artículo por joan carles march

'Las impactantes y devastadoras historias de suicidios de niños, niñas y adolescentes'

Ciudadanía - Joan Carles March - Lunes, 31 de Octubre de 2022
El prestigioso experto en Salud Pública Joan Carles March nos ofrece este espléndido y necesario artículo que situa el foco sobre el suicidio, con historias desgarradoras. Para leer, reflexionar y compartir.
Youtube

Este sábado pasado leía en la prensa el suicidio de una niña de 14 años, de la que sus padres no habían detectado ningún comportamiento extraño en ella, más allá que durante el último año pasaba más tiempo encerrada en su habitación. Pero encontraron que durante los seis meses anteriores a su muerte, la joven compartió o reaccionó en Instagram a más de 2.000 publicaciones relacionadas con suicidio, autolesiones o depresión. Un tribunal señala a Instagram y Pinterest al considerar que contribuyeron a que la británica Molly Russell se quitara la vida.

Hay que recordar que whatsApp, Instagram y TikTok, son las 3 plataformas donde más se practica ciberbullying a menores (WhatsApp (66,9%), Instagram (53,1%) y TikTok (48,6%), según un estudio

Y al mismo tiempo leía que los avisos por posible maltrato infantil casi se cuadruplican tras el apagón por la pandemia. Y además leía que los ingresos de menores por problemas de salud mental crecieron un 50% en 2021, con un estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia que detectó en el trabajo realizado en 2021 a 3.000 jóvenes de Baleares que uno de cada tres adolescentes hacía un uso excesivo de internet y de las redes sociales, que un 4,5% de ellos pasaban hasta treinta horas semanales frente a las pantallas, y que incluso uno de cada cuatro aseguraba haber sido víctima de ciberacoso. Hay que recordar que whatsApp, Instagram y TikTok, son las 3 plataformas donde más se practica ciberbullying a menores (WhatsApp (66,9%), Instagram (53,1%) y TikTok (48,6%), según un estudio.

Me voy a otras páginas y leo un poco más. Las hospitalizaciones por problemas de salud mental infantil y juvenil han aumentado un 40% respecto a antes de la covid. Buena parte de este aumento, un 25%, obedece al incremento de los trastornos de conducta alimentaria

Me voy a otras páginas y leo un poco más. Las hospitalizaciones por problemas de salud mental infantil y juvenil han aumentado un 40% respecto a antes de la covid. Buena parte de este aumento, un 25%, obedece al incremento de los trastornos de conducta alimentaria. Y aparecían algunos casos: “Mi hija de 15 años tiene depresión desde hace tres años, ha tenido dos intentos de suicidio. Entra y sale de centros sanitarios”. O “No sabemos que hacer con mi hijo de 20 años. Tiene muchos problemas, se causa autolesiones. Él no es consciente de que tenga problemas, de que necesita ayuda”. Y además, las chicas de 14 a 18 años avanzan ligeramente a los chicos en consumo de alcohol y de marihuana; el 52% ha bebido el último mes y también tienen más episodios de embriaguez.

Y eso me recuerda la frase con la que empecé la mesa sobre el suicidio infantil y juvenil con una psiquiatra, una profesora de universidad y un profesional de la consejería de educación, en el marco de unas jornadas organizadas por asociaciones de pacientes y la colaboración de la EASP: Hay niños y niñas que desean desaparecer. Aunque sean los menos. El suicidio en la infancia y en la adolescencia existe y se puede prevenir.

Hay niños y niñas que desean desaparecer. Aunque sean los menos. El suicidio en la infancia y en la adolescencia existe y se puede prevenir

Y explicaba varios casos.

Primer caso: CARLOS SOTO decía alrededor de su hija Ariadna, que se suicidó: NO debemos olvidar nunca que las personas que quieren quitarse la vida NO QUIEREN MORIR, QUIEREN DEJAR DE SUFRIR, ENCONTRAR, CONOCER, LA FORMA DE DEJAR DE SENTIRSE TAN MAL. Nuestra única hija Ariadna, se suicidó el 24 de enero de 2015. En nuestra casa siempre se ha hablado libremente de todo, de todo lo que conocíamos, por eso después del suicidio de nuestra hija, nos dimos cuenta de que no habíamos tenido herramientas, no conocíamos la depresión, sus efectos, como ayudar.

"Ariadna, con 17 años, adolescente, nos protegió equivocadamente, guardándose todo el dolor, disimulando. Como nosotros, confió en las recomendaciones de su médica de cabecera y el trabajo del psicólogo que buscamos en cuanto nos dijo que tenía 'un bajón'".

