Artículo de opinión por Agustín Martínez

“Vito colega, termina la carrera”

Política - Agustín Martínez - Jueves, 30 de Octubre de 2025
Un brillante análisis del periodista Agustín Martínez sobre el show del agitador ultra de extrema derecha por campus universitarios. Imprescindible.
Seguidores del ultra de extrema derecha le coreaban en la Plaza de la Universidad de Granada.
IndeGranada
Seguidores del ultra de extrema derecha le coreaban en la Plaza de la Universidad de Granada.

Vito Zoppellari, hijo de padre migrante italiano y madre española, más conocido como Vito Quiles, ya se veía como un Charlie Kirk hispánico, liderando el neofascismo universitario “made in Spain”, cuando se encontró de manos a boca con la pancarta más demoledora y fantástica que cualquier demócrata pudiera imaginar: “Vito colega, termina la carrera”… y se le vino el aparejo a la barriga, como se dice por tierras granadinas

De la misma manera que uno se monta un kiosko ambulante y recorre los pueblos, Vito recorre las aulas, provocando altercados y generando titulares

Vito Quiles y quienes financian su “periodismo” de naúsea, habían diseñado una gira pseudo-universitaria de choque. Una “gira” (entre comillas) por facultades y auditorios universitarios, con el lema (imagino que concebido por tu equipo de marketing ultra) “España Combativa”. De la misma manera que uno se monta un kiosko ambulante y recorre los pueblos, Vito recorre las aulas, provocando altercados y generando titulares.

En Granada, el show de Vito fue precisamente en su Facultad de Derecho, el lugar donde antes de ser asesinado, Federico García Lorca fue detenido; donde estudió Blas Infante, padre de la Patria Andaluza y un par de presidentes republicanos, algo que seguramente, este individuo y los gorilas que le acompañan, desconocían por completo. Y aparecieron allí con su charlotada: megáfono, ruido, tensión política, ultraderecha. Sí, lo sé: es necesario “dar la cara”, “abrir el debate”, “sacudir el establishment”. Pero permíteme sugerirte algo: Vito, termina la carrera.

Según confirma FACUA, a través de Rubén Sánchez, Vito no tiene el grado de Periodismo. Información contrastada con la Universidad Complutense de Madrid, algo que ha pretendido ocultar mientras mentía a tus seguidores con la frase: “acabé de estudiar hace dos años”

Porque resulta que no la ha terminado. Según confirma FACUA, a través de Rubén Sánchez, Vito no tiene el grado de Periodismo. Información contrastada con la Universidad Complutense de Madrid, algo que ha pretendido ocultar mientras mentía a tus seguidores con la frase: “acabé de estudiar hace dos años”. Claro, cómo no. Aun así, a un agitador ultra se le supone un mínimo pulso coherente — y no un cartelito colgado de “acabé la carrera” cuando no era así.

Ver a semejante fantoche montando charlas en campus universitarios no deja de demostrar el inmenso descaro del personaje, incluso cierta ironía que raya la pantomima. Porque quien clamaba contra “los perro-falutas”, contra “los payasos”, contra los que ostentan cátedras (o “cátedras fake”, según él mismo) sin título, hace exactamente lo mismo que criticaba: invadir espacios académicos sin poseer ese respaldo formal.

Pero sin duda su ambición va más allá: no se contenta con ser un agitador local; aspiras a convertirte en el Charlie Kirk hispánico, ese faro ultraderechista, joven, mediático, polémico, que habla de inmigración, identidad, nacionalidad. El problema es que visto el papelón de sus intervenciones en las universidades visitadas, parece más bien un Charlie Kirk… de Hacendado. Vamos, una copia barata en el estante de oferta.

Si aplicáramos su propio axioma, en el país en el que la ultraderecha sueña, Vito se quedaría fuera. Ironía de las ironías: el agitador que viene a despojar de derechos a otros, tendría si propia nacionalidad en entredicho

Y aquí la cosa se pone más gruesa: resulta que si se llegaran a cumplir las pretensiones de la ultraderecha en España, quizás Vito no podría ser ciudadano español. ¿Por qué? Porque defienden que los hijos de inmigrantes no adquieran la nacionalidad española aunque hayan nacido aquí. Si aplicáramos su propio axioma, en el país en el que la ultraderecha sueña, Vito se quedaría fuera. Ironía de las ironías: el agitador que viene a despojar de derechos a otros, tendría si propia nacionalidad en entredicho.

Mientras tanto el personaje recorre campus, se mete en aulas de universitarios que se están formando — algunos con títulos, otros en camino de obtenerlos — y les habla de patriotismo, nacionalismo, identidad pura, “ellos” y “nosotros”. Y se vienen a la mente los muros de la universidad, las piedras donde se debatía, se aprendía, se enseñaba pensamiento crítico; ¡y este cretino allí, a hombro del gorila de turno, con su megáfono!

Sí, vuelve a clase, consigue tu título, concluye la carrera. Porque solo entonces podrás hablar con cierta autoridad. O al menos, no te sonrojarás cuando te digan: “Vito, colega, sácate la carrera

Así que, Vito colega: deja de hacer el ridículo, guarda el cartel de “acabé la carrera” (cuando no es así), aparca la ruta de la provocación y vuelve al aula… como alumno. Sí, vuelve a clase, consigue tu título, concluye la carrera. Porque solo entonces podrás hablar con cierta autoridad. O al menos, no te sonrojarás cuando te digan: “Vito, colega, sácate la carrera”.

Mientras tanto, seguirás siendo el agitador de cabecera de la ultraderecha universitaria, el niñato que va de “tour” por las facultades para montar el pollo. Y es que, incluso en la ultraderecha, la etiqueta de “académico” lleva algo más que un selfie ante un micrófono. Lleva un título que tú no tienes. Termínalo.