En un País offshore, de cuyo nombre no quiero acordarme

Cartas al director - Serafín Jiménez - Miércoles, 20 de Abril de 2016

El término sociedad civil, como concepto de la ciencia social, hace referencia a la diversidad de personas que, con rango de ciudadanos y generalmente de manera colectiva, actúan para adoptar decisiones en la esfera de lo público. Según Jürgen Jabermas, la existencia de una sociedad civil diferenciada de la sociedad política es un prerrequisito para la democracia. Sin ella, no hay Estado legítimo.

En todo sistema democrático que se precie, el pueblo debe ser portador de la voluntad colectiva y política. Correspondiendo al estado la labor de facilitar a la ciudadanía la capacidad de plasmar dicha voluntad. Algo a todas luces incompatible con la deriva neoliberal adoptada por nuestros gestores y que ha desembocado en una profunda crisis de legitimidad. Crisis que nos ha sumido en una espiral de autocomplacencia, arrogancia, corrupción e ineptitud que parece no tener fin. Es como si a una reunión de pirómanos hubiéramos invitado a todos los fosforeros.

No se está haciendo nada para unir y si mucho para romper.

La política se ha convertido en un juego de trileros donde se nos venden acciones ficticias de un país offshore, de cuyo nombre no quiero acordarme. Nuestras deficiencias estructurales, han sido potenciadas desde el propio gobierno con un inmovilismo que ha debilitado el marco que nos une como Españoles. Dejando nuestra constitución tocada de muerte. Son cómplices y promotores, martillazo a martillazo, de la mayor fractura social de la historia de la democracia española.

Nos han amordazado sistemáticamente.

Ira, sufrimiento, hastío, vergüenza han sido sentimientos que han formado parte del discurso identitario de una sociedad que ha aprendido a base de golpes a utilizarlos para construir muros con los que protegerse. Por ello, se hace necesaria más que nunca la reflexión sobre los distintos escenarios políticos y socioculturales que nos afectan.

Fortalecer de forma real y efectiva, más allá de titulares, la relación estado-sociedad, es la única forma de revertir este déficit de legitimidad. Es la obligación de quien nos dirige virar hacia políticas que revitalezcan el tejido social y logren fortalecer de forma ágil y sencilla los lazos que nos unen. Solo construyendo, confluyendo, visibilizando pueblo posibilitaremos un cambio real. Movimientos sociales, organizaciones cívicas, partidos políticos. Todos somos actores aunque solo algunos hayamos entendido nuestro papel.

Citando un fragmento del discurso del maestro Pablo Neruda tras recibir el Premio Nobel de Literatura:

"En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres."