'Héroes en mitad de la desidia'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 21 de Mayo de 2021
El submarinista de la Guardia Civil rescata a un bebé en aguas de Ceuta.
@guardiacivil
El submarinista de la Guardia Civil rescata a un bebé en aguas de Ceuta.

La imagen de Juan Francisco portando a un bebé en mitad del mar acabará recorriendo el mundo entero igual que la de Luna, abrazando a un migrante destrozado por una carrera hacia la vida que consiguió ganar al alcanzar la costa. Es la faz más amable de un problema enquistado entre Marruecos y España que, no nos engañemos, viene de lejos, y reaparece con distintas caras de vez en cuando, como pasa entre dos vecinos condenados a entenderse y que no acaban de solucionar nunca sus problemas.

Su espontáneo gesto como colaboradora social al abrazar a un migrante deshecho en lágrimas al llegar exhausto a la costa ha soliviantado los ánimos de los más reaccionarios, de machistas y racistas que han sido tan demoledores que la chica se ha visto obligada a cerrar temporalmente las redes sociales, aislarse y recibir ayuda psicológica

Luna es una joven nacida en Móstoles, de veinte años, que como estudiante de Enfermería estaba haciendo prácticas en Ceuta, la ciudad natal de su madre y en la que reside y además formaba parte del grupo de voluntarios de Cruz Roja de la Ciudad Autónoma. Precisamente, su espontáneo gesto como colaboradora social al abrazar a un migrante deshecho en lágrimas al llegar exhausto a la costa ha soliviantado los ánimos de los más reaccionarios, de machistas y racistas que han sido tan demoledores que la chica se ha visto obligada a cerrar temporalmente las redes sociales, aislarse y recibir ayuda psicológica. Curioso que una persona que ha demostrado tanta cordura, empatía, cariño, autenticidad y amor al género humano sea quién tenga que visitar a un sicólogo y no aquellos que lanzan barbaridades absurdas hacia un gesto tan improvisado como genuino. Afortunadamente, las muestras de apoyo hacia Luna se lanzan ya desde todos los puntos del globo, como les ocurre a las heroínas, en forma de un Gracias Luna.

Juan Francisco es jerezano y pertenece al GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) y tampoco ha trascendido mucho más de su vida, ni falta que hace, porque lo único importante aquí es que se ha convertido en otro de los héroes visibles de esta semana. Un padre saltó con su bebé en el espigón de Tarajal, en Ceuta, como otras miles de personas, entre ellas gran cantidad de menores, con el fin de poder optar a un futuro menos incierto. El hombre se encontraba ya al borde de la extenuación cuando fue localizado por el agente, que tomó al pequeño para llevarlo a tierra firme. Al llegar a la costa, Juanfran reconoció que el bebé estaba rígido, frío y no gesticulaba y, según explica, supuso que podía haber muerto, pero la fortuna, la casualidad o la causalidad hicieron que este cuerpecito sobreviviera en su primer y dramático viaje a España. Ha sido la consecuencia más inmediata de la ausencia de controles en la parte marroquí que ha provocado una crisis en la que además de nuestro país, también Europa tenía mucho que decir y lo ha hecho.

Es fácil sentir la impotencia y el miedo de los agentes en plena madrugada, completamente a oscuras, al ver a cientos de personas tratando de luchar por sus vidas en el mar, en una carrera ciega hacia la costa, tal y como narraba el propio Juanfran

