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A hip hop renaissance #3: Mirando atrás para avanzar

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Domingo, 14 de Septiembre de 2025
Portada de Self Titled, de Kae Tempest.
Portada de Self Titled, de Kae Tempest.

En la primera parte de este artículo sobre el reciente florecimiento del hip hop hablé sobre el retorno de veteranos como Clipse y su estilo old school; en la segunda, abordé la repolitización del rap a la hora de hablar de las experiencias de los jóvenes negros en los barrios empobrecidos de las ciudades de EE.UU. Para terminar, en esta tercera parte quiero comentar trabajos que introducen otras perspectivas novedosas en el hip hop o que rescatan otros elementos que se habían perdido. Para ello, lo primero que voy a hacer es cruzar el charco y detenerme en el Reino Unido. De allí es originario un artista por quien siento una enorme admiración y que está usando el hip hop para contar una historia que, hasta ahora, había sido casi un tabú: la de su transición. Estoy hablando de Kae Tempest, cuyo quinto álbum de estudio, Self Titled, lanzado el 4 de julio, le ha servido para salir del armario como hombre trans.

Con The Line Is a Curve (2022), que lanzó después de anunciar que su género era no binario, ya habíamos visto a Kae pasar de los personajes ficticios y las historias corales de sus primeros trabajos a hacer su música más íntima y personal

Con The Line Is a Curve (2022), que lanzó después de anunciar que su género era no binario, ya habíamos visto a Kae pasar de los personajes ficticios y las historias corales de sus primeros trabajos a hacer su música más íntima y personal. Self Titled (como se puede intuir por el título) va aún más lejos en este camino, al tiempo que integra este relato personal dentro de la experiencia colectiva de las personas trans. De esto habla precisamente “I Stand on the Line”, la potente primera canción, cuyos monumentales arreglos orquestales parecen otra muestra de la influencia del titánico Sometimes I Might Be Introvert (2021), de su compatriota Little Simz (cuyo interesante último disco ya comenté hace unos meses). En las estrofas expresa el miedo que sentía a ser sincera sobre su identidad y el daño espiritual y emocional que eso le causó; el odio que comenzó a recibir al transicionar y la empatía por sus hermanes que viven lo mismo; y ante todo, la necesidad de que las personas trans perseveren a pesar de todo. Como culminación, en el poético y metafísico estribillo sitúa el origen de la realidad trans al principio de los tiempos, en el inicio y el fin de todo, a salvo de la ignorancia de los intolerantes.

Tempest concibe este LP como una misiva a su yo más joven, confuso y atemorizado; un mensaje que, en el mismo proceso de componerse, lo convierta en alguien de quien ese yo estaría orgulloso

Tempest concibe este LP como una misiva a su yo más joven, confuso y atemorizado; un mensaje que, en el mismo proceso de componerse, lo convierta en alguien de quien ese yo estaría orgulloso. De eso habla en “Know Yourself” y sobre todo en la impresionante y larguísima “Breathe”, grabada en una sola toma. Otros temas reflejan otros aspectos desgraciadamente comunes de la experiencia trans, como el suicidio de una amiga en “Prayers to Whisper”; y otros abordan preocupaciones más transversales y típicas de su obra, como el colapso ecológico (“Forever”) o la tensión entre el deseo de tener hijes y el miedo a legarles un mundo en ruinas (“Bless the Bold Future”). Aunque la canción más potente y directa es sin duda “Statue in the Square”, todo un banger cuya base recuerda precisamente al estilo de Pharrell Williams. Este himno lleva el orgullo trans al siguiente nivel: “They're ten a penny, we're rare/And when we're dead/They'll put our statues in the square”, proclama con la arrogancia del mejor hardcore hip hop en el estribillo. Este es un ejemplo excelente de cómo el lenguaje del hip hop puede servir para hablar de realidades muy distintas a las que vivían quienes lo crearon, y lo efectiva que puede ser esta apropiación cuando se hace con cuidado y conocimiento del mismo.

