¿Por qué Espartero ordenó bombardear la Alhambra y quemar la Alcaicería?
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La ciudad permaneció cercada durante dos meses por los fieles al regente, en espera de recibir cañones y tropas para tomarla a sangre y fuego
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La Junta de Defensa colocó el estandarte de la tumba de los Reyes Católicos en la torre de la Vela en defensa de Isabel II y rechazo al dictador militar
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Un informe político y otro de los bomberos apuntaron que el misterioso incendio de la Alcaicería fue provocado por los partidarios de Espartero
La España de 1840-43 se encontraba bastante convulsa, como la mayoría del siglo XIX. El general Baldomero Espartero (1793-1879) alcanzó el culmen de su fama esos años y la presidencia del Gobierno. Gran militar liberal que había conseguido poner fin a la primera guerra carlista (1833-39). El pueblo le adoraba. Enfrentado a muerte con María Cristina de Borbón, la reina regente por minoría de Isabel II. La reina madre se apoyaba en los conservadores del bando de su esposo el felón; pero cometió el grave error de casarse en secreto a los tres meses de morir Fernando VII y dedicarse a parir hijos en palacio de sus relaciones con un capitán de su guardia. En octubre de 1840, el general Espartero consiguió desplazarla y la desterró a París. El general se convirtió en regente del Reino de España.
Espartero puso en marcha una política extremadamente progresista y autócrata que no gustaba a amplios sectores sociales, económicos y militares. Rayaba lo que hoy llamaríamos una dictadura militar. Empezó a pasarse la Constitución de 1837 por la entrepierna y a perseguir a militares opuestos, especialmente al lojeño moderado Ramón María Narváez
Espartero puso en marcha una política extremadamente progresista y autócrata que no gustaba a amplios sectores sociales, económicos y militares. Rayaba lo que hoy llamaríamos una dictadura militar. Empezó a pasarse la Constitución de 1837 por la entrepierna y a perseguir a militares opuestos, especialmente al lojeño moderado Ramón María Narváez. La regente expulsada, Narváez y el general O’Donnell no dejaban pasar una oportunidad para conspirar contra él.
La enorme popularidad del regente Espartero se agotó pronto; cayó en picado en diciembre de 1842, cuando recurrió a la brutalidad de las armas para reprimir protestas por motivos fiscales en Cataluña: bombardeó la ciudad de Barcelona para sofocar una insurrección contra él. El detonante fue el perjuicio económico que se cernía sobre la potente industria textil barcelonesa, en contraposición a las facilidades dadas a la importación de hilaturas inglesas. La solución adoptada por el regente Espartero fue ordenar a su hombre de confianza, el gobernador militar de Cataluña Antonio Van-Halen y Sarti, que disparase sus cañones desde la montaña de Montjuic hacia el centro de la capital catalana.
El 9 de mayo salió elegido presidente del Gobierno Joaquín María López. Pero la falta de entendimiento entre regente del Reino y presidente del Gobierno hizo que éste fuese cesado a la semana
El resultado de la refriega ciudadana entre las tropas reales y manifestantes de Barcelona, más el consiguiente bombardeo, se saldó el 3 de diciembre de 1842 con la destrucción de casi medio millar de edificios, 42 soldados muertos y alrededor de 25 civiles destrozados por las bombas. De este modo tan expeditivo consiguió la rendición de la ciudad. Además, les castigó con una multa de 12 millones de reales por los daños causados a soldados y material militar.
España tomó nota de aquel lamentable comportamiento protagonizado por su regente en nombre de la Corona. Se sumaba a la brutalidad ya mostrada con los fusilamientos de los generales Manuel Montes de Oca y Diego de León, y la disolución de milicias en ciudades no afines. En poco más de dos años, la mayor parte de los españoles había cambiado su opinión positiva sobre el Príncipe de la Victoria.
El 26 de mayo eran suspendidas las Cortes. Sin conocer todavía el lío que había montado en Madrid, en Granada se preparaba la milicia ciudadana de costumbre para conmemorar el aniversario del asesinato de Mariana Pineda
En una coyuntura muy tensa y dividida políticamente, Espartero convocó elecciones en la primavera de 1843. Resultaron unas Cortes sumamente complicadas para gobernar. El 9 de mayo salió elegido presidente del Gobierno Joaquín María López. Pero la falta de entendimiento entre regente del Reino y presidente del Gobierno hizo que éste fuese cesado a la semana. Aquella maniobra de Espartero le hizo perder todo el crédito ante la oposición y de buena parte de los suyos.
El 26 de mayo eran suspendidas las Cortes. Sin conocer todavía el lío que había montado en Madrid, en Granada se preparaba la milicia ciudadana de costumbre para conmemorar el aniversario del asesinato de Mariana Pineda. Aquella formación de milicianos voluntarios resultaría vital para los acontecimientos que se desarrollarían los dos meses siguientes.
Estalla el pronunciamiento en Granada
En Cataluña había un profundo sentimiento antiesparterista. Los catalanes solían ir por delante en las protestas, pero estaban amedrentados todavía por la represión de diciembre anterior y no se atrevían a expresarla en la calle. Dónde sí saltó la primera chispa fue en la ciudad de Málaga, el 23 de mayo, tres días antes de que disolviera la Cortes. Los malagueños arrastraban tradición de protestas y asesinatos de políticos aduciendo el abandono y la decadencia de que eran objeto por parte de Madrid. Su Ayuntamiento elevó una nueva queja aquel 23 de mayo, sin saber lo que se estaba cociendo en las Cortes.
Granada fue la primera ciudad española con cabecera de Capitanía General (la VII) en declarar su insumisión contra quien ejercía de jefe del Estado en nombre de la jovencísima Isabel II
El 26 de mayo llegaban mensajeros a Granada contando lo ocurrido en Málaga y la represión sufrida. La ciudad de Granada se solidarizó espontáneamente, se constituyó en Junta de Defensa y proclamó su pronunciamiento contra el regente Espartero. Fue la primera ciudad española con cabecera de Capitanía General (la VII) en declarar su insumisión contra quien ejercía de jefe del Estado en nombre de la jovencísima Isabel II.
El 29 de mayo de 1843 aparecía un bando en el Boletín Oficial de la Provincia por el que Granada, o al menos la mayor parte de sus militares, sociedad civil y religiosa, se declaraban independientes del gobierno de Madrid. Mostraban su apoyo a la monarquía de Isabel II. El mensaje no iba contra el gobierno títere, sino contra el sistema de abusos impuesto por el regente Espartero. Granada exigía el cumplimiento de la Constitución de 1837 y el repecto a las decisiones del Congreso. Las proclamas eran del siguiente tenor: “Viva la Constitución de 1837”, “No al yugo de la pérfida camarilla [los ayacuchos] que se interpone entre el jefe interino del Estado y los sagrados fueros [la Constitución] del pueblo español”, “Caigan los ayacuchos y los pasteleros”, “Se está saltando la Constitución”, “Nos ha hecho una colonia de Gran Bretaña”, etc.
