CAMBIO RADICAL DE LA PLAZA MAYOR EN EL SIGLO XIX

El Rincón de Vagos y la Acera de los Valientes de Bibarrambla

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 5 de Mayo de 2019
La historia de la transformación de Bibarrambla, desde que fue considerada Rincón de Vagos y Acera de los Valientes, firmada por el investigador Gabriel Pozo Felguera, con imágenes y planos que ha rescatado para ofrecerte una información de calidad, de interés, que hará saber más de Granada y sus rincones. Una excepcional información para que la disfrutes.
Rincón de los Vagos (1); Acera de los Valientes y Portalones (2); Hospital de San Sebastián (3); casa de los Miradores (4); y lugar donde estuvo la fuente del Leoncillo (5). En amarillo se esboza el realineamiento de Bibarrambla entre 1837 y 1885. Sobre el plano de Dalmáu de 1831.
Rincón de los Vagos (1); Acera de los Valientes y Portalones (2); Hospital de San Sebastián (3); casa de los Miradores (4); y lugar donde estuvo la fuente del Leoncillo (5). En amarillo se esboza el realineamiento de Bibarrambla entre 1837 y 1885. Sobre el plano de Dalmáu de 1831.
  • Sólo la fachada del Palacio Arzobispal permanece inalterada desde el siglo XVI en que fue diseñada la plaza principal de la ciudad al estilo castellano

  • En 1837 se abrió la veda: desaparecieron los últimos portalones, el Hospital de San Sebastián, la fuente del Leoncillo y se empezó a realinear la fachada Este

  • Durante treinta años, el centro de Bibarrambla tuvo una enorme plataforma elevada,  construida con el cascajo de los conventos derribados en los alrededores

La plaza de Bibarrambla no fue, hasta mediados del siglo XIX, el lugar más recomendable para transitar a partir de media tarde. Por allí se daban cita gentes de no muy buena reputación. Al atardecer era el lugar donde se citaban ociosos, pícaros, delincuentes, furcias y personas de mal vivir. La infinidad de recovecos, la oscuridad, el urbanismo quebrado y sus soportales propiciaban aquel ambiente. Hubo incluso dos puntos muy mencionados en la literatura y los escritos oficiales que hacían honor a sus calificativos: Rincón de Vagos y Acera de los Valientes. Incluso un tercero en torno al Hospital de San Sebastián. Todo eso comenzó a cambiar con la profunda reforma urbanística iniciada a partir de la Constitución de 1837; de manera que desapareció la tradicional Bibarrambla diseñada por los Reyes Católicos y nació la rectilínea de nuestros días. En poco menos de dos siglos, Bibarrambla ha cambiado por completo, sólo uno de sus edificios iniciales permanece en su lugar.

No era precisamente un lugar donde los pudientes desearan vivir; los bajos de las casas eran tiendas o talleres artesanales, mientras que los pisos altos estaban destinados a microapartamentos de clases bajas. El ambiente general eran ruidos y malos olores por las inmundicias del mercado; pendencias, gritos y prostitución en cuanto empezaba a oscurecer

Ya conocemos que Bibarrambla se empezó a diseñar a principios del siglo XVI como una plaza mayor de pueblo grande castellano, por orden de los Reyes Católicos. Debería ser de forma rectangular, porticada y concentrar en ella los principales edificios oficiales.Tendría grandes miradores desde los que presenciar los acontecimientos festivos y públicos. Incluso funcionó como lugar de torneos, autos de fe, juegos y cañas, y posteriores corridas de toros.  Hacia 1560 se puede decir que Bibarrambla estaba acabada según los deseos expresados por Isabel y Fernando. El resultado era muy desigual en cuanto a alineaciones, pero el fin se había conseguido, más o menos. La plaza no era monumental, a excepción de la casa de los Miradores, puesto que eran edificios que recordaban nichos de un palomar.

