TÍTULOS DE ACCIONES Y OBLIGACIONES GRANADINAS

Los ahorros que invirtieron nuestros bisabuelos en construir Granada

E+I+D+i - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 20 de Febrero de 2022
Este es un fascinante reportaje de Gabriel Pozo Felguera que trata de aquellas familias pioneras que invirtieron para levantar en el pasado las principales empresas y compañías de la provincia de Granada, algunas de las cuales aún se mantienen, y de las instituciones que pidieron capital a la ciudadanía para emprender grandes obras. Aquellos títulos de propiedad nos sirven para rastrear la historia de la provincia, pero muchos de ellos son verdaderas obras de arte. Puede que en este impresionante trabajo encuentres alguno, vinculado a tus antepasados o a una compañía cercana. No te lo pierdas.
Acción de Cervezas La Alhambra que financió su puesta en marcha hace un siglo. Es la marca granadina más longeva.
Acción de Cervezas La Alhambra que financió su puesta en marcha hace un siglo. Es la marca granadina más longeva.
  • La fábrica de Lonas, el desarrollo minero, los ferrocarriles, traer el agua potable, las azucareras, la Gran Vía, Puleva, Cervezas Alhambra… se hicieron con las aportaciones colectivas de capitales

Iniciar una empresa o acometer una actividad precisa de capital. Además de los ahorros personales, lo habitual es recurrir a un banco y solicitar un préstamo. No siempre fue así. Con el tímido comienzo de la revolución industrial de Granada en el siglo XIX empezaron a aparecer las sociedades anónimas, empresas comunes de los granadinos adinerados; mediante aportaciones en acciones u obligaciones pusieron sus ahorros a trabajar. El resultado fue un importante desarrollo de la minería, la instalación de los ferrocarriles y, sobre todo, la aparición de la potente industria azucarera. También instituciones como el Ayuntamiento o la Diputación recurrieron a la emisión de cédulas para inversiones en obras públicas, como fue la acometida de agua potable o el embovedado del Darro. La construcción de la Gran Vía se hizo mediante este recurso financiero. Las empresas más señeras nacidas entre finales del XIX y principios del XX se formaron mediante pequeñas o grandes aportaciones de capital. De aquellas iniciativas nos queda una interesante colección de títulos de propiedad que, en algunos casos, son verdaderas obras de arte.

Quienes tienen ahorros en el sistema financiero suelen tener también participaciones o inversiones en empresas. Lo hacen directamente dando órdenes a su banco de que le adquiera acciones u obligaciones de empresas, o deuda pública. La operación se limita a la suscripción de un contrato, que muchas veces ni siquiera tiene un reflejo en papel. Todo se reduce a traspasos o apuntes en cuenta corriente. El ahorrador-inversor de hoy no ve físicamente sus títulos o documentos que reflejen que es propietario de una porción de una empresa. Menos aún si lo que compra son participaciones de un fondo de inversión o un complejo producto estructurado, que se compone de cóctel en el que hay porcentajes de participaciones en infinidad de empresas o actividades desconocidas para el ahorrador. Todo se limita a anotaciones en cuenta que se verifican con pagos anuales o el reembolso, más intereses, cuando se decide vender las participaciones. O también las pérdidas.

Eso no era así hasta hace poco tiempo. Los bisabuelos, abuelos y padres granadinos que tenían unos ahorrillos decidieron sacarle rentabilidad y, de paso, contribuir al desarrollo económico invirtiendo en las empresas de su tierra

Eso no era así hasta hace poco tiempo. Los bisabuelos, abuelos y padres granadinos que tenían unos ahorrillos decidieron sacarle rentabilidad y, de paso, contribuir al desarrollo económico invirtiendo en las empresas de su tierra. Cuando surgía alguna actividad que se veía con futuro, se acercaban a las oficinas y compraban acciones u obligaciones. La acción es una participación en la propiedad de la empresa, cuya renta anual varía en función de lo que gane cada año y sus gestores decidan repartir entre los socios; da unos derechos políticos o de decisión en la gestión. Las obligaciones no son títulos de propiedad, sino títulos de renta fija por las cuales la empresa paga una cantidad preestablecida, sin tener en cuenta la buena, regular o mala marcha de la actividad.

Estas relaciones entre socio inversor/prestamista y la empresa se reflejaban en títulos de propiedad. Hasta los años setenta del pasado siglo, aproximadamente, eran documentos sumamente cuidados en su diseño e impresión. Eran el equivalente a un billete grande de la fábrica nacional de moneda, pues representaba los ahorros de la familia. Una acción u obligación, por lo general, solía ser al portador. Con lo cual había que tenerlas a buen recaudo para presentarlas en la empresa cada vez que tocaba cobrar por su renta. Es una tradición que está prácticamente perdida; ahora el reparto accionarial se refleja en una simple escritura notarial.

Los granadinos de entresiglos XIX y XX adinerados invirtieron principalmente en actividades que tenían cercanas, en el ámbito local y regional. Era una manera muy palpable de vigilar la marcha de los ahorros de su vida

Los granadinos de entresiglos XIX y XX adinerados invirtieron principalmente en actividades que tenían cercanas, en el ámbito local y regional. Era una manera muy palpable de vigilar la marcha de los ahorros de su vida. Era todo un ritual acudir de manera trimestral, semestral o anual a la empresa a que les cortaran los cupones y les dieran el rendimiento de sus ahorros. Lo de subvenciones, trasferencias o aportaciones de otras administraciones (el Estado o la Junta) era impensable por entonces a la hora de crear una empresa; no se había desarrollado todavía un sistema fiscal y recaudatorio potente como el de la actualidad, que recauda muchísimo, consume mucho y reparte algo menos.

El diseño, impresión y estampillado de aquellos títulos de propiedad fue una actividad muy especializada en la que participaron las principales imprentas que existieron en Granada en el siglo XIX y primera mitad del XX. Los talleres de Sabatel, Traveset, el Noticiero, la Publicidad, Anel… cuidaron con mimo la impresión de estos documentos, así como su monótona personalización de la numeración, uno a uno, de cada uno de los títulos. En cierto modo, las imprentas se convertían en este aspecto en pequeñas fábricas de moneda y timbre. Cada uno de los títulos se componía de la parte del socio y de una matriz que controlaba la empresa; se cortaban ambas partes mediante dientes de sierra o curvas que había que casar a la hora de efectuar el cobro. Para evitar falsificaciones.

Aquel nacimiento de las sociedades anónimas que desarrollaron las actividades económicas más importantes de Granada ha quedado reflejado en varias colecciones de acciones y obligaciones que nos hacen viajar con la mente a otros tiempos. En algunos casos infinitamente mejores y más comprometidos que los actuales. Hoy el ahorrador compra en un banco buscando rentabilidad, sin fijarse si su dinero se invierte en armas o en alimentos.

