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'Maruja llegan a la meta con la lengua fuera'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 1 de Octubre de 2025
Maruja – 'Pain to Power'.
Portada de 'Pain to Power', de Maruja.
Discos Marcapasos.
Portada de 'Pain to Power', de Maruja.

Creo que es justo decir que, en el mundillo del rock underground, ningún álbum debut de un grupo ha generado tanta expectación en los últimos años como el de Maruja. En buena parte, esto tiene que ver con una mera cuestión cuantitativa: se ha hecho esperar muchísimo tiempo. Hace ya más de dos años y medio del lanzamiento de Knocknarea (2023), el primer EP de esta encarnación del grupo de Manchester (y casi cuatro de la llegada del primer single recogido en dicho EP, “Blind Spot”). Aquel trabajo ya puso sobre aviso a muchos fans de la nueva ola de art-post-punk, y el año pasado consiguieron ganarse incluso a quienes, como yo, habían sido más escépticos con otro EP, Connla's Well (2024). Su combinación de dureza post-punk y abstracción post-rock, todo ello atravesado por el vibrante uso del saxofón, les permite crear pasajes sonoros hipnóticos y furiosos que, cuando han conseguido condensarlos en composiciones concisas y certeras, ha dado lugar a algunas de las mejores canciones de rock de los últimos tiempos.

Con este contexto, me resulta más fácil desgranar los motivos por los que siento que Pain to Power, el álbum que finalmente sacaron el 12 de septiembre, no termina de responder a esas desmesuradas expectativas

Sin embargo, esa concisión había estado ausente de los siguientes pasos que habían dado tras aquel triunfo. The Vault, lanzado en agosto de 2024, era una recopilación de jams de entre 6 y 25 minutos, grabadas a lo largo de los últimos años; mientras que Tír na nÓg, otro EP de febrero de este año, era otra jam más, dividida en cuatro movimientos, sin letras y sin una dirección del todo obvia. Esto no es un problema en sí mismo: al fin y al cabo son improvisaciones, y la altísima calidad del material evidencia el profundo nivel de compenetración de estos cuatro músicos. Es la decisión de editarlas lo que señala algo preocupante: las condiciones agotadoras a las que se ha visto sometido el grupo, cuyas giras interminables y escasos ingresos les han impedido contar con el tiempo necesario para componer un álbum propiamente dicho hasta inicios de este año, unidas a la necesidad de seguir sacando música para aprovechar la expectación generada en esta era de economía de la atención, les han llevado a considerar que lanzar algo a medio terminar era mejor que nada. Con este contexto, me resulta más fácil desgranar los motivos por los que siento que Pain to Power, el álbum que finalmente sacaron el 12 de septiembre, no termina de responder a esas desmesuradas expectativas.

Sin duda el elemento más llamativo de entrada es el carácter directo y político de las letras, que nos hablan del actual momento de crispación constante y descenso al autoritarismo con un furibundo mensaje anti-élites, pro-humanidad y pro-Palestina

Compuesto y grabado en apenas dos meses, Pain to Power está formado por ocho canciones, tres de las cuales duran en torno a diez minutos cada una, mientras que las restantes oscilan entre los tres minutos y medio y los cinco minutos. Sin duda el elemento más llamativo de entrada es el carácter directo y político de las letras, que nos hablan del actual momento de crispación constante y descenso al autoritarismo con un furibundo mensaje anti-élites, pro-humanidad y pro-Palestina. No solo eso: la dicción de Harry Wilkinson se inclina en muchos momentos hacia el rap. Todo ello, unido a las reminiscencias funky de algunos grooves, ha llevado a algunos a comparar a estos Maruja con nada menos que Rage Against the Machine. Es difícil discutir ese parecido ante estribillos como el de “Trenches”, una llamada a las armas que probablemente me habría hecho agitar el puño con vehemencia a los veinte años. Y no pretendo con esto decir que las letras sean pueriles: en general son efectivas y a menudo apuntan a una profundidad espiritual que va más allá de la mera consigna. Es solo que siento que no es este el estilo de música política que, a día de hoy, conecta mejor con mis sensibilidades.