Y seguía Carlos diciendo: "Después del suicidio de nuestra hija, afortunadamente, buscamos toda la ayuda posible, terapia de duelo, psicólogo, psiquiatra, esto fortaleció la idea de trabajar por la Prevención del Suicidio"

Y seguía Carlos diciendo: "Después del suicidio de nuestra hija, afortunadamente, buscamos toda la ayuda posible, terapia de duelo, psicólogo, psiquiatra, esto fortaleció la idea de trabajar por la Prevención del Suicidio".

Y afirmaba: Darnos cuenta de que habíamos hecho todo lo que sabíamos, utilizado las herramientas que teníamos a nuestra disposición, nos liberó de una gran parte de la culpa, esa culpa que acompaña siempre a los Supervivientes. Comenzamos a buscar la colaboración de todas las personas que nos rodeaban, incluso asaltamos a aquellos conocidos o famosos que nos encontramos, solicitando su colaboración para acabar con el tabú. Reconvertimos nuestro dolor en un objetivo, hacer por los demás lo que no pudimos por nuestra hija, compartir la información que vamos recabando, hacerla útil.

Y terminaba expresando: Ahora sabemos que la depresión engaña, crea pensamientos falsos en nuestra cabeza, como el que hace pensar que los demás quedaran más tranquilos, que superaran la situación. Hablar sobre depresión, aclarar la importancia y gravedad de esta enfermedad, pensamos que contribuye tanto a su identificación como a comportarnos con quien la padece con la empatía necesaria”.

Ocurrió un viernes y el lunes, después de dos días en el hospital, ya estaba de nuevo en clase. Aquello permaneció en secreto entre su familia y sus amigos más cercanos hasta que en una formación de yoga en Estados Unidos uno de los compañeros contó que con 16 años había intentado suicidarse

Segundo caso: LA NIÑA AMARILLA. Cuando María de Quesada tenía 15 años intentó suicidarse. Ocurrió un viernes y el lunes, después de dos días en el hospital, ya estaba de nuevo en clase. Aquello permaneció en secreto entre su familia y sus amigos más cercanos hasta que en una formación de yoga en Estados Unidos uno de los compañeros contó que con 16 años había intentado suicidarse. Fue entonces cuando María, a sus 36 años, decidió que ella también quería contar su experiencia.

Y explica su caso: Siempre es un cúmulo de situaciones, vivencias, interpretaciones y la complejidad de la mente humana, que creo que todavía no llegamos a entender. En mi experiencia personal fue la baja autoestima, yo sentía que no merecía vivir porque molestaba a las personas. Fuera o no real, yo lo vivía así. Me culpé de todo lo malo que ocurría a mi alrededor y no supe gestionar nada. Exploté.

En casi todos los relatos -por suerte con final feliz- hay un amigo, una amiga, un profesor, un terapeuta o un familiar que escucha sin juzgar, con amor y compasión. El simple hecho de verbalizar salvó sus vidas

Y dice: Uno aprende sobre todo una cosa: es mucho más fácil deshacerse de los pensamientos suicidas cuando uno comparte, cuando lo cuenta, cuando abre su corazón al amor. En casi todos los relatos -por suerte con final feliz- hay un amigo, una amiga, un profesor, un terapeuta o un familiar que escucha sin juzgar, con amor y compasión. El simple hecho de verbalizar salvó sus vidas.

Sin embargo, al contarlo y compartirlo (…) eso me ha ayudado a liberarme internamente, pero también me ha ayudado a saber que no nos tenemos que avergonzar de estas historias, porque forman parte de nosotros y realmente somos quienes somos porque esto nos ha sucedido y está ahí

Y afirma: Es algo tan oculto, tan oscuro, tan difícil, que no te atreves a contarlo porque tú misma tienes tanto miedo, que no sabes lo que hacer con ese pensamiento o con esa situación, entonces, te aísla mucho, te sientes muy sola, y creo que estas historias lo que pueden es ayudar a normalizar un pensamiento que es más frecuente de lo que creemos. En mi caso, durante mucho tiempo he arrastrado culpa y la vergüenza de esa experiencia y no me ha ayudado ocultarlo. Sin embargo, al contarlo y compartirlo (…) eso me ha ayudado a liberarme internamente, pero también me ha ayudado a saber que no nos tenemos que avergonzar de estas historias, porque forman parte de nosotros y realmente somos quienes somos porque esto nos ha sucedido y está ahí. Y taparlo y ocultarlo no sirve de mucho.

Y ello le planteaba pensamientos diversos: Se da simplemente el alta y no sé si hay un seguimiento, una terapia, te dan pastillas…pero si no solucionas el origen de esa situación que te ha llevado ahí, es muy probable que lo vuelvas a hacer porque tú sigues en el mismo lugar. Al final sobrevivimos a fuerza de buscar otras puertas.

Tras pensar en estos dos casos, me planteé algunas preguntas ¿Y qué necesita un niño o un adolescente que se encuentra en esta situación? ¿Ha deseado un niño o un adolescente la muerte o el no volver a despertar?