Una de las mejores colecciones de este tipo de documentos de empresa es la de Miguel Giménez Yanguas, de la que he seleccionado unos cuantos para recordar algunos momentos estelares de la construcción de Granada mediante los ahorros de los granadinos

Una de las mejores colecciones de este tipo de documentos de empresa es la de Miguel Giménez Yanguas, de la que he seleccionado unos cuantos para recordar algunos momentos estelares de la construcción de Granada mediante los ahorros de los granadinos. Ahí  figuran documentos que atestiguan cómo financió el Ayuntamiento de Granada el inicio de la canalización del agua potable, la construcción de obras públicas por la Diputación, la aparición de las más importantes minas de la provincia, el nacimiento de la empresa Puleva que todavía hoy continúa siendo la más representativa de Granada, la fábrica de abonos que fue puntera en Andalucía, la mina de hierro más grande, los ferrocarriles y tranvías que nos comunicaron con el mundo, las grandes constructoras (incluida la Reformadora Granadina que hizo la Gran Vía durante cuatro décadas), algunos comercios, almacenes, la construcción de un hospital, etc.

Las acciones más antiguas de Granada

Pero antes mostrar un extenso muestrario de esos títulos de propiedad, tengo que hacer mención a dos acciones que son las más antiguas que se conservan en Granada. La primera de ellas corresponde a la Compañía Real de Granada. Aquella empresa fue promovida por la monarquía española en 1747 para financiar el cultivo del cáñamo-lino en las vegas de la provincia y mantener la industria de velas y cordelería destinada a nutrir a los barcos de la Armada. La Compañía Real organizaba la siembra de las fibras vegetales, mediante anticipos a agricultores, y se encargaba de actuar de administradora y prácticamente como un banco desde el inicio hasta la entrega de cuerdas y velámenes en los astilleros. En esta compañía invirtieron la mayoría de nobles y la incipiente burguesía, no sólo de Granada, sino de toda España.

Esta acción es un documento excepcional

Esta acción es un documento excepcional. No se conoce dónde fue impresa, pero contiene claras alusiones a Granada: en el centro de su orla figura una imagen de la Virgen de las Angustias y debajo una Granada. Este documento fue escrito a mano y firmado individualmente por los responsables de la Compañía Real ubicados en Granada. Su valor nominal era de tres mil reales de vellón que el inversor prestaba a la Compañía. Está fechada en Granada en julio de 1747. Se indica que el tenedor participará en el reparto de beneficios, si los hubiere.

Acción más antigua de Granada. Número 1.266 de Compañía Real, de 1747, para financiar la construcción de velas de la Armada.

La segunda acción más antigua de la colección de Miguel Giménez Yanguas data del año 1748. Corresponde a la Real Compañía de San Fernando de Sevilla. Era la empresa naviera, de carácter semiestatal, que se encargaba de hacer la carrera de Indias.  Sigue el modelo granadino en cuanto a diseño, pero lo supera en belleza: la orla está repleta de santos sevillanos, San Isidoro, San Fernando, la Virgen de los Reyes… pero añade unas preciosas ilustraciones del puerto en el Guadalquivir, con la Torre del Oro en primer plano y una panorámica de la ciudad. También se ve un galeón navegado por el Atlántico en dirección al puerto. Su valor nominal es de 250 reales de vellón de los de a quince de plata.

Estos dos documentos originales tienen actualmente un valor considerable en el mercado especializado de coleccionistas.

Acción 2.295 de la Real Compañía San Fernando de Sevilla.

Para el agua potable y entubar el Darro

Las dos principales administraciones públicas de la provincia de Granada han tenido que recurrir en alguna ocasión a pedir dinero prestado a los particulares, inversores o rentistas. Tanto el Ayuntamiento de la capital como la Diputación Provincial emitieron títulos de obligaciones para poder financiar sus inversiones públicas. Lo hicieron en el primer tercio del siglo XX, cuando todavía no existía el paraguas recaudatorio ni de trasferencias del Estado y de la Junta de Andalucía.

La Diputación Provincial emitió 10.000 títulos en octubre del año 1907 para la construcción de carreteras y levantar edificios. Cada uno de ellos era al portador y devengaba un interés anual del 4%, pagadero por trimestres (a razón de 10 pesetas por cupón)

La Diputación Provincial emitió 10.000 títulos en octubre del año 1907 para la construcción de carreteras y levantar edificios. Cada uno de ellos era al portador y devengaba un interés anual del 4%, pagadero por trimestres (a razón de 10 pesetas por cupón). El título que insertamos más abajo es el número 14 de la tirada, con amortización final prevista para 1922. En este caso, fue amortizado anticipadamente en mayo de 1912.

El Ayuntamiento de Granada siguió el mismo ejemplo en 1929. Elaboró un presupuesto extraordinario para invertir en obras públicas relacionadas con la red de agua potable, alcantarillado y entubar el tramo que quedaba del Darro, entre el Puente de Castañeda y el Genil. La corporación recurrió a pedir dinero a particulares. Se emitieron 16.000 obligaciones de 500 pesetas de valor nominal cada una; la duración de los pagos se prolongó hasta el año 1944, a razón de 7,5 pesetas/trimestre. La mayor parte de aquellos títulos de deuda los adquirieron bancos y rentistas de todo el país. No fueron muchos los particulares granadinos que prestaron a su ayuntamiento. El alcalde que aprobó y firmó cada una de estas obligaciones fue Mariano Fernández Sánchez-Puertas.

Hoy la financiación de las deudas de ambas corporaciones, principalmente la segunda, está en manos del sistema financiero que, a su vez, la tiene revendida a grandes fondos de inversión o Banco Central Europeo

Hoy la financiación de las deudas de ambas corporaciones, principalmente la segunda, está en manos del sistema financiero que, a su vez, la tiene revendida a grandes fondos de inversión o Banco Central Europeo. Suele ser una deuda galopante, que antes de acabar de pagarse ya ha sido refinanciada y sumada a otra anterior. Es decir, los “cupones” nunca acabarán de ser cortados y recuperados por el ayuntamiento emisor.

Título de deuda provincial de 1907. Impresa por Ventura Sabatel en Granada, 1907.
Obligación del Ayuntamiento de Granada emitida en 1929 y mantenida viva hasta 1944. Impresa en Barcelona.

Inversiones ProGranada nació como una de las primeras sociedades de capital riesgo de Andalucía. Fue una fórmula jurídica y fiscal bastante novedosa para 1989, año de su fundación. La idea partió del entorno del entonces presidente de la Caja General de Ahorros, Manuel Martín Rodríguez. Reunió a los empresarios más señeros de Granada, Jaén y Almería para intentar promover la creación de empresas y acompañarlas hasta su maduración. También se sumaron los ayuntamientos de las capitales y las diputaciones. Echó a andar con un capital fundacional de 375 millones de pesetas, aportados mayoritariamente por la Caja de Ahorros. Tomó participaciones, financió y tuteló el nacimiento de varias iniciativas de desarrollo local. Se pretendía que los beneficios, si los daba, se fuesen reinvirtiendo en la creación de nuevas empresas y puestos de trabajo. Funcionó relativamente bien durante casi dos décadas. Pero la desaparición de los promotores de sus cargos representativos la fue diluyendo. Hasta que quedó prácticamente reducida a una iniciativa ruinosa de la corporación de empresas participadas de la Caja. Con las sucesivas fusiones y absorciones de la entidad financiera, Inversiones ProGranada quedó en un efímero sueño. Redujo su capital y entró en fase de liquidación en 2016.