Sin embargo, no todo el álbum va en esta dirección, y creo que, aunque el LP sea en su conjunto un artefacto muy poderoso, es también algo menos brillante por ello

Sin embargo, no todo el álbum va en esta dirección, y creo que, aunque el LP sea en su conjunto un artefacto muy poderoso, es también algo menos brillante por ello. Sobre todo, destacan para mal dos de las canciones dedicadas a su pareja: “Sunshine on Catford”, aunque cuente con una letra tan bella y evocadora como cabe esperar de su autor, tiene una base electrónica algo hortera que, sobre todo en un estribillo casi Eurodance, desentona bastante; “Diagnoses”, aunque sea una crítica muy interesante del sobrediagnóstico y la psiquiatrización de la sociedad capitalista, no termina de funcionar como canción, resultando algo didáctica y rígida. En cambio “Till Morning”, la última canción, es tan preciosa como desoladora: en ella se dirige a la niña que una vez fue su pareja y promete protegerla del abuso sexual que sufrió. El disco se cierra por tanto dejando un regusto amargo, pero con otro ejemplo excelente de esa expansión de las temáticas que pueden abordarse desde los códigos del hip hop.

Si volvemos al lugar de nacimiento del género, los EE.UU., encontramos un single que generó mucha discusión a principios de la primavera por abordar este mismo tema. “2004”, de YG, empieza con veinte segundos de contundente base G-funk antes de que se haga el silencio y el californiano declare: “when I was young I got raped”

Y no es el único. Si volvemos al lugar de nacimiento del género, los EE.UU., encontramos un single que generó mucha discusión a principios de la primavera por abordar este mismo tema. “2004”, de YG, empieza con veinte segundos de contundente base G-funk antes de que se haga el silencio y el californiano declare: “when I was young I got raped”. Si bien esto sería suficiente para helarte la sangre en cualquier contexto, el hecho de que lo diga un hombre afroestadounidense sobre un instrumental propio del gangsta rap añade aún más capas al impacto. Como bien explica FD Signifier, que un hombre que encarna los tropos de la hipermasculinidad negra hable de cómo una mujer de 30 años se aprovechó de él cuando tenía 14 y de los efectos tóxicos que eso ha tenido en su psique es un torpedo a la línea de flotación de esos mismos esterotipos hipermasculinos. Ya habíamos visto algo de apertura en este aspecto con la aparición de raperos abiertamente gays, como Lil Nas X, pero los mecanismos de la industria, las expectativas del público y sus propias estrategias de márketing han llevado a que en cierto modo se convierta más en un icono pop que en una voz dentro del hip hop per se. Ahora tenemos a un rapero con imagen de tipo duro hablando de haber sufrido abuso sexual. La diferencia es gigantesca.

Otra figura importante en ese sentido es sin duda Tyler, The Creator

Otra figura importante en ese sentido es sin duda Tyler, The Creator. Su salida del armario como bisexual generó algunas tensiones (y algunas risas), pero también coincidió con el inicio de su ascenso al megaestrellato, que le ha llevado a convertirse en uno de los tres o cuatro artistas más relevantes del panorama, de esos capaces de hacer que se paren las rotativas cada vez que anuncia un nuevo disco. Y él es perfectamente consciente, por lo que cada vez los anuncia con menos antelación, e incluso los lanza en días diferentes al viernes que se ha convertido en el estándar de la industria, pese a lo cual sigue enlazando éxito tras éxito. Aun así, en julio se las apañó para sorprendernos al anunciar un nuevo álbum apenas nueve meses después de CHROMAKOPIA y con solo un par de días de margen antes de su salida al mercado. Una vez conocido el contenido, la sorpresa dejó paso a la admiración. Después de una serie de discos de grandes ambiciones conceptuales y aclamados por la crítica y el público, DON'T TAP THE GLASS es un paso a un lado en la carrera del californiano, y uno muy acertado, en mi opinión.