Los mejores cortes son los que dan inicio al LP. “Bloodsport” lo inaugura con un directo a la mandíbula, una canción de menos de cuatro minutos con tantos requiebros y tal potencia sonora que resulta incontestable

Para mí, los mejores cortes son los que dan inicio al LP. “Bloodsport” lo inaugura con un directo a la mandíbula, una canción de menos de cuatro minutos con tantos requiebros y tal potencia sonora que resulta incontestable. El verso “I'm an addict, addicted to my bad habits” compite con aquel “The truth, it hides!” de “The Invisible Man” por el título de mejor gancho vocal de su carrera. A continuación, “Look Down On Us” es seguramente la mejor destilación de los puntos fuertes de este disco. A lo largo de sus diez minutos, hay espacio para que la furia de su primera parte, donde señalan directamente a las multinacionales y sus líderes como culpables del estado del mundo, adquiera matices y evolucione hacia territorios más melódicos. Wilkinson, mientras tanto, redirige su mirada hacia dentro, examinando los efectos psíquicos de esa descomposición social y cultural (“All the hate in our hearts, it takes us further away/From the truth that we keep, but we swallow it down/Like that lump in your throat when you can't make a sound”). Por supuesto, la guinda la pone la vuelta a ese sonido agresivo del inicio, que poco a poco se disuelve en un tenso y disonante final.

El problema es que el disco nunca llega a retomar las cotas de estos dos temas, ni en sus cortes breves ni en los más largos

El problema es que el disco nunca llega a retomar las cotas de estos dos temas, ni en sus cortes breves ni en los más largos. Pese a su bonito mensaje, “Saoirse”, una balada dedicada al pueblo palestino, carece de la garra que hace que la música de Maruja te atrape y no te suelte. Ya he hablado de mis reparos con “Trenches”, mientras que “Zaytoun” recuerda en su carácter improvisatorio al mencionado EP Tír na nÓg, y deja la misma sensación de inacabamiento, de no estar del todo encajada en el tracklist. Algo similar, por distintos motivos, sucede con “Break the Tension”. Se trata de un tema bastante logrado, ya que acumula y sostiene la tensión de la que habla el título a través de su repetitivo saxofón y su constante sección rítmica, antes de explotar al fin en sus últimos compases. Con todo, salta a la vista que fue compuesta y lanzada como single antes que el resto del álbum, y en mi opinión tampoco contribuye a darle cohesión.

La sensación es que, después de una espera tan larga, el grupo no ha conseguido armar un LP de debut tan coherente y contundente como cabía desear.

En cuanto a los dos cortes de en torno a diez minutos que me quedan por comentar, “Born to Die” y “Reconcile”, aunque tienen muchas de las mismas virtudes que “Look Down On Us”, me parecen versiones ligeramente menos poderosas de ese modelo de canción. Así pues, no se trata para nada de que Pain to Power sea un mal disco; es de hecho un álbum notable con algunas canciones fantásticas y pasajes arrolladores. Sencillamente, la sensación es que, después de una espera tan larga, el grupo no ha conseguido armar un LP de debut tan coherente y contundente como cabía desear. Además, la evolución de su sonido como banda y de su forma de presentar su mensaje han ido en una dirección que yo, al menos, no esperaba, y que quizás me aleje de ellos si siguen por este camino. Pero me cuesta creer que Maruja se queden quietos. Hasta ahora, cada proyecto ha presentado diferencias significativas con el anterior. Además, la propia naturaleza de su proceso creativo, tan basado en la improvisación, invita a pensar que su próximo trabajo será algo distinto, una nueva iteración de su identidad en constante evolución. Solo espero que para entonces hayan podido asentarse mejor y puedan dedicarle el tiempo que necesiten.

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com