Madres abuelas

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 12 de Abril de 2019
Eric Froehling

Algo estamos haciendo mal en una sociedad en la que procrear ha dejado de ser prioritario, en la que la diferencia de edad entre los progenitores y sus hijos se distancia más cada año. Y no es que no respete que haya mujeres y hombres sin vocación para la paternidad y la maternidad, al contrario, todos tienen derecho a elegir su camino, pero lo que no es de recibo es que haya parejas que se vean obligadas a posponer su deseo de quedarse embarazadas porque tengan miedo de que se reduzcan sus perspectivas laborales o porque incluso teman una reacción contraproducente en la empresa en la que prestan sus servicios. Y, obviamente, es la mujer la principal perjudicada en este caso, como en muchos otros, por desgracia.

No es de recibo es que haya parejas que se vean obligadas a posponer su deseo de quedarse embarazadas porque tengan miedo de que se reduzcan sus perspectivas laborales o porque incluso teman una reacción contraproducente en la empresa en la que prestan sus servicios. Y, obviamente, es la mujer la principal perjudicada en este caso, como en muchos otros, por desgracia

Y es que el 42 % de las madres aseguran que lo han sido más tarde de lo que hubieran querido, según la última Encuesta de Fecundidad del INE (Instituto Nacional de Estadística). La edad media de las mujeres que dan a luz por primera vez es de treinta y un años, una de las más altas de la Unión Europea. Además, aquellas que únicamente han cursado la primera etapa de educación secundaria menores de treinta años tienen una media de 1,4 hijos, mientras que las universitarias de la misma edad se quedan con 0,4. El motivo principal que alega la mayoría de ellas para no quedarse embarazadas cuando lo desean es la conciliación laboral.

Es obvio y todos lo vemos cada día. Cada día es más frecuente ver a padres mayores de 40 años llevar a sus niños pequeños de la mano a la guardería. Atrás queda aquella época en la que nuestros padres se liaban la manta a la cabeza para engendrar un bebé a muy poca distancia de la veintena. Por eso, todavía es frecuente que esos progenitores cuarentones de niños recién nacidos puedan contar con la ayuda de los suyos propios, que están cerca de los sesenta años y que, nada más jubilarse, se ven obligados a convertirse de nuevo en cuidadores de sus nietos, porque los padres están demasiado ocupados con sus empleos.

Hace unos días, me contaba una familiar que al volver al trabajo después de haber tenido un niño, la empresa se había opuesto de pleno a una reducción de jornada y la había presionado para que se incorporara en las mismas condiciones que antes de la baja por embarazo, sin atender a los beneficios de la ley por lactancia.

Incluso en televisión, hace unos años conocimos el caso de una compañera periodista a la que echaron del trabajo al enterarse de que estaba embarazada. Tras el ruido mediático, tuvieron que reincorporarla, muy a pesar de la empresa.

Esta sociedad destila hipocresía cuando solo en teoría considera que la familia está a la cabeza de las prioridades y luego, en la práctica, obliga a sus miembros a que rindan pleitesía al trabajo por encima de todo lo demás.

Esta sociedad destila hipocresía cuando solo en teoría considera que la familia está a la cabeza de las prioridades y luego, en la práctica, obliga a sus miembros a que rindan pleitesía al trabajo por encima de todo lo demás.

Por un lado, nos encontramos con que el sueldo de una sola persona no alcanza para una familia, para todos los gastos que genera; por otro lado, vemos que muchas empresas no tienen ninguna consideración con las embarazadas, que esperan de ellas eficacia y dejación de sus deberes maternales con el único fin de conservar su metodología de trabajo.

Uno mira con envidia sociedades como las del norte de Europa: en Suecia tienen un máximo de 480 días, en Austria se amplía hasta los tres años y en Noruega los hombres tienen 112 días y las mujeres 315; además, las madres que no trabajan optan a un salario en este último país y las medidas para la conciliación familiar están tan introducidas en las empresas que tanto trabajadores como los jefes las consideran prioritarias.

Hemos avanzado al permitir que el hombre opte a 8 semanas de baja paternal, pero la asignatura pendiente es la de encontrar fórmulas para que, al retornar al trabajo, tanto el hombre como la mujer puedan acceder a ciertos beneficios que les faciliten la conciliación familiar.

Hemos avanzado al permitir que el hombre opte a 8 semanas de baja paternal, pero la asignatura pendiente es la de encontrar fórmulas para que, al retornar al trabajo, tanto el hombre como la mujer puedan acceder a ciertos beneficios que les faciliten la conciliación familiar.

La verdad es que no deja de ser absurdo el hecho de que trabajemos para ganar un salario que pueda revertir en el bienestar de la familia y nos quedemos fuera de su disfrute porque tenemos que dedicarle tantas horas que, al final, no estamos con nuestros hijos.

Alguien dijo que si no pasas tiempo con tus pequeños, si no les besas, si no les muestras tu afecto porque apenas les ves, ellos aprenden que es más importante el trabajo que desarrollas que el cariño que les puedas dar. Uno podría pensar que las cosas han mejorado en este sentido en los últimos años, pero cuando los datos ponen de manifiesto que se pospone el momento de ser padres por el temor a no ascender o a ser despedido, la realidad nos muestra que estamos dando pasos hacia atrás.

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).