Portada de DON'T TAP THE GLASS, de Tyler, The Creator

El LP se compone de diez pistas que duran solo 28 minutos, y es declarada, militantemente, un disco no-conceptual. Aunque ya se sabe que en el arte, decir que algo no tiene trasfondo tiene en sí mismo un trasfondo. La idea en torno a la que ha promocionado el disco es que es una oda al hedonismo, un disco diseñado para bailar sin miedo al qué dirán. De hecho, lo primero que oímos son unas instrucciones que nos prohíben quedarnos sentados, y el título del disco se refiere a la pantalla del móvil, que también queda vedado durante la escucha. Lo primero que hay que decir es que, amén de un éxito comercial (ha sido su cuarto número uno consecutivo), el disco es un éxito artístico: del primer segundo al último, DON'T TAP THE GLASS no contiene ni un momento de aburrimiento. Canciones como “Big Poe”, “Sucka Free”, “Stop Playing With Me” o “Don't Tap the Glass” resultan irresistibles. Y eso que solo los primeros cortes son realmente bailables, mientras que los últimos tres son más bien baladas; pero la impecable secuenciación hace que fluya con total naturalidad mientras baja las revoluciones poco a poco.

Ahora bien, si entramos en ese trasfondo del que hablaba, creo que hay dos claves para entender lo oportuno de esta estrategia de Tyler

Ahora bien, si entramos en ese trasfondo del que hablaba, creo que hay dos claves para entender lo oportuno de esta estrategia de Tyler. La primera es que, después de un CHROMAKOPIA especialmente cargado en lo personal (y, para mí, algo menos efectivo que sus antecesores), parece de lo más adecuado este intento de desprenderse del peso de las expectativas de profundidad de su público. Pero la segunda es que el momento que ha inaugurado Kendrick no solo pretende recuperar la conciencia política en el rap, sino que apela a otros dos elementos: por una parte, la importancia del baile en el hip hop y, por otra, la reivindicación de los sonidos de las distintas regiones y ciudades. Recordemos que GNX, el disco que lanzó como remate al beef con Drake, estaba lleno de divertidos y dinámicos instrumentales propios de la Costa Oeste; mientras que los shows que ha desplegado este año en la Super Bowl y en su Grand National Tour con SZA le dan mucho peso a unas coreografías muy marciales y muy “ghetto”. En este contexto, el hecho de que Tyler adapte a su estilo personal e inconfundible varios géneros de baile sureños, desde el Miami bass al bounce de Nueva Orleans, encaja como un guante.

Se trata de un homenaje a los primeros hits de trap bailable de Atlanta, antes de que su propia influencia y la de Travis Scott transformasen el sonido de la ciudad

Y de hecho, no es el único: Metro Boomin, seguramente el productor más importante y reconocible del trap de la última década, publicó el 1 de agosto la mixtape A Futuristic Summa. Se trata de un homenaje a los primeros hits de trap bailable de Atlanta, antes de que su propia influencia y la de Travis Scott transformasen el sonido de la ciudad. Esto en sí ya es interesante, pero aún más lo es la respuesta de Metro a las reacciones negativas de algunos fans al proyecto: ha señalado que quienes no tengan un conocimiento más profundo del hip hop y sus distintas épocas históricas quizás no puedan opinar sobre el mismo. En otras palabras: uno de los principales responsables de que el hip hop se convirtiese en en el nuevo pop de repente se ha convertido en un gatekeeper, en alguien que decide quién puede disfrutar del hip hop y cómo, y quién no. Hasta ese nivel de profundidad llega el parteaguas creado por Kendrick, que, como hemos visto, ha afectado a todos los aspectos y estilos del género, generando movimientos y propuestas interesantes por doquier.

En fin, nos encontramos en un momento en que en el hip hop, todo parece posible... incluso la redención de Chance the Rapper. Cuando sucede algo así, hay que disfrutarlo. No puedo esperar a ver qué sorpresas nos depara el último tercio del año. De hecho, recientemente ha llegado el nuevo disco de uno de mis artistas favoritos, Earl Sweatshirt, y allá por mayo volvió uno de los MCs más esotéricos e idiosincráticos del panorama, Aesop Rock... pero eso queda para otro día. Peace out!

Si no tuvieste la ocasión de leer las dos primeras entregas o quieres volver a leerlas:

 
Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com