EL MODELO QUE DOÑA BERTA EXPORTÓ AL RESTO DE ESPAÑA

De colonias escolares, colegios campestres, campamentos de la OJE y huertos rurales

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 28 de Agosto de 2022
Probablemente, tú o alguien de tu familia, hayas pasado algún verano inolvidable en colonias, campamentos o huertos. Esta es la historia de las que existieron y que perduran, desde su inventora en Granada, Berta Wilhelmi de Dávila, allá por 1890, sin eludir la de aquel grupo infantil que, en julio de 1936, partió para Almuñécar y la Guerra Civil lo mantuvo tres años lejos de sus familias. Por Gabriel Pozo Felguera, que nos brinda algunas vivencias personales, en este espléndido reportaje que no puedes perderte.
Colonia escolar de verano en Valencia, en 1937, zona roja.
FOTOTECA NACIONAL
Colonia escolar de verano en Valencia, en 1937, zona roja.
  • Berta Wilhelmi de Dávila organizó la primera colonia de verano mixta, en 1890, que perduró más de medio siglo y fue copiada por otras instituciones

  • El Ayuntamiento de la capital enviaba cada verano a unos 600 niños y niñas a la playa de Almuñécar y sierras próximas

  • El turno de 161 niños/as de julio de 1936 fue a Almuñécar para dos semanas, pero la guerra les tuvo deambulando por España durante tres años

Doña Berta no inventó las colonias escolares de verano. Pero fue la primera en ponerlas en marcha en Granada, en 1890, e inspirar el primer decreto del Gobierno en apoyo de esta actividad educativa mixta. Su modelo y la memoria que imprimió fueron seguidos por el resto de provincias españolas en los años siguientes. Berta Wilhelmi de Dávila institucionalizó una manera de educar, mejorar la salud y pasar unas semanas de asueto a niños enfermizos, pobres o mal alimentados de Granada. Su ejemplo sirvió para que durante más de medio siglo los ayuntamientos, diputaciones y organismos oficiales de España institucionalizaran las colonias de verano para niños entre 9 y 14 años. Con unos resultados excelentes. Después le imitaron colegios religiosos y privados, los scouts, la Falange, etc. ¿Quién de nosotros, nuestros hijos o nietos no ha pasado un verano inolvidable en colonias, campamentos o huertos alegres?

Ya desde 1876 empezaron a existir colonias veraniegas para niños en países de Centroeuropa. En España, una institución privada de Madrid envió en 1887 a dos docenas de niños a pasar un mes de asueto a la costa cantábrica. Dos años más tarde, la filántropa Berta Wilhelmi propuso a la Sociedad Económica de Amigos del País de Granada montar una experiencia similar. Pero no para niños acomodados, sino para los más desfavorecidos y de ambos sexos. Las niñas, hasta entonces, estaban segregadas y retrasadas en educación. La germanogranadina consiguió respaldo del Ayuntamiento, de la Diputación, de varias instituciones privadas y dinero de algunos ricos granadinos.

Durante el mes de agosto de 1890 se llevó a Almuñécar a nueve niños y nueve niñas, de entre 9 y 13 años. Se trataba de menores procedentes de familias muy humildes, enfermizos y con grandes carencias de alimentación y de formación

Durante el mes de agosto de 1890 se llevó a Almuñécar a nueve niños y nueve niñas, de entre 9 y 13 años. Se trataba de menores procedentes de familias muy humildes, enfermizos y con grandes carencias de alimentación y de formación. El fin era ayudarles a mejorar su salud y a que aprendieran a leer. La mitad de los varones elegidos no sabían leer ni escribir, más siete de las niñas. A la hora de prepararles la talega del viaje, la organización tuvo que hacerse cargo de suministrarles mudas, ya que sus familias no tenían absolutamente nada para echarles.

Berta Wilhelmi elaboró una detallada memoria de todo el proyecto: financiación, viajes, estancia, actividades diarias, alimentación, entretenimiento, etc. Hizo un seguimiento físico y antropológico de los menores, de manera que en sólo un mes de estancia constató que mejoraron de salud. También aprendieron normas sobre alimentación, higiene y comportamiento en estancia mixta. Un gran éxito que la Sociedad Económica se dispuso a secundar cada año, luego asumido por el Ayuntamiento de la capital.