Con muy pocos cambios permaneció Bibarrambla desde el siglo XVI hasta el comienzo del siglo XIX. Además de las actividades oficiales en momentos puntuales, el lugar era considerado como mercado principal de verduras y hortalizas; en plazas y calles adyacentes se situaban la carnicería y la pescadería. No era precisamente un lugar donde los pudientes desearan vivir; los bajos de las casas eran tiendas o talleres artesanales, mientras que los pisos altos estaban destinados a microapartamentos de clases bajas. El ambiente general eran ruidos y malos olores por las inmundicias del mercado; pendencias, gritos y prostitución en cuanto empezaba a oscurecer.



Esquema de cómo era Bibarrambla en el primer tercio del siglo XIX, antes de comenzar la reforma y las alineaciones. Se ve lo irregular de las fachadas. Dibujo de Ventura Sabatel.

Rincón de Vagos

La acera Este de Bibarrambla (entre el Palacio Arzobispal y el Zacatín) tenía hacia su mitad un saliente que daba lugar a un rincón. Este espacio aparece nombrado en los documentos de la época como Rincón de Vagos; así permaneció hasta su desaparición a mediados del siglo XIX

La acera Este de Bibarrambla (entre el Palacio Arzobispal y el Zacatín) tenía hacia su mitad un saliente que daba lugar a un rincón. Este espacio aparece nombrado en los documentos de la época como Rincón de Vagos; así permaneció hasta su desaparición a mediados del siglo XIX. Aparece escrito en plural, tanto con uve como con be; incluso en dos ocasiones con uve doble; sólo he hallado una en singular (Rincón del Vago), como la famosa y visitada web de apuntes (www.rincondelvago.com). Todo indica que se trató de una interpretación o corrupción del vulgo a partir de lo que pudo ser el Rincón de Ubago, algún propietario de tienda del siglo XVIII.

El Rincón de Vagos fue un sitio donde de día se ubicaba la subasta y venta de muebles del Arzobispado. En los bajos de los dos portales que tenían su entrada por ahí había establecidas dos fraguas de cuchillos a principios del siglo XIX. Una de ellas supuso un continuo foco de conflictos con el vecindario. A ella acudían a comprar, templar y afilar cuchillos y arreglar armas los delincuentes del momento; y, de paso, es bastante probable que a recoger encargos de alguien que buscara a sicarios o camorristas.



En la Plataforma de Vico (1611) se dibuja perfectamente la existencia del rincón que en siglos siguientes sería llamado de Vagos.


Detalle para el ajardinado, donde se marca perfectamente el Rincón de Vagos.


En 1813 había una tienda de especias en Rincón, según este anuncio publicado en El ciudadano español.

El Rincón de Vagos de Bibarrambla y el dudoso prestigio de sus asiduos fue recogido por el literato José Jiménez Serrano en varios de sus relatos, publicados en El Semanario Pintoresco (1848). Este sobrino de un canónigo de la Catedral debió ver bien de cerca a aquellos pintorescos personajes, pues compara el lugar con los barrios de otras ciudades donde se concentraba el lumpen local. Incluso decía que había dos sitios especiales de cita de delincuentes en Granada: la Rondilla (zona de Bibataubín) y el Rincón de Vagos.

El Rincón de Vagos de Bibarrambla y el dudoso prestigio de sus asiduos fue recogido por el literato José Jiménez Serrano en varios de sus relatos, publicados en El Semanario Pintoresco (1848)

Ya desde 1837 comienzan a aparecer denuncias vecinales en el Ayuntamiento contra la actividad de las fraguas en los portales de las casas del Rincón. Las acusaciones eran de ruidos constantes de martilleo, desagradable olor a cuerno quemado que se utilizaba para el tiemple de cuchillos, humos que se colaban por la escalera e inundaban los apartamentos. Pero sobre todo el riesgo de incendio de la fragua por ausencia de chimenea para los humos. Imaginamos lo que debió sufrir el vecindario hasta que, en 1839, el cabo de la guardia municipal elaboró un informe en el que indicaba que los cuchilleros quemaban cuernos con un olor insoportable, y que carecían de extracción de humos. En 1842 se repitieron las denuncias. Hasta que ya en 1846 el Ayuntamiento envió al arquitecto Juan Pugnaire para que informase sobre las molestias y el riesgo de incendio. Por fin, la Comisión de Ornato municipal decidió clausurar ambas fraguas. Los cuchilleros Juan Gómez y Antonio Cano Torres tuvieron que buscarse otro lugar.



