La asertividad, una competencia emocional
Hace unos días, hablábamos de una de las principales competencias emocionales, el reconocimiento y expresión de las emociones; las propias y las de los demás. Este era el primer paso para lograr expresarlas y gestionarlas de forma eficaz y beneficiosa para todos. Pues bien,en este primer momento juegan un papel fundamental la empatía y la asertividad.
La empatía sería la capacidad de percibir,comprender y sintonizar con las emociones y sentimientos de los otros; esta capacidad nos facilita la interpretación de las señales emocionales verbales y no verbales que nos envían los que nos rodean. Y no sólo entenderlas sino respetarlas aunque difieran diametralmente de lo que estemos experimentando nosotros.
La asertividad es una habilidad que constituye la base de toda comunicación eficaz y de las relaciones interpersonales de calidad. La asertividad implica el respeto hacia uno mismo pero sin olvidar el respeto hacia los demás; es un derecho pero también un deber para con los otros.
En las muchas definiciones que podemos encontrar de esta habilidad emocional encontramos coincidencias:
- Capacidad de expresar las propias necesidades, intereses, deseos, opiniones, emociones y sentimientos.
- Expresarlo de forma honesta,directa y apropiada.
- Hacerlo respetando las necesidades, intereses, deseos, opiniones, emociones y sentimientos de los demás.
- No dejarse manipular ni intentar manipular al otro.
- Exponer y hacer valer los derechos propios sin agresividad y sin perjudicar los derechos de los demás.
La asertividad es, ante todo, un trato respetuoso e igualitario que nos proporcionará relaciones más fluidas y gratificantes y facilitará la comunicación eficaz y efectiva. Una vez más, lo más importante es que, como el resto de las habilidades emocionales, pueden aprenderse y/o adquirirse con el ejercicio.
Sólo con la práctica podremos discernir en qué situaciones será realmente útil ser asertivos y cuando será más inteligente y eficaz no decir nada. El silencio también puede ser asertivo, incluso más efectivo y producir menos desgaste emocional. Que seamos capaces de corregir de forma respetuosa un comportamiento inapropiado no significa que tengamos que hacerlo las veinticuatro horas del día, en cualquier situación y a todo el que se nos ponga por delante.
No debemos pensar que la asertividad es una suerte de fórmula mágica que nos convierte en poseedores de la verdad absoluta y tampoco olvidar que el fin no justifica según qué medios. No vayamos a ir siendo sinceros a bocajarro con quien no nos lo pida; decir lo que queramos sin pararnos a pensar el efecto que nuestras palabras tienen en los otros; y mucho menos autojustificar este comportamiento creyendo que " lo hacemos por su bien" o que " somos el único capaz de decirlo".......Nunca confundamos la sinceridad con la crueldad.
Ya lo advertía Aristóteles en su Ética a Nicómaco "...Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamennte, no resulta tan sencillo...".
La asertividad es un arte que nos obliga a buscar el equilibrio constante entre la pasividad y la agresividad. A valorar y decidir en cada situación qué es lo correcto y más respetuoso con uno mismo y con los otros. Son tantos los beneficios que nos reportará que deberíamos animarnos a empezar la práctica con aquellas situaciones más simples que nos incomoden. Y a ver qué pasa.