EL CAPRICHO DE W. R. HEARST POR EL ARTE GRANADINO

Granada en el Castillo de 'Ciudadano Kane'

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 16 de Febrero de 2020
Impresionante historia la que nos ofrece Gabriel Pozo Felguera, sobre el expolio que sufrió Granada y su provincia, centrado, en este excepcional reportaje, en el que ejecutó William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación de EEUU, que alentó desde sus periódicos la guerra de Cuba, e inmortalizado por Orson Welles en la célebre película 'Ciudadano Kane’. Ni la Alhambra se quedó a salvo de sus garras. No te lo pierdas.
Alfarje de la Cuadra Dorada. W. H. Hearst no consiguió comprarlo y decidió hacer una copia exacta en escayola y oro para su castillo.
Alfarje de la Cuadra Dorada. W. H. Hearst no consiguió comprarlo y decidió hacer una copia exacta en escayola y oro para su castillo.
  • Una veintena de artesonados y alfarjes granadinos están colocados en las estancias de San Simeón Castle (San Diego, California)

  • Fijó sus ojos en los monumentos más importantes de Granada: se le resistieron la Cuadra Dorada (de la que hizo una copia) y el Palacio de los  Córdova

  • Siete de los ocho techos góticos, mudéjares y renacentistas de la Casa del Zagal (Guadix) los tiene colocados en alguna de sus 153 habitaciones

  • Un techo esférico de la Alhambra lo regaló a su médico y actualmente está colocado en Nuevo León (México)

William Randolph Hearst fue un magnate de los medios de comunicación de EE UU. Con sus periódicos azuzó la guerra de Cuba contra España. Amasó tanta fortuna que se dedicó a comprar antigüedades por toda Europa, especialmente en España, para levantar su Castillo de San Simeón en San Diego (California). No se tiene la certeza de que Hearst recalase en Granada durante su viaje por España en 1924, pero sus representantes no dejaron de enviarle propuestas de adquisición de piezas de esta provincia dejada de la mano de Dios. Hearst (el Ciudadano Kane de la película de Orson Welles) se encaprichó con los artesonados y alfarjes granadinos; negoció su compra durante años. Unos se le resistieron, pero se llevó otros muchos. San Simeón Castle acumula más de un centenar de techumbres góticas, mudéjares y renacentistas en sus 153 estancias; de donde más proceden es de Granada y Guadix.

El Castillo de San Simeón de California es hoy un parque temático en el que se concentran miles de piezas del arte europeo, especialmente español. El conjunto de edificios fue construido como un inmenso puzle donde ir encajando partes de edificios históricos desmontados en Europa. La inmensa fortuna de su promotor, William Randolph Hearst le permitió hacerse con centenares de obras de arte granadinas entre 1919 en que comenzó a construirlo y 1936. Ciudadano Kane sintió especial debilidad por los artesonados españoles, especialmente granadinos. Y por las puertas, ventanas y barandillas talladas de los siglos XIV a XVI.

San Simeón Castle, en San Diego (California). Las torres están copiadas de la Iglesia de Santa María la Mayor de Ronda.

Granada era una ciudad empobrecida, en derribo, que casi despreciaba las antigüedades de su Historia. Y Hearst tenía una chequera inmensa, dispuesta a comprar cualquier pieza que se le pusiera por delante (en 1924 declaró haber ganado 125 millones de dólares con sus 32 periódicos y 8 revistas). No le importaba que se tratase de una iglesia, un monasterio completo o una casa señorial. Y si había que demolerla para extraer un techo, se demolía entera.

La pareja consiguió tejer una tupida red de anticuarios, marchantes y chamarileros locales. 

Para conseguir sus caprichos dispuso de la colaboración en España de la pareja formada por Arthur Gustave Bein (1884-1935), aunque rebautizado como Byde, y de su esposa Mildred Stapley (1879-1941). Él era arquitecto, buen fotógrafo y dibujante; ella, escritora especializada en arte. La pareja consiguió tejer una tupida red de anticuarios, marchantes y chamarileros locales. En Granada se relacionaron con al menos media docena de ellos; incluso también contó con comisionistas entre destacados profesores de arte y eclesiásticos.

Algunas de las fotografías del libro-catálogo de los Byde “Decorated wooden ceiling in Spain” (1920).