Orden de destrucción de la fragua enviada por el Ayuntamiento al cuchillero “quemacuernos” Juan Gómez. AHMG.

De todas formas, tanto a los cuchilleros como a los inquilinos les quedaba poco tiempo de permanecer en aquellas casas. El mal estado de las mismas y el proyecto de realineación de la plaza (arrastrado desde 1837) iban a hacerlas desaparecer en un futuro muy próximo… Aunque la tozuda realidad demostró que las cosas de palacio (consistorial) iban despacio.

En 1858-59 aparecieron varios anuncios en la prensa local que ofertaban casas situadas en el Rincón de Vagos. Se trataba de casas-tienda

En 1858-59 aparecieron varios anuncios en la prensa local que ofertaban casas situadas en el Rincón de Vagos. Se trataba de casas-tienda, de fachadas minúsculas (no más de cinco metros), que disponían de establecimiento en el bajo y estrechas escaleras para acceder a los apartamentos de plantas superiores. Por fin en 1861, una noticia en el diario La Alhambra daba cuenta de que habían comenzado los derribos de aquellas casillas. La intención era alinear toda la fachada Este de la plaza siguiendo la dirección marcada por el Palacio Arzobispal, con lo cual habría que retranquear la zona del Rincón y adelantar la esquina del Zacatín. El proyecto de fachadas totalmente rectas no se consiguió del todo, ya que las dos esquinas de la calle Libreros no están completamente parejas en la actualidad.



Noticia del inicio de derribo del Rincón de Vagos para realinear la acera Este, en 1861.

El resultado de esta línea de fachadas comenzó a verse a parir de 1874, cuando aparecieron varias casillas “verticales”, aunque dando la sensación de que se trataba de grandes bloques de viviendas. Se remataron con terrazas de antepechos que preservaban el lejano recuerdo de los miradores de tiempos pretéritos. Aprovecharon también para ensanchar y realinear la esquina del Zacatín en su desembocadura en la plaza.



Modelo de casa-tienda, de anchura menor a cinco metros, que se repitió de modo adosado. AHMG

Cae la Acera de los Valientes

A partir de 1520 quedó construido el conjunto de casas de la fachada Norte, que pronto la gente comenzó a llamarla acera de los Portalones. Fue la primera de este estilo de Bibarrambla y la que sirvió de modelo para las restantes de este estilo tan similar al Corral del Carbón. La formaban diez vanos sujetos sobre pilastras de piedra de Sierra Elvira y enormes vigas de madera para soportar los miradores.

También esta acera del siglo XVI iba a ser la primera en desaparecer en el XIX. La decisión fue tomada por el Ayuntamiento, presidido por el antiguo jefe político Ramón Crook. En 1842 el Consistorio llegó a un acuerdo con los nuevos propietarios y en poco más de dos años fueron demolidas y levantadas de nuevo. Son las que perviven en la actualidad. La línea de fachada se adelantó un poco.



En esta acuarela de Luis Muriel (1834), Bibarrambla todavía la ocupaba el mercado de verduras. En la fachada del fondo Norte asoman los soportales de la Acera de los Valientes y los miradores de sus microapartamentos populares. A la derecha se ven las casas del Rincón de Vagos, a continuación de la calle Libreros.

A esta acera norte de soportales se la nombraba desde el siglo XVIII como Acera de los Valientes. El motivo parece achacable a que era una extensión del Rincón de Vagos, lugar donde se daban cita rufianes, valentones, pendencieros, delincuentes y chulos

A esta acera norte de soportales se la nombraba desde el siglo XVIII como Acera de los Valientes. El motivo parece achacable a que era una extensión del Rincón de Vagos, lugar donde se daban cita rufianes, valentones, pendencieros, delincuentes y chulos. Además de sus correspondientes furcias. Para esa época, el ejercicio de la prostitución ya no se ceñía a la Mancebía (en la Manigua), sino que estaba extendida por varios puntos más de Granada. De hecho, tanto en los apartamentos de esta acera como en las callejas de la Carnicería proliferaban las habitaciones  ­­­­-­con camas de alquiler­­­­- donde se materializaba la coyunda. Era el punto de prostitución adonde solían acudir mujeres necesitadas bajo pretexto de ir a hacer el mercado por las mañanas.

