'Zahara triunfa con su synth-pop confesional'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 8 de Diciembre de 2021
Zahara – 'PUTA'
Portada de 'PUTA', de Zahara
Portada de 'PUTA', de Zahara

Estamos ya en diciembre, de modo que comienzo mi retrospectiva del año saldando una cuenta pendiente. Si bien había hablado de uno de los dos grandes discos conceptuales del pop español en 2021, El Madrileño de C. Tangana, aún no había conseguido dedicar un espacio al segundo de ellos. La jiennense Zahara lleva ya más de una década ubicada como una de las caras más visibles del indie español. Personalmente nunca había terminado de pillarle el gusto a su música, pero lo que ha hecho este año es demasiado impactante como para negar su calidad. PUTA no es solo un disco tremendamente coherente en su sonido, cuyo poso electrónico es una novedad en la carrera de la cantante. También es un valiente ejercicio de transparencia que por momentos deja al oyente conmocionado y conmovido. Zahara hace en él una purga de sus pensamientos, sentimientos y recuerdos más oscuros y vergonzantes, y se expone de un modo que combina vulnerabilidad y firmeza. El álbum atrapa desde el principio y se inserta en el cerebelo con su combinación de adictivo synth pop y desarmantes letras.

No hay mejor ejemplo del poder del disco que “MERICHANE”, en la que, sobre una grandiosa base de sintes que evoluciona con maestría, Zahara encadena una retahíla de imágenes encabezadas siempre por un confesional “yo estaba ahí”. Desde la adicción a las drogas como forma de evasión hasta los trastornos alimenticios, desde sufrir abuso sexual hasta la crueldad gratuita de delatar a sus polvos de una noche ante sus parejas, Zahara se expone en toda una serie de situaciones tóxicas de las que “no sabía salir”. Paradójicamente (el álbum está lleno de paradojas), esta estructura como de confesión religiosa es lo que le da la fuerza, a pesar de que parte de la historia del disco es el dolor que le ha infligido el catolicismo desde su infancia. Esto lo explora en el siguiente corte, “canción de muerte y salvación”, que por desgracia es uno de los más planos del disco. Antes, en “flotante”, que abre el disco con fuerza y dinamismo, ha aparecido otra de las imágenes recurrentes, la más efectiva: la de que a Zahara le falta un pedazo de sí misma, un trozo de carne, que hay un vacío literal y a la vez metafórico en su interior.

No hay mejor ejemplo del poder del disco que “MERICHANE”, en la que, sobre una grandiosa base de sintes que evoluciona con maestría, Zahara encadena una retahíla de imágenes encabezadas siempre por un confesional “yo estaba ahí”

La progresión de las ideas a lo largo del tracklist, muchas veces señaladas por unos títulos muy sugerentes (en mayúsculas los que son nombres propios), es parte esencial de su propuesta. Así, “TAYLOR” explora la relación de la jiennense con el público, resumida en un estribillo lapidario: “Si todo lo que soy es lo que esperan de mí/No sé que es lo que quiero yo: nadie me pregunta a mí”. “SANSA” se detiene en el efecto del maltrato psicológico sobre su identidad, con esas poderosas palabras del final de la canción: “Yo no soy mejor porque tú me anularas:/lo que me ha hecho fuerte es alejarme de ti”. “berlin u5”, un auténtico rompepistas electrónico, habla de la pasión animal de una relación que la consumió. “RAMONA”, la más new wave del disco, combina la paranoia y el hastío al narrar su aparatosa huida de una de sus casas, cuando acusó a la portera de divulgar detalles de su vida privada a los vecinos. Las imágenes de incompletud física vuelven en la minimalista “negronis y martinis” (“Si quieres quedarte a dormir/tendrás que abrazarme entera, con todas las partes que perdí”) y la expansiva “médula”, donde se describe como un “ejemplar defectuso” y fantasea con explotar el papel de burbujas que es su propia carne.

Todo esto desemboca en la cumbre conceptual del disco, “joker”. En ella Zahara recupera motivos musicales y fragmentos de letras de todo el álbum, construyendo una especie de síntesis de su mensaje. Por desgracia, es la peor canción, con un estribillo feo y una dicción medio rapeada que resulta bastante molesta (este fraseo también estropea el efecto de “canción de muerte y salvación” y “RAMONA”). No solo eso: la idea de fondo es insoportablemente naíf. La conclusión a todo lo expuesto, como insinúa el título, es la perogrullada más absoluta: que la gente que hace más daño es la que más daño ha recibido. Por supuesto, un trauma infantil, digamos la falta de cariño en la infancia, es el motivo más probable de su comportamiento, y la clave para acabar con este ciclo sería que se dejasen querer y, al mismo tiempo, que hagan terapia. Y encima el nombre que se da a este personaje maltratado y lleno de odio es... Cayetano, queriendo darle una solución psicológica a los problemas políticos de España, y de paso patologizando al rival político. Esto va más allá del bostezo: para mí esta forma de pensar es directamente peligrosa. Pero el resto del disco está tan bien construido que se puede apartar este mal sabor de boca final.

 

A esto ayuda la inclusión de “DOLORES” como epílogo, una interesante copla posmoderna en que Zahara homenajea a su abuela. La letra replantea la historia de la mujer atrevida y descarada que protagonizaba la mayoría de coplas, mostrando cómo la represión social a sus ambiciones la acaba encerrando en casa, abocándola a los cuidados y a una visión tóxica del amor romántico como única compensación por esa vida perdida. La interpretación vocal de la jiennense es brava y potente, y aunque a la canción le falta un estribillo para terminar de enganchar, funciona perfectamente como conclusión del álbum. Con este cierre PUTA se muestra como un trabajo admirable, por su expansivo sonido, por su ambición conceptual y por la transparencia de Zahara en unas letras realmente impactantes. Y también es admirable la defensa qui hizo Zahara de su propuesta ante los intentos de censura. Para mí no hay duda: aun sin ser redondo, PUTA es mucho más exitoso como Gran Disco de Pop que El Madrileño. Ahí queda eso, por si vale de algo.

Puntuación: 7.8/10

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com