Byde y Stapley viajaron asiduamente a Granada desde su central en Madrid. Hicieron varias publicaciones sobre artesonados, rejería, puertas, bordados, jardines, etc. en los que aparecían algunas estampas de Granada. En realidad, sus publicaciones eran más un catálogo de piezas que ofrecer a potentados de EE UU que tratados de arte. Las fotografías y dibujos debían entrar por los ojos a los nuevos ricos americanos, empeñados en llenar sus casas con retazos de arte español.

En el caso de los artesonados acumulados por 'Ciudadano Kane' en San Simeón, de los 83 que tienen origen español, casi una veintena proceden de Granada. Hay un caso excepcional: de los 8 alfarjes y artesonados con que contaba la Casa del Rey Zagal de Guadix, siete están colocados en habitaciones de sus edificios

En el caso de los artesonados acumulados por Ciudadano Kane en San Simeón, de los 83 que tienen origen español, casi una veintena proceden de Granada. Hay un caso excepcional: de los 8 alfarjes y artesonados con que contaba la Casa del Rey Zagal de Guadix, siete están colocados en habitaciones de sus edificios. Conocemos el origen de varios más exportados desde Granada, pero el secretismo con que se llevó todo hace imposible saber con exactitud cuántos adquirió en realidad en esta provincia y su ubicación dentro de sus propiedades.

Pero sin duda que lo que más llama la atención durante la visita a San Simeón Castle es una estancia idéntica a la Cuadra Dorada de la Casa de los Tiros. El techo de los héroes –como lo llaman allí- es una reproducción exacta del que permanece en Granada. Hay varios más que son gemelos a algunos que han conseguido sobrevivir en monumentos granadinos; y otros muchos que seguramente cubrieron techos de edificios nazaritas y renacentistas de Granada.

Byde y Mildred entran en acción

El arquitecto y la escritora se establecieron en Madrid en 1912. Comenzaron recorriendo España como representantes de la Hispanic Society. Su misión consistía en enviarle textos artísticos e históricos, fotos y dibujos del arte español. Los dos hispanistas contribuyeron mucho a extender nuestro arte en Estados Unidos. En cierto modo, lo pusieron de moda en un país con mucho dinero pero sin acervo cultural. Pero también contribuyeron a exportar la imagen de que la ruinosa España estaba en venta. Desde principios del siglo XX, las grandes fortunas de EE UU habían comenzado a desmontar conventos, iglesias y monasterios para llevárselos piedra a piedra a su país.

Los americanos pudieron conocer a través de ellos los techos de la Alhambra, de la Casa del Zagal, los Córdova, la Casa de los Tiros, Santa Isabel la Real, la Madraza, las rejas de la Capilla Real, los jardines del Generalife, los jardines en construcción del Carmen Rodríguez-Acosta...

La pareja remitió entre 1915 y 1921 más de 2.500 fotografías de excelente calidad tomadas por los pueblos de España. La Hispanic Society las mostraba en sus exposiciones y publicaciones.  Fue el momento en que Byde-Mildred publicaron varios de sus libros-catálogo. Los americanos pudieron conocer a través de ellos los techos de la Alhambra, de la Casa del Zagal, Palacio de los Córdova, la Casa de los Tiros, Santa Isabel la Real, la Madraza, las rejas de la Capilla Real, los jardines del Generalife, los jardines en construcción del Carmen Rodríguez-Acosta, encajes y sedas, etc.

Fotografía del jardín del Carmen Rodríguez Acosta, aun sin acabar en un catálogo de Byde de 1924.

En 1920, Ciudadano Kane había comenzado la construcción de su “casita” con la colaboración y diseño de la arquitecta Julia Morgan. Deseaba originales o reproducciones exactas de lo mejor del arte español; sin escatimar en gastos. Julia Morgan contactó con la pareja de hispanistas residente en España; les conocía a través de sus magníficos catálogos. Y les contrató como sus representantes en España. Así fue como de la noche a la mañana, los hispanistas dejaron de ser investigadores para la Hispanic Society y se convirtieron en unos prometedores traficantes de antigüedades. Digo traficantes y no sólo anticuarios, porque sus métodos fueron más que cuestionables. La tapadera de hispanistas escondía un entramado de tráfico de obras de arte que a los españoles normales no les llamaba la atención; peor aún, eran unos benefactores porque daban trabajo a obreros demoliendo edificios para extraer las mejores piezas. Y por si esto fuese poco, el mismísimo Gobierno español les condecoró en 1927 con la Cruz de Alfonso XII como “reconocimiento a la admirable labor de propaganda hispanista que han realizado en su país”.

