'La cara oculta de Ana'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 30 de Marzo de 2023
Portada de la revista 'Hola'
Portada de la revista 'Hola'

Si alguien concitó la simpatía de la ciudadanía española fue Ana Obregón cuando sufrió la pérdida de su único hijo. El dolor de una madre sólo lo conoce quien lo sufre y su cara fue la imagen de la devastación absoluta cuando aquel joven, lleno de vida, enfermó y su cuerpo no logró recuperarse. Incluso se alabó su aparición, de nuevo, ante las cámaras de televisión cuando fue la encargada, en 2020 y 2022, de dar las doce campanadas en Nochevieja en TVE1. Otra vez, la ciudanía estuvo con ella y elogió la entereza y profesionalidad de una mujer que forjó una sólida carrera en el cine y la pequeña pantalla. Guste más o menos su trabajo, su currículum estaba hecho.

Donde ya no va a reunir tantos elogios es en la compra de un bebé en Estados Unidos. Ahí ya no, Ana. Tu decisión ya no va a tener tanta empatía porque has utilizado el cuerpo de otra mujer para conseguir calmar tu dolor y el vacío que dejó tu hijo lo has provocado ahora en el corazón de otra madre que ha gestado y dado a luz una niña para entregártela a cambio de dinero

Donde ya no va a reunir tantos elogios es en la compra de un bebé en Estados Unidos. Ahí ya no, Ana. Tu decisión ya no va a tener tanta empatía porque has utilizado el cuerpo de otra mujer para conseguir calmar tu dolor y el vacío que dejó tu hijo lo has provocado ahora en el corazón de otra madre que ha gestado y dado a luz una niña para entregártela a cambio de dinero. La necesidad de esa mujer ha sido aprovechada por ti y otros que, como tú, no piensan que, al fin y al cabo, compráis personas. Porque, en vuestro interior, personas de éxito adineradas como tú, pensáis que el dinero lo puede todo y, ese egoísmo no es más que la cara B oculta que no mostráis ni ante las cámaras de televisión ni ante la ciudadanía.

Según cuenta la revista que ha publicado la noticia, Ana Obregón salió del hospital en silla de ruedas con la bebé en brazos y acompañada por una enfermera. Es el protocolo, afirman, para las madres y sus recién nacidos. No cabe mayor hipocresía. A la que seguramente no veremos salir en silla de ruedas con su hija es a la verdadera madre de esa niña. La felicidad que dice sentir Ana no aparecerá en la cara de esa mujer que ha dado vida, durante nueve meses, a una criatura que ya no volverá a ver. Se quedará con su vientre dolorido después de un extenuante parto, su episiotomía, sus entuertos, su puerperio, su depresión postparto y su leche materna tendrá que ser retirada con medicación. Pero, en la silla de ruedas, hemos visto a una actriz y presentadora adinerada, perfectamente capacitada para salir por su propio pie. Una escena más de la última película de Ana.

Los vientres de alquiler –o gestación subrogada como la denominan quienes defienden esta inhumana práctica- son ilegales en España como estipula la ley de 2006, ya que la filiación legal del menor está vinculada directamente con el parto y no por la vinculación genética

Los vientres de alquiler –o gestación subrogada como la denominan quienes defienden esta inhumana práctica- son ilegales en España como estipula la ley de 2006, ya que la filiación legal del menor está vinculada directamente con el parto y no por la vinculación genética. Además, supone violencia contra las mujeres. Sin embargo, quienes quieren comprar un bebé cuentan con el apoyo del Gobierno por la puerta de atrás. Una instrucción de la Dirección General de Registros y Notariado, aprobada en 2010, permite la inscripción en los consulados españoles ubicados en el extranjero de estos recién nacidos que, obtienen, de esta manera, un pasaporte español. Derogar esta instrucción fue uno de los compromisos del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el movimiento feminista pero, hasta el momento, no la ha cumplido. Ana Obregón no es la única famosa española que ha conseguido un bebé tras explotar el cuerpo de otra mujer. Ahí están Kiko Hernández –colaborador de Telecinco-, el presentador Jaime Cantizano, el cantante Miguel Poveda, la baronesa Thyssen o Miguel Bosé quien no tuvo problema en negar la paternidad de dos de sus cuatro hijos nacidos a través de vientres de alquiler en Estados Unidos cuando se separó de su pareja. Él sólo quería a los suyos, los dos para los que facilitó material biológico. Los otros dos, no.  

Ser madre o padre no es un derecho, es un deseo. Tampoco es la cura para el dolor por haber perdido un hijo biológico ni un capricho con el que llenar la vida de felicidad

Ser madre o padre no es un derecho, es un deseo. Tampoco es la cura para el dolor por haber perdido un hijo biológico ni un capricho con el que llenar la vida de felicidad. Las condiciones de necesidad de algunas mujeres no son la puerta de entrada para saltarse las barreras de los derechos humanos ni la ética. Los ricos compran los bebés en Estados Unidos, los que no tienen tantos posibles, se van a Ucrania donde es más barato y, entre nosotros, los más pobres trafican con sus mujeres, asegura Ana Trejo Pulido, en referencia a los dos casos detectados recientemente en Sevilla y Don Benito (Badajoz). Pero, en el fondo, lo que subyace es el mismo orden patriarcal de siempre que utiliza a las mujeres mercantilizando sus cuerpos.

Hay muchas niñas y muchos niños esperando una adopción y una familia para desarrollarse con el cariño que merecen. Quienes realmente sienten la extrema necesidad de tener una hija o un hijo, inicien los trámites pero no compren seres humanos aprovechando la vulnerabilidad de las mujeres. Y si no es posible por su edad -Ana Obregón tiene 68 años-, acepten que su tiempo ha pasado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.