Pero su experiencia no cayó en saco roto. Inmediatamente, la prensa especializada empezó a publicar noticias y artículos sobre la magnífica iniciativa de Granada.

Doña Berta redactó una detallada memoria manuscrita (conservada en el Archivo Histórico Provincial). Pero su experiencia no cayó en saco roto. Inmediatamente, la prensa especializada empezó a publicar noticias y artículos sobre la magnífica iniciativa de Granada. La Escuela Moderna le dedicó varias reseñas laudatorias en sus tres primeros números de 1892, escritos por el francés M. Delvaille. Refería cómo ya en 1890 (por error puso 1889) había empezado una tarea que debía ser elogiada e imitada. Resultaba evidente que M. Delvaille tenía en su poder una de las detalladas memorias impresas en 1891 por Indalecio Ventura en la calle Mesones de Granada.

Memoria manuscrita de la primera colonia en Almuñécar (1890) y ejemplar impreso que circuló por toda España narrando la experiencia granadina. AHPGR/AMGY.

El ejemplo de Berta en Granada fue secundado inmediatamente por el Ministerio de Fomento. El 26 de julio de 1892 dictaba el ministro una real orden para fomentar este tipo de iniciativas; ensalzaba el modelo granadino, que por vez primera trataba a las niñas en plano de igualdad entre ambos sexos. La Secretaría General de Instrucción Pública hacía un llamamiento a que colaborasen todas las instituciones públicas en la ayuda a montar colonias de verano para niños desfavorecidos. Se sugería habilitar pabellones y cortijadas. Se declaraba la obra como “caritativa y patriótica”. Mucha palabrería sobre lo bien que lo hacía el gobierno y la reina regente, para nada concreto en cuanto a aportación económica. Al menos, se reconocía que Berta Wilhelmi había sido la principal impulsora de las colonias veraniegas en España. (Debía entenderse que las de Madrid, iniciadas por el Museo Pedagógico en 1887, eran un sistema de veraneo para hijos de familias acomodadas madrileñas).

Párrafo de la Gaceta de la Instrucción donde se toma como modelo la Colonia de Granada para la real orden ministerial (25 de agosto de 1892).

Se decidió que las colonias veraniegas para niños pobres no sólo se centraran en vivir unas semanas junto al mar; también se habilitaron cortijos o casas en poblaciones de montaña

De los primeros 18 niños/as de la experiencia de 1890, se fue aumentando progresivamente el número de participantes. Los niños eran elegidos según sus parroquias de procedencia, con informes de los párrocos correspondientes y de personal de beneficencia municipal. A partir de 1892 se puede dar por consolidado aquel sistema de colonias veraniegas, ya asumidas por el Ayuntamiento. Se incrementó notablemente el número de niños asistentes. Si en la edición de 1890 hubo renuncias de familias, a partir de principios del siglo XX hubo que recurrir a sorteos debido a que había más demanda que plazas ofertadas. Se decidió que las colonias veraniegas para niños pobres no sólo se centraran en vivir unas semanas junto al mar; también se habilitaron cortijos o casas en poblaciones de montaña. Se sumaron pronto unas casas de Nívar, el Molino de Víznar (la famosa Colonia de García Lorca), Fuente Grande y la sierra de la Alfaguara.

Molino de las Pasaeras, a las afueras de Víznar, que servía de hospedaje a los niños de colonias veraniegas. Hoy ya no existe.

Era toda una tradición la preparación, partida y regreso de los niños de las colonias

Era toda una tradición la preparación, partida y regreso de los niños de las colonias. Primero en las diligencias de Motril, para después ir incorporando vehículos de motor. Los periódicos de la época dedicaban grandes espacios a glosar este tipo de estancias; se publicaban las listas de niños admitidos en cada una de las expediciones. Si la primera de 1890 sólo fue de cuatro semanas de agosto en Almuñécar, en el periodo republicano (1931-36) se ampliaron a julio y agosto, en varios turnos de mar y montaña. Por ejemplo, en 1934 (justo el día que falleció Doña Berta, 30 de julio), partió la segunda expedición a Almuñécar con casi 200 niños procedentes de unidades escolares (ya no se hacía por distritos parroquiales), más otros 155 hacia la Colonia de Nívar. Los menores solían ir acompañados por tres o cuatro concejales y un médico municipal. Como novedad de aquellas colonias de época republicana, también se concedían estancias veraniegas a dos decenas de pensionistas. Los empresarios y grandes propietarios tenían por costumbre efectuar aportaciones en dinero o especie para el sostenimiento de los colonos.