1836: Monumento fallido a la Constitución Española

Granada fue de las primeras ciudades en sumarse jubilosa a homenajear a la Constitución de Cádiz (1812). La primera oportunidad la tuvo entre 1820 y 1823, durante el Trienio Liberal. El Ayuntamiento rebautizó la plaza de Bibarrambla como plaza de la Constitución y colocó una placa en una de las fachadas (probablemente en la casa consistorial de los Miradores). Hay referencia de un homenaje por parte del General Riego durante su visita a la ciudad en septiembre de 1822.

Bibarrambla se llamó oficialmente plaza de la Constitución durante buena parte del siglo XIX, en los periodos coincidentes con gobiernos liberales y progresistas. Incluso durante la visita de la reina Isabel II (1862) la pasearon por la plaza de la Constitución Monárquica.

No obstante, al cabildo le pareció poco homenaje a la Constitución Española con una placa   (eliminada en 1823, al inicio de la Década Ominosa), y se optó por un monumento mayor. La idea surgió en 18 de agosto de 1836 en el seno de la Junta Provincial, el equivalente al gobierno político que tomó el poder tras la sargentada de la Granja de San Ildefonso (12-14 de agosto). El gobernador Ramón Crook ordenó cambiar inmediatamente el nombre a la plaza de Bibarrambla y convocar a los arquitectos a diseñar un monumento constitucional.

Bibarrambla se llamó oficialmente plaza de la Constitución durante buena parte del siglo XIX, en los periodos coincidentes con gobiernos liberales y progresistas. Incluso durante la visita de la reina Isabel II (1862) la pasearon por la plaza de la Constitución Monárquica

Pero no hizo falta. El arquitecto municipal Juan Pugnaire corrió al día siguiente a presentarle uno que ya tenía diseñado. La Junta Provincial lo dio por bueno y encargó que inmediatamente fuese construido por los marmolistas. Hubo dos anécdotas al respecto: la primera fue que Pugnaire reutilizó como idea una especie de túmulo funerario prediseñado para alguna tumba del Cementerio; la segunda, los marmolistas recurrieron a piedras de Sierra Elvira procedentes de lápidas y restos de la demolición de los conventos de San Agustín y Capuchinas que estaban en fase de demolición.

Para su ubicación se pensó inmediatamente en utilizar el espacio que dejó libre la antiquísima fuente del Leoncillo. Pero había más: todos los puestos y casetas del mercado central de la ciudad debían ser trasladados a la plaza de los Lobos y Descalzas, en espera de tener disponibles los solares resultantes de los dos conventos antes mencionados.





Arriba, proyecto de monumento nunca colocado en Bibarrambla, hecho por Juan Pugnaire en 1836. Debajo, templete erigido en 1983 en el Paseo del Violón, desmontado en 2009 y nunca repuesto en lugar alguno de Granada.

El arquitecto Juan Pugnaire definió de la siguiente manera su proyecto: “Monumento erigido a la Constitución política de la monarquía española; en sus lápidas leerá continuamente el pueblo en letras de oro los sagrados artículos, que aseguran su libertad, seguridad e independencia; las inscripciones de los pedestales será la historia de las épocas en que se ha proclamado tan precioso código y las autoridades que le consagran esta memoria”.

Llegó 1837, la aprobación de la primera Constitución liberal de Isabel II, y el monumento no estaba ni empezado a montar. De nada habían servido las prisas iniciales de aquellos políticos. Todo quedó en dos dibujos, alzado y planta, elaborados por Juan Pugnaire. La idea permaneció olvidada durante casi un siglo y medio.

Tras la promulgación de la actual Constitución (1978), el primer Ayuntamiento democrático de Granada desempolvó la vieja idea de dedicar un espacio urbano a la Carta Magna y erigir un monumento

Tras la promulgación de la actual Constitución (1978), el primer Ayuntamiento democrático de Granada desempolvó la vieja idea de dedicar un espacio urbano a la Carta Magna y erigir un monumento. El espacio viario es la actual Avenida de la Constitución (sustituyendo a Avenida Calvo Sotelo, retomando el nombre que ya tuvo durante el primer tercio del siglo XX). El monumento sería prácticamente el mismo ideado en 1836, si bien readaptado por el arquitecto Marcelino Martín. La ubicación elegida fue el Paseo del Violón, recién ordenado urbanísticamente en la margen izquierda del río Genil. La pomposa inauguración tuvo lugar el 5 de diciembre de 1983, coincidiendo con el cuarto cumpleaños de la Constitución actual.

El monumento hubo de ser restaurado en el año 2000 debido a los daños que ya presentaba. Un poco después (2009) fue desmontado para facilitar las excavaciones del futuro aparcamiento del Violón. La promesa de los gobernantes municipales de entonces (PP) fue reponerlo en la plaza de la Caleta, donde finaliza la Avenida de la Constitución; esta calle comenzaría con una enorme bandera al principio, en el Triunfo, y finalizaría con el mausoleo escalonado.



Actual monumento al Flamenco (2013), donde estuvo el de la Constitución Española.

Nunca más se supo de aquella recolocación. Ni tan siquiera volvieron a montarlo en el lugar que ocupó desde 1983. Suponemos que debe dormir arrumbado en algún almacén municipal en espera de que una mano lo despierte de su sueño. En el lugar donde estuvo, apareció otro monumento de casi diez metros de alto titulado “Homenaje al Flamenco”; su autor fue el escultor Juan Antonio Corredor.

1837: Desaparece la fuente del Leoncillo

En el primer tercio del siglo XVI ya estaba construida una fuente desplazada hacia uno de los extremos de la plaza Bibarrambla. Los granadinos de la época la mencionan como de agua saludable. El embajador Andrea Navagiero describió en 1526 una fuente bellísima en uno de los ángulos de esta plaza; no sabemos si se refería a ésta o a otra anterior.

Lo más probable es que la fuente del Leoncillo la situaron en uno de los extremos para estorbar lo menos posible en las grandes ocasiones en que Bibarrambla se convertía en el lugar más concurrido de Granada

Diego de Cuelvis dedicó unas líneas a ella en 1599. Defendió que estaba situada en el ángulo noroccidental (hacia la entrada por Pescadería), la llamaban fuente del León porque la remataba un león de piedra que echaba agua por su boca. Entre sus garras sujetaba el escudo de la ciudad de Granada. Tenía un vaso octogonal y dos circulares en el centro.

Lo más probable es que la fuente del Leoncillo la situaron en uno de los extremos para estorbar lo menos posible en las grandes ocasiones en que Bibarrambla se convertía en el lugar más concurrido de Granada. Recordemos que era empleada como plaza de toros hasta la construcción de otra en el Triunfo por iniciativa de la Real Maestranza (1768); como escenario de los autos de fe; festividades del Corpus; coronaciones de reyes; etc.



Coronación de Carlos III. El 20 de enero de 1760 fue profusamente adornada la plaza de Bibarrambla para celebrar durante varios días la coronación del rey Carlos III. En el centro de este fragmento de grabado publicado con aquel motivo podemos ver la fuente del Leoncillo, ochavada y con varios caños. Se ve una figurilla coronando la taza superior que debía ser el león. Estaba situada próxima a la fachada Norte. En 1760 se ve que sólo quedaban soportales en el frente septentrional y en la casa de los Miradores (primera por la izquierda).

Tenemos una referencia gráfica de ella, figura en una litografía mandada hacer con motivo de la coronación de Carlos III (1760). En el dibujo a plumilla se ve una fuente con taza octogonal y un tronco en el centro que debía estar coronada por la figura del leoncillo; se intuyen varios caños de agua (entre cuatro y ocho). Su ubicación está desplazada hacia el lado norte de la Plaza, fachada que estaba completamente porticada y era denominada Acera de los Valientes. No conocemos con exactitud la procedencia del agua con que la nutrían, pero lo más probable es que proviniese del ramal de la Acequia de San Juan que alimentaba el aljibe de la Capilla Real-Catedral, cuyos derrames se perdían por las huertas del barrio de la Magdalena.

