Barca (que muchos los dejaron sin poner), en el Patio del Mexuar, los blancos de los servicios, incluso para los restos del Palacio de los Abencerrajes”.

Almacén de Fajalauza, en 1977, fotografiado por Giuliano Bastiani.

También enumera azulejería para el Ayuntamiento de Granada, Hospital de San Juan de Dios, Casa de los Tiros. Villa Astrida de Motril, el Pueblo Andaluz de Marbella, “para el que estuve fabricando piezas durante cuatro años ininterrumpidos”.

¿Eran imitaciones historicistas? –pregunto-. “Yo diría que son piezas originales, aunque hechas cinco siglos después con las mismas técnicas y el mismo material. La única diferencia con siglos pasados es que la sustancia opacificante del blanco antes era el estaño (casiterita), pero como se disparó su precio la sustituimos por el circonio. Le quita un toque especial. Antes hacíamos mono-cocción, ahora se hace bi-cocción”. Cecilio se queja de que ahora abundan imitaciones burdas e industriales; el estilo Fajalauza no sólo se extendió fuera de Fajalauza, a los alrededores de Granada. Cosa que se podía tolerar, siempre que se respetaran sus principios. Pero después la industrializaron en un centenar de fábricas de Manises, después empezaron a venir jarritos blancos desde China y los acababan aquí. “Ahora vienen ya decorados desde China, a dos euros, y la gente se cree que son auténticos de Fajalauza”. Aprieta unas manos bien conservadas por el contacto del barro. Sospecho que es por rabia.

La mayor parte de azulejos del Patio de los Arrayanes fueron repuestos por Fajalauza a mediados del siglo XX.

Cecilio ha viajado por medio mundo. No oculta que ha copiado técnicas para mejorar sus aparatos. Ha sido un manitas. Ha incorporado ruedas de Vespa para dar mayor velocidad a su torno, con un esfuerzo mínimo. Y rodamientos de camión. Aspas mezcladoras. E infinidad de mejoras que son difíciles de entender para un lego en cerámica. Pero en lo que sí es tajante es en que no se pueden aceptar ciertas incorporaciones recientes que, a su juicio, vienen a prostituir el estilo Fajalauza. Para ser auténtica cerámica Fajalauza sólo admite el azul, el verde y el marrón… “aunque recientemente se está añadiendo el amarillo. Lo más característico de nuestra casa es el azul viejo, que traemos de una piedra de la zona de Níjar.”

El azul cobalto se lleva importando de Inglaterra desde hace varios siglos. Cecilio recuerda que durante la guerra civil de 1936-39 llegó a venir este pigmento por valija diplomática para sortear el bloqueo bélico. De ello se encargaba la Duquesa de Lécera, buenísima clienta de Fajalauza y defensora de su estilo. No hace mucho tiempo, Cecilio vio en una subasta una vajilla que le encargó la Duquesa y Condesa de Agrela –María del Rosario Agrela y Bueno-  en aquellos tiempos tan difíciles.

Se vendía a precio de joyería.

Puedes leer el reportaje completo de Gabriel Pozo en el siguiente enlace: