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Cárceles de horror y muerte en la Guerra Civil y el Franquismo

Presos republicanos granadinos en Santiago: El campo de concentración de Lavacolla (y II)

Política - Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo - Sábado, 9 de Noviembre de 2024
Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo cierran con este capítulo la extraordinaria serie sobre prisiones de horror y muerte en la Guerra Civil y el Franquismo, en el que fueron encarcelados cientos de granadinos.
Prisioneros utilizados en campo de concentración de Lavacoya para la construcción del aeropuerto de Santiago.
Internet.
Prisioneros utilizados en campo de concentración de Lavacoya para la construcción del aeropuerto de Santiago.
Si no tuviste la ocasión de leer la primera parte o quieres volver a leerla: Presos republicanos granadinos en Santiago: Peregrinos sin camino (I)

Lavacolla: pasarela de la represión para trabajos  forzados

Desde el mismo inicio de la guerra de España, el bando rebelde emitió instrucciones para ir estableciendo numerosos campos de concentración, y ya en julio de 1937 se creó la Inspección Central de Campos de Prisioneros (ICCP) con el objetivo de explotar una mano de obra forzosa. Es lo que se ha llamado mano de obra esclava o trabajo forzado. Hay que aclarar que el franquismo no los consideró nunca “prisioneros de guerra”, eran “hordas”, “forajidos”, “rebeldes”, lo que le permitió vulnerar todos los acuerdos internacionales firmados hasta ese momento (Convención de Ginebra de 1929) y cometer toda clase de tropelías.  Una red de campos y de trabajadores a la fuerza  que llegó a sumar cerca de medio millón de internos —la más densa y poblada, por tanto, de toda la Europa meridional— sufriendo unas deplorables condiciones de vida y unas humillantes políticas de clasificación y reeducación políticas. (RODRIGO, 2003).

Aprovechar su fuerza de trabajo ya se había aprobado por el gobierno de Burgos en marzo de 1937 creando la Jefatura de Movilización, Instrucción y Recuperación que tuvo, entre sus fines, la creación de numerosos batallones de trabajadores que reportara pingües beneficios no solo al Estado, sino a determinadas empresas privadas

Aprovechar su fuerza de trabajo ya se había aprobado por el gobierno de Burgos en marzo de 1937 creando la Jefatura de Movilización, Instrucción y Recuperación que tuvo, entre sus fines, la creación de numerosos batallones de trabajadores que reportara pingües beneficios no solo al Estado, sino a determinadas empresas privadas. El número de estos batallones es difícil de calcular, por la falta de datos, su temporalidad en función de la culminación de las obras encomendadas y la transformación constante del sistema. Según Santidrián, al acabar la guerra había 119 Batallones de Trabajadores (BBTT), en los que estaban encuadradas 87.589 personas, prisioneros de guerra o evadidos. García Funes, en un estudio más reciente, aporta que existieron un mínimo de 172 con una cifra mensual máxima de 77.275 integrantes en el mes de abril de 1939 y añade que según la ICCP aumentó a 93.096 trabajadores en 137 unidades en julio de 1939.

El momento de máximo encuadramiento fue el de la primavera de 1942 con cerca de 50.000 soldados en 65 Batallones, y a partir de finales de ese mismo año empezó su drástica disolución cuando se decretó el fin de los campos de concentració

Durante un año funcionaron los Batallones Disciplinarios de Trabajadores (BDT, de 1940 a 1941, hubo unos 46), cuyo punto álgido de encuadramiento fue agosto de 1940 y existieron en paralelo a los BBTT, pero con soldados sujetos a un régimen especial de disciplina (habían sido denunciados por sus antecedentes políticos, volvieron del exilio en Francia…), con más jornada laboral y menos jornal, y que siguieron funcionando un año más cuando aquellos se disolvieron en junio de 1940. Los BBTT fueron sustituidos por los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores (BDST), básicamente reclutas considerados desafectos de los reemplazos de 1936 a 1941 (es decir, los nacidos entre 1925 y 1920) y desertores, con el objeto de que no faltara el trabajo forzado. El momento de máximo encuadramiento fue el de la primavera de 1942 con cerca de 50.000 soldados en 65 Batallones, y a partir de finales de ese mismo año empezó su drástica disolución cuando se decretó el fin de los campos de concentración.

...todos ellos fueron fruto de la “violencia golpista que conjugó el castigo, la depuración política y cultural, el sometimiento y la coacción para cubrir necesidades logísticas y económicas, así como para facilitar la acumulación de capital estatal y privado”

Finalmente, a estos hay que sumar los ocho Batallones de Soldados Trabajadores Penados (BDSTP), creados a finales de 1941 para aquellos mozos que habían sido condenados por un tribunal militar. Cuando salían de prisión en libertad condicional, volvían a repetir el servicio militar, y eran distribuidos en dos agrupaciones, una en Ceuta y otra en la II Región Militar con sede en Sevilla, para realizar obras militares y de fortificación o, en algunos casos, ingresaban en las Colonias Penitenciarias Militarizadas, seis agrupaciones en 1943, para trabajar en obras hidráulicas (entre otras la 1ª, encargada del famoso Canal del Bajo Guadalquivir o Canal de los Presos). Los BDSTP, que siempre tuvieron menos efectivos que los anteriores, prolongaron su existencia hasta 1948. Según García Funes, si sumamos todos las variantes de Batallones con trabajadores forzados (BBTT, BDT, BDST, BDSTP) resultan, como mínimo, unos 290 desde 1937 a 1945, a los que habría que añadir otras 70 unidades más sin denominación, unas 360 en total, con un mínimo de 95.801 trabajadores, los de abril de 1939, a un máximo de 200.000, todos ellos fueron fruto de la “violencia golpista que conjugó el castigo, la depuración política y cultural, el sometimiento y la coacción para cubrir necesidades logísticas y económicas, así como para facilitar la acumulación de capital estatal y privado” (GARCÍA FUNES, 2022, p. 283).

Prisioneros utilizados en campo de concentración de Lavacoya para la construcción del aeropuerto de Santiago. Internet.

Todos los presos, estuvieran juzgados o no, retenidos y distribuidos en prisiones y campos de concentración, quedaron a disposición de la respectiva Auditoría de Guerra y sufrieron continuos desplazamientos en función de las circunstancias carcelarias y las necesidades del Régimen. Ese trasiego de prisioneros tenía numerosas pasarelas para muchos represaliados, yendo de cárcel en cárcel o enviados a campos de concentración para realizar trabajos en semi esclavitud. Una de estas pasarelas, desde la cárcel de Santa Isabel o a la inversa, fue el campo de concentración de Lavacolla.

Desde marzo de 1939 funcionó allí un campo de concentración, aprovechando las viejas naves que aún existían, y, cuando en noviembre de 1939 cerró como tal, en seguida se instalarán, a comienzos de 1940, varios Batallones de Trabajadores para ampliar y convertir Lavacolla en el aeropuerto transoceánico e intercontinental deseado por el régimen

Según Santidrián, en Lavacolla, una localidad perteneciente al municipio de Enfesta –cercana a Santiago de Compostela-, se había inaugurado el 28 de julio de 1935 un campo de vuelo, pensando que Santiago podría convertirse en el aeropuerto de Galicia. De hecho, en septiembre de 1936 el comandante militar de la zona ordenó iniciar los trabajos de ampliación obligando a los ayuntamientos cercanos a aportar mano de obra forzada, en concreto, cada uno, 30 obreros, “cuya edad esté comprendida entre los 18 y 45 años”, pero como las condiciones y el salario era tan bajos los voluntarios escasearon y el comandante militar amenazó a los alcaldes que no tuvieron más remedio que establecer turnos obligatorios de trabajo entre los vecinos, los cuales tuvieron que soportar sanciones y la vigilancia permanente de la Guardia Civil (Hernández de Miguel, 2009, p. 296). Desde marzo de 1939 funcionó allí un campo de concentración, aprovechando las viejas naves que aún existían, y, cuando en noviembre de 1939 cerró como tal, en seguida se instalarán, a comienzos de 1940, varios Batallones de Trabajadores para ampliar y convertir Lavacolla en el aeropuerto transoceánico e intercontinental deseado por el régimen, concretamente, el Batallón 31 trabajó a lo largo de 1940 en la construcción de pistas. 

Después de que se hicieran nuevos barracones, se instalaron los BDST número 28, que llegó el 5 de septiembre de 1940, y 29, un año después, albergando 526 y 612 presos, respectivamente. Eran tan lamentables las condiciones de vida y de existencia que hay numerosos testimonios de vecinos de Lavacolla que recuerdan las numerosas penalidades de los reclusos, la mala alimentación y los numerosos castigos a que eran sometidos, con largas jornadas de trabajo, tan extenuantes, que provocaron numerosos accidente laborales, muchos de ellos con resultado de muerte.

