Triángulo de Amor Bizarro prosiguen su marcha triunfal

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 1 de Abril de 2020
Triángulo de Amor Bizarro – oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ
Portada del último trabajo de Triángulo de amor bizarro.
Portada del último trabajo de Triángulo de amor bizarro.

No creo caer en la hipérbole si digo que Triángulo de Amor Bizarro es el mejor grupo de España. Está claro que no es una opinión demasiado extendida: salvo por “De la Monarquía a la Criptocracia”, que supera las 600.000 visualizaciones en YouTube, no tienen canciones que se hayan hecho “virales”, y lo habitual es que apenas acumulen unas decenas de miles de escuchas. Pero la crítica siempre los ha adorado, y con razón: su combinación de influencias que van del shoegaze más atmosférico al punk más desenfrenado, las letras y títulos de sus canciones, tan peculiares y a menudo tan políticas, la alternancia en las voces de Isa y Rodrigo y, sobre todo, los temazos aparentemente inagotables los entronizaron desde bien pronto. Después, su aparente incapacidad para hacer un mal disco los confirmó como el grupo a seguir. Salve Discordia (2016), indiscutiblemente uno de los mejores discos de la década pasada, era la guinda del pastel, la plasmación impoluta de esa ambición inmensa que les impide quedarse quietos. El reconocimiento fue inmediato y unánime.

¿Qué se puede hacer después de lanzar el mejor álbum de tu carrera, tras más de diez años en la música, cuando la expectación es máxima y no parece que puedas mejorar la fórmula?

¿Qué se puede hacer después de lanzar el mejor álbum de tu carrera, tras más de diez años en la música, cuando la expectación es máxima y no parece que puedas mejorar la fórmula? Estos cuatro gallegos han sido pacientes. Sacaron un EP, El Gatopardo (2018), que fue satisfactorio y les permitió seguir trabajando tranquilamente sin que el silencio se volviera ensordecedor, marcando además un punto y aparte en su discografía. Y ahora, cuando casi nos habíamos olvidado, nos llega esta nueva joya, que han decidido nombrar como a sí mismos, pero al revés: oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ. Como si trece años después de su debut homónimo, pudieran decir tranquilamente que ya han ido y vuelto, que se han pasado la música y nos lo quieren contar.

Pero tenían que confundirnos un poco antes, claro, como siempre han hecho, empezando por una portada totalmente inescrutable. “Ruptura”, el primer single, usaba muy pocos elementos (batería, sintes agresivos e industriales, bajo y distorsión vocal) para insinuar una nueva vía más electrónica, como un “Robo tu tiempo” sintético y mutante. “Fukushima”, el segundo single, parecía confirmar ese sonido, pero sustituyendo la agresividad por un romanticismo crudo y desconsolado, con ese principio que recuerda a “Oblivion”, de Grimes, y ese final tan épico. Entonces llegó “Vigilantes del Espejo” y vimos que nos habían engañado otra vez. Vuelven las guitarras (¡incluso una acústica!) sonando a The Cure, la melodía recuerda a Klaus y Kinski, y el pop a todo trapo esta vez lo entona Rodrigo con voz rasgada, en lugar de Isa. Tres singles, tres estilos. ¿A qué demonios iba a sonar este disco?

Pues a Triángulo de Amor Bizarro, claro. A todos los sonidos que les gustan, a todo eso que ya habían mostrado y a lo que aún no se habían atrevido. Cada canción muestra una cara diferente. El dub sucio y lleno de reverb de “No eres tú” es mucho más paciente y cercano al original jamaicano que los tonteos anteriores del grupo con ese estilo (“Desmadre Estigio”). “ASMR para ti” es una balada ruidista a lo My Bloody Valentine, de letra imposiblemente romántica (“Fuiste más interesante para mí/Que toda la historia humana/Que el universo conocido”). “Acosadores”, aunque tenga una estructura de rock más reconocible, emplea texturas originales y frescas y una mezcla atípica, con el bajo y la percusión muy altas y cercanas y las guitarras muy distantes, y se ha convertido ya en la canción más popular del disco, quizás en parte gracias a que usa las voces de Isa y Ariadna Punsetes para entonar una letra feminista.

