Grupo de Expertos Solynieve conquista Málaga: El seseo de Shakespeare

Cultura - Manuel Alberto P. - Sábado, 23 de Mayo de 2015
Jota y Manu Ferrón, a oscuras, en el concierto de Málaga.
M.A.P
Jota y Manu Ferrón, a oscuras, en el concierto de Málaga.

La canción protesta es un concepto, es una idea, que no me cabe en la cabeza: astrosos, con las obras completas de Marx compradas y someramente leídas, con guitarras de palo, berreando sus grumos sintácticos e ignorantes que, desde antes del abucheo al Dylan electrificado en el festival de Newport de 1965,  en la música, como en la vida, se puede ser todo menos un coñazo, como repetía el malogrado Michi Panero en la celebérrima El Desencanto.

Los 'expertos solyniene', en plena actuación. M.A.P.

Otra cosa es que la música en general, y el pop y el rock en particular, deba plasmar en sus letras la realidad social y se implique críticamente. Y eso es algo que en el ruedo patrio se echa de menos, sobre todo desde que se eliminó el servicio militar y no queda ni Perry del llamado rock radical vasco. Si exceptuamos los intentos de Nacho Vegas, exitosos (Cómo hacer crak) o infructuosos (Resituación), la labor social de la música nacional se limita a las pegatinas contra el IVA cultural y a poner en Facebook “qué mal está todo y cómo sufro por eso”

Todo esto lo pensaba camino del Centro Cultural Provincial de Málaga, donde el pasado jueves día 21 el Grupo de Expertos Solynieve ofreció un concierto y puso de relieve que el compromiso social de sus letras no es incompatible con la ironía y el buen humor, todo ello sobre rotundas melodías y diáfanas instrumentaciones.

Sobre las nueve, y tras la premonitoria música de la serie Curro Jiménez, Jota nos anunciaba que “iban a tocar unas cancioncillas, a ver si os gustan”, comenzando el reto con La nueva reconquista de Granada, a partir de la cual, y tras dedicar el concierto a la memoria de Manuel Molina, se fue turnando en la voz principal con su viejo camarada Manu Ferrón, desgranando diversos temas de sus dos LP y cuatro EP: Pequeños, DimeAlegato Meridional, Ola de Calor, Estoy vivo de milagro, Tú, misionero de dios...

Manu Ferrón y Jota, líderes de una gran banda. M.A.P.

Cuando, allá por 2006, el grupo comenzó, era inevitable definirlo como “proyecto paralelo del líder de los Planetas”, que se convertiría años después en una santísima trinidad con la irrupción de los Evangelistas. Y, si al principio, era una banda sin pretensiones, nos encontramos en la actualidad con todo un grupo con alma, que no esconde sus influencias del folk-rock de la costa oeste californiana de Gram Parsons, tamizado por la música andaluza, sin que falte la guasa y la mala leche. No queda ahí, porque puede visitar de golpe la costa este, rememorando los conciertos de la Velvet Underground en Boston (como sucedió en el clímax final de Una pila de cosas) o los trenzados líricos de Television en Perros muertos.  Es lo que tiene tener en sus filas a un músico tan increíble como Víctor Lapido, todo un rockero. Pueden ser tiernos, como en No te olvidaré (que provocó gritos de “¡guapo!” en el público; imposible del todo saber el destinatario). Es lo que tiene tener en sus filas a un letrista enorme como Manu Ferrón.  Y pueden terminar el concierto con una canción tan perfecta como el Fandango de la libertad. Es lo que tiene tener una sección rítmica tan solvente como la que componen Miguel López y Antonio Lomas sobre las que Víctor pespuntó sus potentes riffs de guitarra.

Para los bises, escogieron Claro y meridiano, y la declaración de intenciones Déjame vivir con alegría, su festiva versión de Vainica Doble; previamente también habían versionado a los Byrds con la Balada de buscando mi destino. Para terminar, Jota dejó su guitarra para encarnarse en Johnny Rotten y perfilar ese God save the Queen revisitado que es La Reina de Inglaterra. Es encomiable que con una broma de humos de la risa se enhebre una canción tan redonda que ya lleva sello de urgencia para la lista de los mejores temas de la historia de la música en español, consiguiendo que el público se saltara las barreras arquitectónicas de la sala y bailara y saltara a voluntad. Un público que, pese a ser el concierto gratuito con invitación y estar éstas agotadas desde meses, dejó asientos vacíos, lo que pone en evidencia el protocolo de distribución de las mismas.

El Grupo se divierte y contagia su alegría en sus conciertos. M.A.P.

Se echó de menos el monumental Colinas Bermejas que abre su último EP. ¿Censura? ¿Autocensura? ¿Prohibición de la Junta electoral central? Es cierto que no queda muy correcto orinar en la taza de la persona que te invita a cenar –el recinto está gestionado por la Diputación de Málaga-, pero cuadra en unos notas que dedican Una muerte lenta y dolorosa al ministro de cultura. Lástima, porque hubiera sido un puntazo escuchar la historia de cabezas rodando de alcaldes y presidentes de diputación en un centro provincial.

Magnífico concierto, algo corto (no jugaba el Barsa, Jota) que pone de evidencia que el Grupo de expertos ya es actualmente uno de los mejores de la escena nacional, con un gran directo y con un creciente repertorio cuyas versiones (de Silvio a Franco Battiato, pasando por los Byrds y Kevin Ayers)  indican los ejes por los que crece la identidad del grupo pero que se fagocitan como propias.  Con un espíritu crítico burlón y ácido. Y a la par, recopilando en sus músicas y sus letras toda la tradición andaluza, que serían merecedoras de alguna subvención de alguna oficina del parapente, ese logo cansino de la Administración autonómica, que premia cualquier tontá verdiblancas. Todo esto parece fácil, pero, si es así, ¿por qué nadie más lo hace?

Todo un caudillo de la música este Jota, capaz de mutar en sus tres identidades, tan diferentes entre sí como un jesuita y un dominico. Porque una frase como: “Nada de trabajar, la ‘felisida’d está en los bares de rockeros”, así, a lo Shakespeare seseante no podría ser del Jota padre planetario ni del Jota espíritu santo evangelista. Y si no lo veis, podéis recurrir al bardo inglés, que por boca de otro caudillo, el Rey Lear, nos amenaza: “ya te enseñaré yo las diferencias”.

Si, Jota, nos gustaron vuestras cancioncillas.