'Billie Eilish se hace mayor en su segundo disco'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 18 de Agosto de 2021
Billie Eilish – 'Happier Than Ever'
Portada de 'Happier Than Ever', de Billie Eilish.
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Portada de 'Happier Than Ever', de Billie Eilish.

La pandemia ha afectado a la música a todos los niveles y en todos los géneros. Pero como aficionado al pop, una de las cosas más extrañas ha sido ver cómo ha pasado más de un año sin apenas grandes lanzamientos. Las estrellas han preferido esperar a que las giras volvieran a ser posibles para sacarles la máxima rentabilidad a sus productos, por lo que aparte de Future Nostalgia de Dua Lipa y El Madrileño de C. Tangana, no ha habido discos-evento, de esos que obsesionan a los fans y dominan la discusión pública. Taylor Swift optó por el folk intimista en lugar del pop expansivo en sus dos discos del año pasado y Lana Del Rey ha generado más titulares por sus extrañas declaraciones sobre el feminismo que por Chemtrails over the Country Club, mientras que de Beyoncé no sabemos nada y Kanye sigue sin darnos Donda tras prometerlo en dos fechas distintas. Pero ahora que por fin empieza a haber festivales y giras programadas, el ritmo habitual de blockbusters parece que se retoma, incluso acelerado tras el atasco. Drake ha confirmado que su nuevo disco llegará antes del fin del verano, Lorde vuelve este viernes tras cuatro años y la más joven superestrella del pop, Billie Eilish, nos ha brindado un estupendo segundo LP.

Su peculiar imagen pública quedó definida por vestir ropa ancha, la expresión de angustias adolescentes y problemas de salud mental con igual franqueza y una paradójica mezcla de seguridad en sí misma, distancia irónica y disfrute genuino con la música

El meteórico ascenso protagonizado en 2019 por la adolescente californiana, ídolo de la generación Z, se vio coronado con su arrasador triunfo en los Grammys: obtuvo los cuatro grandes premios, la primera vez que esto ocurría desde 1981. Este merecido reconocimiento refrendaba el aplauso unánime que había recibido su debut, WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?, un trabajo que combinaba múltiples vertientes del pop actual con una astuta influencia del jazz vocal, estilo al que se amolda a la perfección el registro de la voz de Eilish. Desde el potente single “bad guy” a la divertida “wish you were gay”, la balada “when the party's over” o la intensa “bury a friend”, Eilish y su hermano, el productor Finneas, mostraron mucha versatilidad e inteligencia a la hora de componer hits de electropop, generalmente tirando de un elegante minimalismo. La sensación era que estábamos ante la irrupción de una nueva generación en el panorama musical, encarnada en una estrella diferente. Su peculiar imagen pública quedó definida por vestir ropa ancha, la expresión de angustias adolescentes y problemas de salud mental con igual franqueza y una paradójica mezcla de seguridad en sí misma, distancia irónica y disfrute genuino con la música.

Suceder ese disco no era tarea fácil, pero Eilish se puso a trabajar de inmediato. Desde el verano de 2020 nos han estado llegando adelantos de este Happier Than Ever, y no han decepcionado. El disco es un poco largo, con dieciséis cortes y más de cincuenta minutos, y quizás no impresiona tanto como su predecesor, pero muestra con claridad el crecimiento artístico y personal de Billie. En particular, los temas principales del álbum son su reacción al escrutinio público que ha traído consigo la fama y la superación de una relación tóxica y la posterior ruptura con un chico seis años mayor que ella (tengamos en cuenta que ella tenía entonces 16 años). El sonido, por su parte, es en conjunto más calmado y acústico. No hay nada que se parezca a la agresiva “you should see me in a crown”, y en el último tercio escuchamos no una, ni dos, sino hasta tres baladas de guitarra acústica (las tres funcionan muy bien, por cierto). El álbum encaja plenamente en el tópico del Bildungsroman, de la llegada a la mayoría de edad de su protagonista.

