Rodríguez Zapatero: "El negacionismo es un estímulo para redoblar la lucha contra la violencia de género"
El 7 de octubre de 2004, el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad el primer proyecto de ley de la legislatura. La primera ley del Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. Fue la Ley Integral contra la Violencia de Género, que tras proseguir su tramitación, pasando por el pleno del Senado, recibió el visto bueno definitivo del Congreso el 22 de diciembre. Ese 22 de diciembre de 2004, por tercera vez, los grupos parlamentarios dieron su apoyo unánime al texto, que entró en vigor un mes después.
Con esa norma, España se convirtió en el primer país de la Unión Europea que se dotaba de una ley integral para combatir la violencia que golpea y mata a las mujeres por ser mujeres.
La Ley Integral contra la violencia de género cumple 20 años y lo hace en plena ola de negacionismo. Por tres veces concitó unanimidad, algo impensable en este momento, cuando las ideas y posiciones ultras de Vox se han asumido en gobiernos y en el debate público. La violencia machista sigue matando, pero hoy, 20 años después de que esa ley pionera la sacara del ámbito doméstico para convertirla en un asunto de Estado, no se pueden aprobar declaraciones institucionales porque la ultraderecha se desmarca. Tacticismo partidista que está haciendo calar un mensaje peligroso, como otros tantos, en el debate público.
El Independiente de Granada ha pedido al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero que rememore lo que supuso la aprobación de la ley y su opinión respecto a la actual ola de negacionismo. "No debemos negar el negacionismo, hemos de ser muy conscientes del problema que representa como actitud", advierte en unas palabras en las que subraya que esa ley supuso "un antes y un después".
Un mensaje de gran valor y a tener muy en cuenta este 25 de noviembre, cuando, un año más, la lucha contra la violencia hacia las mujeres saldrá a las calles para darle visibilidad.
─ ¿Qué supuso en su momento la aprobación de esta ley?
─ 25 años después de haber entrado en vigor la Constitución, alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres era en buena medida una cuestión pendiente en nuestro país cuando llegamos al gobierno en 2004, y había que empezar por el principio, por la desigualdad más intolerable, porque la que representa la violencia ejercida sobre las mujeres.
Por eso, fue nuestra primera ley, una ley aprobada por consenso. Y su principal razón de ser era doble: por un lado, sacar claramente el problema del ámbito doméstico, hacerlo público, porque al ser víctimas las mujeres por el hecho de serlo, por prevalerse algunos hombres de su superioridad física y del despliegue de su agresividad frente a ellas, la interpelación, la responsabilidad de abordarlo, nos concierne a todos, recae sobre el conjunto de la sociedad; y en segundo lugar, y como consecuencia de ello, había que abordarlo con una estrategia integral, poniendo a disposición un arsenal de medios públicos, preventivos y reactivos, punitivos y asistenciales, comprometiendo a los cuerpos policiales, a la Justicia y a los servicios sociales. Eso fue y es la Ley de Violencia de género. Que, concebida así, supuso, en efecto, un antes y un después.
─ ¿Cree que con el avance del negacionismo y las posiciones de ultraderecha está en peligro esta conquista?
Hemos de ser muy conscientes del problema que representa como actitud, porque puede debilitar la lucha contra la violencia, la protección de las mujeres en definitiva
─ El avance del negacionismo es preocupante, aunque no sea la primera vez que una conquista histórica, social, de derechos, produce reflujo o reacción en algún sector social o generacional. Pero este se sitúa, además, en el contexto de la ofensiva antilustrada que estamos padeciendo; muchos de los que ponen en duda las vacunas o el cambio climático son los mismos que, contra toda evidencia estadística, discuten que la violencia de género lo sea. Les incomoda que lo sea y niegan que lo sea. Nosotros, en cambio, y si se me permite expresarlo así, no debemos negar el negacionismo, es decir, hemos de ser muy conscientes del problema que representa como actitud, porque puede debilitar la lucha contra la violencia, la protección de las mujeres en definitiva. Y creo que para evitarlo hay que intensificar el esfuerzo en la pedagogía, en explicar una y otra vez lo que supone la violencia de género, y en condenar con la máxima energía cada asesinato, cada maltrato… como si fuera el primero. El negacionismo es un estímulo para redoblar la tarea.
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