[Los ayacuchos era el apodo del círculo de políticos y militares más próximos al regente Espartero. Se llamaban así porque en su mayoría habían coincidido en 1824 en la batalla de Ayacucho. Tuvieron sus hombres de confianza controlando la administración en todas las provincias durante los dos años y medio que duró la regencia de Espartero].
La ciudad de Granada quería emular a los Reyes Católicos, a Numancia, a Sagunto, a Agustina de Aragón… incluso a la heroína local que bordó la bandera liberal: Mariana Pineda
El exalcalde Ramón Crooke decidió colocar en la Alhambra el estandarte de los Reyes Católicos que se custodiaba en la Capilla Real y enarbolarlo como enseña de la defensa de la monarquía de Isabel II, de la Constitución de 1837 y del Congreso. También se tocó a rebato la campana de la Vela para levantar a la ciudadanía. Obviamente, esa actitud de rebeldía fue un desafío al jefe del Estado interino.
La ciudad de Granada quería emular a los Reyes Católicos, a Numancia, a Sagunto, a Agustina de Aragón… incluso a la heroína local que bordó la bandera liberal: Mariana Pineda.
Quedó constituida una Junta General de Defensa presidida por el abogado Ramón Crooke y Santos, que había sido alcalde por el partido liberal; como secretario figuraba el joven e impetuoso almeriense Juan Florán Vélez de Medrano y Pastoris (Marqués de Tabuérniga); los acompañaban casi dos docenas de próceres de todos los estamentos sociales granadinos.
Lo primero que hizo la Junta revolucionaria fue garantizarse la adhesión de la mayor parte de la plantilla de cuarteles militares. Granada tenía Capitanía, muchos soldados de infantería, bastante caballería, pero escaseaba el arma de artillería
Lo primero que hizo la Junta revolucionaria fue garantizarse la adhesión de la mayor parte de la plantilla de cuarteles militares. Granada tenía Capitanía, muchos soldados de infantería, bastante caballería, pero escaseaba el arma de artillería. Los artilleros se destinaban a guardar las costas.
El capitán general Antonio María Álvarez se mostró dubitativo al comprobar la división que había en el seno de los cuarteles bajo su mando. Sobre todo, al conocer que, desde Málaga, Almería, Motril, Puebla de Don Fadrique y otras ciudades organizaban tropas y milicias para reforzar la iniciativa de Granada. Álvarez hizo una rara operación a primeros de junio consistente en simular que se sumaba al levantamiento y acudía con una columna y tres cañones a levantar Jaén.
Cuando el capitán general regresó de Jaén se percató de que la ciudad estaba completamente levantada contra el regente Espartero. Decidió habilitar su cuartel a las afueras, en la aldea de Pulianas, con las pocas tropas que le quedaban disponibles; redactó un bando con fecha 11 de junio declarando sitiada la ciudad de Granada
Esto propició que la Junta de Defensa se hiciera cargo de la sede de Capitanía y prácticamente con la mayor parte de la oficialidad de la plaza. A los pronunciados se habían sumado los regimientos Asturias, el de Pavía, cuatro banderas de Jaén, una columna de 1.500 infantes y 30 caballos de Málaga.
Cuando el capitán general regresó de Jaén se percató de que la ciudad estaba completamente levantada contra el regente Espartero. Decidió habilitar su cuartel a las afueras, en la aldea de Pulianas, con las pocas tropas que le quedaban disponibles; redactó un bando con fecha 11 de junio declarando sitiada la ciudad de Granada. Exigió fidelidad a todas las tropas que había dentro de los cuarteles de Granada en el plazo de doce horas. Transcurrido ese medio día, amenazaba con actuar de manera expeditiva. No le hicieron caso, conocedores de su escasez de tropa y armamento.
La realidad era que no tenía prácticamente apoyo en su cuartel de Pulianas. Ni artillería con la que acometer las defensas de la ciudad. Por su parte, Ramón Crooke desarrolló un plan consistente en abrir fosos, bloquear caminos y accesos a la ciudad a base de barricadas, zanjas y empalizadas. Se preveían escaramuzas de las tropas esparteristas que pudieran llegar a Granada.
La urbe quedó sitiada oficialmente por el capitán general por el arco oeste y norte. Un coladero, porque por el resto de los caminos continuaban llegando milicianos de todos los alrededores
La urbe quedó sitiada oficialmente por el capitán general por el arco oeste y norte. Un coladero, porque por el resto de los caminos continuaban llegando milicianos de todos los alrededores. La situación se mantuvo estacionaria, en posición de cerco, sin apenas disparar fusilería. Sólo se dieron algunos incendios de campos, robos, sabotajes y pequeños fuegos en los arrabales de la capital, achacables a quintacolumnistas esparteristas dentro de Granada.
El teniente general aguardaba en Pulianas la llegada de refuerzos al mando del hombre de confianza de Espartero, Antonio Van Halen, que había abandonado Cataluña para centrarse en la represión de Granada. Van Halen se acercaba con un contingente de 10.000 infantes y 1.000 caballos para rendir Granada. Procedían de ciudades en las que no había triunfado el levantamiento contra el regente.
Se produjo una situación de tensa espera en Granada. Los insistentes mensajes del capitán general dirigidos al presidente de la Junta, Ramón Crooke, para que desistieran no fueron escuchados.
Lo que no conocía Álvarez era que iban a cesarle por su inutilidad y estaba a punto de llegar el general Van Halen a hacerse cargo de la revuelta en Granada. El 19 de junio la avanzadilla del excapitán general de Cataluña y nuevo responsable de las capitanías III y VII (Sevilla y Granada) se aposentó con su estado mayor en el Palacio del Cuzco, en Víznar
El 16 de junio, el capitán general Álvarez informaba a Madrid que Granada estaba sumida en el desorden y que esperaba ansioso la llegada de tropas de refuerzos para tomar severas medidas y represalias contra los revolucionarios.
Lo que no conocía Álvarez era que iban a cesarle por su inutilidad y estaba a punto de llegar el general Van Halen a hacerse cargo de la revuelta en Granada. El 19 de junio la avanzadilla del excapitán general de Cataluña y nuevo responsable de las capitanías III y VII (Sevilla y Granada) se aposentó con su estado mayor en el Palacio del Cuzco, en Víznar. Desde este nuevo cuartel general iban a estudiar las posiciones para emplazar la artillería que venía de camino desde otras ciudades. Se rumoreaba que iban a batir Granada desde los altos de la Golilla de Cartuja y monte San Miguel.