Acción número 54 de la primera serie de 500.000 pesetas con se iniciaron las obras de la Gran Vía en 1895.

Gran Vía, la obra más lucida

La construcción de la Gran Vía de Granada entre 1895 y 1934 no fue la obra más costosa para los granadinos de entresiglos. Pero sí la más vistosa y duradera. Si en levantar la imponente estructura de siete fábricas de remolacha azucarera en la Vega se invirtieron reunieron 5 millones de pesetas de la burguesía local, se pensó que la Gran Vía iba a necesitar por lo menos la mitad. Pero no fue así. Sus promotores, rápidamente enriquecidos con el azúcar, calcularon 2 millones de pesetas para comprar los solares y trazar la nueva avenida. Aunque al final tuvieron que conformarse con la mitad; pensaron poner ellos el primer millón y el otro se lo ofrecieron a constructores, albañiles y propietarios de las casas expropiadas. Ya con participaciones societarias más pequeñas (1.000 pesetas en 1896 eran una verdadera fortuna).

La empresa creada para construir la Gran Vía se llamó Reformadora Granadina. Se constituyó con un millón de pesetas, con dos tiradas de acciones de 500.000 cada una, de 1.000 pesetas como valor nominal

La empresa creada para construir la Gran Vía se llamó Reformadora Granadina. Se constituyó con un millón de pesetas, con dos tiradas de acciones de 500.000 cada una, de 1.000 pesetas como valor nominal. Los grandes paquetes de acciones fueron adquiridos por Juan López-Rubio (65 acciones), Cabildo del Sacromonte (50), Marqués de Falces (25), José Martínez Recha (25), familia Rodríguez-Acosta (15), familia Jiménez Agrela (15), Enrique Santos (10), Francisco Jiménez Arévalo (10) … El resto de acciones, a razón de una o dos por persona, fueron adquiridas por medio centenar de profesionales de la industria, comercio y catedráticos de la Universidad.

Esta acción al portador es una de las diez que adquirió el arquitecto-empresario Francisco Giménez Arévalo, el tracista de la obra. Todas las acciones del inicio de la Gran Vía iban firmadas por Vicente Arteaga como presidente de la Reformadora, Justo Ruiz Pujazón como secretario y Juan López-Rubio como director gerente.

Los cálculos del coste que supuso la construcción de la Avenida en esas cuatro décadas (La Gran Vía, de Manuel Martín Rodríguez) aproximan la inversión a 20,4 millones (1.658.788 los solares+18.750.000 la urbanización y los edificios)

Obviamente, el millón inicial con que partió la Reformadora Granadina se fue ampliando sucesivamente hasta 1935 en que se dio por finiquitada la sociedad promotora. Los cálculos del coste que supuso la construcción de la Avenida en esas cuatro décadas (La Gran Vía, de Manuel Martín Rodríguez) aproximan la inversión a 20,4 millones (1.658.788 los solares+18.750.000 la urbanización y los edificios). Es decir, veinte veces más de lo previsto.

La luz de gas ilumina Granada en 1866

Los orígenes de la iluminación nocturna de las calles de Granada, mediante gas, datan de 1861. Un ingeniero francés, en representación de Charles Lebon, negoció con el Ayuntamiento la instalación de una fábrica y de la correspondiente red de farolas. 600 en un principio. Se irían suprimiendo paulatinamente los antiguos faroles de aceite. El Ayuntamiento cedió un solar junto al Genil, entre el río Darro y la actual prolongación de San Antón. La producción de la energía se hacía quemando hulla, unas 16 toneladas diarias. El servicio de iluminación de la ciudad con gas Lebón comenzó en junio de 1866. Se mantuvo, con infinidad de problemas e impagos por parte del Ayuntamiento, hasta el año 1940, si bien ya reconvertida en productora de electricidad de origen térmico, que también suministraba a unos dos mil abonados particulares. La competencia de las hidroeléctricas acabó con ella. Esta acción es ya de 1950, cuando había ampliado su objeto social a la producción de electricidad de origen hidroeléctrico y había abandonado el negocio de Granada.

Acción de Gas Lebón, fechada en Barcelona, 1950.

El ferrocarril que comunicó Granada con el mundo

El ferrocarril llegó a Granada en fecha relativamente tardía, en 1873. Lo hizo por el ramal de la línea Córdoba-Málaga, con unión en Antequera. Apenas hubo capital granadino en la empresa promotora de aquel importante proyecto de comunicaciones, en su mayoría de origen europeo. Algo similar ocurrió con el trazado de la segunda línea que llegó hasta la provincia y capital, ya a principios de siglo XX. Otro ramal de la línea principal de Linares a Almería enlazado en Moreda.

Las acciones que emitieron las sociedades de origen francés para financiar sus obras son de las más espectaculares en cuanto a diseño e impresión.

Este título de propiedad de Ferro Carriles Andaluces es una obra de arte. Para empezar, está duplicado en castellano y francés. Está emitido en 1881 en Madrid. Su valor, al portador, era de 500 pesetas (500 francos a la par), con una rentabilidad anual fijada en 15 francos, pagaderos por semestres. Estaba prevista su amortización en los 79 años siguientes. Desde el punto de vista artístico, es un documento de indudable valor, obra de Emile Le Sache y del grabador Setern. La orla conforma la esencia de las cinco capitales andaluzas a las que pretendía unir por ferrocarril en este trazado: abajo figuran paisajes del puerto de Cádiz y la Torre del Oro de Sevilla; el cornero superior izquierdo está dedicado a Granada, con parte de la Alhambra; arriba, derecha, se dibuja el puerto de Málaga; y en el lateral derecho, la Mezquita de Córdoba. En los cuatro corneros incluyeron medallones de trenes de vapor circulando por viaductos o túneles ya construidos o en fase de construcción.

El caso de la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España es un tanto similar al iniciado por Andaluces en cuanto al diseño de sus títulos de propiedad. Es de dibujo más moderno, también posterior en el tiempo (1891). Tenía un valor nominal de 500 pesetas o francos, con devengos que se dejaban a la decisión de su junta de accionistas de cada año. La orla en este caso se dedica a las ciudades de Linares y Almería; en los corneros superiores figuran los escudos de las dos ciudades que iba a unir este ramal de ferrocarril. En los laterales y corneros inferiores figuran paisajes industriales mineros de Linares y el puerto de Almería. En la parte central de abajo dibuja tres escenas de trenes circulando por vías a su paso por la provincia de Granada, con Sierra Nevada al fondo. Fue impresa en la casa Chaix de París. De este ramal, partiendo de la estación de Moreda, partió la vía que fue enlace principal de Granada con Madrid desde principios del siglo XX hasta que el AVE la dejó prácticamente inactiva y volvió a unir Granada con el mundo a través de la línea de Córdoba-Brazatortas.