Dos elementos dotan de unidad al disco. Por un lado, el romanticismo antes mencionado domina varias de las canciones. Se trata de una concepción del amor y (sobre todo) el desamor muy física y escabrosa: “Folía de las Apariciones” combina imágenes tan desesperadas como “no hay nadie que de madrugada/bañe mis huesos con tus lamentos/que corte el viento que escarcha mi sangre” con una melodía vocal anhelante y sublime. “Cura mi corazón”, por su parte, es un medio tiempo pausado cuya letra, aunque difícil de entender, está en las mismas coordenadas: “en tus entrañas cristalinas”; “perfora mi culpa con tus flechas”; “oh, serpiente, te enroscas en mi cuello:/haz brotar tu veneno/y cura mi corazón”. A lo largo de su discografía, podemos encontrar insinuaciones de esta vulnerabilidad descarnada: la sumisión incondicional de “Para los seres atados (a las condiciones terrenas)”, la obsesividad malsana y persecutoria de “Super Castlevania IV” y, sobre todo, la fantasía de fusión y podredumbre que era “Un Rayo de Sol” indicaban este camino, pero nunca había habido tantos temas de un álbum dedicados a ese registro. Y por primera vez hay una fijación con el final del amor (“Y yo digo que no: no me das nada/Que ocupe mi memoria, que escriba el espacio vacío/En el que estás tú”, en “Fukushima”). Todo ello contribuye a hacer de este el álbum más íntimo de Triángulo de Amor Bizarro.

Pero, además, se trata del álbum en el que más maestría demuestran en el plano compositivo. Varias de las canciones pasan por distintas fases que encajan entre sí a la perfección. No en vano es su disco más largo, y es que por primera vez hay varios cortes que superan holgadamente los cinco minutos. El cambio hacia la mitad de “Fukushima” le inyecta una energía que parecía imposible en la lenta y oscura primera fase, pero la solemnidad se conserva gracias a esas notas que suenan como un harpsichord sintético. “Canción de la fama”, fiel a su nombre, es una perversa fantasía acerca del estrellato en tiempos de Instagram. Y aunque empieza a mil por hora, después entra en una calma tensa anclada por la batería y el bajo, hasta que vuelve a estallar (“tengo un sueño: solo puede quedar uno”) y concluye a gritos: “aplastaré a mis detractores con todo el peso de mis seguidores/y que se sientan viejos arrollados por la tecnología”. También “No eres tú” crece hacia un final épico, con esa batería que entra in crescendo y te transporta por completo (la primera vez que la escuché estuve a punto de llorar del impacto físico que me produjo). “Cura mi corazón”, a su vez, transcurre bella y contemplativa durante tres minutos y medio hasta que de pronto la instrumentación se cae y unos golpes de bombo retumbantes dan paso a silencios y, poco a poco, a ruidos teñidos de añoranza que envuelven la voz de Isa, cerrando el disco con la coda instrumental que es “Los golpes olvidados”.

Quizás por eso resulte algo decepcionante escuchar una canción como “Calígula 2025”, que recuerda demasiado, tanto a nivel lírico como sonoro, a “Gallo Negro se levanta”. Es un tema perfectamente aceptable, pero es el único que realmente deja con ganas de más, de algún giro que sorprenda (¿era eso lo que intentaban con el extraño interludio que lo precede, “Syf, paga”? Si es así, no termina de funcionar). Eso sí, se trata de una de las canciones que más explícitamente muestran la vena política del grupo, además de la ya mencionada “Acosadores”. Aunque también, como es habitual, hay un punto político implícito en otras canciones: en “No eres tú” Isa alterna entre cantar “elige un estandarte, elige una plaza” y “escoge un ladrillo, escoge una ventana”, mientras que “Vigilantes del espejo” es un irónico himno a los cuarentones con síndrome de Peter Pan y el hedonismo disparado (“esclavo del siglo XXI, bienvenido a los cuarenta, deja ya de llorar/no abandones a tus amigos, vuelve a la droga que olvidaste en el cajón/una noche más/y cuando amanezca, no te arrepientas:/yo no me arrepiento de nada”).

Así pues, no hay más remedio que admitirlo: increíblemente, Triángulo de Amor Bizarro lo han vuelto a hacer. Quizás no sea tan redondo como Salve Discordia, pero oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ coge todos los elementos que nos encantan del grupo gallego y muchos más que aún no conocíamos y construye un auténtico monumento al pop que inaugura esta década incierta por todo lo alto. Ojalá podamos escucharlo en directo pronto; iban a venir a Granada el 18 de abril, pero todo indica que tendrá que posponerse. Mientras dure el encierro, eso sí, tengo claro cuál va a ser mi banda sonora.

Puntuación: 9.2/10

https://open.spotify.com/album/7CE8ZJUiRdEq2rdJviugnB

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com