El Ayuntamiento de Granada se había constituido en comisión permanente para ir proveyendo de gente y material necesario a una ciudad en pie de guerra y esperando ataques por todos lados y en cualquier momento
El Ayuntamiento de Granada se había constituido en comisión permanente para ir proveyendo de gente y material necesario a una ciudad en pie de guerra y esperando ataques por todos lados y en cualquier momento. Cada día se presentaban cuentas del dinero que salía de caja: el 11 de junio, el Ayuntamiento destinó 3.680 reales para sostener el primer batallón de la milicia, 3.320 para el segundo batallón, 3.680 para el tercer batallón, 1.970 para el escuadrón de caballería y 520 para la sección de artillería. El 19, se formó un cuarto batallón y pidió ayuda; los ánimos estaban muy altos. Además, por esos mismos días se introdujeron en Granada unos 500 desertores del Regimiento Cuenca 24 de los que fueron enviados a combatir contra los granadinos. El resultado de aquella ciudad desbordada y falta de recursos hizo que el Ayuntamiento exigiese por adelantado el pago de seis meses de contribución. Había que pagar incluso 5.500 reales que el fiel sobrestante de obras había pasado por “abrir fosos, levantar estacadas y barricadas”. Y continuaban pidiendo más reales para nuevas fortificaciones.
Incluso dentro del temor a ser atacados por los sitiadores, la Junta quiso insuflar ánimos instando a que las mujeres engalanaran fachadas y balcones con flores y ropas coloridas durante el 18 de junio, sexto aniversario de la Constitución que estaban defendiendo con riesgo de sus vidas.
La ciudad seguía cercada y los bolsillos exhaustos. Los concejales de la capital propusieron que todos los pueblos de la provincia también se rascaran las faltriqueras porque, en cierto modo, a ellos también les estaban defendiendo sus libertades
La economía de la ciudad empezó a resentirse a primeros de julio. La ciudad seguía cercada y los bolsillos exhaustos. Los concejales de la capital propusieron que todos los pueblos de la provincia también se rascaran las faltriqueras porque, en cierto modo, a ellos también les estaban defendiendo sus libertades. El acuerdo final fue más extenso, ya que se acordó pedir ayuda económica a las provincias próximas para seguir haciendo frente al cerco.
El bombardeo se confirma
El todopoderoso Van Halen permaneció poco más de una semana en el cuartel de Víznar. Se conoció en Granada que los paisanos sevillanos también habían decidido, el 14 de junio, sumarse al pronunciamiento contra el regente Espartero. Justo cuando la mayor parte de artillería que venía para bombardear Granada estaba siendo concentrada en tierras de Jaén.
En Sevilla se daban enfrentamientos callejeros entre tropas fieles a Espartero y paisanos. Con algunos heridos. Y allí sí había bastante artillería disponible, incluso una fábrica de armamento y otra de municiones con más capacidad que la de El Fargue de Granada.
Van Halen consideró de mayor importancia su presencia en Sevilla, zona con más población, puerto y armamento, y hacía allá dirigió sus pasos. También dio orden de reorientar la artillería móvil que bajaba a Andalucía. En vez de a Granada, mejor conducirla hacia Sevilla
Van Halen cesó a Álvarez como capitán general de Granada y dejó en su puesto al general Facundo Infante. Van Halen consideró de mayor importancia su presencia en Sevilla, zona con más población, puerto y armamento, y hacía allá dirigió sus pasos. También dio orden de reorientar la artillería móvil que bajaba a Andalucía. En vez de a Granada, mejor conducirla hacia Sevilla.
Aquel cambio de rumbo de los levantamientos no era conocido por la Junta de Defensa de Granada. Aquí se continuaba esperando la llegada de artillería, incluso con el mismísimo Espartero al mando, para que al cerco de la ciudad se le añadiera bombardeo y toma al asalto por un gran ejército desplazado desde media España.
Los rumores del esperado el bombardeo de Granada se confirmaron como ciertos cuando los periódicos que conseguían llegar de Madrid así lo comentaban
Los rumores del esperado bombardeo de Granada se confirmaron como ciertos cuando los periódicos que conseguían llegar de Madrid así lo comentaban. El periódico La Posdata decía el 20 de junio que en Madrid ya se había dado orden de bombardear Granada y la Alhambra, donde ondeaba desafiante el símbolo de los levantados contra el gobierno de Espartero. ¡Si veremos destruida la Alhambra, ese magnífico monumento admiración de propios y extraños! −explicitaba el periódico liberal−.
Fue a partir de esa publicación cuando en Granada se dio crédito a las sospechas e intenciones largamente anunciadas de que Baldomero Espartero iba a dar un escarmiento a Granada en forma parecida a como lo había hecho en Barcelona medio año atrás
Pero al fin y al cabo todo eran rumores periodísticos en espera de confirmación. Hasta que consiguió llegar a Granada un ejemplar del periódico oficial del sector del ejército fiel al regente Espartero. Había nacido unos días antes como órgano de comunicación de los esparteristas/ayacuchos, con el nombre de El Archivo del Ejército. En un par de líneas, perdidas entre la lista de nombramientos y ascensos de militares para garantizar su afinidad al regente, decía que se había dado orden de bombear (bombardear) Granada.
Fue a partir de esa publicación cuando en Granada se dio crédito a las sospechas e intenciones largamente anunciadas de que Baldomero Espartero iba a dar un escarmiento a Granada en forma parecida a como lo había hecho en Barcelona medio año atrás. Cantaban que el espadón de Vergara tenía los mismos atributos que su caballo: poco cerebro y muchas pelotas.
Espartero dudaba a qué foco revolucionario acudir a dar el gran escarmiento y apaciguar los ánimos, si a Granada o Sevilla
El regente creyó dejarse controlado Madrid y el 2 de julio de 1843 formó una comitiva con unos cuantos de sus ministros y la caja de caudales del Estado. Se dirigió hacia su Ciudad Real natal y Albacete, con la intención de ir asegurando fidelidades para recalar lo antes posible en Granada. España estaba partida en dos, con ciudades fieles a la regencia y otras en plan levantisco, encaramadas en el bardal sin saber a qué lado dejarse caer. Espartero dudaba a qué foco revolucionario acudir a dar el gran escarmiento y apaciguar los ánimos, si a Granada o Sevilla.
El bombardeo se desplaza a Sevilla
Su hombre de máxima confianza, Van Halen, estaba ya en las inmediaciones de Sevilla el día 5 de julio. En tanto que el general Facundo Infante esperaba órdenes en Granada. En la capital hispalense llevaban ya dos semanas manifestándose contra el gobierno opresor de Espartero. Habían imitado a Granada y creado una Junta Provisional de Gobierno. Expulsaron de la ciudad a todos los representantes de Madrid y comprobaron que la mayor parte de las tropas acuarteladas en esta ciudad se habían retirado cautelarmente a las afueras.
Van Halen encabezaba las divisiones de caballería que se le sumaron por el camino. En vista de que Sevilla no se rendía y tenía formada una milicia nacional, el 18 de julio decidió emprender el ataque mediante artillería
Van Halen encabezaba las divisiones de caballería que se le sumaron por el camino. En vista de que Sevilla no se rendía y tenía formada una milicia nacional, el 18 de julio decidió emprender el ataque mediante artillería. Estuvo disparando con cañones y balas rasas desde varios puntos del Este de la ciudad. Los sevillanos revolucionarios no se arredraron y respondieron en la medida de sus posibilidades.