Un monitor de Cruz Roja, Mustafa Abdeselam, rescató a otro bebé al dejárselo su madre por un estrecho hueco de la valla metálica, a punto de ser aplastado en la marea humana contra dicha valla, y después se lo devolvió a la mujer cuando esta pudo pasar; Juan Gabriel Gallegos, legionario, se echó a hombros a un pequeño de cinco años que estaba asustado y solo, en la parte más alta de la valla, y atravesó todo el trayecto con riesgo de caer al mar para lograr ponerlo también a salvo. Entre unos y otros mantuvieron con vida a más de dos mil menores, desesperados por llegar a través de un corto trecho de mar. Solo hubo que lamentar una muerte, algo que seguro que no servirá de consuelo a sus familiares, pero lo cierto es que la actuación de estos héroes anónimos permitió que lo que podía haber sido una desgracia masiva sin precedentes se convirtiera en una de las experiencias más duras que tendrán la oportunidad de contar a los suyos. Es fácil sentir la impotencia y el miedo de los agentes en plena madrugada, completamente a oscuras, al ver a cientos de personas tratando de luchar por sus vidas en el mar, en una carrera ciega hacia la costa, tal y como narraba el propio Juanfran.

Al margen de la cuestión política, lo primero que pone en evidencia el desarrollo de esta operación en el lado español, con la Guardia Civil,  la Cruz Roja e incluso La Legión a la cabeza, ha sido la humidad demostrada por las personas que han participado en ella. Más allá de hacer cumplir la ley o por delante de la autoridad estamos siempre los seres humanos. Y ante una desgracia como la de la migración, los propios encargados de contenerla son conscientes del drama que albergan los corazones de aquellos que arriesgan la vida con tal de salir de un infierno en el que no pueden vivir más. Por eso, se remangan y se echan al mar con el único fin de salvar vidas, de apoyar a los que vienen exhaustos o con dificultades, aun a sabiendas del riesgo que conlleva. Al fin y al cabo, es evidente que los que intentan entrar son los que menos culpa tienen.

Lo que no es de recibo es que los gobiernos, sea el marroquí o cualquier otro del mundo, expongan a su propia población a un peligro semejante por desavenencias con un país vecino. Muchos de los integrantes de esta marea humana reconocían que habían oído que se habían eliminado las fronteras y se habían apresurado a moverse desde donde estaban en ese momento a Ceuta, para poder pasar a Europa, la tierra prometida, el sueño de una vida digna, que en la mayoría de las ocasiones se convierte en el espacio donde esos sueños acaban haciéndose añicos.

Lo que quiero decir es que no es justo que las tres cuartas partes de la Tierra sufran tantas carencias, mientras el resto vivimos con tantas comodidades, cuando hay recursos suficientes para todos, por mucho que nos traten de convencer de lo contrario

Siempre me he preguntado por qué el hecho de haber nacido en un país afortunado económicamente, en una familia sin problemas financieros, me otorga el privilegio de que esta tierra sea mía. Me he hartado de escuchar que como pago impuestos aquí, también este país es un poco mío, pero no me vale, no me lo creo; seamos sinceros, la tierra solo es de quien es porque un día se apropió de ella, no hay un sentido que vaya mucho más allá. Lo que quiero decir es que no es justo que las tres cuartas partes de la Tierra sufran tantas carencias, mientras el resto vivimos con tantas comodidades, cuando hay recursos suficientes para todos, por mucho que nos traten de convencer de lo contrario. Y si los países más afortunados somos los que nos esforzamos en quitárselos a los más pobres, no tiene sentido que después nos quejemos de que esos habitantes en plena desidia llamen a nuestras puertas para pedir un hueco.

Es la demagogia de un mundo construido a medida de  la minoría privilegiada, donde las mayorías nos movemos como mareas, en función de lo que nos indican, protestamos por lo que nos permiten protestar y nos enfadamos con los que tienen menos posibilidades que nosotros porque son más vulnerables y fáciles de someter.

El drama de la migración no es exclusivo de nuestro país, porque se produce en todos los continentes y épocas; afortunadamente, esta semana hemos sido conscientes de que nosotros contamos con personal como estos voluntarios y profesionales que han realizado una labor tan encomiable, de entrega sincera y absoluta hacia la vida, que pone de relieve los valores más solidarios del ser humano, esos por los que se les puede considerar héroes, sin matices, y a nosotros, afortunados por tenerlos de nuestro lado.

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).