Tranvías de Granada. La acción y la obligación anteriores pertenecen a la empresa Tranvías Eléctricos de Granada. Surgieron como iniciativa de un aragonés, Nicolás de Escoriaza, en 1903, tras varios proyectos de instalar en la capital un sistema de tranvías tirados por mulas y después por máquinas de vapor. El capital inicial apenas tuvo participación de granadinos, cuando empezaron a funcionar las primeras máquinas ya con tracción eléctrica (1904).

La obligación, de 500 pesetas, corresponde a una captación de capital para continuar acometiendo inversiones en 1925, concretamente los pagos de la extensión de la línea de tranvías hasta Alhendín y Dúrcal

El primer título es una acción al portador de 500 pesetas, emitido en Zaragoza, donde estuvo radicada la empresa inicialmente. Ninguno de los dos documentos presenta elementos destacables en cuanto a diseño; a lo sumo un chispazo encima de la orla que anunciaba la introducción de los primeros motores eléctricos para mover máquinas sobre raíles. La primera aparece firmada por Nicolás Escoriaza en su condición de director general de la empresa. La obligación, de 500 pesetas, corresponde a una captación de capital para continuar acometiendo inversiones en 1925, concretamente los pagos de la extensión de la línea de tranvías hasta Alhendín y Dúrcal.

El Tranvía a Sierra Nevada fue promovido por el Duque de San Pedro de Galatino (Julio Quesada-Cañaveral). Puso la mayor parte del capital necesario, pero constituyó una sociedad anónima y empezó a repartir acciones entre conocidos de Madrid y algunos de Granada. Más bien pocos en el segundo caso. Las obras se iniciaron en 1921 en las Vistillas, continuaron en dirección al Charcón, paralelas al río Genil, durante los siguientes años en las dos acciones. La obligación de arriba aparece la firma de su promotor, Julio Quesada. La primera corresponde a la tirada inicial de la sociedad, en 1920; fue incorporado un dibujo en el que se ve un tranvía atravesando un viaducto con una enorme cascada al fondo, con el Mulhacén en el horizonte.

En 1965 pasó a manos de Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE) y en 1974 dejó de existir como sistema de transporte entre Granada y el curso alto del Valle del Genil

La obligación pertenece a una tirada de títulos de renta fija, de 500 pesetas de nominal, que rentaban 17,5 pesetas cada semestre. Y una amortización prevista para los siguientes cincuenta años, en julio de 1971. Fue diseñada e impresa por Ventura Traveset. Tiene la particularidad de que los 2.400 títulos de esta impresión fueron firmados personalmente por el presidente, el tesorero y el secretario. Todos estos títulos dejaron de tener valor cuando la línea fue nacionalizada en 1931. En 1965 pasó a manos de Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE) y en 1974 dejó de existir como sistema de transporte entre Granada y el curso alto del Valle del Genil.

DIPOR fue una empresa de transportes concesionaria de la explotación del cable Dúrcal-Motril, que había sido montado por Tranvías Eléctricos de Granada al descartarse continuar la línea terrestre hasta la Costa. Aunque la empresa era de origen y mayoría de capital madrileño, hubo algunos granadinos que adquirieron acciones. Las relaciones comerciales de Tranvías Eléctricos (TEGSA) y DIPOR comenzaron en 1926 y se prolongaron hasta 1948, en que dejó de funcionar como medio aéreo de transporte de mercancías y minerales. El trayecto entre Dúrcal y el Varadero de Motril solía durar unas ocho horas.

El azúcar que resucitó Granada

El nacimiento de la industria azucarera en la Vega de Granada a partir de 1882 fue el mayor milagro económico experimentado por esta provincia en toda su historia. Sus enormes beneficios propiciaron profundas reformas de tipo urbanístico y la aparición de grandes fortunas y palacetes residenciales en la periferia. El iniciador de aquella revolución fue Juan López-Rubio. La producción de azúcar a partir de la remolacha hizo que nacieran las fábricas como setas. Ya para 1895, cuando se inició la Gran Vía, se habían enriquecido al menos tres docenas de familias. No obstante, el negocio azucarero no había hecho nada más que empezar.

Manuel Martín Rodríguez ha calculado que entre 1896 y 1930 (periodo que duró la parte principal de la Gran Vía), la industria azucarera granadina reportó capitales a sus inversores por un valor de 986,6 millones de pesetas. Esa cifra mareante fue cincuenta veces superior a lo que costó construir la Gran Vía

Manuel Martín Rodríguez ha calculado que entre 1896 y 1930 (periodo que duró la parte principal de la Gran Vía), la industria azucarera granadina reportó capitales a sus inversores por un valor de 986,6 millones de pesetas. Esa cifra mareante fue cincuenta veces superior a lo que costó construir la Gran Vía.

La inmensa mayoría de empresas azucareras que estuvieron en funcionamiento fueron constituidas por capitales de granadinos. Perviven infinidad de acciones y obligaciones que permitieron, de manera asociativa, crear y mantener el boyante negocio azucarero durante tres cuartos de siglo. La primera fábrica azucarera que se montó en Granada fue en 1882, en la Bomba, y la última en cerrar en el entorno de la capital, la de San Isidro, en 1983.

A continuación, insertamos algunos títulos participativos de las diversas azucareras que funcionaron en Granada. También hay alguno de ingenios azucareros a partir de la caña en la zona de la Costa.

Acción nominativa de Azucarera la Vega, situada en las faldas de Sierra Elvira. Fue constituida en 1904, pero este documento es de la ampliación de capital de 1962. Tiene un precioso dibujo de la fábrica, de la que actualmente se conserva su chimenea junto a la carretera de Pinos Puente. Está dibujada e impresa en la imprenta de José Antonio Ventura Hita.

Azucarera San Isidro nació en 1902 en el barrio de Bobadilla de Granada, por iniciativa del abogado Emilio José Villanueva y González. Su capital social inicial fue de un millón de pesetas, repartido en acciones de mil pesetas. Además de inversores capitalistas fueron bastantes los agricultores que tomaron participaciones. Su potencia fue de 300 toneladas/día. Fue construida por ingenieros y maquinaria franceses. Parte de su maquinaria, hoy desmontada, fue restaurada por Miguel Giménez Yanguas y se conserva repartida entre Granada y Madrid. Se conservan los detallados planos de su proyecto industrial. El edificio ha sido adquirido recientemente por la Universidad de Granada. Fue la última fábrica de azúcar de remolacha que estuvo funcionando en Granada, hasta el año 1983. Esta acción nominativa es de la ampliación de capital emitida en 1963. Está diseñada e impresa por Litografía Anel.

La Azucarera del Señor de la Salud funcionó en la carretera de Santa Fe a Atarfe. Fue abierta en 1890 por varios agricultores de la Vega (Soriano, Carrillo, Rosales, Montoro…) que abrieron la participación accionarial a otros vecinos, hasta completar 30 socios. Cada acción fundacional, de las cien que tuvo, ascendía a 6.250 pesetas. La potencia instalada fue de 300 toneladas/día. Además de azúcar, también produjo alcohol. Se conserva parte de su edificación. Esta acción es una prueba de imprenta de una ampliación que se hizo unos años más tarde, por un montante de 2,5 millones de pesetas. La diseñó la imprenta de Ventura Traveset.