Julia Morgan, arquitecta del Castillo de San Simeón entre 1919 y 1947.
Arthur Byne.

Los Byde empezaron viviendo de alquiler a Madrid en 1912 y 23 años después poseían un palacete (hoy sede de la Embajada de EE UU) y una mansión en Mallorca. Llegaron a tener tres enormes almacenes propios para concentrar las piezas (en Madrid, Sevilla y Gibraltar), además de otros alquilados en Santander y Valencia. Su red de ojeadores y colaboradores en España superaba el millar de personas.

El capricho de la Cuadra Dorada

Nada más comenzar a trabajar para Ciudadano Kane, en la primavera de 1921, los Byne le ofrecieron la posibilidad de adquirir las techumbres de la Cuadra Dorada. Lo que ellos llamaban el techo de los héroes. El magnate ya los conocía a través de los catálogos de los hispanistas, pero se encaprichó aún más cuando le contaron que describía a los principales personajes de la historia de España. Tenía que conseguirlos a toda costa.

En septiembre de 1921, Hearst solicitó a Byde un amplio reportaje fotográfico y la traducción de los textos. Incluso envió a un camarógrafo desde EE UU a tomar imágenes.  La pareja estuvo en Granada hablando con el administrador de la Marquesa de Campotéjar, la italiana Matilde Giustiniani, para tantear la posibilidad de la compra.

Hearst reprodujo la Cuadra Dorada, o techo de los héroes, en escayola; después la pintó exactamente con los mismos colores y utilizó bastantes planchas de pan de oro. El magnate siempre dijo que era la techumbre que más cara le había resultado de todo San Simeón, muy por encima del coste de  impresionantes artesonados originales conseguidos a precios de ganga en Europa

Pero Byde había llegado demasiado tarde. El edificio de la Casa de los Tiros venía envuelto en polémica desde dos años atrás, cuando empezó a circular por Granada el rumor de que la Marquesa de Campotéjar quería desmontar la Casa de los Tiros y llevársela pieza a pieza a su palacio de Génova. El torreón es la única parte original que quedaba y en ella está el techo de la Cuadra Dorada. La prensa y la Comisión de Monumentos se echaron encima y el administrador del Marquesado, Luis Solía, tuvo que dar explicaciones y negarlo todo.

La Casa de los Tiros pasó en 1921 a propiedad del Estado, junto con los Jardines del Generalife. Si bien la Marquesa se llevó a Italia todo lo que consideró de valor. La Casa de los Tiros pasó momentáneamente a ser sede de la Comisión de Monumentos, en tanto comenzaban obras de readaptación para ser museo y oficina de turismo (que se concluyeron en 1926).

Ciudadano Kane no debió conformarse. Ordenó a Byne que hicieran un vaciado del techo para reproducirlo en el Castillo de San Simeón. Francisco de Paula Valladar y Antonio Gallego Burín, presidente y secretario de la Comisión de Monumentos, autorizaron que se hiciera una copia. Hearst reprodujo la Cuadra Dorada, o techo de los héroes, en escayola; después la pintó exactamente con los mismos colores y utilizó bastantes planchas de pan de oro. El magnate siempre dijo que era la techumbre que más cara le había resultado de todo San Simeón, muy por encima del coste de  impresionantes artesonados originales conseguidos a precios de ganga en Europa.

Copia exacta del techo de la Cuadra Dorada, extraída del documental Los cielos españoles, emitido recientemente por TVE.

En vista del expolio que se había venido dando en Granada con los edificios afectados por los derribos de la Gran Vía y tanto buitre americano sobrevolando el cadáver de Granada, la Comisión Provincial de Patrimonio instó a la Dirección General de Bellas Artes que declarase monumentos histórico artísticos una tanda de edificios sobre los que los anticuarios ya tenían puestas sus miradas. Así, la Gaceta de Madrid de 12 de julio de 1922 declaró monumentos arquitectónico-artísticos los siguientes: la Madraza, el cuartel de la Merced, el Alcázar Genil, la Casa de los Girones, casa número 19 de la calle Horno de Oro (Albayzín), el Palacio de Víznar, el Castillo de la Calahorra, las Puertas de Santa Fe, el Puente de Pinos Puente, el Colegio de Niñas Nobles, las Murallas del Albayzín, el Fuerte de Gabia y el Monasterio de Santa Isabel la Real.