Espartero no llegó a pasar por Granada, se encaminó directamente a Jaén y desde aquí a Córdoba y Sevilla. Tenía conocimiento de que habían comenzado los bombardeos junto al Guadalquivir. Granada quedaba postergada para otra ocasión; Sevilla era una presa de mayor entidad. El regente accedió a la Cruz del Campo el 23 de julio con 17 batallones y unos cuantos cañones (tres de ellos, los de Granada que el general Álvarez llevó a Jaén). También varios morteros.
Los días que duró el asedio y bombardeo de Sevilla cayeron sobre sus edificios y calles un total de 606 bombas y 900 balas rasas. Dejaron señales en tejados y fachadas
El 24 de julio, ya bajo la dirección de Espartero, arreció el bombardeo de Sevilla. Los habitantes de la ciudad se replegaron hacia el barrio de Triana y zona del Aljarafe para ponerse lo más a cubierto del fuego. Los días que duró el asedio y bombardeo de Sevilla cayeron sobre sus edificios y calles un total de 606 bombas y 900 balas rasas. Dejaron señales en tejados y fachadas. Causaron unos cuantos heridos y pocos muertos.
El ministro de guerra envió un correo urgente a Espartero advirtiéndole de que sería declarado traidor a la Patria y desposeído de los honores de regente si no cesaba el acoso a los sevillanos
Las noticias del bombardeo que las tropas de Espartero y Van Halen estaban sometiendo a Sevilla preocuparon mucho en Madrid. Narváez estaba a punto de llegar con sus tropas a la capital desde Valencia; Madrid se perdía para el partido esparterista. Cada día eran más las regiones que se sumaban a la protesta antiesparterista. Parte del gobierno se había quedado en el entorno de la reina Isabel II y del Congreso. No estaban dispuestos a permitir otra matanza como la que ambos personajes (Espartero y Van Halen) habían perpetrado en Barcelona. El día 27 de julio, el ministro de guerra envió un correo urgente a Espartero advirtiéndole de que sería declarado traidor a la Patria y desposeído de los honores de regente si no cesaba el acoso a los sevillanos. De paso, desde Madrid también se le advertía que salían tropas tras él, al mando de su archienemigo el general Concha.
Buena parte de las ciudades y regiones de España que habían estado dudando si sumarse o no al pronunciamiento contra Espartero, al ver lo que estaba ocurriendo en Sevilla, tomaron la decisión de levantarse también contra él. Igual que la mayoría de las guarniciones que le eran fieles todavía.
Aquel fue prácticamente el final político de Baldomero Espartero. Los dos últimos días de julio fue cuestionado por las tropas que le acompañaron a Sevilla y no tuvo más remedio que huir al Puerto de Santa María, perseguido ya por una columna del general Manuel Concha. Eso sí, le siguieron algunos ministros fieles y se llevaron parte del tesoro público. Se exilió a Londres y dejó de incordiar los siguientes años.
La noticia de la huida de Espartero llegó a Granada a principios de agosto. La situación empezó a normalizarse paulatinamente con el nombramiento de nuevos jefes políticos y militares, y el regreso de las tropas a sus cuarteles. En Granada no hubo muertes por la guerra, a lo sumo algunas quemas de cosechas, muchos robos e incendios
La noticia de la huida de Espartero llegó a Granada a principios de agosto. La situación empezó a normalizarse paulatinamente con el nombramiento de nuevos jefes políticos y militares, y el regreso de las tropas a sus cuarteles. En Granada no hubo muertes por la guerra, a lo sumo algunas quemas de cosechas, muchos robos e incendios.
El 13 de agosto fue disuelta la Junta de Defensa, el jefe político asumió el gobierno de la provincia y el alcalde Manuel Cano se hizo cargo del Ayuntamiento, normalizado y endeudado hasta los corvejones. En Madrid volvía a ser presidente del Gobierno el depuesto Joaquín María López. Empezaba la época moderada bajo la tutela del Espadón de Loja.
El pendón de los Reyes Católicos, símbolo de la ciudad de mayor importancia que encabezó el alzamiento contra Espartero, sería devuelto solemnemente a la Capilla Real por el síndico personero, José Antonio Calisalvo. Se preparó todo un acontecimiento protocolario por parte de la Corporación; este concejal incluso publicó un bando con lenguaje ampuloso, laudatorio y rimbombante al estilo de la época. Resaltaba que Granada había tomado la iniciativa para dar ejemplo y defender a España del “tirano (Espartero) y los secuaces que huyeron despavoridos al contemplar vuestra actitud guerrera e indomable”.
Granada no fue bombardeada a primeros de junio, un mes antes que Sevilla, porque se carecía de artillería con la que hacerlo en la Capitanía improvisada en Pulianas. La rápida toma de cuarteles por parte de Ramón Crooke y sus compañeros de la Junta de Defensa dejaron desarmado al poder militar de la ciudad.
[Epílogo festivo]. Entre los días 24 y 28 de agosto de 1843, la ciudad de Granada declaró días de fiesta grande para conmemorar que había sido liberada sin pérdidas humanas del cerco de dos meses a que la sometieron los fieles a Espartero. Centraron los actos en torno a la Patrona de la ciudad, Virgen de las Angustias. Hubo quema de fuegos artificiales en la Torre de la Vela, junto al estandarte; adornos con colgaduras en los balcones; repique de campanas de todas las iglesias; tres salvas diarias; más fuegos artificiales en el Campo del Triunfo; desfiles de tropas de la guarnición, con la Milicia Nacional a la cabeza; el estandarte de los RR CC fue recogido de la Alhambra el día 26 y paseado en procesión por las principales calles de Granada; hubo dos corridas de toros; reparto de su carne a religiosas y parroquias, así como 1.000 hogazas de pan a los pobres. Los actos concluyeron el 28 de agosto con un Tedeum en la Catedral y procesión con las imágenes de la Virgen de las Angustias, San Miguel y el estandarte talismán. Tres bandas de música amenizaron las calurosas noches en Plaza Nueva, Bibarrambla y el Triunfo.
Durante los años siguientes hubo cierto pique entre Sevilla y Granada a cuenta del bombardeo. Decían los sevillanos que los granadinos habríamos pagado a Van Halen o maquinado alguna treta para desviarles las iras de Espartero. El escarmiento que iba destinado a la primera sede de región militar levantisca (la VII de catorce existentes) para acabar con los pronunciamientos, al final recaló en el ensañamiento contra Sevilla (III capitanía). Pero la realidad fue muy otra: Granada no fue bombardeada a primeros de junio, un mes antes que Sevilla, porque se carecía de artillería con la que hacerlo en la Capitanía improvisada en Pulianas. La rápida toma de cuarteles por parte de Ramón Crooke y sus compañeros de la Junta de Defensa dejaron desarmado al poder militar de la ciudad.