La Sociedad General Azucarera nació en 1903 por iniciativa de varias fábricas de azúcar de remolacha. En ella se integraron la mayoría de las factorías granadinas. Con lo cual, los inversores locales de inicio pasaron a ser accionistas de la gran compañía azucarera de ámbito estatal. Esta empresa sobrevivió hasta el año 1998. Esta acción correspondió a un inversor granadino a raíz de la conversión de sus antiguas acciones de la compañía local absorbida.

La Azucarera Nuestra Señora del Carmen, o de Benalúa de Guadix, fue construida en 1912 por la familia Fernández Fígares. Surgió para competir con la de San Torcuato, que se había integrado en la Sociedad General. Permaneció activa en las décadas siguientes acopiando la remolacha de las vegas de Guadix, Jaén y Almería. Esta acción corresponde a una ampliación de capital de 1974. El valor nominal en este caso fue de 1.000 pesetas, frente a las originales de 50 pesetas. El edificio se conserva prácticamente entero en la actualidad. Cerró pocos días antes que la de San Isidro, también en 1983.

Nuestra Señora del Rosario de Salobreña estuvo molturando caña de azúcar hasta el año 2006. Había sido construida por Joaquín Agrela y Moreno. Es la actual azucarera Guadalfeo. Su origen se remonta a 1860, cuando aquel ingeniero se trajo maquinaria desde Inglaterra. Fue modernizada entre los años 1928-31. Tuvo su momento de esplendor cuando surgieron las guerras de Cuba. A finales del siglo XX se fusionó con la Azucarera Montero, de Lobres. Montero fabrica todavía derivados del alcohol de caña de excelente calidad. El título de arriba corresponde a una tirada de obligaciones de Agrela Hermanos, del año 1920, destinada a captar fondos para ampliaciones; eran obligaciones muy curiosas, pues no eran pagarés de cantidades fijas, sino de beneficios sujetos a los resultados anuales de la actividad, sin que se pudiera pagar más de 8% de interés anual. Fueron amortizadas en 1940. El segundo título de propiedad, una acción, continúa la tradición costera de representar las instalaciones fabriles, en este caso situadas en la Caleta, al borde del mar. Es una ampliación de capital de 1960, cuando la sede social había sido trasladada a Madrid. Eran acciones nominales de 500 pesetas.

El ingenio azucarero Nuestra Señora de la Victoria, situado en Almuñécar, en el solar donde actualmente se encuentra el cementerio. Surgió en 1904 con un capital de 600.000 pesetas; se puso en marcha en 1908 con su capital reducido a 312.000 pesetas, distribuido en acciones como ésta de 500 pesetas cada una. El título contiene una ilustración que representaba al edificio. Pervivió hasta la campaña de 1919.

Nuestra Señora de la Esperanza Azucarera de Loja fue promovida por José López-Rubio, hijo del iniciador del negocio en 1882. Su construcción se inició en 1911 en la zona de los Infiernos, pero apenas comenzó a trabajar. Lleva una alegoría de la siembra y un dibujo del proyecto de fábrica elaborado por los arquitectos-ingenieros Carrasco y Álvarez.

Alumbrado eléctrico desde 1893

El sistema de alumbrado eléctrico en las calles de Granada comenzó a funcionar el 1 de junio de 1893. La iniciativa fue de la Compañía General de Electricidad, ubicada al comienzo del Paseo del Salón, encima de la Acequia Gorda. Se trató de una pequeña central térmica que apenas conseguía una fuerza de 150 cv. Se daba servicio a las calles desde el oscurecer hasta la una de la madrugada.

La primera central hidroeléctrica de Granada fue la de Pinos Genil. Con la llegada del siglo XX empezaron a proliferar otras centrales hidroeléctricas, no sólo en el Genil, también en el Monachil, río Dílar...

La Compañía General de Electricidad tuvo un capital social inicial de 250.000 pesetas. Muy pronto empezó a crecer la empresa al extenderse el alumbrado por la ciudad y al empezar a instalar iluminación también dentro de las casas. La pequeña central térmica del Salón puso sus ojos en la producción hidroeléctrica aprovechando la fuerza de los ríos que bajaban de Sierra Nevada. Aquella operación la diseñó el ingeniero Pedro Moreno Agrela. La primera central hidroeléctrica de Granada fue la de Pinos Genil. Con la llegada del siglo XX empezaron a proliferar otras centrales hidroeléctricas, no sólo en el Genil, también en el Monachil, río Dílar, etc. De manera que para 1917 ya vendían electricidad en Granada y sus alrededores la Compañía General de Electricidad, Eléctrica de la Vega Granadina y también la Sociedad de Tranvías Eléctricos de Granada. Además de la Compañía Lebón que desde 1866 venía produciendo electricidad con motores a gas en un solar junto al Genil.

Las acciones que siguen pertenecen todas a distintas iniciativas de empresas eléctricas locales. Poco a poco fueron absorbidas por Mengemor y, a su vez, todas ellas acabaron dentro de Sevillana de Electricidad.

Acción al portador de 500 pesetas, de la Compañía General de Electricidad, correspondiente a la ampliación de capital de 1920.

Acción de la central Eléctrica Nuestro Señor del Paño. Surgió en el río Velillos, por debajo de Moclín, para producir electricidad a Pinos Puente y pueblos cercanos de la Vega. Su diseño está bastante cuidado. Fue impresa en la máquina del periódico El Noticiero Granadino. Su capital social de 250.000 pesetas se repartía en acciones de 500 pesetas. El interés era del 5%, anual, cupones pagaderos en enero y julio de cada año.

Eléctrica la Vega de Granada. Acción sin estampillar ni firmar de las que se utilizaron para poner en marcha esta compañía eléctrica en 1902. Estuvo funcionando como tal hasta 1920 en que pasó a ser propiedad de la Compañía General de Electricidad. Daba servicio a la capital y a catorce pueblos de la conurbación de Granada. Ambas compañías, a su vez, fueron compradas por Mengemor. Finalmente, todas acabaron dentro de Sevillana de Electricidad. Su salto de agua es el que está situado a mayor altitud en el cauce del río Dílar. Sevillana lo desmontó en 1965. En los años noventa su concesión y el canal fueron adquiridos por Eléctrica Gerardo Cuerva y volvió a ponerla en marcha.

Eléctrica la Purísima de Monachil fue otra pequeña fábrica hidroeléctrica montada aprovechando las aguas del río de este nombre. Nació en el año 1909 con un capital de 250.000 pesetas, repartidas en acciones de 500 pesetas. Desapareció muy pronto del mercado eléctrico local.