En el año 1811 estuvo en Granada el dibujante británico William Gell y dejó varios apuntes de Vivarrambla (sic). En uno de los detalles se ve esbozada la parte alta de la fuente.



Detalle de W. Gell (1808-11). A la derecha, delante de los soportales del Norte, se ve la coronación de la fuentecilla. A la izquierda aparece la casa de los Miradores y, por encima de los tejados,  la antigua iglesia de la Magdalena.

La fuente del Leoncillo es mencionada por el Diario Crítico y Erudito de Granada (26 de abril de 1813), como portadora de agua fina y saludable. Pero su antigüedad de casi tres siglos debía tener la piedra parda bastante deteriorada, por lo que ya se encontraba en sus últimos años de vida. Ya en 1833 se pensó en desmontarla; fue en 1837 cuando se estaba trabajando en el proyecto de monumento a la Constitución y se decidió su eliminación para dejar sitio a la escalinata y el mausoleo en honor de la ley de leyes.

Hospital y Ermita de San Sebastián

El año de la eclosión liberal y de la Constitución de 1837 trajo como primera consecuencia el afán demoledor de conventos. Los aires anticlericales, plasmados por el ministro Mendizábal y su desamortización, empezaron con el derribo de tres conventos situados en el entorno de Bibarrambla que iban a tener repercusiones directísimas sobre la plaza mayor de Granada.

Los conventos de San Agustín y Capuchinas liberaron dos espacios inmediatos que sirvieron para trasladar el antiguo mercado de hortalizas y dejar Bibarrambla para menesteres más burgueses. En segundo lugar, buena parte de la piedra y el cascajo resultante de los derribos fue utilizado para levantar una gran plataforma elevada en el centro de Bibarrambla, de casi dos metros; dicho promontorio estaba rodeado por un muro de piedra que hacía las veces de asiento. Las carretas y demás tráfico circulaban por la calle perimetral, no demasiado ancha.



Riberilla del Darro, grabado de David Roberts (1833-4). A la izquierda del arrecife del Darro se ve la parte trasera del Hospital y Ermita de San Sebastián. El puente del fondo es el del Carbón. La casa del frente central se corresponde con la que ocupa la joyería San Eloy (antes pastelería Bernina). La torre era la del convento del Carmen, actual Ayuntamiento. El edificio más a la derecha fue demolido para destinarlo a Plaza del Carmen.

Ese mismo año 1837, también tocó el turno al Hospital y Ermita de San Sebastián. Estaba situado en el lado Sur de Bibarrambla, lindando con el río Darro (en lo que hoy sería calle Príncipe). En realidad no se trataba de un convento, sino de un Hospitalico de los gremios de ganaderos y comerciantes, además de atender a sacerdotes pobres. Cuando se decidió su demolición no tenía demasiada actividad sanitaria, funcionaba más su ermita. La idea fue derribarlo para posibilitar una conexión directa con la futura plaza del Carmen y zona de San Matías.

Lo más probable es que la fuente del Leoncillo la situaron en uno de los extremos para estorbar lo menos posible en las grandes ocasiones en que Bibarrambla se convertía en el lugar más concurrido de Granada

El derribo del Hospitalico fue inmediato. No así su desescombro y apertura de la nueva calle. La ruina y el cascajar permanecieron convertidos en focos de suciedad, ratas y maleantes durante los años siguientes. En primer lugar porque no había forma de ponerse de acuerdo con los propietarios afectados por la nueva y recta calle; en segundo, porque la calle daría directamente al río, que era un pretil alto sin puente para comunicarse. Lo único que se hizo bien fue trasladar la atención sanitaria de esta casa de socorro hasta el hospital de San Juan de Dios.