1936: de la colonia al campamento

El trágico verano de 1936 resultó nefasto para el primer turno de niños colonos granadinos. El turno de julio se encontraba recién llegado a Almuñécar aquel 18 de julio en que se produjo el alzamiento militar. Igual había ocurrido con el centenar largo repartido por las laderas de la Alfaguara.

Los niños de Nívar y La Colonia de Víznar regresaron a la capital durante la última semana de julio, nada más ser ocupada la zona por la columna de falangistas y guardias de asalto que comandaba el capitán José María Nestares. La Colonia fue habilitada como cárcel provisional (en la que pasó Federico García Lorca su última madrugada de vida, el 18 de agosto).

Pabellones y huertas de la colonia en Playa de San Cristóbal (Almuñécar), en tiempos de la República. DIPGRA.

El problema mayúsculo surgió con los 161 menores (72 niñas y 89 niños), más los profesores y personal de apoyo, que habían tenido la suerte/desgracia de ir a la Playa de San Cristóbal de Almuñécar. La zona costera granadina se mantuvo fiel a la República. Sus padres intentaron repatriarlos por todos los medios; lo más que consiguieron fue tener acceso a informaciones sesgadas de que estaban bien. Al menos durante los primeros meses de contienda. Permanecieron agrupados en los pabellones de San Cristóbal, bien tratados, sometidos a los mismos racionamientos que la población almuñequera. Aquella colonia veraniega fue la más larga de la historia de Granada; a principios de 1937, los niños fueron repartidos entre la población de la costa. Hasta que comenzaron los bombardeos del frente de Málaga, tanto por aviones italianos como por barcos desde el mar, y se inició la Desbandá desde Málaga hacia Almería.

Ahí empezó la diáspora de aquellos 161 niños, sin que la angustia de sus padres recibiera noticias claras sobre la suerte que estaban corriendo

Ahí empezó la diáspora de aquellos 161 niños, sin que la angustia de sus padres recibiera noticias claras sobre la suerte que estaban corriendo. La mayoría de niños fueron evacuados hacia Almería; desde aquí fueron repartidos por toda la zona roja del oriente andaluz (Guadix, Baza, Baeza, Huéscar, La Puebla) y en su mayoría fueron a parar a Alicante (Finestrat) y Murcia. El desasosiego de sus familias continuó durante los casi tres años que se prolongó la guerra civil. Casi todos regresaron salvos, crecidos y desconocidos tras tres largos años de ausencia.

Colonia en zona roja (1937), en Valencia. ¿Habría aquí algún niño trasladado de Almuñécar? FOTOTECA NACIONAL

Durante aquellos tres años de guerra civil, las colonias veraniegas educativas y lúdicas se habían convertido en campamentos. Si bien en la zona republicana se intentó continuar dando apariencia de veraneo y juegos, en la zona alzada se cambió la terminología y la finalidad: de colonia se pasó a hablar de campamento; los juegos, deportes y entretenimientos se convirtieron en adoctrinamientos, uniformes e instrucción paramilitar.

En el caso de Granada capital, los campamentos continuaron activos durante los veranos que duró la guerra civil. Los jardines de la Alhambra y del Generalife fueron los espacios reservados para ellos

En el caso de Granada capital, los campamentos continuaron activos durante los veranos que duró la guerra civil. Los jardines de la Alhambra y del Generalife fueron los espacios reservados para ellos.

En cuanto acabó la guerra civil, ya en el verano de 1939, las antiguas colonias se quedaron con el nombre de campamentos, tanto de niñas como de niños. La nueva terminología del régimen franquista lo prefería así. A partir de entonces a los pequeños se les llamaría “flechas femeninas” o “flechas masculinos”. Eran los pequeños falangistas del futuro. Aunque ellos todavía no lo sabían. Lo importante era pasarlo bien en verano.