Eléctrica Mengemor (Mendoza, González, Echarte y Moreno) nació en 1904 y construyó los Saltos del Guadalquivir. Muy pronto se fue haciendo con buena parte del pequeño mercado hidroeléctrico de Andalucía. Se fusionó con la granadina Compañía General de Electricidad. En los años treinta y cuarenta ya aparece dando luz a buena parte de los domicilios de Granada. Hasta que finalmente fue comprada por Sevillana de Electricidad (1951). Como se ve por esta acción, su capital social era de más de 78 millones de pesetas en 1931. Los empresarios eléctricos de Granada habían pasado sus capitales a esta empresa con origen en Sevilla. Sevillana de Electricidad fue absorbida por Endesa en 1996.

Acción de Sevillana, la más poderosa de Andalucía, correspondiente a una ampliación de capital efectuada en 1929, cuando ya había empezado a absorber a las pequeñas empresas de su territorio.

Acción de Eléctrica Sierra Nevada, de una ampliación de capital en 1940. Fue fundada en 1918 con salto de agua un poco por encima de Monachil. Dio servicio fundamentalmente a la fábrica de pólvoras de El Fargue. Poco después de esta ampliación de capital fue paralizada y desmontada.

La Eléctrica de Huéscar surgió en 1904 en aguas del río Guardal para dar electricidad a este pueblo, a Orce y a Castril. Sus acciones fueron nominativas de 100 pesetas, suscritas en su mayoría por gente de la comarca, con un capital social de 110.000 pesetas. Su potencia era pequeña. A esta fábrica la secundó la del Negro. Y a ambas las superó en potencia la del Chorro, que vino a sustituir a las dos anteriores. Finalmente, el Chorro fue absorbida por Sevillana.

Tierra de minas

El macizo de Sierra Nevada y sierras subbéticas que la circundan han sido campos ricos en extracción de minerales desde la antigüedad. Fue en el siglo XIX cuando se produjo una eclosión minera, sobre todo en la vertiente oriental. Se abrieron pozos y canteras en los que se extrajeron todo tipo de metales y piedras para la construcción. Incluido el oro. Surgieron para ello pequeñas sociedades locales constituidas en muchos casos mediante participaciones accionariales. Ya en el último tercio del XIX aparecieron inversores franceses, belgas e ingleses que se sumaron a la iniciativa.

El acarreo del metal se hacía mediante recuas de burros por la vereda de la Estrella hasta Güéjar

La acción más antigua de esta colección data de 1857, correspondiente a la Sociedad Minera San Isidro de Bacares. Abrieron cantera bajo los Tajos de Bacares, en el término de Güéjar Sierra. Se accede por la vereda de la Estrella y cuesta de los Presidiarios. Se extraía mineral de hierro, cobre y plomo. Esta sociedad tuvo su origen en Madrid, pero también hubo pequeñas aportaciones de capital local. El capital social se repartía en 200 acciones. La acción que sigue era nominativa, repartida a su vez en cuartos. Al pie de la orla incluye un dibujo de lo que eran los agujeros de las minas, con tornos manuales para subir las espuertas y un horno de fundición al fondo. El acarreo del metal se hacía mediante recuas de burros por la vereda de la Estrella hasta Güéjar.

Acción de la Mina San Isidro de Bacares, de 1858.

Mina de oro de Caniles. La sociedad minera El Triunfo fue constituida en Baza en 1858, con capital íntegramente granadino. Su objetivo era la extracción de oro contenido en las arenas auríferas de la rambla de Caniles, concretamente en los pagos de la Encarnación y San Francisco de Borja. El capital social se dividió en 110 participaciones o acciones, a su vez repartidas en cuartos. Esta concretamente es la número 63, propiedad de Felipe de la Cal (abuelo de Miguel Giménez Yanguas).

Mina la Esperanza. Fue promovida por un grupo de vascos y de granadinos en 1855. Su fin social era la extracción de mineral del término de Almócita (Almería). Tenía también, además de la mina la Esperanza, los pozos llamados Villa de Bilbao, San Miguel, Virgen de las Angustias y El que quiera que se asome. Se trata de un título muy sencillo, impreso por Sabatel en su máquina de la calle Mesones. También, como solía ocurrir en aquellos años, este título es de la cuarta parte de una de las 43,5 acciones (la número 34) en que se dividió el capital social de la empresa. Era nominativa.

Minera de Alfacar, constituida en 1917 con un capital social de 30.000 pesetas, repartido en 600 acciones de 50 pesetas al portador. Fue dibujada primorosamente e impresa por Ventura Traveset.

Minera de la Serena. Dibujada e impresa por Traveset en 1920. Su capital social fue de un millón de pesetas, repartido en acciones de 500 pesetas al portador.

Saturno, otra pequeña empresa minera surgida en 1920, por iniciativa de empresarios de Santa Fe. Su capital social se fijó en 30.000 pesetas, repartido en acciones al portador de 50 pesetas.

Minas y plomos Sierra de Lújar surgió de capital francés en 1896 y se centró en la provincia de Almería. Después abrió yacimiento en la sierra de Lújar a partir de 1914 para extraer plomo-flúor. La mina es la correspondiente al término de Órgiva. Esta acción corresponde a una ampliación de capital por 1.100.000 pesetas, cuando la empresa filial de la Sierra de Gádor se estableció también en Granada. Perteneció a un inversor granadino. El título está impreso en A. Lesigne de París. Contiene al pie un medallón en el que se representa la bocamina de entrada a la beta en el término de Lújar.

Andaluza de Minas o Minas de Alquife. Su origen es español, pero a partir de 1901 pasó a ser explotada por The Alquife Mines and Railway, de capital mayoritariamente inglés. Se trató de la mina a cielo abierto más grande de Granada. De ella se extraía mineral de hierro que iba por ferrocarril al cargadero de Almería; desde aquí a altos hornos de Sagunto o Vizcaya. Cerró en el último cuarto del siglo pasado. En la actualidad colea un proyecto para su reapertura. Esta acción corresponde a una ampliación de capital de 1954, cuando la mina estaba en pleno proceso de ampliación. La legislación española del momento no permitía que la suscribieran extranjeros por considerarse una actividad estratégica. Es una acción que perteneció a una familia de Granada. Está impresa en San Sebastián. El domicilio social de esta compañía minera estaba fijado en Madrid.

Minerales para aleaciones de acero en la zona de Padul. Las cuatro acciones anteriores corresponden a otras tantas iniciativas empresariales de carácter local. Surgieron en la zona de Padul-Valle de Lecrín entre los años 1915 y 1918 para extraer minerales destinados a la exportación, principalmente a fundiciones alemanas. En estas minas se extraían vanadios y wulffemitas (Albuñuelas, Padul, Dílar); y molibdeno (Padul). Todos estos minerales, poco abundantes, eran muy necesarios para conseguir aleaciones que endurecen el acero, sobre todo con destino al armamento militar. En los años treinta fueron sustituidos por el wolframio de las minas gallegas.

La alimentación, las constructoras, el comercio, el ocio…

Las dos empresas más representativas y duraderas del tejido industrial granadino tuvieron un nacimiento a partir de sociedades anónimas con capital repartido en acciones. También recurrieron a diversas emisiones de obligaciones para seguir financiándose o ampliando actividades en determinados momentos de su existencia.