Daño colateral: incendio provocado de la Alcaicería
En aquel ambiente de tensión de una ciudad cercada por las tropas esparteristas, con la impotencia de no poder rendirla mediante un bombardeo similar al que estaba padeciendo Sevilla, la única gran desgracia padecida durante los dos meses de asedio fue el devastador incendio que destruyó la Alcaicería. Sin duda la más antigua que quedaba en España, originaria de la edad media, y repleta de riquezas. Allí se encontraban las mejores sedas, telas, joyerías y varias notarías y oficinas de cambistas en los pisos altos.
Ya el primer informe que redactó la Junta granadina −y envió a Madrid para general conocimiento de toda la oposición del regente− acababa con una enigmática frase como causa más probable del siniestro
Las primeras especulaciones del pueblo −que también asumió la literatura romántica de la época− achacaron la causa a la combustión espontánea de una caja de fósforos en la tienda de Medina, alquilada al hacendado Bernardo Avilés. Así ha pasado a la historia. No obstante, no dijeron eso los informes de la Junta de Defensa ni del cuerpo de bomberos y zapadores: sospecharon sabotaje y robos provocados por los partidarios de los sitiadores, es decir, del partido de los ayacuchos
Ya el primer informe que redactó la Junta granadina −y envió a Madrid para general conocimiento de toda la oposición del regente− acababa con una enigmática frase como causa más probable del siniestro: “Esta desgracia se atribuye a los ayacuchos”.
La crónica más inmediata y cercana del suceso la publicó el periódico El Grito de Granada en su edición del día siguiente a los hechos, el 21 de julio. En uno de los últimos párrafos, al hablar de las causas y el origen, escribieron: “Aunque hemos procurado con el mayor ahínco averiguar las causas que produjesen tan funesto suceso, no hemos podido conseguirlo, porque son infinitas las que corren por el vulgo, más todas sujetas a meras conjeturas y probabilidades”.
La actuación de los bomberos fue muy criticada después ante la magnitud que alcanzó el incendio. Incluso aquella madrugada del 20 de julio se llegó a manejar la idea de bombardear las casas contiguas desde la plaza de Bibarrambla para echarlas abajo y evitar que las llamas continuaran propagándose por todo el centro urbano
La actuación de los bomberos fue muy criticada después ante la magnitud que alcanzó el incendio. Incluso aquella madrugada del 20 de julio se llegó a manejar la idea de bombardear las casas contiguas desde la plaza de Bibarrambla para echarlas abajo y evitar que las llamas continuaran propagándose por todo el centro urbano. El cuerpo de bomberos se vio obligado a justificar, desmentir y contradecir los rumores que circularon por la ciudad. Hay un párrafo muy enigmático en su informe que llama la atención, pues da a entender que hubo interés en quemar el recinto y no se llamó a los zapadores hasta mucho tiempo después, cuando alguien ya había hecho su trabajo sucio. Y ese “alguien” pudieron ser ladrones o saboteadores políticos. El párrafo de los bomberos dice: “Los primeros artistas que se presentaron se vieron en la necesidad de forzar las puertas que estaban perfectamente cerradas, menos el postigo del Zacatín que sólo tenía una vuelta de llave, cediendo a los primeros golpes de palanqueta. Por este postigo sin duda habían entrado las muchas personas que a su vista se vieron ocupadas en extraer géneros de unas tiendas para conducirlos a otras y salvar sus intereses, en cuya operación se ejercían hacía algunas horas, cuidándose de todo, menos de dar el aviso competente por razones que nos abstenemos a expresar. De donde se infiere clara y terminantemente que, si con tiempo hubiesen dado parte, el daño habría sido mil veces menor…”
La conclusión es que acabaron perdiéndose 52 tiendas y oficinas de la parte central y baja de la Alcaicería aquella madrugada del 20 de julio. Miles de personas contribuyeron a apagar las llamas y a estorbar. También a robar a manos llenas
La conclusión es que acabaron perdiéndose 52 tiendas y oficinas de la parte central y baja de la Alcaicería aquella madrugada del 20 de julio. Miles de personas contribuyeron a apagar las llamas y a estorbar. También a robar a manos llenas. El Ayuntamiento se vio obligado a emitir los días siguientes dos bandos: uno, reclamando la devolución de lo mucho robado, aunque fuese de manera anónima; dos, se prohibía fabricar fósforos para evitar nuevos incendios por combustión espontánea.
El segundo bando contra la fabricación de fósforos provocó la inmediata queja del gremio de artesanos de mechas, fósforos, cerillas y piedras de encender yesca. Daba empleo a unas dos mil personas en Granada. Su presidente era Miguel Pineda quien, además, ocupaba el cargo de sargento segundo en la Milicia Nacional. En una carta al alcalde rebatía que el origen del incendio radicase en la combustión espontánea de una caja de fósforos a medianoche, entre las 2 y 3 de la madrugada, cuando las tiendas llevaban cerradas varias horas, vigiladas por tres personas, seis feroces alanos sueltos y era el momento más fresco de la jornada. ¡Imposible que se inflamen!, repetía Pineda. Opinó que el incendio había sido provocado por alguien, sin saber motivo concreto, pero habían utilizado una mezcla de agua fuerte y pólvora en varios puntos, para propiciar una rápida expansión de las llamas. Surgieron en varios puntos distantes a la vez.
Quedaron en la indigencia porque tenían concentrada allí todas sus riquezas y, para más inri, habían escondido sus ahorros entre las telas temiéndose un saqueo de las tropas esparteristas
La desgracia se cebó con 52 tiendas, totalmente arrasadas, de las que comían unas doscientas familias. Quedaron en la indigencia porque tenían concentrada allí todas sus riquezas y, para más inri, habían escondido sus ahorros entre las telas temiéndose un saqueo de las tropas esparteristas o la exigencia de una multa millonaria en reales como habían tenido que afrontar los barceloneses medio año antes. En los desescombros aparecieron multitud de tortas de monedas y joyas fundidas por las calorías, procedentes de los cofres escondidos por su propietarios.
El historiador Miguel Lafuente Alcántara vivió en directo aquel incendio. En su Historia de Granada, empezada a publicar poco después del siniestro, dejó escrito lo siguiente sobre el origen probable: “Este accidente lamentable, y con el cual quedaron arrasados o perdidos algunos honrados y laboriosos comerciantes, se atribuyó en general a la inadvertencia o casualidad; no faltaron, sin embargo, gentes maliciosas que lo juzgaron de otro modo, y aún alegaban motivos no inverosímiles para justificar sus delicadas conjeturas”.
Varios miembros de la extinta Junta que se alzó contra Espartero −con Ramón Crooke a la cabeza− se dirigieron a la reina Isabel II solicitándole una aportación real para rehacer la Alcaicería (cuyo suelo pertenecía a patrimonio nacional); Isabel II respondió con 12.000 reales y, dos días después, con la concesión de honores para la ciudad
Para superar aquella desgracia, la ciudad abrió una colecta a nivel nacional y ayudar a levantar la Alcaicería lo antes posible. Llegaron donativos desde muchos puntos de España; incluso en París consiguió recaudar 12.300 reales el granadino Martínez de la Rosa, que se hallaba exiliado por culpa de Espartero. El desescombro estuvo acabado muy pronto y en poco más de un año fue levantada la trama actual (hoy bastante modificada en sus pisos altos). Pero el mercado de sedas más importante de España ya no volvió a enderezarse nunca más. Incluso varios miembros de la extinta Junta que se alzó contra Espartero −con Ramón Crooke a la cabeza− se dirigieron a la reina Isabel II solicitándole una aportación real para rehacer la Alcaicería (cuyo suelo pertenecía a patrimonio nacional); Isabel II respondió con 12.000 reales y, dos días después, con la concesión de honores para la ciudad.
