Campaña Inagra contenedor marrón.

¿Sigues siendo un estúpido?

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 8 de Mayo de 2020
Pinterest

La nueva normalidad, así le han querido llamar a eso que está por llegar, como si fuera distinta a la pasada, cuando en realidad ni siquiera creo que existe algo llamado normalidad. Lo que sí es evidente es que el mundo ha cambiado, puede ser que no quieras verlo o que trates de encarar el futuro como si siguieras siendo el mismo de antes por eso de que «cualquier tiempo pasado fue mejor». ¡Olvídalo! Nada va a volver a ser igual. El mundo que conocías murió con la Kovid-19. Es el inicio de una nueva realidad en la que muchos de nosotros tendremos que reciclarnos, buscar nuevas oportunidades de empleo, nuevos sectores de negocio y nuevas ilusiones. Y solo será algo malo si tú decides que lo es.

Ahora tenemos la oportunidad de hacerlo mejor, porque entre ese 40% de paro van a surgir nuevas opciones de empleo, nuevos empresarios que han pasado apuros económicos, que se han quedado sin trabajo a los 50 y que, si son coherentes, tratarán de cambiar el modelo y seleccionarán a un personal más cualificado y experimentado sin sacrificar su capacidad económica

Los datos hablan de que en Andalucía el paro puede acercarse a un 40% y yo tengo la teoría de que «cuanto peor estemos, algo mejor buscaremos». Esta crisis había propiciado la construcción de una sociedad basada en el bajo coste de todo, precios muy escasos que obligaban a contratar a personal con salarios que apenas les alcanzaban para completar el mes. Científicos que emigraban, sanitarios o periodistas en precario, abusos empresariales, pluriempleos para poder vivir… Ahora tenemos la oportunidad de hacerlo mejor, porque entre ese 40% de paro van a surgir nuevas opciones de empleo, nuevos empresarios que han pasado apuros económicos, que se han quedado sin trabajo a los 50 y que, si son coherentes, tratarán de cambiar el modelo y seleccionarán a un personal más cualificado y experimentado sin sacrificar su capacidad económica.

¡Lo sé! Puedo pecar de optimista. Me lo han dicho mucho en las últimas semanas porque sigo viendo ocasiones de mejorar una sociedad que estaba caduca, contaminada, corrupta, dividida, egoísta e insolidaria y a mi alrededor escucho decir a menudo eso de: «Esto no va a cambiar, la gente seguirá siendo igual».

Todas estas cuestiones tienen una respuesta común: no hemos considerado importante ser coherentes con lo que pensamos. Es mejor buscar excusas para no culparnos en exceso por esa falta de congruencia y seguir adelante

Desde luego, lo que tengo claro es que como no puede transformarse es con esta creencia. Puede ser que yo peque de optimista, pero no voy a pecar de pasivo. Es la inercia de lo que hemos vivido en el pasado. ¿Se han preguntado alguna vez cómo es posible que pese a que los políticos nos digan A y luego hagan B nosotros sigamos apoyándoles? La respuesta es evidente: estamos tan acostumbrados a ver la mentira y la incoherencia ante nuestros ojos que ni siquiera nos conmueve, sí, nos sirve para quejarnos, pero después seguimos adelante como si no la hubiéramos visto. Y no nos engañemos, solo tenemos que mirarnos a nosotros mismos. ¿Cuántas veces hemos dicho que haríamos deporte o que dejaríamos de fumar al empezar el año y nos hemos arrepentido a los dos días? ¿Hasta qué punto nos hemos quejado del trabajo y no hemos hecho nada para mejorar esta situación? ¿Hemos regañado a nuestros hijos por hacer cosas que nosotros estamos hartos de repetir? ¿Cómo maltratamos a nuestros seres queridos con afirmaciones injustas o incluso a nuestro propio cuerpo sin ejercitarlo o dándole de comer en exceso y luego nos lamentamos de ello? Todas estas cuestiones tienen una respuesta común: no hemos considerado importante ser coherentes con lo que pensamos. Es mejor buscar excusas para no culparnos en exceso por esa falta de congruencia y seguir adelante. Así, cuando alguien nos engaña, nos estafa o nos miente nos enfadamos como basiliscos sin darnos cuenta de que en realidad somos los primeros que lo hacemos con nosotros mismos. Protestamos continuamente de que el rey o el presidente o el jefe de nuestra empresa nos haya defraudado, pero nos parece demasiado importante como para que cualquiera de nosotros, tan insignificante, pueda hacer algo al respecto, así que optamos por lo contrario: no hacer nada.

En el fondo, la afirmación de que «esto no va a cambiar, la gente seguirá siendo igual» no es más que una excusa para evitar movernos, la justificación de una buena parte de la sociedad para no verse obligada a iniciar ese cambio. Seamos claros: toda transformación debe empezar por uno mismo

En el fondo, la afirmación de que «esto no va a cambiar, la gente seguirá siendo igual» no es más que una excusa para evitar movernos, la justificación de una buena parte de la sociedad para no verse obligada a iniciar ese cambio. Seamos claros: toda transformación debe empezar por uno mismo. No obstante, eso implica comenzar el trayecto, dar un volantazo para variar la dirección de nuestro vehículo y lo identificamos con el esfuerzo y el sufrimiento, así que antes de empezar es mucho más cómodo buscar motivos para no avanzar en ese sentido.

El problema es que ya se acabó el tiempo de las justificaciones. La kovid-19 nos ha puesto el espejo de nuestro futuro delante y nos ha explicado que si no avanzamos unidos en una sociedad global, todo el mundo, volveremos a revivir una experiencia semejante o incluso mucho más grave. De manera que en vez de pensar en lo que no van a hacer los demás, es el tiempo de darle vueltas a lo que nosotros mismos estamos dispuestos a emprender.

Y para ello permítanme creer que llega una época de cambios, que tendremos la oportunidad de reducir la contaminación, de mejorar el modo de vida de los animales que nos comemos, de priorizar la calidad del tiempo de cada uno de los seres humanos que habitamos en este planeta, de dejar de mirar de soslayo a personas económicamente menos favorecidas, de tender la mano a nuestro vecino…

Y para ello permítanme creer que llega una época de cambios, que tendremos la oportunidad de reducir la contaminación, de mejorar el modo de vida de los animales que nos comemos, de priorizar la calidad del tiempo de cada uno de los seres humanos que habitamos en este planeta, de dejar de mirar de soslayo a personas económicamente menos favorecidas, de tender la mano a nuestro vecino… No vale hacer caso a los que nos están desanimando, tampoco que veamos enfrente a muchos que seguirán las mismas pautas del pasado e incluso que se reirán de nosotros, porque es únicamente una cuestión de coherencia con nuestros valores. Si crees que todos somos iguales, demuéstralo, actúa siempre teniendo esto en cuenta; si consideras que el dinero no da la felicidad, vive de esta manera y también piensa en todo momento de esta forma.

No permitas que tu vecino, tu amigo o ese que siempre te quita las ganas de realizar algún cambio decida por ti lo que debes pensar, lo que has de decir o cómo tienes que actuar, porque si lo haces seguirás considerándote el mismo estúpido de siempre, ese que se equivoca cada dos por tres, al que le engañan y le hacen sentir que no es nadie y ya sabes hacia donde te conduce esa postura, es lo que has vivido durante toda la vida.

Se inicia un nuevo tiempo en el que seguirás cometiendo errores, pero también podrás dejar de castigarte por ser estúpido. Todos estamos en la misma línea de salida para esta nueva carrera en la que ganará aquel que sea coherente con cada uno de sus pensamientos.

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).