Al menos, la precaria legislación de protección del patrimonio histórico haría desistir a los chamarileros depredadores de que se fijaran en estos edificiosprovincia

Al menos, la precaria legislación de protección del patrimonio histórico haría desistir a los chamarileros depredadores de que se fijaran en estos edificios. No obstante, quedaban cientos todavía desprotegidos en una ciudad y provincia de Granada tan repleta de ellos. En el caso de los techumbres de madera de calidad se calculaba que existían más de medio millar repartidos por toda la provincia.

El desacuerdo que salvó el Palacio de los Córdova

Si hoy todo el Palacio de los Córdova no está troceado en California y/o mansiones de EE UU se debió sencillamente a un desacuerdo en el precio entre Arthur Byne y su propietario, el anticuario granadino Ricardo Martín Flores.

El Palacio de los Córdova, situado en la Plaza de las Descalzas (actual Isabel la Católica), había sido comenzado a demoler en 1919. Arthur Byde lo había fotografiado unos meses antes e incluido en uno de sus catálogos (Decorated Wooden Ceilings in Spain, 1920). W. R. Hearst y la arquitecta Julia Morgan se habían prendado de sus techumbres y de puertas y ventanas; había que hacerse con ellos a toda costa. Fue uno de los primeros encargos que recibió el matrimonio de hispanistas.

Martín Flores conocía el poder económico de Hearst, de ahí que su oferta fuese global: se tenía que llevar todo en un mismo paquete por un precio de 85.000 dólares. Aquella primera oferta del granadino fue dirigida al potentado americano en diciembre de 1921

Ricardo Martín Flores conocía el valor de todos los elementos del Palacio de los Córdova. Por eso los desmontó con sumo cuidado y se los llevó a su almacén de Villa María, en la carretera de Alfacar. Allí tenía también tienda de materiales de derribo. Montó cuidadosamente las valiosas techumbres y todas las maderas. Martín Flores conocía el poder económico de Hearst, de ahí que su oferta fuese global: se tenía que llevar todo en un mismo paquete por un precio de 85.000 dólares. Aquella primera oferta del granadino fue dirigida al potentado americano en diciembre de 1921. Byne vio bien el precio por entender que era uno de los edificios más notables de España, propiedad del Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba). Byde se desplazó expresamente a Granada a fotografiar cada uno de los alfarjes, puertas, ventanas, escudos, rejas… recogidos en tres grandes álbumes. Pero Hearst no respondió hasta abril de 1922; le seguían interesando los 16 techos de gran valor desmontados del Palacio de los Córdova, así como todos los demás elementos de madera. Pero lo más que estaba dispuesto a pagar eran 25.000 dólares. La contraoferta de Martín Flores fue bajar a 75.000, y no se hablara más del asunto.

Catálogo editado en 1923 por Martín Flores con los artesonados y maderas más importantes del derribo del Palacio de los Córdova. Lo hacía pasar como residencia del Gran Capitán. AHMGR.
Remates de vigas y canecillos contenidos en el catálogo de Martín Flores. AHMG.

Las negociaciones quedaron rotas entre ambas partes. A finales de 1923, los dieciséis techos de los Córdova continuaban montados y expuestos en Villa María. Nadie pagaba los 75.000 dólares que pedía por el paquete. En vista de que Hearst a lo sumo había subido su oferta a 50.000 dólares, Martín Flores editó un catálogo haciendo creer que su casa era un museo en vez de un tratante de antigüedades. Iba profusamente ilustrado con las piezas más importantes, escrito en inglés y castellano. Lo peor de todo el catálogo era que mentía descaradamente: el texto introductorio lo situaba como propiedad y residencia  del Gran Capitán, hablaba del personaje y de las famosas cuentas de Gonzalo Fernández de Córdoba. Luego justificaba la demolición asegurando que lo había hecho para salvarlo del expolio y de la ruina, ya que pululaban por Granada infinidad de gitanos y gente de mal vivir que se dedicaban a arrancar lo que podían de la Alhambra y de los monumentos para venderlos a anticuarios extranjeros. Además, el edificio del Palacio estaba convertido en varios almacenes que corrían riesgo de arder cualquier día. Y que él lo había desmontado para guardarlo todo y, en el futuro, volver a reconstruirlo.