La del día 20 (arriba) comenta el humeante incendio de la Alcaicería, que estaba ubicada en el centro administrativo y religioso de Granada; no se descartó que se quisiera quemar el Ayuntamiento (en la Madraza), sede de Junta de Defensa y Comisión Permanente municipal
Una idea de la situación de tensión y desasosiego padecida en Granada por falta de información nos la ofrecen estos dos extractos de las crónicas enviadas a Madrid por el corresponsal del periódico El Heraldo. Están redactadas en las tardes de los días 20 y 22 de julio de 1843, justo un rato antes de que partieran los correos que hacían el recorrido de postas.
La del día 20 (arriba) comenta el humeante incendio de la Alcaicería, que estaba ubicada en el centro administrativo y religioso de Granada; no se descartó que se quisiera quemar el Ayuntamiento (en la Madraza), sede de Junta de Defensa y Comisión Permanente municipal. O causar más daño con fuego que con artillería al casco histórico. También constata la amenaza latente de las bombas de Van Halen hasta que partió con sus 11.000 hombres en dirección a Sevilla los primeros días de julio.
En la crónica del 22 vuelve a referirse a la ruina por el incendio y deja entrever la ansiedad por ausencia de noticias de lo que estaba ocurriendo en Sevilla
En la crónica del 22 vuelve a referirse a la ruina por el incendio y deja entrever la ansiedad por ausencia de noticias de lo que estaba ocurriendo en Sevilla; para ese día la capital hispalense ya llevaba varias jornadas sometidas a bombardeos de Van Halen. De todas formas, Granada continuaba en pie de guerra y fortificándose en espera de que se cumpliera la amenaza del asalto esparterista.
[Epílogo levantisco]. Las protestas contra Madrid no se apagaron del todo en el verano de 1843, tras la huida de Espartero y la formación del nuevo gobierno bajo el patrocinio del granadino Narváez. Todavía había un sector del partido progresista que protestó por la entrada en el gobierno del sector conservador. El 5 de octubre decidieron sublevarse y encerrarse con una parte de la guarnición militar en el cuartel del Carmen (actual Ayuntamiento). El capitán general rodeó la manzana y, ante la negativa a rendirse, empleó fuego de cañón y fusilería. Hubo dos muertos, una docena de heridos y bastantes prisioneros. El diputado Ramón Crooke tuvo que remangarse en Madrid para conseguir una amnistía para todos ellos, que estuvieron a punto de ser fusilados.
Nuevo escudo de la ciudad
El escudo original de la ciudad de Granada fue el donado por los Reyes Católicos, el mismo que el de España más el pico con la granada. Así fue siempre hasta que, con motivo de capitanear el pronunciamiento contra Espartero en 1843, la reina Isabel II decidió adornarlo con una orla a su alrededor y añadirle una leyenda referida a aquellos acontecimientos.
Desde diciembre de 1843 la ciudad de Granada lleva aparejado en su escudo la siguiente leyenda: Muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica ciudad de Granada.
Este título fue enviado por Isabel II a Granada impreso en papel y en una placa de oro. El pergamino contiene el siguiente texto explicativo:
Mi comisionado D. Jaime Salamanca, que os lo presentará, manifestará al mismo tiempo los sentimientos que me animan hacia vosotros, y lleva las instrucciones convenientes para que este acto se haga con la mayor solemnidad según es mi deseo. A vosotros me dirijo, Comisión de Gobierno, ayuntamiento constitucional, corporaciones, milicias y habitantes todos de la muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica Ciudad de Granada salud y rogad al Cielo me dé acierto en el Trono en que por la gracia de Dios y de la Constitución me siento.
Yo, la Reina,
En mi Palacio de Madrid a 18 de diciembre de 1843.
Desde entonces se le añadió un cuartel al escudo de la ciudad con una torre de la que pende un estandarte.
Ramón Crooke, el líder revolucionario no reconocido
La Historia escrita de Granada no ha hecho justicia al que fue uno de los fundadores del partido liberal granadino nada más morir Fernando VII, agitador social y cultural, jurista, concejal, alcalde de la ciudad, diputado en Cortes, diputado provincial y magistrado en la recta final de su vida.
Empezó a ejercer como abogado en Granada y a desarrollar su vida política en el bando progresista-liberal. Prestó servicios profesionales como abogado en el Arzobispado de Granada y como secretario del ayuntamiento de Santa Fe (1833)
Ramón Crooke y Santos nació en Málaga a principios del siglo XIX en el seno de la saga de los Crooke, unos comerciantes ingleses establecidos en varios puntos del Campo de Gibraltar y la costa malagueña a principios del siglo XVIII. Decidió formarse en la Universidad literaria de Granada, rama de leyes, durante el trienio liberal (1820-22). Empezó a ejercer como abogado en Granada y a desarrollar su vida política en el bando progresista-liberal. Prestó servicios profesionales como abogado en el Arzobispado de Granada y como secretario del ayuntamiento de Santa Fe (1833).
En las elecciones municipales de 1836 consiguió entrar como concejal en el Ayuntamiento de Granada, donde empezó a desarrollar una frenética actividad. Fue responsable de la vigilancia de aguas y acequias; se encargó de reaprovechar los elementos de valor de los conventos que iban siendo desamortizados (ordenó colocar en el Paseo del Salón la fuente del Convento del Belén y la columna a Isidoro Máiquez en su primera ubicación del Campillo bajo); ordenó el alistamiento de la milicia nacional cada primavera con motivo de los actos de homenaje a Mariana Pineda; fue elegido secretario de la junta directiva del gobierno de la provincia de Granada, etc.
Permaneció como primera autoridad local hasta el 18 de diciembre de 1842. En esas fechas aparece domiciliado en la Plaza del Gozo, en plena Manigua
En las elecciones generales de 1841 fue elegido diputado en Cortes por Granada, pero renunció a tomar posesión. En las elecciones municipales de diciembre de 1842 fue elegido alcalde de Granada, primero que se intituló constitucional a partir de la Constitución liberal de 1837. Permaneció como primera autoridad local hasta el 18 de diciembre de 1842. En esas fechas aparece domiciliado en la Plaza del Gozo, en plena Manigua.