Unión Industrial y Agroganadera S. A. (más conocida como Puleva) hinca sus orígenes en el año 1910, cuando unos vinateros y comerciantes locales decidieron unir sus fuerzas para crear Unión Vinícola Industrial (UVI). Fue una especie de central de compras que, con el tiempo, se introdujo en la fabricación de gaseosas, refrescos, hielo, etc

Unión Industrial y Agroganadera S. A. (más conocida como Puleva) hinca sus orígenes en el año 1910, cuando unos vinateros y comerciantes locales decidieron unir sus fuerzas para crear Unión Vinícola Industrial (UVI). Fue una especie de central de compras que, con el tiempo, se introdujo en la fabricación de gaseosas, refrescos, hielo, etc. Un poco más tarde, en los años cincuenta del siglo pasado, compitieron por la concesión de la Central Lechera provincial. Esta es, a grandes rasgos, la que pasa por ser la empresa más representativa de Granada en estos momentos. Ya con un siglo cumplido. Siempre fue sociedad anónima donde empezaron invirtiendo los granadinos sus ahorros, para ir creciendo y creciendo hasta necesitar recursos financieros del resto de España y del mundo. La marca Puleva ha reemplazado hoy a UNIASA y ya no tiene acciones, pues es una sociedad unipersonal en manos de una sola familia francesa. Son propietarios del mayor grupo lácteo mundial.

La obligación de abajo corresponde a una emisión que se hizo en 1963 para acabar de instalar la factoría del Camino de Ronda, en funcionamiento desde finales de 1959, y acometer nuevas inversiones en la torre de secado de leche y envasadora de gaseosas.

La acción que la sigue corresponde a una ampliación de capital que acometió UNIASA en 1974 para financiar la construcción de la que continúa siendo su planta principal, la del Camino de Purchil, en plena Vega

La acción que la sigue corresponde a una ampliación de capital que acometió UNIASA en 1974 para financiar la construcción de la que continúa siendo su planta principal, la del Camino de Purchil, en plena Vega. Fue ilustrada con una imagen de lo que iba a ser la factoría más moderna de España, inaugurada en 1975. Se imprimieron varios millones de estos títulos al portador, de 500 pesetas de valor nominal. Está firmada por Luis Angulo, padre, como presidente que era entonces, y su hijo Luis Angulo Rodríguez, secretario. El director general que planteó aquella formidable expansión fue Rafael Pérez-Pire.

Cervezas La Alhambra. Esta es la acción número 19 del paquete de Antonio Knorr, uno de los dos fundadores de Cervezas La Alhambra (con La, porque al principio se llamó así). Su nacimiento ocurrió por iniciativa y capitales de un catalán y un vasco, no por los ahorros de los granadinos. Posteriormente, cuando se vio que el negocio iba creciendo, sí entraron como socios accionistas algunos granadinos, sobre todo trabajadores de la empresa. Pero sus accionistas principales siempre estuvieron ligados a otras cerveceras de mayor tamaño (la catalana DAMM y la sevillana Cruzcampo). A finales del siglo XX, fue adquirida por un inversor privado capitalista; el resto de participaciones sociales fueron muy minoritarias. Hasta que hace pocos años esta marca tan prestigiada fue adquirida por uno de los mayores grupos cerveceros de España, Mahou-San Miguel, que no sólo ha respetado las marcas tradicionales, sino que las ha potenciado. A nivel de marca comercial, ya a punto de cumplir su primer siglo de existencia, es la que más tiempo continuado lleva en el mercado granadino. Desde el punto de vista artístico, esta acción fue dibujada a plumilla con un paisaje de la Alhambra que le da nombre, y Sierra Nevada al fondo. Está impresa por Paulino Ventura Traveset. Este mismo dibujo de la primera tirada de acciones fue utilizado para el estampillado de las etiquetas de cerveza durante muchos años. Sería motivo de imitación para las obligaciones que emitió el Ayuntamiento de la capital en 1929.

Este precioso título fue reproducido en las ocho emisiones de acciones para las sucesivas ampliaciones de capital hasta 1960, cuando el capital social de Cervezas Alhambra se situó en 30 millones de pesetas. Fue el momento dulce de esta marca y fecha de la ampliación de la planta actual en la Avenida de Murcia.

La Compañía Telefónica Sexitana fue una de las primeras del sector que se constituyeron en la provincia de Granada con carácter comarcal, en 1896. Su capital fue íntegramente granadino. Se juntaron un puñado de familias que pusieron 30.000 pesetas y se repartieron las 60 acciones de 500 pesetas cada una. Fue la compañía que instaló los primeros teléfonos en Motril y Almuñécar. Fue diseñada e impresa por Paulino V. Sabatel.

La Hormiga de Íllora fue un almacén de abonos, semillas, cereales y útiles de labranza. Nació en Íllora para dar servicio a la zona de la Vega de Granada. Se constituyó esta sociedad anónima en 1918, aunque la emisión de esta acción de es 1920. Su capital fue de 100.000 pesetas, repartidas en mil acciones de 1.000 pesetas cada una. Por lo que sabemos, su capital se repartió en manos de muy pocas familias. Figuraba como promotor y presidente Federico Palacios.

Harinera Bandrés no es otra cosa que la Fábrica El Capitán, situada junto a la Acequia Gorda, en la calle Agustina de Aragón. Hoy es un colegio. Este título es uno de los más bonitos en cuanto a diseño; lleva de fondo, degradado, un grabado con la imagen de la fábrica de harinas. El edificio fue construido por el arquitecto Francisco Giménez Arévalo en 1876, en albañilería típica de ladrillo prensado. La sociedad originaria fue constituida por Domínguez Hermanos. Muy pronto, en 1880, fue comprada por los hermanos González Sáenz. En 1907 fue alquilada por Antonio Bandrés Navarro; éste la estuvo explotando hasta que en 1925 la adquirió mediante la sociedad llamada Bandrés y Conde (Antonio Bandrés y José Muñoz Cobos, Conde del Prado). En 1942 ampliaron el capital hasta 2.500.000 millones de pesetas; esta acción pertenece a dicha ampliación (fue del abogado y político vasco Juan María Bandrés Molet).

La fábrica de harinas El Capitán estuvo funcionando prácticamente hasta que, en 1986, pasó a propiedad del Ayuntamiento. Fue despojada de la maquinaria tradicional.

Compañía Granadina de Industria y Comercio. Fue constituida en 1920 para desarrollar actividades relacionadas con su denominación. En el año 1934 construyeron el edificio que figura reproducido en la cabecera del título, obra del Arquitecto Wilhelmi que continúa en pie y protegido por su valor patrimonial. Este edificio vino a sustituir buena parte de la histórica Alhóndiga del trigo. Hasta tiempos relativamente recientes albergó las oficinas de butano. Su diseño es bastante atractivo, pues de fondo y al pie también lleva una vista de la Alhambra. El papel lo imprimió Anel. El capital social de la empresa se fijó en 3 millones de pesetas, con participaciones societarias de 2.000 pesetas por título al portador. El edificio está catalogado por Cultura.