La exposición de Martín Flores y las 16 techumbres de los Córdova continuó viva hasta los años sesenta. En 1953 (10 de octubre) publicó un extenso reportaje en el diario ABC explicando que tenía a buen recaudo las piezas.

Byde consiguió adquirir algunos artesonados a Martín Flores. Siempre dijo que pertenecían al Palacio del Gran Capitán (en unos documentos se hablaba de la existencia de 18 y en otros de 16 techos); no obstante, si comparamos el catálogo de 1923 con los que hay colocados actualmente, concuerdan plenamente

El resto de las historia del Palacio de los Córdova es suficientemente conocida: en la década de los años 60 fue reconstruido por el Duque del Infantado al comienzo de la Cuesta del Chapiz, intentando ser lo más fiel posible con las fotografías y planos originales alzados por Gómez-Moreno en 1919, Byde en 1920 y Martín Flores en 1923.  Más o menos se consiguió reproducir el Palacio y colocar los elementos originales. Las 16 techumbres de mayor valor se conservan, más algunos techos planos situados de manera descontextualizada. En 1983 fue adquirido el Palacio de los Córdova por el Ayuntamiento de Granada para instalar el Archivo Histórico Municipal.

Byde consiguió adquirir algunos artesonados a Martín Flores. Siempre dijo que pertenecían al Palacio del Gran Capitán (en unos documentos se hablaba de la existencia de 18 y en otros de 16 techos); no obstante, si comparamos el catálogo de 1923 con los que hay colocados actualmente, concuerdan plenamente. Dos de ellos debieron serle vendidos por Martín Flores haciéndolos pasar como de los Córdova.

Artesonado en el reconstruido Palacio de los Córdova, sede del Archivo Histórico Municipal. J. ALGARRA.
Una de las puertas talladas en los Cordova, alusiva a figuras de héroes y reyes de la historia española.

Palacio el Zagal, presa conseguida

En el año 1918, Arthur Byde y su esposa Mildred Stapley habían estado por tierras granadinas. Fue el viaje en que aprovecharon para hacer las fotografías incluidas en su libro Decorated Wooden Ceilings, publicado dos años más tarde. Conocieron la inminente demolición de la Casa del Zagal en Guadix. Del edificio tomaron abundantes fotografías. La Comisión de Monumentos intentó evitar el derribo y en 1922 instó a la Academia de San Fernando y a la Real Academia de la Historia que lo declarasen de inmediato monumento nacional. El encargo de informar sobre las cualidades histórico-artísticas de la Casa del Zagal le fue encomendado al académico granadino Manuel Gómez-Moreno, el 4 de octubre de 1922. Pero el informe jamás fue redactado, no obtuvo la declaración y no se le pudo aplicar ninguna medida de protección.

Carta de encargo a Manuel Gómez-Moreno conservada en la Real Academia de la Historia.

Sin nada que lo impidiera, en 1923, la dueña de la Casa del Zagal comenzó la demolición del palacio que había sido sede efímera de la corte del hermano de Muley Hacén y tío de Boabdil, entre 1486 y 1493. También residencia por unos días de los Reyes Católicos. Estaba situado en Guadix, en la esquina de la plaza mayor, lindera con el Pósito y el Ayuntamiento (más o menos en el solar que después fue Cinema Acci y hoy teatro Mira de Amescua). En las escrituras antiguas la Casa del Zagal aparece referenciada con entrada por Plaza de los Corregidores, Plaza Nueva, de Gonzalo de Cortinas, de la Constitución, de Onésimo Redondo y de la Libertad. Todos estos nombres ha tenido la plaza de las Palomas a lo largo de la historia. Era uno de los palacetes más antiguos y de mayor abolengo de Guadix.

Postal de 1909. El cubo del centro era el Pósito. A su derecha, en la esquina de la plaza, se situaba la Casa del Zagal.

En sus techos tenía colocados un artesonado y siete alfarjes planos. Sus estilos abarcaban varias épocas constructivas: uno era gótico, tres mudéjares y cuatro renacentistas. Es decir, alguno se remontaba a etapa nazarita, mientras que los más modernos habían sido labrados por la importante colonia de carpinteros que floreció en Guadix en torno a la construcción de la Catedral y de los conventos de Santiago, Santo Domingo, San Francisco, además de los palacios de Villalegre y Peñaflor. Todos estos edificios mantienen una excelente muestra de los carpinteros accitanos, además de otros ejemplos en pueblos de la comarca. Resaltan por su policromía.

