El odio contenido

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 27 de Enero de 2017
Bimba Bosé.
IndeGranada
Bimba Bosé.
Da la impresión de que en los últimos años sobrevuela en el aire un odio contenido y que estamos deseando encontrar una excusa para exponerlo a la luz. No está socialmente aceptado así que lo guardamos en un cajón y lo arrojamos sin sentido en el momento menos oportuno.
 
El fallecimiento de la modelo, dj y cantante Bimba Bosé, lógicamente, dejó desolada a su familia. Su tío Miguel Bosé publicó un emotivo twit donde expresaba su tristeza: “Buen viaje Bimba, mi cómplice, mi compañera, mi amor, mi hija querida. Guíame”. 
 
Algo tan aparentemente inocente como el cariño de un tío a su sobrina, a la que no volverá a ver más, desgraciadamente, ha incendiado las redes sociales con muchos mensajes de solidaridad y algunos, muy al contrario, especialmente hirientes y con una sorprendente carga de odio: “Oye, anciano maricón, ¿Dónde van a enterrar a la ramera de Bimba Bosé? Deseo ir a violar su canceroso cadáver”. Es sólo uno de los ejemplos de la brutalidad de estos comentarios, pero suficiente como para hacerse una idea del límite que sobrepasan; no considero oportuno reproducir el resto, igual o más desafortunados.
 
No conocía a Bimba Bosé, ni la admiraba en exceso, ni tampoco a su tío Miguel, pero es difícil imaginar a alguien a quién se le ocurra semejantes lindezas ante su muerte, sin ningún motivo justificable.
 
Es posible que en parte la explicación se halle en el afán de protagonismo de algunos twitteros, que consideran que es una forma de llamar la atención y crear opinión al respecto; aunque, también entiendo que la evidente carga de odio que infunden estos mensajes sólo puede proceder de alguien que lo siente dentro.
 
Nos suben la luz, nos bajan los sueldos, nos echan a la calle sin indemnizaciones, nos hacen pagar más impuestos, nos quitan las viviendas, reducen nuestros derechos, nos condenan a una economía limitada, precarizan la sanidad y la educación con menos profesionales y medios, y sólo se escuchan  unas voces aisladas que lo combaten; sin embargo, ocurre algo tan objetivamente triste como el fallecimiento de una mujer que nunca se distinguió por matar, ni robar, ni hacer nada fuera de la ley, ni siquiera por escándalos personales, y aflora una inquina latente cuyo verdadero motivo no puedo creer que sea el aparente.
 
Claro que es más fácil arrojarlo contra alguien que no se va a defender o con una familia con la guardia baja por el momento terrible de la pérdida de un ser querido que contra los poderosos que nos están condenando a una vida de carencias, pero que aún pueden ponérnoslo más difícil.
 
El pasado sábado un joven de 23 años fue agredido en el entorno del Congreso de los Diputados por responder a un insulto de maricón, cuando iba acompañado de dos amigos. La LGTBI ha denunciado que se trata de la tercera víctima en lo que va de año en Madrid y que en 2016 se alcanzó la nada despreciable cifra de 239 denuncias, un número muy inferior, seguramente, al de incidentes, ya que se estima que entre el 70 y el 80% de los agredidos eligen el silencio en vez de comunicarlo a la policía.
 
Dos personas fueron detenidas hace un mes por desear en Twitter la muerte de Adrián, un chaval de 8 años con una enfermada grave, Sarcoma de Ewing, porque su sueño era ser torero.
La educación y el avance de una sociedad se miden por su madurez a la hora de respetar las libertades del otro y el aumento de delitos de odio únicamente pone en evidencia las carencias, el malestar general, el miedo a lo desconocido y el deseo de querer tener razón.
 
¿Es que acaso el hecho de estar contra las corridas de toros justifica el odio hacia un niño con un sueño? ¿Es que el no entender el deseo hacia alguien del mismo sexo disculpa la agresión a un homosexual?
Algo estamos haciendo mal cuando algunos de nuestros jóvenes desvían sus valores hacia la fama, el sentimiento de superioridad, el dinero, el menosprecio al diferente, el aplastar al que tenemos debajo, el individualismo, el “yo” por encima del resto.
 
Es posible que las respuestas al twit de Miguel Bosé lleguen de Latinoamérica, como cuentan algunos periódicos, pero da la impresión de que hay una parte de la sociedad española que, ante el descontento por su situación personal o la de quienes tiene alrededor, lo único que hacen es callar y ocultarlo para no hundirse. El problema es el hecho de que ese sentir no se vea no significa que no exista. Y, por desgracia, estos signos de animadversión pueden ser el inicio de una escalada que utilice una parte de la sociedad para desahogarse de su día a día, de su vida cotidiana.
 
Bimba jamás será consciente de esa acusada antipatía y su familia la olvidará pronto, pero aquellos que tienen dentro esa emoción son los que la escupen con desprecio; y esos no dejarán de sentirla sino que buscarán otros objetivos para repetir su acción a menos que alguien les haga entender que lo único que consiguen con ello es vivir en el rencor y ser infelices por ello.
 
Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).