Tras pensar en estos dos casos, me planteé algunas preguntas ¿Y qué necesita un niño o un adolescente que se encuentra en esta situación? ¿Ha deseado un niño o un adolescente la muerte o el no volver a despertar?

Todo ello me planteaba palabras: Apoyo, comprensión, ser escuchada y no juzgado y atención profesional, por supuesto.

Tanto en la infancia como en la adolescencia hay factores que implican un riesgo de suicidio cómo:

1. Familiares, cuando se presentan situaciones de abuso, negligencia, conflictos, rupturas, disfuncionalidad, violencia familiar o antecedentes familiares de suicidio.

2. Características psicológicas que van desde la presencia de impulsividad, ansiedad, baja tolerancia a la frustración, distorsiones cognitivas y falta de habilidades para el reconocimiento afectivo.

3. Entorno, abarcando, principalmente, la exposición a conductas suicidas, acceso a métodos letales de suicidio o factores estresantes crónicos como, por ejemplo, violencia callejera, entorno escolar desfavorable con o sin conductas de acoso, fracaso escolar, crisis y dificultades de adaptación, entre otros.

4. Características psiquiátricas, como el padecimiento de cualquier trastorno psiquiátricos implica un aspecto de riesgo. Cronificándose cuando se trata de trastorno depresivo mayor, ansiedad, trastorno de la conducta y, sobre todo, si existe comorbilidad con un trastorno límite de la personalidad o trastorno de la personalidad narcisista.

Y más en un entorno donde las características sociológicas de la posmodernidad están influyendo en la fenomenología de la conducta suicida entre los niños y adolescentes de hoy cómo son la modernidad líquida, cambiante, donde ante ellos, necesitamos esforzarnos en valores morales, éticos y un espacio consolidado, estable para garantizar el bienestar físico, emocional, social y psicológico de los menores.

En este entorno, aparece el aislamiento como situación detonante. El aislamiento de pares tiene una gran influencia a la hora de generar la ideación suicida

En este entorno, aparece el aislamiento como situación detonante. El aislamiento de pares tiene una gran influencia a la hora de generar la ideación suicida. Y hay 4 rutas que llevan al aislamiento como la victimización a través del bullying; un estilo atribucional negativo (interno, global y estable) que produce cuadros o síntomas depresivos; pocas amistades y/o la presencia de escaso soporte social y la presencia de pares problemáticos, lo que facilita la aparición de conductas de riesgo de todo.

Así, el suicidio se convierte una forma de acabar con el sufrimiento que esos eventos causan en él o la menor. Aunque el suicidio infanto-juvenil no es el más habitual, resulta ser el más impactante a nivel social

Y todo ello en un contexto de que el suicidio infanto-juvenil ha ido en aumento a lo largo de los años. Es un hecho que el suicidio es una de las tres principales causas de muerte entre los jóvenes de 15 a 24 años en todo el mundo. En la actualidad, el suicidio representa la primera causa de muerte en el grupo de edad de 0 a 24 años. La mayoría de suicidios en menores de edad son posteriores a los 10 años, concretamente en la franja de edad de 13 a 19 años. Así, el suicidio se convierte una forma de acabar con el sufrimiento que esos eventos causan en él o la menor. Aunque el suicidio infanto-juvenil no es el más habitual, resulta ser el más impactante a nivel social.

Y además, es necesario aclarar que los niños no tienen el mismo concepto de muerte que los adultos. Esto implica que, para normalizar, es necesario hablar de la muerte, de las preocupaciones que tienen y que entre todos debemos ayudar a sacar el tema.

Es necesario quitar el tabú a un tema como este entendiendo qué implica el suicidio infanto-juvenil. Hablar abiertamente del dolor, la empatía, el suicidio y la importancia de buscar apoyo es clave

Podríamos concluir que el suicidio infanto-juvenil es un problema que requiere de la atención de todos y todas, pues un/a niño/a o adolescente no amenaza con este tipo de acciones si no hay una situación de dolor intenso. La atención a este problema en esta población puede prevenir intentos en el presente y en el futuro. Su intervención requiere del involucramiento de todos aquellos agentes que rodean al niño o al adolescente, abarcando la prevención, la detección, la evaluación y la intervención temprana. Y, además, implicando la atención primaria preventiva como pilar esencial a la hora de detectar ideas, gestos e ideaciones suicidas. De igual manera, es necesario quitar el tabú a un tema como este entendiendo qué implica el suicidio infanto-juvenil. Hablar abiertamente del dolor, la empatía, el suicidio y la importancia de buscar apoyo es clave.

Y no cabe duda de que como sociedad hemos avanzado en el tema del suicidio y de la muerte: tenemos una mayor sensibilización y una mayor capacidad de identificación, pero tenemos que seguir buscando soluciones y educando en valores. Imprescindible.