'Big Thief se divierten en un monumental álbum doble'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 2 de Marzo de 2022
'Portada de Dragon New Warm Mountain I Believe in You', de Big Thief.
IndeGranada
'Portada de Dragon New Warm Mountain I Believe in You', de Big Thief.

Si algo caracteriza a los neoyorquinos Big Thief es la incontinencia creativa. Después de empezar a hacerse un nombre con Masterpiece (2016) y Capacity (2017), dos discos lanzados con doce meses de diferencia, dieron la campanada definitiva en 2019 con no uno, sino dos LPs coronados por la crítica. U.F.O.F. y Two Hands deleitaron a los medios indies, que les posicionaron como la nueva gran banda de indie folk. Y aunque no terminé de engancharme a ninguno de estos álbumes, quedé conmocionado por el brutal single “Not”, una canción tan buena que parecía increíble que no existiese desde siempre. La energía incontenible de las interpretaciones del grupo y el magnetismo de la voz y las palabras de Adrianne Lenker eran suficientes para entusiasmarse por su potencial.

Reducidas a su mínima expresión, estas canciones brillaban con luz propia. El hype con Big Thief parecía justificarse cada vez más

Después, como ya sabemos, llegó la pandemia, con las cancelaciones de giras y conciertos. Ni cortos ni perezosos, los miembros de la banda aprovecharon el forzoso parón para lanzar discos por separado. Los trabajos de James Krivchenia, el batería y productor, y Buck Meek, guitarrista, recibieron cierta atención, pero los dos LPs que Lenker compuso y grabó durante su confinamiento, songs e instrumentals, fueron de nuevo encumbrados, y con razón. Si algo evidenció la producción minimalista de estos álbumes es que el talento compositivo de la líder del grupo es incomparable. Reducidas a su mínima expresión, estas canciones brillaban con luz propia. El hype con Big Thief parecía justificarse cada vez más.

Por si estos profusos precedentes parecían poca cosa, el quinto trabajo de estudio es un disco doble de veinte canciones y hora y veinte de duración

Por si estos profusos precedentes parecían poca cosa, el quinto trabajo de estudio es un disco doble de veinte canciones y hora y veinte de duración. Aunque lleva el infame título de Dragon New Warm Mountain I Believe in You, cualquier recelo se despeja con facilidad: es un discazo. El largo y sinuoso viaje que nos proponen se hace con gusto, porque aunque la diversidad de estilos y sonidos pueda desconcertar en la primera escucha, sus canciones son tan buenas y directas, su ambiente es tan cálido y bonito, que no hay que darle muchas vueltas para disfrutarlo. El amplio repaso a los principales géneros de raíces de la música estadounidense (mucho folk, pero también rock, country o bluegrass) es divertido y potente de por sí, y además se enriquece con algunos arreglos sorprendentes. Las percusivas guitarras muteadas en “Time Escaping”, las atmósferas etéreas propias del dream-pop en “Little Things”, las densas guitarras shoegaze de “Flower of Blood”, los curiosos ritmos y texturas trip hop de “Blurred View”, los juegos con máquinas de ritmos y acordeón de “Wake Me Up to Drive”... este álbum tiene muchos ases en la manga.

Pero en su núcleo, lo que sostiene este disco son las canciones de Lenker. El goteo constante de singles desde el verano pasado mostraba que el nivel iba a ser alto, y puestos en sucesión los veinte temas se refuerzan entre sí y alimentan la sensación de que estamos ante una gigante, una figura histórica, de esas que se cuentan con los dedos de una mano en cada generación. Las melodías son adictivas, las estructuras son diversas y siempre absorbentes, y las letras... qué decir de las letras. Ya sea con historias de proporciones literalmente bíblicas (“Sparrow” cuenta la historia de Adán y Eva) o con evocaciones intimistas (“Promise is a Pendulum”), con reflexiones a la vez cómicas y cósmicas (“Spud Infinity”) o con mantras obsesivos y anhelantes (“Love Love Love”), Lenker siempre encuentra la expresión justa, el giro brillante, que eleva la canción. Como gran poeta que es, a veces importa más el sonido de las palabras que su significado literal, como en “Time Escaping”; o a veces ambos aspectos se complementan, como en “Simulation Swarm”, donde con una cadencia hipnótica nos habla de su desaparecido hermano. Incluso cuando evoca de forma descarada a Dylan en “12.000 lines” o cuando la producción no termina de acompañar bien, como en la canción titular, el carisma de la cantante está siempre entre lo más destacado de cada canción.

Si alguien quiere entender el uso de superlativos para hablar de Big Thief y de su lideresa, no tiene más que escuchar “No Reason”. Se trata de una canción sencillamente perfecta. Apenas dos breves estrofas y un estribillo impoluto que nos trasladan directamente al aislamiento de los días de confinamiento. Se unen la observación de la nueva cotidianidad (“Making due with an internet signal/Calling for the delivery to the front door”), la tristeza de la pérdida (“Picking out the wreath for the funеral”), la ambigua esperanza del reencuentro (“There is no reason to believe, no reason at all/Come together for a moment, look around and dissolve”) y esa imagen pequeña que, en manos de Lenker, se vuelve trascendente (“Like a feeling, like a flash/Like a fallen eyelash/On your sweater, threading future through the past”). Y por supuesto, todo ello arropado por uno de los arreglos más dulces y melancólicos, donde destacan unos coros perfectamente empleados y una flauta travesera exquisita tocada por Richard Hardy, a quien escucharon por causalidad en las Rocky Mountains de Colorado e invitaron a unirse a la grabación. El toque de serendipia necesario para redondear una obra maestra.

El disco es muy divertido. Big Thief se lo pasan pipa tocando juntos, y eso se nota

Por último, quiero incidir más en algo que ya he mencionado: el disco es muy divertido. Big Thief se lo pasan pipa tocando juntos, y eso se nota. El álbum está grabado en vivo en su mayor parte para recoger esa pasión por hacer música juntos y esto, como señalábamos también en el disco de Black Country, New Road, es clave: se oyen comentarios antes y después de algunas canciones, otras tienen pequeños fallos (“The Only Place”) o suenan algo sucias (“Love Love Love”), pero justo esa es la idea, capturar la magia del directo, y el efecto es envidiable. Incluso las canciones bluegrass, que podrían resultar un poco impostadas, se convierten en cambio en claras destacadas del tracklist gracias a esta contagiosa energía. Es imposible no sonreír cuando Lenker grita de pronto “Talking to Diane Lee, that's my grandma!” en “Red Moon”.

Por eso es un gran acierto terminar con “Blue Lightning”, una de las canciones más ligeras y alegres, con su punto country, sus estupendas melodías, su juguetón bajo eléctrico y esos toques de vientos en el último estribillo. Además, la letra contesta a la pregunta con que se iniciaba el disco. En la solemne “Change”, Lenker nos interrogaba: “Would you live forever, never die/While everything around passes?”.  La respuesta la da ella misma otorgando otro sentido a sus propias palabras: “I wanna live forever 'til I die”, repite como conclusión, y su despreocupada alegría me dibuja siempre una sonrisa en los labios. Así termina este álbum tan desmesurado como adictivo. Quizás sea demasiado largo para escucharlo siempre de una sentada, pero sus dos mitades serían de por sí grandes LPs. Juntas, lo bueno de ambas gana aún más fuerza, dando lugar a uno de los discos del año.

Puntuación: 8.8/10

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com