Plano del primer trazado de la calle Príncipe, entre Bibarrambla y el río, dibujado en 1837 y no plasmado hasta veinte años después, aunque ya no completamente recta.

El solar del Hospitalico estuvo varios años convertido en un nido de inmundicias –según lo definían los informes municipales-. La apertura de la calle Príncipe (primero llamada San Sebastián) se la dejó dormir unos años al haberse iniciado ya el proyecto de cubrición del Darro entre el Carbón y Puente de la Paja. Por fin en 1850 se avanzó el primer proyecto de calle recta, ya que la Plaza del Carmen era una realidad; pero quedó paralizado, una vez más, hasta siete años después (1857) en que se consiguió acordar definitivamente el enlace no completamente recto entre Bibarrambla y Plaza del Carmen. Veinte años más tarde del derribo del Hospital, los vecinos ya podían comunicarse directamente entre ambas plazas por encima de la bóveda recién acabada en ese tramo.

Plataforma, jardines y fuente del centro de la plaza

En el decisivo año 1837 para la plaza de Bibarrambla arrancaron una serie de proyectos para dotar su centro de zona ajardinada, fuente o monumento señero. Ya no era un arenal inmundo utilizado como mercado. A partir de ahora se pretendía hacer de ella una verdadera plaza mayor para pasear y, sobre todo, celebrar las fiestas del Corpus.

El siglo XIX fue espectador de infinidad de proyectos de urbanización y exorno del espacio central de la plaza mayor

Pero la habían convertido en un vertedero de escombros y levantado una enorme plataforma  en su centro. El siglo XIX fue espectador de infinidad de proyectos de urbanización y exorno del espacio central de la plaza mayor. El cascajar permaneció en tal estado durante algo más de treinta años; hasta que en 1866 comenzaron a barajarse los primeros proyectos para convertirlo en un jardín elevado, con una fuente ovalada en el centro y escalinatas de acceso en las cuatro esquinas. Por supuesto, debido a su elevación, estaría rodeado de una barandilla de forja para evitar caídas.

Los arquitectos y jefes municipales de jardines nos han dejado el diseño de aquel fallido proyecto.





Plano de la plataforma, que ocupaba la mayor parte del centro de la plaza, y diseño de la barandilla que la protegería. AHMG.


En el plano de Contreras (1853) se aprecia lo irregulares que eran las líneas de fachadas en Bibarrambla. El solar del Hospitalico permanecía en espera de que fuese reconstruido. Y la plataforma central, elevada y llena de cascajo, era enorme (más o menos delimitada por la línea de árboles actuales).

Pero, una vez más y como suele ocurrir en Granada, el proyecto pasó a dormir el sueño de los justos y la intervención en Bibarrambla se limitó a colocar sólo una farola en mitad del estanque (sin fuente) sobre un pequeño montículo artificial de rocas.

Lo bueno de aquella intervención de 1867 fue que desapareció el montículo-escombrera que albergó durante tres décadas el cascajo de conventos cercanos. El estanque estuvo rodeado de un pequeño jardín cuadrado, muy similar a la actual de los Gigantones. Nos ha llegado un dibujo de la fuente fallida y la siguiente fotografía del estanque circular:

El desescombro de la plaza quedó rebajado hasta su nivel anterior a 1837. En su lugar nació una verdadera plaza para pasear, con su perímetro delimitado por árboles y bancos de piedra. Tal como se aprecia en la foto anterior, la circulación de carros continuaba haciéndose de manera perimetral; en esta foto de comienzos de la década de los setenta del siglo XIX se ve cómo los árboles no tenían más de cinco o seis años.

El estanque redondo, con su farola en el centro y el jardincillo cuadrado con su verja continuaban en el centro de Bibarrambla en 1889, tal como se aprecia en esta fotografía de José García Ayola. El monumento del Corpus de aquel año ocupa el lugar donde estuvo ubicada la fuente del Leoncillo.