Una vez más, volvió a utilizar la repleta chequera de Ciudadano Kane y empezó a negociar con todos los anticuarios. Su empeño mereció la pena, pues en poco más de un año consiguió comprar siete de los ocho techos de la Casa del Zagal y remitirlos al Castillo de San Simeón

Arthur Byde se enteró tarde de la demolición de la Casa del Zagal. En agosto de 1924 tomó un tren urgentemente y se presentó en Guadix. Sólo llegó a tiempo de ver cómo algunos alfarjes estaban desmontados y embalados, mientras que el artesonado grande ya había volado. Los había adquirido un consorcio de anticuarios de Granada y dos de Madrid (Raimundo Ruiz y R. Howard).

Una vez más, volvió a utilizar la repleta chequera de Ciudadano Kane y empezó a negociar con todos los anticuarios. Su empeño mereció la pena, pues en poco más de un año consiguió comprar siete de los ocho techos de la Casa del Zagal y remitirlos al Castillo de San Simeón. Allí están colocados los siete techos de Guadix, si bien varios de ellos fueron troceados para readaptarlos a las dimensiones de las habitaciones. Al menos nos ha quedado una referencia fotográfica de cómo era originariamente; las ocho techumbres fueron publicadas en la revista anual The book of the Boston Architectural club (1925). Al artesonado grande atirantado (el último de las fotografías que siguen) se le perdió el rastro.

Estos siete alfarjes accitanos repartidos por San Simeón Castle figuran en las fichas del libro 'La destrucción del patrimonio artístico español'

Estos siete alfarjes accitanos repartidos por San Simeón Castle figuran en las fichas del libro La destrucción del patrimonio artístico español con los números 7, 8, 9, 46, 54, 55 y 56. (Las medidas con que están en el libro no corresponden con los originales fotografiados antes de demoler al Casa del Zagal, pues ya he comentado que algunos fueron troceados para su montaje).

Byne compró los siete techos por una suma total de 16.000 dólares. Fueron enviados a Nueva York desde el puerto de Gibraltar en 69 cajas, con un peso total de 14.842 kilos de madera. Llegaron repartidas en nueve barcos entre principios de 1925 y finales de 1927. El más pequeño, ya colocado, mide 2,10x4,5 metros; el mayor, 4,20x9,90.

Fotografías dFotografías de los ocho techos de la Casa del Zagal de Guadix tomadas antes de ser desmontados. Fueron publicadas en la revista The book of the Boston Architectural club (1925).

El ochavado de la Alhambra y el más grande de España

Arthur y Mildred adquirieron piezas de todo tipo en Granada. Ya he referido que los monumentos de Granada estuvieron en almoneda durante el primer tercio del XIX y hasta los años setenta del siglo XX. Las visitas de la pareja a esta provincia se prodigaron entre 1921 hasta 1935, en que él falleció Arthur en accidente de tráfico en Santa Cruz de Mudela.

Bastantes de las piezas adquiridas en Granada están colocadas en el Castillo de San Simeón, pero otras muchas tuvieron otro destino, en su mayoría desconocido en la actualidad. Ciudadano Kane tenía unos enormes almacenes de obras de arte en el barrio neoyorkino del Bronx, donde las iba acumulando hasta su posterior traslado a California

Bastantes de las piezas adquiridas en Granada están colocadas en el Castillo de San Simeón, pero otras muchas tuvieron otro destino, en su mayoría desconocido en la actualidad. Ciudadano Kane tenía unos enormes almacenes de obras de arte en el barrio neoyorkino del Bronx, donde las iba acumulando hasta su posterior traslado a California. Algunas piezas no llegó a utilizarlas, otras las regaló y buena parte de ellas fueron subastadas a su muerte (a partir de 1951).

Al tratarse de exportaciones en su mayoría ilegales, la correspondencia y las fichas de las piezas las llevaban en clave. De ahí que sea prácticamente imposible conocer con exactitud la procedencia de lo granadino que contiene San Simeón (Hay decenas de bargueños granadinos, piezas de taracea, puertas, ventanas, barandillas, herrajes…)

No obstante, hay dos techumbres muy singulares que merecen una mención en este artículo.