Fueron bastantes los rastros que dejó en la ciudad de Granada en su año como alcalde, más los cinco anteriores como concejal
Fueron bastantes los rastros que dejó en la ciudad de Granada en su año como alcalde, más los cinco anteriores como concejal. Consiguió de la Junta de Bienes Nacionales la cesión para la ciudad del Convento del Carmen; la demolición de su patio delantero dio origen a la actual Plaza del Carmen y su claustro principal se fue reconvirtiendo en nueva Casa Consistorial (compartida con un cuartel al principio). Abrió la Plaza de la Encarnación al demoler las capillas laterales de la iglesia conventual y dejar la tapia medianera tal como sigue hoy. Continuó demoliendo el convento de Capuchinas, abrió una plaza (Romanilla actual) y la bautizó como Plaza de la Libertad. En el suprimido convento de la Victoria instaló la Caja de Quintos. Empezó la demolición de las casas/soportales de la fachada norte de Bibarrambla, que inició la reforma de las otras tres caras en las décadas siguientes. También inició la demolición del Hospital de San Sebastián entre Bibarrambla y el río Darro, zona que estuvo en obras durante las tres décadas siguientes. Finalmente, plantó alamedas en la zona de los paseos junto al Genil.
Fue el promotor, fundador y primer presidente de la Academia Granadina de Jurisprudencia y Legislación
En abril 1842 fue el promotor, fundador y primer presidente de la Academia Granadina de Jurisprudencia y Legislación, como sección del Liceo y dependiente del Colegio de Abogados. Se encargó de reactivar la Real Academia de jurisconsultos que estaba aletargada en años anteriores. Dio la lección inaugural en la nueva de la institución en los salones prestados del Liceo de Granada.
El año 1843 lo comenzó siendo fiscal de la audiencia eclesiástica, a la vez que compartía su actividad política. Para el 26 de mayo, con motivo de la celebración del asesinato de Mariana Pineda, volvió a responsabilizarse de formar una milicia ciudadana para rendirle honores. Fue precisamente ese cuerpo de voluntarios el que utilizaría en los dos meses siguientes para hacerse con el poder, amedrentar a las tropas regulares del Ejército y sostener el pulso contra el regente Espartero.
Fue Crooke quien propuso que primero había que declarar vacante la regencia por huida de Espartero y anular esta figura. Nadie había caído antes en ello. Su propuesta fue aprobada por la cámara con 74 votos a favor y 31 en contra. Ese paso previo permitió declarar reina con todos los poderes a Isabel II
Tras disolverse la Junta en agosto, fue la oportunidad del liberal Ramón Crooke para crecer políticamente ante Madrid. Su partido lo colocó como diputado nacional en las elecciones de 1843 que iniciaron la década de gobiernos moderados. En las primeras sesiones de las nuevas Cortes se empezó a debatir la necesidad de eliminar la figura del/la regente y declarar la mayoría de edad de Isabel II (con poco más de trece años); en la sesión del parlamento de 6 de noviembre fue Crooke quien propuso que primero había que declarar vacante la regencia por huida de Espartero y anular esta figura. Nadie había caído antes en ello. Su propuesta fue aprobada por la cámara con 74 votos a favor y 31 en contra. Ese paso previo permitió declarar reina con todos los poderes a Isabel II.
Ramón Crooke continuó como diputado hasta el final de aquella breve legislatura, en julio de 1844. Volvió a presentarse, pero ya no salió elegido. Precisamente dejó de ser diputado en Madrid cuando su hermano Miguel Crooke fue elegido por el distrito de Málaga.
El partido liberal lo situó en diciembre de 1845 como diputado en la Corporación provincial, donde estuvo unos cuantos años.
Jamás se desligó por completo de Granada, siempre estuvo en contacto con esta ciudad en la que había dejado viviendo a una hija, en tanto que a su hijo mayor (Ramón Crooke y Carrasco) lo tuvo en su bufete sevillano de abogados
Volvió a intentar reengancharse como político en las elecciones generales de 1854, precisamente con la efímera vuelta de Espartero al Gobierno; también quedó fuera de las preferencias de los electores. A partir de ese momento se centró en el mundo de la judicatura; consiguió hacerse juez y obtener plaza en la Audiencia de Sevilla. En la ciudad hispalense permaneció como magistrado hasta que el gobierno de la I República lo jubiló forzosamente en 1874.
Jamás se desligó por completo de Granada, siempre estuvo en contacto con esta ciudad en la que había dejado viviendo a una hija, en tanto que a su hijo mayor (Ramón Crooke y Carrasco) lo tuvo en su bufete sevillano de abogados. Ramón Crooke fue de los primeros miembros de la Sociedad Económica de Amigos del País, en la que entró a formar parte en el año 1841 y llegó a ser su director. En las elecciones de la Económica de 1882 ejerció por última vez su voto por correo.
Nuestro protagonista falleció en Sevilla el 8 de septiembre de 1883.
Posdata. El general Espartero regresó a España en 1848, fue perdonado por la reina y repuesto en sus honores. Volvió a ser presidente del Gobierno en el bienio 1854-56. Acabó defraudado y se refugió en Logroño, ciudad de su esposa. Le fue ofrecida la corona española en la revolución de 1868 que derrocó a Isabel II. La rechazó. Fue visitado en su casa riojana en 1872 por el rey Amadeo de Saboya, que le concedió el título de Príncipe de Vergara, y en 1875 por el joven Alfonso XII. Murió rico y sin descendencia en 1879.
Granada también se sumó a la moda; en 1869 llamó calle Espartero a la comunicación entre Bibarrambla y Plaza del Carmen, que todo el mundo conocía como Príncipe
Media España se apresuró a levantarle estatuas y a darle nombre a sus calles y plazas, bien como General Espartero, Espartero solo, Príncipe de Vergara o Príncipe de la Victoria . Granada también se sumó a la moda; en 1869 llamó calle Espartero a la comunicación entre Bibarrambla y Plaza del Carmen, que todo el mundo conocía como Príncipe. En realidad, siguió rotulada como Príncipe desde entonces hasta hoy. En la II República, el Ayuntamiento eliminó a Espartero del callejero granadino.
Noticias "fake" y curiosidades de la prensa
Por la prensa de Granada es poco lo que podemos conocer de lo ocurrido aquel caliente final de primavera y medio verano de 1843. Por la sencilla razón de que no existía más medio de comunicación que el semanario El Grito de Granada. No nos han llegado nada más que seis ejemplares de entonces; al menos, hicieron una edición especial la tarde del 20 de julio para explicar el incendio de la Alcaicería. Tampoco queda colección completa del Boletín de la Provincia.
Existía la censura que había impuesto el regente Espartero; con lo cual contaban lo que podían
En cambio, en Madrid se publicaban más de dos docenas de periódicos y hojas volanderas, de todo tipo de ideología y apadrinadas por la infinidad de grupos políticos. Existía la censura que había impuesto el regente Espartero; con lo cual contaban lo que podían. La mayoría eran noticias propias de un estado de guerra, manipuladas en su mayoría. Y anticuadas debido a la lentitud en cuanto a la transmisión de las cartas.