Niñas granadinas trasladadas en agosto de 1936 desde La Colonia a los jardines de la Alhambra. FOTOTECA NACIONAL

Colonias campestres del Ave María

Andrés Manjón echó a andar su institución educadora, las Escuelas del Ave María, precisamente unas semanas después de que Berta Wilhelmi ideara su primera colonia con niños en Almuñécar. En sus memorias, el Padre Manjón explica así cómo se le ocurrió la idea: Llevaba en mi mente hacía años la idea de poner Escuelas en el campo, y cuando paseaba por los alrededores de Granada (que era siempre que podía), se me recrecían los deseos, y más cuando en 1886 subí de Canónigo al Sacro-Monte y vi despacio aquellos caminos, cármenes y cuevas… Más he aquí que un día que bajaba sobre mi burra mansa, para la Universidad (y montado como siempre en el borriquito de mi fijo pensamiento), oí sorprendido canturrear la Doctrina Cristiana en una cueva que caía sobre el camino, y me dio un salto el corazón. Descendí de la burra, trepé por las veredas y hallé en una cueva una mujer pequeña y vulgar, rodeada de diez chiquillas, algunas de cuales eran gitanas. Entonces me avergoncé de no haber hecho yo siquiera lo que aquella mujer salida del Hospicio estaba haciendo”.

Andrés Manjón Compró los terrenos de la parte baja del Camino del Sacromonte, buscó a una maestra con título y el día 1 octubre de 1889, inauguró su primera escuela para niños del barrio, gitanos en su mayoría

Andrés Manjón compró los terrenos de la parte baja del Camino del Sacromonte, buscó a una maestra con título y el día 1 de octubre de 1889, inauguró su primera escuela para niños del barrio, gitanos en su mayoría.

El sistema educativo de Manjón se basaba precisamente en el modelo de escuela muy ligado a los espacios abiertos, al jardín, al huerto y al agua. De ahí que al principio no se interesó por organizar colonias escolares veraniegas en montaña o playa. Él entendía que sus escuelas eran colonias escolares permanentes, no se limitaban a tres o cuatro semanas en verano. Tampoco se lo podía permitir con la escasez de medios que contaba y sin apenas ayuda institucional.

El ministro de Sanidad y el obispo de Guadix visitan la escuela del Ave María durante el verano de julio de 1929. GRANADA GRÁFICA
Escuelas Campestres del Ave María en el Triunfo, donde estuvo el colegio desde 1900 hasta 1946 (actual urbanización Triunfo Jardín). Posteriormente se trasladó a las Eras de Cristo, donde permanece en la actualidad.

No obstante, el Padre Manjón tardó tres décadas en sucumbir también a la idea de organizar colonias escolares veraniegas, sobre todo en el campo. Las llamó escuelas campestres; no eran otra cosa que llevarse al campo a niños de ciudad, para que convivieran más de cerca con la naturaleza y la sociedad rural. Aunque la mayoría de los casos los desplazamientos no les llevaron mucho más allá de las huertas linderas con el río Darro. En 1920, las Escuelas del Ave María también consiguieron llevar a los niños más pobres y enfermizos a pasar unos días en las playas de Motril. La experiencia continuó repitiéndose cada vez que se podía.

En el año 1959 la comunidad manjoniana abrió su escuela en el barrio del Varadero, en el puerto de Motril, y se institucionalizaron las colonias veraniegas manjonianas en la playa

En el año 1959 la comunidad manjoniana abrió su escuela en el barrio del Varadero, en el puerto de Motril, y se institucionalizaron las colonias veraniegas manjonianas en la playa, especialmente dirigidas a niños de ciudades del interior. Desde entonces no ha cerrado. De hecho, es de las pocas colonias veraniegas educativas que se mantienen para niños con necesidades; en su mayoría proceden de zonas marginales de la provincia de Granada, cuyas familias no pueden permitirse tomar unas vacaciones.

Niños de colegios del Ave María en Albolote, Granada y Motril durante el campamento del pasado julio en el colegio del Varadero.

Las exploraciones especiales de los boy-scouts

Pasar días de excursión en mar o montaña era algo habitual para los jóvenes boy-scouts desde que hicieron su aparición en Granada, allá por el año 1913. Los jóvenes exploradores aprovechaban cualquier periodo de vacaciones o días sin colegio para organizar actividades de tipo lúdico, en su mayoría campestres y en Sierra Nevada, aunque también a las afueras de la ciudad. Se puede decir que estaban en fase continuada de colonia escolar. Pero no fue hasta el verano de 1920 cuando decidieron montar su primer campamento de verano en la Alfaguara.