Cómo serían esas condiciones que, desde el mismo régimen, se cursaron algunos informes críticos con la situación del campo

Cómo serían esas condiciones que, desde el mismo régimen, se cursaron algunos informes críticos con la situación del campo. Por ejemplo, un informe del mismo General Jefe de la 80 División, Manuel Canellas Tapia, de 15 de julio de 1942, sobre la situación de los Batallones 28 y 29, señalaba que “las condiciones higiénicas de estos locales dormitorios son francamente deficientes”, con “escasa ventilación complementaria de aire”, con “iluminación mínima”, o que la desinfección de los excrementos es “bastante aleatoria”. Señalaba, por otra parte, el “estado lastimoso del calzado” por lo que muchos prisioneros salían al campo para trabajar prácticamente descalzos. Y, por supuesto, la alimentación deficiente, tanto que el informe terminaba con una aportación que resumía todo lo demás: “el pan, como todo el que generalmente suministra la Intendencia de Santiago, es francamente malo”. Es literal. Y eso que quien firma es nada menos que un General Jefe de División. La realidad, tenía que ser mucho peor. (Informe sobre el resultado de la revista de inspección realizada por el General Jefe de la Ochenta y Una División, Don Manuel Canellas Tapia, como resultado de la pasada a los Batallones de Trabajadores números 28 y 29, destacados en “Lavacolla” en cumplimiento de orden transmitida  por el Capitán General de la Región en escrito de fecha 8 de julio de 1942. En el Archivo General Militar de Ávila. Ministerio del Ejército. Asuntos Generales. Visitas de inspección. Caja 20904).

II resolución absolutoria en el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Granada sobre Antonio Vargas Molina, Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25827, Pieza 125.

En el campo de Lavacolla, de nuevo, contamos con la presencia de republicanos granadinos

En el campo de Lavacolla, de nuevo, contamos con la presencia de republicanos granadinos. Conocemos dos vecinos de Cúllar,  José Antonio Romero Galera, nacido en Vélez Rubio (Almería), que estuvo tanto en el de Lavacolla como en el de Miranda de Ebro (otra de esas pasarelas de la que escribiremos en otra ocasión por su singularidad), y Acisclo Rodríguez Latorre, que pasó por  Santa Isabel y por Lavacolla. También estuvo Antonio Vargas Molina, natural de La Zubia, donde nació el año 1919, que estuvo en el frente de Levante encuadrado en la 180 Brigada Mixta del Ejército Popular de la República, y lo encontramos encuadrado en el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores número 29 en enero de 1941. Por último, José López Navarrete, nacido en 1915 en La Malahá, que, detenido tras la guerra (estuvo en la columna anarquista “Maroto”), fue destinado a los campos de trabajo de San Roque y Rota, primero y, luego, al centro de detención “Miguel de Unamuno” (Madrid) para, según nuestros datos, llegar, finalmente, a Santiago de Compostela donde permanece hasta mayo de 1942 como peón forzado dentro de un BDST, el 28 o el 29,  en un campo de aviación (que no puede ser otro que el de Lavacolla). Son cuatro ejemplos de los numerosos represaliados que transitaban de un espacio de represión a otro.

Ofrecemos dos mini biografías de quienes pasaron por el campo de concentración de Lavacolla:

ROMERO GALERA, José Antonio. Nacido el 6 de febrero de 1919 en Vélez Rubio (Almería) y vecino de Cúllar (Granada), anejo de Venta del Peral. Soldado del reemplazo de 1940, ingresó en el Ejército Popular republicano al ser llamada su quinta en febrero de 1938. Al parecer se pasó al bando franquista hacia noviembre de 1938, lo que no le evitó ser destinado a trabajos forzosos, primero al Batallón de Soldados Trabajadores nº 102, 1ª compañía, dependiente del Regimiento de Infantería Pavía nº 7, con sede en Botaña (Pirineo de Huesca). El 11 de junio de 1940 fue liberado e hizo su presentación en Cúllar. Hubo de repetir el servicio militar porque la Junta de Clasificación y Revisión de la Caja de Recluta de Granada le declaró “desafecto” al nuevo régimen, por lo que fue remitido al campo de Concentración de Miranda de Ebro (Burgos), donde ingresó el 24 de diciembre de 1941. Al día siguiente fue destinado a trabajos forzados, al Batallón de Soldados Trabajadores nº 41, 2ª compañía, con sede en Lugo de Llanera (Asturias), donde ingresó el 28 de ese mes y año. Posteriormente, el 19 de mayo de 1942, pasó al Batallón de Soldados Trabajadores nº 29, 3ª compañía, con sede en Lavacolla, Santiago de Compostela, que construía el aeropuerto. Después de diversos informes favorables, fue destinado al Regimiento de Artillería nº 72, de Jaén para concluir su servicio militar, aunque en su informe también se anota que en realidad habría pasado al Batallón Disciplinario nº 28 el 21 de septiembre de ese año. (CASTILLO FERNÁNDEZ, 2019: 555, 556).
RODRÍGUEZ LATORRE, Acisclo. Nace en 1904 en Cúllar (Granada), donde reside. Casado, sin hijos, jornalero. Hijo de Nicolás y María. Conocido como “Frasquito de Alejandrica” y "Recovero". Afiliado a UGT y al PSOE y miembro del Comité Revolucionario. Se encontraba entre los vecinos de Cúllar que se desplazaron hasta las localidades de Galera y Huéscar para restablecer la legalidad democrática republicana, cuando en ellas se encontraban sublevados los afines al golpe militar. Ingresó voluntario en el Ejército Popular republicano el 14 de enero de 1937, alcanzando el empleo de Cabo. Al finalizar la guerra fue internado en el Batallón de Trabajadores prisioneros de guerra nº 90 de Lavacolla (La Coruña), que construía el aeropuerto de Santiago de Compostela. Detenido el 11 de junio de 1940, le fue iniciada la sumaria 2.841/40, instruida por el juez militar de Baza, Rafael Rubio Martínez. Según el testimonio de sentencia, “el procesado ingresó en el ejército rojo y participó en saqueos. Hechos probados.” En sentencia dictada en Granada el 24 de enero de 1942, fue condenado por Consejo de Guerra a 12 años y 1 día de prisión. Cumplió condena en la Prisión Civil de Baza, Prisión de Partido de Santiago de Compostela, Prisión Central de Santa Isabel de Santiago de Compostela y Prisión Provincial de Granada de la que salió en libertad condicional el 7 de diciembre de 1942 (censorepresaliadosugt.es, aquí pone que nació en 1903). (Castillo Fernández, 2019: 548). Aparece en una relación de 2.160 “presos, penados, sujetos o sentenciados ante los Tribunales de Guerra”, “existentes en la Prisión Provincial de Granada y el Departamento de La Campana que dependen de la Autoridad Militar” y que envía el Director de la Prisión Provincial de Granada al Fiscal Instructor de la Causa General entre mayo y junio de 1942. Es uno de los represaliados en Granada –de los casi once mil expedientes- que fueron sancionados por la Comisión Provincial de Responsabilidades Políticas y/o la Comisión Provincial de Incautación de Bienes, derivado de sus responsabilidades políticas, 1936-1945. (Véase Incautación de bienes). (Gómez Oliver, 2015). Se le abre expediente de responsabilidades políticas por testimonio de sentencia condenatoria, pero desconocemos en qué se sustanció dicho expediente. (Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25987, Pieza 5 y Caja 25896, Pieza 4).
II carátula del expediente de responsabilidades políticas de Acisclo Rodríguez Latorre, en Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25896, Pieza 4.
Bibliografía:
  • FONTANA, Josep, La historia de los hombres, Barcelona, Crítica.
  • GARCÍA FUNES, Juan Carlos: Desafectos. Batallones de trabajo forzado en el franquismo. Comares, Granada, 2022.
  • HERNÁNDEZ DE MIGUEL, Carlos: Los campos de concentración de Franco. Sometimiento,  torturas y muertes tras las alambradas. Ediciones B, Barcelona, 2009.
  • JABONERO, Casimiro, diario del soldado republicano Casimiro Jabonero. Edición a cargo de Víctor Manuel Santidrián Arias, Fundación 10 de marzo, A Coruña, 2004.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro y GALISTEO GONZÁLEZ, Francisco, Diccionario de la represión en Granada 1931-1981, en elaboración.
  • MOLINERO, Carme; SALA, Margarita y SOBREQUÉS, Jaume (eds.), Una inmensa prisión. Los campos de concentración y las prisiones durante la guerra civil y el franquismo, Barcelona, Crítica, 2003.
  • MORENO GÓMEZ, Francisco, “La represión en la posguerra”, en JULIÁ, Santos (Coordinador), Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, 1999.
  • RODRÍGUEZ TEIJEIRO, Domingo.

    -“Los espacios de reclusión franquistas en Galicia. Análisis de la población reclusa (1940-1950), MINIUS XVI, 2008, pp. 243-262.