No en vano la primera canción es la excelente “Getting Older”, “haciéndome mayor”. Unos simples y repetitivos sintes, acompañados en su desarrollo por pequeños detalles como un sutil xilófono, dejan espacio para que la bonita voz de Billie desgrane reflexiones de honestidad y profundidad desarmantes (“Things I once enjoyed/Just keep me employed now”). Se trata de una introducción perfecta, y el primer tramo del álbum sostiene un nivel altísimo, combinando temas más movidos como “I Didn't Change My Number” y “Oxytocin” con otros más pausados como “my future” o las sensuales “Billie Bossa Nova” y “Lost Cause”. Después de esta última llegamos, sin embargo, a una parte intermedia bastante menos interesante. “Halley's Comet” es una balada romántica al piano que aporta poco en términos de imaginación. “Not My Responsibility” es fascinante en concepto (un interludio donde Billie denuncia en formato spoken word los juicios que ha recibido por su forma de vestir), pero no tanto en ejecución: ni la música sostiene bien a la artista, ni sus palabras son particularmente creativas o profundas al tratar este tema. En último término, el principal problema es que el ritmo del disco se pierde.

Ese mismo mimo se percibe en la producción, la composición y la ejecución vocal e instrumental. “NDA” habla sobre lo surrealista que se ha vuelto su vida, hasta el punto de tener que hacer firmar acuerdos de confidencialidad a quienes la rodean para evitar filtraciones de su vida privada

“Overheated” mejora algo la cosa, tratando el mismo tema con algo más de tino, y tiene una buena base electrónica, aunque le falte un estribillo mejor. “Everybody Dies” peca también de superficialidad en una letra que trata un tema supuestamente profundo, la muerte, mientras que la instrumentación resulta en esta ocasión demasiado sutil, hasta el punto de resultar olvidable. Por suerte la cosa mejora a partir de aquí: “Your Power”, la primera de las baladas de guitarra antes mencionadas, trata la cuestión del abuso de poder por parte de hombres mayores sobre mujeres menores de edad, y lo hace simultáneamente con fuerza y cuidado. Ese mismo mimo se percibe en la producción, la composición y la ejecución vocal e instrumental. “NDA” habla sobre lo surrealista que se ha vuelto su vida, hasta el punto de tener que hacer firmar acuerdos de confidencialidad a quienes la rodean para evitar filtraciones de su vida privada.

Y entramos ya en las tres canciones finales, todas ellas magistrales: “Therefore I Am” es un single perfecto, rebosante de una sana arrogancia y divertido de principio a fin. Después viene la canción titular, que empieza de nuevo como una balada acústica tirando de acordes del jazz, hasta que entra una guitarra eléctrica y se transforma en un atronador himno de arena rock en el que manda a la mierda a su ex. Rápidamente se ha convertido en la canción más popular del disco, y con razón: ese cambio de registro es perfecto y nos brinda el momento más vibrante del álbum. Los gritos de la parte final me hacen pensar que Eilish ha escuchado a su paisana Phoebe Bridgers: la canción sigue una progresión muy similar a “I Know The End”, el tema de cierre de Punisher (2020). Por eso mismo sorprende que después de terminar este himno, quede aún otra canción: de nuevo una balada con guitarra acústica, la dulce “Male Fantasy”. Es una gran composición con una bonita letra y Billie la canta con sentimiento y gracia, así que es difícil enfadarse, pero el álbum parece terminar dos veces, y esto desconcierta un poco.

Así pues, Happier Than Ever no es un disco perfecto. Pero aunque le sobren un par de canciones, aunque tenga una estructura un poco rara, aunque no sea tan deslumbrante como el debut, Billie Eilish ha demostrado que ha venido para quedarse. A sus diecinueve años es ya la estrella pop del presente, y la calidad de su trabajo se ha visto recompensada también con ventas. El disco ha sido número uno en más de veinte países y ha batido récords de ventas, incluso en formato físico. Esto es justamente lo que echábamos de menos: un álbum capaz de captar la atención de todo el mundo al mismo tiempo. Aunar calidad y éxito de masas no es tan sencillo, y Eilish lo está consiguiendo a lo grande. Ojalá que vengan muchos más discos así, por su parte y por la de otras grandes estrellas del pop.

Puntuación: 8/10

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com