En Granada nacieron muy ligados a instituciones religiosas (Ave María, Jesuitas, Maristas, parroquia de San Justo…), pero con una notable diferencia: procedían de clases medias conservadoras

En Granada nacieron muy ligados a instituciones religiosas (Ave María, Jesuitas, Maristas, parroquia de San Justo…), pero con una notable diferencia: procedían de clases medias conservadoras. Se trataba de niños y jóvenes de entre 6 y 21 años a los que se pretendía formar o inculcar valores morales muy vinculados a la vida católica. Debían estar orgullosos de su fe y defenderla, ser solidarios con su comunidad, leales, abnegados y puros. En su ideario se hacía, y hace, mucho hincapié en el conocimiento y protección de la naturaleza. De ahí que la aventura y las excursiones campestres formen parte importantísima en sus actividades.

Los scouts fueron importados a Granada muy pronto; en marzo de 1913 hay referencias de sus primeras actividades. Estaban muy ligadas a la programación del Centro Católico de la Gran Vía, 26 (Jesuitas). Su fundador fue Luis López-Dóriga Meseguer, canónigo y deán de la Catedral de Granada, además de diputado socialista; su primer presidente fue Antonio Díez de Ribera Muro, Marqués de Casablanca y alcalde de la ciudad. El duque de San Pedro de Galatino era uno de sus mayores apoyos.

Primer comité local de scouts granadinos (1913-16). López-Dóriga está sentado, segundo por la izquierda. EL EXPLORADOR.
López-Dóriga, sin sotana y con uniforme de explorador.

A través de su revista El Explorador se palpa una intensísima actividad de colonias, campamentos, exploraciones en los primeros años de existencia. Tenían medios y, por tanto, alargaron sus exploraciones a otras provincias limítrofes. Su uniforme azul seguro que fue fuente de inspiración para iniciativas juveniles posteriores (la OJE de Falange). El primer campamento puro de verano en la Alfaguara del que tenemos referencia data de 1920 (5 de julio, bajo la dirección de Emilio Bozzo). Aunque los scouts granadinos llevaban ya un lustro haciendo excursiones de fin de semana a la Sierra de Huétor, el Purche, Mulhacén, etc.

Los scouts granadinos cayeron en una etapa de decadencia en el periodo 1926-31, hasta que fueron refundados durante la II República.

Los scouts granadinos cayeron en una etapa de decadencia en el periodo 1926-31, hasta que fueron refundados durante la II República. Se mantuvieron en compás de espera durante la guerra civil. Su incompatibilidad con las nuevas estructuras juveniles de Falange (flechas, OJE) les hicieron desaparecer o permanecer prácticamente en la clandestinidad. Se puede pensar que el tiempo de colonias, campamentos y excursiones lo asumió en su lugar la Falange. Su renacimiento no volvió a llegar, así como tomar fuerza, tras la muerte del dictador Francisco Franco. Desde entonces permanece estable en la provincia de Granada, con una programación durante todo el año bastante completa y atractiva para algo más de un millar de muchachos. Ser scout es una forma diferente de entender las salidas al campo y a la playa durante todo el año.

Eras de la OJE o no había campamento

Antes de que acabara la guerra civil ya hubo campamentos de flechas en la zona nacional de Granada. Vinieron a continuar la labor de las colonias escolares con más de medio siglo de tradición. Durante las décadas de los 40 y 50 continuaron organizándose para acoger a los hijos del régimen o huérfanos de guerra. Hasta que en 1960 derivaron en la Organización Juvenil Española (OJE), dependiente de la Secretaría General del Movimiento franquista. Es decir, eran como las juventudes del partido único. Su ideario y sus actividades estaban íntimamente inspirados por la ideología religiosa y política que defendía Falange.

Si se quería conseguir sus famosos zapatos de garras, si se quería salir de campamento a la Sierra o a la playa, no había más remedio que afiliarse a la OJE

Pero ya por la década de los sesenta el régimen de Franco estaba consolidado y empezaba a mejorar la economía. También empezó a llegar el turismo y cierta apertura social y cultural. La OJE dejó de acoger solamente a hijos del régimen, como había ocurrido antes, y se convirtió en una organización atractiva para niños y jóvenes de toda procedencia. Si se quería conseguir sus famosos zapatos de garras, si se quería salir de campamento a la Sierra o a la playa, no había más remedio que afiliarse a la OJE. Los niños de mi generación ansiábamos ser miembros de la OJE porque así teníamos oportunidades de veranear, hacer deporte y participar en campamentos y actividades. Pero, sobre todo, de conseguir aquellos zapatos de suela Segarra que nos atraían poderosamente.