Una de las últimas adquisiciones de Byde en Granada fue un palacete completo. Lo derribó en 1933 para poder extraer el que llamó mayor techo jamás construido en España. El derribo del edificio desconocido tuvo lugar a principios de 1933; el artesonado extraído medía 39,62x5,64 metros. Estaba sujeto por treinta vigas maestras de 28x38 cms. de sección. Entre las vigas había hermosísimas tabicas coloreadas. En realidad debió ser impresionante porque pagó por él nada menos que 15.000 dólares, casi igual que por los siete de Guadix. No se sabe de qué edificio se trató (¿quizás una iglesia?) ni tampoco el destino final que tuvo el artesonado mudéjar. Sólo se sabe que embarcó en  el puerto de Sevilla en septiembre de 1933. Es bastante probable que lo partiera en trozos y esté colocado en varias estancias del complejo San Simeón (Hay que tener en cuenta que ni Julia Morgan ni sus carpinteros tenían ni idea de carpintería de lo blanco, con lo cual montaron mal y mutilaron infinidad de techumbres).

Una de las piezas más antiguas que adquirió Ciudadano Kane perteneció a la Alhambra hasta finales del siglo XV. Se trata de un pequeño ejemplar de artesonado octogonal, casi en forma de media naranja, de dimensiones 4,30x4,30. Lo adquirió Byde en 1922 al propietario de una casa  situada en lugar desconocido de Granada. Los rastros apuntan a que estuvo colocado en algún lugar de la Alhambra hasta el año 1491, en que fue bajado a la ciudad y recolocado en el  palacete de algún magnate castellano recién llegado a la ciudad.

Imagen del techo ochavado procedente de la Alhambra y montado recientemente en Nuevo León (México). RTVE

En 1922 partió hacia los almacenes del Bronx, pero Hearst no lo colocó en San Simeón, sino que se lo regaló a uno de sus médicos. El galeno lo tuvo instalado en casa hasta fecha desconocida. En el año 1994 debió ser desmontado y reapareció en una subasta de la casa Christie´s de Londres. Entonces el coleccionista mexicano Mauricio Fernández Garza lo adquirió por 315.750 dólares. Se lo llevó a su finca La Milarca (Nuevo León, México), donde tiene algunos más procedentes de anteriores subastas de los almacenes del Bronx. En la actualidad lo ha vuelto a montar en el techo de una torre mirador de lo que hoy se pretende que sea un museo de la ciudad mejicana.

Arthur Byde adquirió también para San Simeón dos techos mudéjares de una casa morisca arruinada. Medían 2,40 por 7 metros. De aquella casa que no concretan sus archivos también se llevó barandillas, pilares tallados del patio, columnas de mármol, tabicas de aleros y yeserías moriscas.

'Ciudadano Kane' llegó tarde para llevarse piezas enteras de los derribos de la Gran Vía, pero tuvo ocasión de adquirir ventanas y puertas talladas que todavía conservaban en sus exposiciones los anticuarios Enrique Linares, Martín Flores y el Conde de Miravalle

Ciudadano Kane llegó tarde para llevarse piezas enteras de los derribos de la Gran Vía, pero tuvo ocasión de adquirir ventanas y puertas talladas que todavía conservaban en sus exposiciones los anticuarios Enrique Linares, Martín Flores y el Conde de Miravalle.

En 1923 protagonizó la adquisición de las techumbres y maderas de valor de la casa situada en el número 19 de la calle Santa Escolástica. Precisamente este hecho fue denunciado por Leopoldo Torres Balbás, director de la Alhambra, en su artículo La ciudad que desaparece. (Torres Balbás había alabado a Byde y Mildred por su tarea difusora de la arquitectura española en EE UU, en la Revista de Arquitectura, diciembre de 1922). Seguro que no siguió pensando lo mismo de él cuando, ya en Granada, vio el trapicheo de obras de arte que se llevaban entre manos con los despojos de la ciudad.

