'Divide y vencerás'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 11 de Marzo de 2022
Imagen de la gran manifestación del 8M, el martes pasado.
IndeGranada
Imagen de la gran manifestación del 8M, el martes pasado.

La historia de la humanidad repite continuamente los mismos esquemas. Lo estamos viendo con la guerra de Ucrania, que pone de manifiesto que estamos gobernados por locos que nunca miran el sufrimiento de los ciudadanos; lo vimos durante la pandemia, donde desde muchos medios de comunicación se enfrentaba a quienes querían ponerse la vacuna y a quienes no, entre los que apostaban por la mascarilla como gran herramienta de prevención y aquellos que no la veían igual de útil; y por desgracia, también lo empezamos a ver en el seno del feminismo, después de asistir en Granada a la escisión de manifestaciones provocada por los colectivos Forum de Política Feminista, Granada RAdFem y La Volaera, que se concentraron dos días antes en la Plaza del Carmen para defender «las leyes abolicionistas del sistema prostitucional, vientres de alquiler, pornografía, transgenerismo (sexo no es género)». Y añaden estos colectivos que «la ley Trans y el transactivismo aplican la teoría Queer, que nos borra como mujeres porque niega la base material del sexo: la mujer desaparece como categoría social y sujeto político».

Vaya por delante que me considero feminista y que pese a que puedo caer en algunos errores machistas por culpa de una educación y una cultura que así me lo enseñó; sigo desviviéndome cada día por eliminarlos al completo para ponerme al frente de las reivindicaciones de las mujeres de cara a una igualdad que todavía, por desgracia, falta mucho por alcanzar. Las décadas de esfuerzos protagonizados por grandes mujeres anónimas han permitido un avance en este sentido del que se beneficia la sociedad en su conjunto, pero en el momento en el que esa causa necesita de la fuerza y unidad de tod@s nosotr@s, curiosamente surgen unas reivindicaciones interesadas que vienen a separar al colectivo y a tod@s los demás.

...que ahora venga una minoría de esas mujeres feministas a las que siempre he apoyado y señale que para ser mujer hay que nacer así me aterra

Habría mucho que hablar sobre la gestación subrogada, la prostitución o la pornografía, pero quiero centrarme en la alusión a los transexuales. Al considerar que únicamente quienes nacen con aparato sexual femenino son mujeres no sé si sentir tristeza, amargura, rabia o impotencia. Para alguien como yo, que nació con unos gustos sexuales diferentes de los de la supuesta mayoría, que le imponían ser varón y heterosexual o abocarle a la marginación, que le consideraban enfermo mental porque supuestamente no era natural desear a alguien del mismo sexo, que ha visto cómo otros no llegaron a superarlo y se suicidaron, que ahora venga una minoría de esas mujeres feministas a las que siempre he apoyado y señale que para ser mujer hay que nacer así me aterra. ¿Y qué hacemos con los transexuales? ¿Los metemos en un psiquiátrico como hacían con los homosexuales en décadas de nuestra historia para olvidar?

Es absurdo defender a estas alturas de la película que se trata de una circunstancia cultural, que un hombre que nace en el cuerpo equivocado del sexo contrario solo quiere serlo por los beneficios sociales. ¿Y qué ocurre con los niños y niñas que desde que empiezan a hablar se identifican con el sexo contrario al que tienen? Conozco a pequeños que con tres años ya mostraron un rechazo a su propio sexo y que sufrieron lo indecible hasta imponer su decisión de ser del género opuesto al que les señalaron al nacer.

Solo la casualidad les permitirá acertar y si no es así, tendrán que soportar una vida en el cuerpo equivocado. Algunas de estas personas no encuentran más salida que acabar con ella

¿Y qué hacemos con los hermafroditas? Ellos y ellas vienen con ambos sexos y ni siquiera tienen la oportunidad de elegir cómo se sienten porque España no admite esta supuesta anomalía, así que es el médico, muchas veces, cuando nace, el que toma la decisión de extirparle sus órganos genitales masculinos o femeninos, en función de vaya usted a saber qué. Solo la casualidad les permitirá acertar y si no es así, tendrán que soportar una vida en el cuerpo equivocado. Algunas de estas personas no encuentran más salida que acabar con ella.

Durante décadas hemos asistido al terrible espectáculo de ver sufrir a mujeres como La Veneno, a las que la sociedad nunca consideró capacitadas más que para ejercer la prostitución, hasta que llegaron otras como la actriz Bibiana Fernández, la política Carla Antonelli o las cineastas hermanas Wachowski que rompieron esquemas. Si se negaba la identidad a todo homosexual o lesbiana, a las personas transexuales se les ninguneaba, se les aglutinaba junto a los anteriores y se les impedía disponer de los mínimos derechos para ser felices.

Durante décadas hemos asistido al terrible espectáculo de ver sufrir a mujeres como La Veneno, a las que la sociedad nunca consideró capacitadas más que para ejercer la prostitución, hasta que llegaron otras como la actriz Bibiana Fernández, la política Carla Antonelli o las cineastas hermanas Wachowski que rompieron esquemas

 Ahora, por primera vez en la historia reciente de la sociedad occidental, pueden acceder a puestos de trabajo para los que están igual de capacitados que los demás, pueden encontrar la comprensión de unos padres que no los rechazan o los maltratan desde la más tierna infancia porque no entienden lo que les ocurre. Y justo ahora, también, en los últimos años, aparece una sección de mujeres, afortunadamente aún minoritaria, que igualmente ha sufrido el rechazo reiterado de la sociedad y ha tenido que luchar para ser consideradas al mismo nivel que el hombre y lo que propugna es repetir el esquema que tanto sufrimiento les infringió a ellas, pero esta vez con los transexuales, porque no son mujeres, como si ellas fueran las juezas que deciden quién puede ser qué y quién no, como si se hubieran autoproclamado las guardianas de la verdad absoluta y pasaran por encima de l@s más débiles sin respetar ni su decisión ni su deseo ni su identidad, porque ell@s no saben lo que son, tienen que consultarlo con quienes están en lo más alto de la sabiduría.

Por cierto, estos colectivos contra la ley trans dicen que quien nace con órganos femeninos es mujer para siempre, así que, según sus propios razonamientos, como asociaciones promujeres también deberían apoyarlas, pese a que quieran transformarse en hombres.

Lo dicho: defiendo a toda mujer, tanto si nació con pene o con vagina, si tiene el pelo corto o largo, si tiene pechos o no, si puede procrear o es estéril, si tiene gafas o usa pantalón, si es alta o baja, porque todo el trabajo y el esfuerzo por la igualdad de cada uno de los seres humanos de la Tierra no solo es lícita sino también admirable. Gracias al feminismo la sociedad es un poco más igualitaria, un poco más feliz, pero todavía queda mucho por hacer y me llena de amargura ver que desde algunos sectores se está tratando de dividir la causa en subgrupos porque esa es la manera más penosa de retroceder algunos pasos en pos de un mundo mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).