Campaña Inagra contenedor marrón.

'Talento trans'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 4 de Mayo de 2023
Ilustración de la portada del último índice ClosinGap.
closingap.com
Ilustración de la portada del último índice ClosinGap.

La III edición del índice ClosinGap 23, un clúster formado por once grandes compañías que operan en España y analizan el impacto económico de la brecha sexista, señala que aún quedan 33 años para conseguir la paridad entre hombres y mujeres y alcanzar la igualdad real. Las cinco categorías en las que se detiene este estudio son el empleo, la salud, la digitalización, la educación y conciliación, en las que, a través del análisis de veintiocho variables, avanza sus previsiones sobre el tiempo necesario que deberá transcurrir hasta que las brechas entre hombres y mujeres en las áreas analizadas se cierren. Será el momento, entonces y sólo entonces, de decir que hemos alcanzado la igualdad. Treinta y tres años. Creo que muchas no lo vamos a ver.

Como dicen algunas compañeras feministas, ¡por favor, que caiga el meteorito ya!

Sin embargo, y cuando aún resuenan en nuestros oídos las ruidosas batucadas que acompañaron a las manifestaciones del 1 de Mayo, un diario de tirada nacional, que ya nos tiene acostumbradas a darnos una de cal y otra de arena para tener contenta a la menguante afición que mantiene su fidelidad a la cabecera, se despachaba esta misma jornada con un reportaje en la sección de negocios titulado Las empresas españolas se abren al talento trans. Como dicen algunas compañeras feministas, ¡por favor, que caiga el meteorito ya!

Debe ser que esa hada que la organización transactivista Chrysallis dibuja en sus cuentos para la infancia en la que aparece con su varita repartiendo cerebros rosas y azules, está haciendo horas extra y ahora también reparte talento a aquellos que se han portado mejor y han decidido abrazar el transgenerismo

Resulta, que ahora existe también el ‘talento trans’. Debe ser que esa hada que la organización transactivista Chrysallis dibuja en sus cuentos para la infancia en la que aparece con su varita repartiendo cerebros rosas y azules, está haciendo horas extra y ahora también reparte talento a aquellos que se han portado mejor y han decidido abrazar el transgenerismo. Y como siempre, los alumnos más aventajados son ellos porque, todas las carreras de éxito expuestas en el reportaje corresponden a ‘mujeres trans’ (varones autoidentificados) y sólo una cuenta las vivencias de un ‘hombre trans’ (mujer biológica) con un empleo situado en la base de su organización. En resumen, nada que no se haya visto antes. Hombres promocionando a hombres.

En todas las entrevistas se habla de la maravillosa reacción del resto de la plantilla cuando aparecieron en su centro de trabajo con una apariencia distinta e, incluso, una de estas personas comenta que el primer paso que dio fue pintarse las uñas durante el confinamiento

En todas las entrevistas se habla de la maravillosa reacción del resto de la plantilla cuando aparecieron en su centro de trabajo con una apariencia distinta e, incluso, una de estas personas comenta que el primer paso que dio fue pintarse las uñas durante el confinamiento vivido durante la pandemia provocada por el coronavirus.

Y, como ya es habitual, cuentan con un protocolo desarrollado por la asociación Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión (REDI) que ofrece talleres y charlas a las empresas para “empoderar a las personas trans dándoles espacios de seguridad”, “acompañamiento emocional” y explicar “cómo eliminar sesgos en los procesos de selección”.

Pero, hete aquí, que ahora van a ser hombres que se sienten mujeres y se pintan las uñas los que nos expliquen que la formación y la valía profesional debe ser valorada por encima de cualquier otra consideración

Cualquier mujer que trabaje en cualquier empresa tiene un máster en espacios de seguridad y un doctorado cum laude en los sesgos detectados en los procesos de selección. Pero, hete aquí, que ahora van a ser hombres que se sienten mujeres y se pintan las uñas los que nos expliquen que la formación y la valía profesional debe ser valorada por encima de cualquier otra consideración. Porque, al fin y al cabo, es de lo que estamos hablando, pero nosotras no nos habíamos dado cuenta.  

No cabe duda de que, sobre el papel, la brecha de género se reducirá y, quizás, en vez de tardar 33 años en logar la igualdad real, nos quedemos en 32,9 pero, en lo que también acertaremos será en decir que las mujeres continuaremos al margen de los núcleos de poder

De lo que no cabe duda es que a estas mujeres autoidentificadas nunca van a preguntarles si desean tener hijos, si tienen pareja estable y piensan casarse en un futuro inmediato o si sus reglas son dolorosas. Aunque suene raro y esté prohibido realizar esta serie de preguntas, continúan formando parte de algunas entrevistas de trabajo. Lo que sí se podría aventurar es que sus empresas presumirán de tener mujeres en puestos de decisión porque formarán parte del elenco femenino de estas firmas que, además, presumirán de ello.

No cabe duda de que, sobre el papel, la brecha de género se reducirá y, quizás, en vez de tardar 33 años en logar la igualdad real, nos quedemos en 32,9 pero, en lo que también acertaremos será en decir que las mujeres continuaremos al margen de los núcleos de poder.

La pandemia ayudó a que muchas desigualdades aflorasen, cambió algunos modelos presenciales por el teletrabajo y dejó al descubierto la escasa corresponsabilidad de los varones en el cuidado de mayores y menores, pero era imposible vislumbrar los efectos que puede producir el esmalte de uñas. Esos botecitos de colores que han ayudado a algunas personas a descubrir ese yo interior larvado, latente, encerrado por tantos años e innato que se trasmutó en una suerte de revelación irresistible por la feminidad profunda que luchaba por salir desde tiempo inmemorial. Veréis cuando descubran que los hombres también se pueden pintar las uñas. Y lo que quieran.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.