También en 1923, el 9 de octubre, se recibió en el Museo Arqueológico provincial la denuncia de un vecino que informaba del desmontaje de un artesonado mudéjar en la calle Zafra “de gran mérito” y que ya enfilaba el camino de Madrid. Para desmontarlo habían traído a un maestro de hachuela de Córdoba. El anticuario en cuestión era Raimundo Ruiz Ruiz, quien con su padre Pedro y su hermano Luis tenían una casa de antigüedades en la calle Barquillo de la capital y un almacén-exposición en Nueva York. El director del Museo, Gallego Burín, lo comunicó al presidente de la Comisión de Patrimonio, a ver qué se podía hacer para evitar que saliera de Granada. Al final, Raimundo Ruiz acabó vendiéndolo a Byne para destinarlo a San Simeón.

Carta de Paula Valladar al visitador de monumentos a ver qué se podía hacer para evitar el expolio de la calle Zafra. AHPGR.

En otro de los dormitorios del Castillo hay colocado otro techo granadino octogonal, en forma de cúpula truncada de 5,40x5,40. Es de estilo mudéjar, adquirido en Granada en 1930 por 4.000 dólares.

Finalmente, entre los artesonados comprados por Byne en Granada para Hearts apareció uno enorme en los almacenes del Bronx, desmontado y nunca recolocado. En los pocos datos que había de él sólo estaba seguro de haberlo comprado en Granada por 9.500 dólares, en el año 1926 tras haber sido demolida una casa

Finalmente, entre los artesonados comprados por Byne en Granada para Hearts apareció uno enorme en los almacenes del Bronx, desmontado y nunca recolocado. En los pocos datos que había de él sólo estaba seguro de haberlo comprado en Granada por 9.500 dólares, en el año 1926 tras haber sido demolida una casa. Sus medidas eran también excepcionales: 7,80x23,40, gótico con vigas talladas y todo policromado. En 1942 fue subastado por la firma Gimbel Bros y adjudicado a un desconocido por sólo 1.000 dólares. El destino actual, si continúa existiendo, es desconocido.

El largo listado de artesonados y alfarjes de todo tipo continuó saliendo subrepticiamente de Granada con dirección a Estados Unidos. A pesar de que las leyes de la II República se hicieron más severas en cuanto a protección patrimonial. La solución adoptada por la Comisión de Monumentos fue proponer a la Dirección General de Bellas Artes la declaración a mansalva de figuras de protección. Pero ni así se consiguió poner freno a la sangría.

En el caso de Granada eran tantos los edificios con artesonados mudéjares o renacentistas que no dio tiempo a ello. Además, las preocupaciones del pueblo llano eran otras: falta de empleo y hambre. Si no había trabajo y no se podía comer, qué iba a importar que ardiesen iglesias y conventos. Durante la II República ardieron varias iglesias y edificios religiosos. Qué más daba si tenían artesonados centenarios o no.

La guerra civil de 1936-39 supuso un freno al expolio de techumbres granadinas con dirección al Castillo de San Simeón. En primer lugar, porque las obras estaban muy avanzadas y W. R Hears había adquirido tantos que después le sobraron. En segundo lugar, el imperio económico de Ciudadano Kane empezaba a hacer aguas y ya no le sobraba tanto dinero para despilfarrar.

Hearst y su esposa ante la escalinata de San Simeón Castle, en 1932.

En los primeros años del franquismo, los anticuarios que sobrevivieron a la guerra civil continuaron tímidamente con sus exportaciones de las piezas acumuladas. Raimundo Ruiz prosiguió operando en Nueva York hasta su fallecimiento en 1954.

De Granada salieron artesonados, ya con cuentagotas, hasta la década de los años 80 del siglo XX. No había nada catalogado ni fichado. En 1983 yo fui testigo del desmontaje de un artesonado en la calle Gloria para su venta a un potentado. A partir del Plan General de 1985 fueron catalogados casi todos los edificios históricos de Granada y se consiguió poner freno a un expolio de dos siglos. También surgió una dura legislación de carácter autonómico que vela para que la historia no se repita.
NOTAS:

- La mayor parte de las fichas de artesonados de San Simeón han sido extraídas del libro “La destrucción del patrimonio artístico español. W. R. Hearst, el gran acaparador”, de José Miguel Merino de Cáceres y María José Martínez Ruiz.

- He utilizado las actas de la Comisión Provincial de Patrimonio (depositadas en el Archivo Histórico Provincial de Granada) y datos puntuales del Archivo Histórico Municipal de Granada, entre otros

- Mi agradecimiento a los profesores accitanos Santiago Pérez López y José Manuel Rodríguez Domingo por sus importantes aportaciones.