Campamento de verano montado por Falange en el verano de 1938 en las cercanías de Burgos. La estética era muy diferente a la zona roja. FOTOTECA NACIONAL.

En mi caso, nunca mi padre consintió que mi profesor de Formación del Espíritu Nacional me implicara más allá de participar en los campeonatos de fútbol de los jóvenes falangistas. Aunque yo lo deseaba fervientemente. No entendía la negativa paterna. Hasta que un día mi padre me regaló unos zapatos de la OJE (que adquirió en el Rastro de Madrid), mi madre los tiñó de otro color, y me enviaron a los campamentos de verano que empezaba a organizar la Caja de Ahorros de Ronda en Sabinillas (Málaga). Fue un verano inolvidable.

Por aquellas décadas ya había colegios de pago y obras sociales de cajas de ahorros que organizaban colonias veraniegas para sus alumnos o hijos de clientes. Bonificadas o a precios muy asequibles

Por aquellas décadas ya había colegios de pago y obras sociales de cajas de ahorros que organizaban colonias veraniegas para sus alumnos o hijos de clientes. Bonificadas o a precios muy asequibles. Fue la primera (y única) vez que conseguí ir a unas colonias de verano y pasar casi un mes junto al mar. Eso sí, fui calzado con mis deseados zapatos de la OJE.

La OJE pasó a ser un movimiento voluntario, apolítico, tras el desmantelamiento del franquismo. Mantiene un ideario muy parecido al movimiento scout, de cuya supraorganización internacional participa. Desconozco la fuerza que tiene en Granada. En cambio, mi añorado campamento de Sabinillas patrocinado por Caja de Ronda, hoy se ha hecho más potente bajo la Fundación Unicaja. Ya no sólo lleva niños de interior a veranear a sus instalaciones de Sabinillas; ahora organiza colonias, campamentos, viajes, cursos, etc. durante todo el año. La oferta para nuestros nietos se ha ampliado notablemente.

El recurso de las granjas escuelas

En 1982 hicieron su aparición en Granada las granjas escuelas. Eran un método novedoso y moderno de pasar épocas vacacionales en el campo, con actividades relacionadas con la naturaleza y lo rural. La primera de ellas y la más conocida es Huerto Alegre. Estuvo promovida por un grupo de jóvenes, pedagogos y educadores, que buscaron una forma distinta de formar a los niños y también de ganarse la vida. Lo ubicaron en una finca a mitad de camino en la carretera de la Cabra, de Granada a Almuñécar.

Su nacimiento tuvo una repercusión enorme. Ofrecían una manera diferente de pasar unos días en contacto con la naturaleza, conocer una granja, sus animales, sus actividades, sus juegos, relacionarse con niños de otros pueblos

Su nacimiento tuvo una repercusión enorme. Ofrecían una manera diferente de pasar unos días en contacto con la naturaleza, conocer una granja, sus animales, sus actividades, sus juegos, relacionarse con niños de otros pueblos, etc. El Ayuntamiento de Granada se implicó de lleno en la organización de turnos de colonias, incluso con una pequeña subvención municipal. Venían, en cierto modo, a suplir a las que funcionaron entre 1889 y 1936. Fruto de aquella iniciativa se formaron largas colas de padres que deseábamos enviar a nuestros hijos a veranear y aprender algo distinto en la granja escuela Huerto Alegre. Debido a su pequeña capacidad, se recurrió a los sorteos. No todos los niños que lo deseaban podían pasar unos días de veraneo en la granja. No, si no te tocaba la china.

Dos escenas didácticas en el taller y campo de cultivo de Granja Escuela Huerto Alegre. H. A.

El atractivo de las granjas escuelas hizo que aflorasen iniciativas muy similares. La granja escuela el Molino de Lecrín nació prácticamente al mismo tiempo que la anterior; y permanece activa también en estos momentos. Se define como un centro de educación medioambiental. Similares a las dos anteriores, están funcionando hasta media docena más en la provincia de Granada; nuestros hijos y nietos ya no necesitan que una institución los lleve a pasar unos días a la playa, pero les viene muy bien asistir a una granja escuela para que comprueben que los huevos, el pan y las frutas no nacen ni se hacen en el Mercadona de nuestro barrio.

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