El periódico oficial del Estado, la Gaceta de Madrid, ocupó el primer puesto del ranking en publicar lo que hoy llamamos noticias “fakes”. También en parte propiciadas por la confusión general. Las principales que afectaron al pronunciamiento de Granada fueron las siguientes:
6 de junio. El Gobierno niega haber recibido comunicación alguna del Ayuntamiento de Granada. Niega que en esta provincia pase algo.
7 de junio. Se abre causa contra el cabo segundo José Santa Cruz por traición, ya que se aseguraba que era quien había levantado la VII Capitanía contra Espartero. También contra los demás jefes y oficiales que hayan tomado parte en las insurrecciones de Granada y Málaga. En el resto de España reina la tranquilidad.
8 de junio. Varios partes de guerra informan del movimiento de tropas que Espartero había enviado a sofocar el alzamiento de Granada.
9 de junio. El capitán general Álvarez, desde Jaén, comunica que tiene controlada la situación en la VII región militar
12 de junio. Las columnas de Granada y Málaga han sido disueltas.
22 de junio. Espartero cesa al teniente general Álvarez y lo sustituye por Nogueras como capital general de la VII Región. También se cesa al jefe político de la provincia (gobernador civil) y nombra a un próximo que era fiscal de la Audiencia, Luis Sagasti. No llega a tomar posesión.
Ramón Crooke consigue hacer llegar una carta a Madrid, con fecha 3 de junio en Granada y publicada el día 5 en El Avisador, mediante la que cuenta −a su manera− lo que está ocurriendo en la ciudad. Informa que sólo han bajado desde Madrid hacia Granada 160 caballos y 200 infantes. Es una verdadera arenga al pueblo en la que ocultaba que el teniente general Van Halen ya acopiaba un potente ejército para escarmentar a Granada.
En cuanto se enconó la situación, en Madrid funcionó la censura de tal manera que fueron pocos los periódicos que consiguieron contar lo que estaba pasando en Granada y otras provincias levantiscas
En cuanto se enconó la situación, en Madrid funcionó la censura de tal manera que fueron pocos los periódicos que consiguieron contar lo que estaba pasando en Granada y otras provincias levantiscas. A lo sumo, dos líneas escondidas que aportamos más arriba para amenazar con el inminente bombardeo de la ciudad.
Pero en cuanto Espartero salió de Madrid a primeros de julio, la censura se relajó y se empezaron a publicar muchas críticas al Príncipe de la Victoria. La libertad de prensa llegó a partir del 22 de julio en que Narváez entró triunfante con sus tropas en Madrid tras el simulacro de batalla con el general Seoane en Torrejón de Ardoz.
Periódicos antiesparteristas pudieron escribir claro y a través de ellos España pudo conocer lo que había ocurrido en Granada.
El general Concha estuvo momentáneamente en Granada el día 11 de julio, pero no fue bien recibido porque no se fiaron de él. Le obligaron a jurar la Constitución de 1837, fidelidad a la Reina e independencia nacional
Se pudo saber que el general Manuel Concha llegó de incógnito a Granada para tantear la situación. Su ejército había estado deambulando las semanas anteriores por las serranías malagueñas. No se atrevió a interponerse a la columna de Van Halen que iba a Sevilla ni a cerrar el paso a la de Espartero porque disponía de muy poca tropa. Sus espías se dedicaron a convencer a los rezagados para que desertaran. El general Concha estuvo momentáneamente en Granada el día 11 de julio, pero no fue bien recibido porque no se fiaron de él. Le obligaron a jurar la Constitución de 1837, fidelidad a la Reina e independencia nacional. Ante la desconfianza que vio, se negó a jurar y se marchó defraudado de Granada.
A través de los periódicos monárquicos y religiosos El Avisador y El Reparador, se pudieron confirmar a finales de julio algunas cuestiones que todavía no eran demasiado conocidas en la ciudad.
El 26 de julio se calculó que las pérdidas ocasionadas en el incendio de la Alcaicería ascendían a 25-30 millones de reales. El comercio de Granada estaba arruinado. Y atribuía el origen del incendio a los “pérfidos ayacuchos”.
El 27 de julio comentaban que la plaga devastadora [“del manchego soez”] cargaba sus últimos y desesperados golpes sobre la Bética. Y eso que todavía se desconocía el alcance final del bombardeo de Sevilla. Acusaba a los partidarios de huir de Granada, “pero la incendiáis, no os atrevéis a llegar a Sevilla y la mandáis bombas”.
En la edición del día siguiente, 28 de julio, El Reparador publicaba un extenso comentario sobre cómo las otras regiones militares se iban pronunciando contra Espartero, y se centraba en la figura de la mano ejecutora de tan malvado plan contra los granadinos. Decía lo que se destaca en el siguiente párrafo:
El Grito de Granada nos ofrece unas cuantas curiosidades, ya publicadas a toro pasado, en sus números a partir del 21 de julio, cuando la situación empezaba a relajarse por saberse que toda la fuerza militar de Van Halen y Espartero estaba concentrada o llegando a Sevilla.
De todas formas, el 19 de julio, todavía la Junta de Defensa de Ganada hacía público un bando exigiendo la aportación de caballos, bajo pena de ser requisados a sus propietarios o multa de 1.000 reales.
Explicaba que desde Granada se estaban pidiendo delegados para constituir una Junta General de Andalucía entre todas las provincias; sus objetivos y competencias serían aunar esfuerzos comunes en materia de guerra y hacienda
En el número del 21 de julio se exponía una idea (ya avanzada en otras ocasiones) que deseaba ser el embrión de la Junta de Andalucía. Explicaba que desde Granada se estaban pidiendo delegados para constituir una Junta General de Andalucía entre todas las provincias; sus objetivos y competencias serían aunar esfuerzos comunes en materia de guerra y hacienda. También conocimos por El Grito que los sevillanos habían identificado a cinco espías ayacuchos infiltrados en sus filas y los habían fusilado.
Se conoció por El Grito (edición de 20 de agosto) que el presidente del Gobierno había decidido conceder al escudo de Granada un cuartel con la torre de la Vela y el estandarte de los Reyes Católicos, además del calificativo de heroica. (Esto se oficializó por decreto de Isabel II el 18 de diciembre siguiente, como queda explicado anteriormente).
Tres muertes casuales. Durante los casi dos meses de cerco, incendios y ambiente de guerra que se vivieron aquel verano de 1843 no hubo que lamentar muertes por enfrentamientos militares. Pero la desgracia quiso que unos días más tarde, el 18 de agosto, muriesen varias personas que habían tenido relación con la milicia. El capitán de la Compañía de Francos, F. Castillo, se encargó de recoger el armamento y la munición. Lo almacenó en su casa de la Plaza de los Lobos antes de entregarlo en el cuartel. Quiso el destino que una de las armas, que estaba cargada, se disparase y fuese a dar el proyectil a un bulto con explosivos. La tremenda explosión derrumbó parte de su casa y produjo varios muertos y heridos: fallecieron en el acto un hijo de ocho años, la criada y el asistente de F. Castillo. También resultaron heridos graves otros dos milicianos.