Muy poco después de ser tomada la anterior fotografía fue eliminada la fuente y dejaron sólo un jardincillo en su lugar. En este caso la zona verde adoptó forma circular, tal como se ve en la siguiente fotografía:

El jardincillo circular en torno a la farola fue realmente un impasse en espera de que ubicaran  el monumento a Fray Luis de Granada. Empezó a hablarse de esta posibilidad en 1892 y para 1900 ya se hizo el proyecto de pedestal. En 1909 estaba colocada la estatua del santo granadino, que permaneció hasta la nueva reforma de 1940, con el traslado y ubicación de la fuente de los Gigantones (desmontada del convento de San Agustín en 1837, recolocada dos veces en los jardines del Genil y por ahora ocupando el centro de Bibarrambla).



Pedestal y estatua de Fray Luis de Granada (1910), poco después de su colocación.

El incendio que se llevó los Miradores

Si el incendio que destruyó la parte central de la Alcaicería (verano de 1843) no llegó a destruir las casas que miraban a Bibarrambla en su acera Este, no ocurrió lo mismo con el que se llevó por delante la casa de los Miradores, en la acera contraria, casi pegando al Arco de las Orejas. Ocurrió el 31 de diciembre de 1879. Se trataba del edificio más monumental de toda la plaza, con sus arcos de medio punto y los famosos miradores para las autoridades. Su construcción databa del primer tercio del siglo XVI y en el último soportal cobijaba el portillo de las Cucharas, un arco pequeño que comunicaba con la Carnicería y calle de los Mesones.

Tras el incendio sólo quedó en pie la fachada de piedra que daba a la plaza. Fue demolido por completo y en su lugar levantado un nuevo bloque, así como la calle actual de las Cucharas o callejón de la Magdalena.





Ilustraciones de cómo era la casa de los Miradores y cómo quedó tras el incendio.

Entre la casa de los Miradores y el fortín del arco de las Orejas ya sólo quedaba una casa que daba a Bibarrambla en su rincón con calle Salamanca. Era otra que estaba sentenciada a muerte para poder retranquearla. La ocasión le llegó tras la demolición del arco de las Orejas, en 1884, debido a su amenaza de ruina. El derribo de esta preciosa puerta (montada actualmente en los jardines de acceso a la Alhambra) se culminó después de más de quince años de tiras y aflojas; se hizo con el pretexto de realinear todas las calles que daban a ese rincón y por su estado semirruinoso.

El derribo de esta preciosa puerta (montada actualmente en los jardines de acceso a la Alhambra) se culminó después de más de quince años de tiras y aflojas; se hizo con el pretexto de realinear todas las calles que daban a ese rincón y por su estado semirruinoso

Con la demolición del arco y de la casa colindante a él (donde recientemente han aparecido sus restos) se culminó ¡casi cuatro  siglos más tarde! el deseo de los Reyes Católicos de hacer de Bibarrambla una plaza completamente rectangular y rectilínea. Si bien los soportales iniciales se los fue llevando la piqueta ya desde finales del siglo XVIII y a lo largo del convulso siglo XIX. Convulso tanto en lo político como en lo urbanístico. Los arquitectos de la línea recta habían ganado el pulso a trama musulmana.

Ya sólo quedaba (y queda) un solo edificio original y en el mismo sitio en que fue levantado durante el siglo XVI: el Palacio Arzobispal. Al menos si nos referimos a la fachada que mira a Bibarrambla. En 1720 fue abierta la hornacina para colocar a la Virgen de las Angustias; en 1886 fueron reformados la fachada y los aleros como consecuencia de los desperfectos sufridos por el terremoto de Alhama.

La restauración monárquica de Alfonso XII trajo a España una época de mayor estabilidad política. Bibarrambla pudo recuperar todo su esplendor durante las grandes celebraciones escenográficas del Corpus, como había ocurrido hasta finales del XVIII.

En suma, esta plaza mayor comenzó el XIX siendo una plaza-mercado del XVI y lo acabó siendo otra totalmente distinta en sus cuatro costados. La única imagen que no cambió nunca fue el fondo trasero con la torre de la Catedral asomándose por encima de los tejados.



Rediseño de vanos por Juan Montserrat y Vergés (1886), que aumentó la monumentalidad  de la fachada del Palacio Arzobispal tras los daños del terremoto de Alhama. AHMG.