La Compañía General de Coches y Automóviles es de origen catalán y no creo que tuviese muchos accionistas en Granada. La he traído a estas páginas porque fue la antecesora de la Alsina Graells Sur, que a partir de 1923 se instaló en Granada y Andalucía. La compañía era ya bastante importante en 1910, pues tenía un capital social de 4 millones de pesetas. Esta acción es de una ampliación de capital precisamente del año 1910. Alsina fue absorbida por Alsa hace muy pocos años, tras más de tres cuartos de siglo uniendo con sus autocares los pueblos de Andalucía.

Esta acción correspondió a un granadino que invirtió en la Empresa Nacional de Celulosa. La he incluido porque fue la propietaria de la importante fábrica de Papelera del Mediterráneo (Pamesa), instalada en Motril. Después ha pasado a llamarse Torraspapel. Esta acción es de 1972, cuando todavía era una empresa nacional adscrita al Instituto Nacional de Industria.

Cerámicas Alhambra hizo uno de los títulos más bonitos para sus acciones. Impresos por Ventura en 1968. Es la fábrica promovida por los hermanos Manuel y Antonio Siles López en la zona de Cartuja, carretera de Alfacar. Su capital social era de 13,5 millones de pesetas, repartidos en participaciones nominativas de 10.000 pesetas. Reproduce una imagen de la Alhambra y Sierra Nevada, con una orla barroca.

Azulejera Granadina, que estuvo ubicada en la Carretera de Víznar, por encima del Parque Nueva Granada. La acción es al portador, de mil pesetas de nominal. Su capital social, en el año 1973, ascendía a 60 millones de pesetas. Vino a colaborar en el enorme boom de la construcción de los años setenta. A finales de esa década entró en una serie de conflictos de tipo laboral y sindical que la abocaron a la suspensión de pagos y cierre. Tenía 141 empleados cuando cerró definitivamente.

Agrupación Mayoristas de Vinos, surgida en 1960 entre un grupo de distribuidores de vinos y licores, entre los que se encontraban Bodegas Espinosa y José Castillo, a quien perteneció este título de mil pesetas. El capital social fue de 2.225.000 pesetas, con participaciones nominales.

Abonos Carrillo, con fábrica en Atarfe, fue una de las mayores fábricas de abonos de España. Fabricaba superfosfatos en sus hornos, a partir de materiales traídos de Huelva y otras canteras cercanas, como turberas de Padul. Surgió a principios del siglo XX junto a la línea de ferrocarril Granada-Moreda. Recibió el nombre de Carrillo por el propietario que la adquirió en 1920, José Carrillo de Albornoz. En los años 60-80 fue propiedad, en buena parte, de la familia de Manuel Sola, el alcalde de Granada. La crisis de fertilizantes acabó por llevársela por delante en 1989. Hoy es propiedad de Fertisac, también dedicada a la fabricación de abonos. Esta acción en concreto fue impresa por José María Ventura Hita, en el año 1963. Corresponde a una ampliación de capital con participaciones de 250 pesetas.  Era propiedad del alcalde Sola.

Inmobiliaria San José fue creada en 1947. Se dedicó a construir edificios en la zona de Avenida de Andaluces, donde tuvo habilitadas unas naves de almacenes. Esta acción es de una ampliación de capital para acometer promociones inmobiliarias. Era una acción al portador que prohibía ser adquirida por extranjeros.

Inmobiliaria del Sur de España fue una empresa constructora de la familia Rodríguez-Acosta. Inició sus actividades con la promoción de viviendas en el entorno de la calle Melchor Almagro. Después se convirtió en una de las de mayor potencia de Andalucía, sobre todo en la zona de Almuñécar. Estuvo encuadrada en el grupo de Inmobiliaria Comarex, su sucesora. Fue fundada en Madrid en 1946, al tiempo de la venta de la Banca Rodríguez-Acosta al Banco Central. El capital social ascendía a 5 millones de pesetas; 200 de los títulos o cédulas de 5.000 pesetas se los quedó la familia fundadora (partida a la que pertenece este título), más otras 8.000 acciones de 500 pesetas de nominal que se pusieron a la venta.

Granamar, sociedad fundada en los años sesenta por Antonio Zapata para la promoción de edificios y hostelería. Previamente sus promotores habían tenido actividades de tipo comercial. Esta empresa continúa activa en la actualidad con establecimientos hosteleros en Granada y Córdoba.

Antonio Sánchez de Hijos fue muy original a la hora de diseñar los títulos de su sociedad anónima eminentemente familiar. Lo hizo en 1946 tomando una ilustración de los Borrachos, de Velázquez. Lo que da idea de su buen humor y pistas del negocio al que se dedicaron: Antonio Sánchez estuvo muchos años como inquilino en el popular Café Suizo. También explotaron el Hotel Brasilia de la calle Recogidas y varios edificios más en esta misma calle y en Puentezuelas. También es obra de Litografía Ventura.

El Teatro Oscense nació a partir de una sociedad de accionistas e inversores prácticamente limitados a la localidad de Huéscar. En 1922 decidieron rehabilitarlo como espacio para la cultura y el entretenimiento, ya que desde 1858 venían utilizando la nave del vetusto edificio religioso que antes también fue cárcel. Adaptaron el edificio de la iglesia y patio del aljibe del convento expropiado de Santo Domingo. Emitieron 215 acciones nominativas para contribuir al pago de los gastos. Se prometía repartir beneficios, pero la cultura nunca los produjo.

El Sanatorio Médico Granadino S. A. fue una sociedad creada por un grupo de médicos en 1964. Construyeron un sanatorio privado justo por encima de hospital público Ruiz de Alda.  Es el edificio que después se conoció como Licinio de la Fuente (en homenaje al ministro de sanidad del momento). Entre los médicos y otros inversores crearon una sociedad anónima con 25 millones de pesetas de capital social, distribuidos en acciones nominativas de 1.000 pesetas cada una. La de esta ilustración corresponde al paquete adquirido por Francisco Cristiá Tamayo. Este Sanatorio fue vendido por sus propietarios a la Seguridad Social en el año 1975 para acoger servicios periféricos de la Ciudad Sanitaria Virgen de las Nieves. En la actualidad acoge consultas externas y un centro de salud.

REFERENCIAS

Las dos acciones de 1747 y 1748 con copias facsímiles. La de cervezas La Alhambra es propiedad del autor del artículo. La del Teatro Oscense es el Archivo Municipal de Huéscar. Todas las demás pertenecen al archivo de Miguel Giménez Yanguas.

-Para conocer la historia de muchas de las empresas a las que pertenecieron estas acciones se puede consultar los siguientes libros:

Patrimonio Industrial en Granada, de Miguel Ángel Rubio Gandía, Miguel Giménez Yanguas y José Miguel Reyes Mesa.

La Gran Vía de Granada y Azúcar y descolonización, ambos de Manuel Martín Rodríguez.

Paisaje y patrimonio de la electricidad en Granada, coordinado por Javier Píñar Samos.

Los minerales de Sierra Nevada, del Padre Ferrer S. J.