    -Longa noite de pedra”, no monasterio de San Salvador. Represión y reclusiónen Celanova (1936-1943), Perillo-Oleiros, Vía Láctea, 1999
  • RODRIGO SÁNCHEZ, Javier, Los campos de concentración franquistas. Entre la historia y la memoria, Madrid, Sietemares, 2003.
  • SANTIDRIÁN ARIAS, Víctor Manuel, “Memoria histórica (democrática)”, Dezeme, revista de Historia e Ciencias Sociais da Fondación 10 de Marzo, (6 de marzo, pp. 90-94), 2003.
  • Archivo de la Real Chancillería de Granada; Caja 25960, Pieza 10; Caja 25987, Pieza 16; Caja 25960, Pieza 105; Caja 25877, Pieza 157 y Caja 25869, Pieza 6; Caja 25853, Pieza 39.

Pedro Sánchez Rodrigo (Burgos, 1960). Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, donde cursó la especialidad de Historia Contemporánea. Ha ejercido como profesor de Secundaria de Geografía e Historia desde 1984. Desde hace  años colabora con la Fundación de Estudios Sindicales- Archivo Histórico de CC.OO.-A.. Ha participado en la obra colectiva “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81)”, publicada por la Editorial El Páramo en el año 2012, y, junto con Alfonso Martínez Foronda, es autor de “La cara al viento.  Memoria gráfica del movimiento estudiantil de Granada durante la dictadura y la transición”, obra publicada por la Universidad de Granada, también en 2012. Ha colaborado en el volumen La Resistencia andaluza ante el tribunal de orden público en Andalucía. 1963-76, editado en 2014 por la FES/Archivo Histórico de CC.OO.-A y la Junta de Andalucía, y en otros trabajos colectivos, como De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978 (Diputación de Granada, 2016) y La Universidad de Granada, cinco siglos de historia. Tiempos, espacios y saberes, coordinado por Cándida Martínez López (III Volúmenes, EUG, Granada, 2023) con el artículo “Antifranquismo en las aulas. El movimiento estudiantil”. También con Alfonso Martínez Foronda ha publicado el libro “Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981)”, publicado en 2016 por la Fundación de Estudios y Cooperación de CC.OO. Actualmente está jubilado y colabora en la elaboración del Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981.

Alfonso Martínez Foronda (Jaén, 1958). Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Desde 1984 es profesor de Enseñanza Secundaria. Actualmente es profesor del IES Albayzín. Ha sido secretario general de CCOO de Jaén desde 1993-2000 y desde 2004 es miembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO-A, desde donde ha presidido hasta 2103 las Fundaciones de Estudios Sindicales-Archivo Histórico y la de Paz y Solidaridad.

Como investigador, ha publicado numerosos artículos de opinión sobre aspectos docentes y sociales. Colaborador habitual del Diario Jaén desde 1994-2000 publicó La firma del viento (2007), una antología de artículos de opinión. Como investigador del movimiento obrero andaluz ha publicado La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-1977), en 2005; De la clandestinidad a la legalidad (Breve historia de las Comisiones Obreras de Granada), en 2007; sobre las Comisiones Obreras de Jaén desde su origen a la legalización del sindicato (2004); la unidad didáctica El sindicalismo durante el franquismo y la transición en Andalucía; diversas biografías de dirigentes sindicales andaluces como Ramón Sánchez Silva. Al hilo de la historia (2007); Antonio Herrera. Un hombre vital, en 2009; Andrés Jiménez Pérez. El valor de la coherencia, en 2010, entre otros. En 2011 su investigación La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, (2011), fue premiada por la Junta de Andalucía como la mejor investigación social de ese año. Posteriormente, ha publicado La “prima Rosario” y Cayetano Ramírez. Luchadores por la libertad en una provincia idílica (2011); sobre el movimiento estudiantil en la UGR, con otros autores, “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81); sobre la historia del movimiento obrero granadino, con su investigación La lucha del movimiento obrero en Granada. Paco Portillo y Pepe Cid: dos líderes, dos puentes“, 2012; sobre el Tribunal de Orden Público, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976)Diccionario de la represión sobre las mujeres en Granada (1936-1960) o La resistencia malagueña durante la dictadura franquista (1955-1975). Actualmente, junto a Pedro Sánchez Rodrigo, está confeccionando un diccionario sobre la represión en Granada desde la II República al golpe de estado de 1981.

Nueva serie de Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo sobre granadinos en prisiones de horror y muerte en la Guerra Civil y el franquismo: