La esperada vuelta de los Cero

091: Lo mejor está por venir

Cultura - Ángeles Huertas/J.I.Pérez - Domingo, 12 de Mayo de 2019
Una crónica sobre la esperada nueva vuelta de los Cero en el festival En Órbita, en el que demostraron, por si alguien tuviera dudas, de que van más que en serio en su regreso a los escenarios y al estudio de grabación. La leyenda continúa.
Los Cero saludan al final del concierto.
Ángel Mena
Los Cero saludan al final del concierto.

Un total de 884 días sin poder admirar a 091 en directo es mucha vida amarga, desde aquel legendario concierto de despedida, tras su resurrección, en el Palacio de los Deportes de Granada. Pero a veces, la vida, como se sabe, te depara sorpresas inesperadas y su regreso a la vida eterna terrenal, ya que siempre estuvieron en los cielos, supuso un revulsivo que trascendía a la movida granadina, en esta ciudad de rock, para alimentar la esperanza del panorama musical patrio.

Ni tan siquiera los problemas de sonido iniciales, imperdonables para un macrofestival como En Órbita, subsanados con repetición de canción de comienzo, Zapatos de color caimán, empañaron el nuevo debut del mítico grupo sobre el escenario, a punto de volver a los estudios para concluir el nuevo álbum con nuevo material, que verá la luz en octubre, después de 25 años

Ni tan siquiera los problemas de sonido iniciales, imperdonables para un macrofestival como En Órbita, subsanados con repetición de canción de comienzo, Zapatos de color caimán, empañaron el nuevo debut del mítico grupo sobre el escenario, a punto de volver a los estudios para concluir el nuevo álbum con nuevo material, que verá la luz en octubre, después de 25 años.

Con los nervios aprendidos cuando aquel 15 de mayo de 2016 volvieron a tocar en Granada en la Plaza de Toros, entregados a su mística, es decir, al duro trabajo, y a esa perfecta conjunción de letras y músicas, el gentío coreaba todas y cada una de las canciones que sonaban en el caluroso inicio de la noche.

Del amarillo que dominaba en la Resurrección, al negro, más acorde con la estética de los Cero -rock&roll- que en Fermasa, ante unas diez mil personas, sonaron como siempre en el recuerdo, como la mejor banda de rock del país, por derecho propio, tras una larga carrera, -también con sinsabores conocidos-, que con su conocida modestia reivindicarán por festivales este verano, con tan solo tocar y cantar.

Y tras el doble Zapatos de piel caimán, seguían cayendo los éxitos de siempre: Este es nuestro tiempo; El baile de la desesperación; Qué fue del siglo XX…

Y más, con Escenas de guerra; es Hora de enloquecer; Tormentas imaginarias; Nada es real; En el laberinto y Huellas, para llegar a un ecuador -también por el sofocante calor- con una banda acoplada, a la que se suma Raúl Bernal, a los teclados, toda una garantía.







Escenas de un gran concierto. Imágenes de Ángel Mena y Ángeles Huertas.

José Antonio García dominaba el escenario. Víctor Lapido acariciaba las guitarras y Jacinto Ríos, hacía respirar a su bajo. Tacho González percutía la batería como si nunca hubiera dejado de tocarla. Y José Ignacio, impartía una de sus habituales master class

José Antonio García cantaba como rockero y clooner, dominando el escenario. Víctor Lapido acariciaba las guitarras y Jacinto Ríos, hacía respirar a su bajo. Tacho González percutía la batería como si nunca hubiera dejado de tocarla. Y José Ignacio, en su sitio, impartía una de sus habituales master class. Menuda banda.

Llega La noche en que la luna llegó tarde, para enlazar con Otros como yo; Todo lo que vendrá; Un cielo color vino; La calle de viento, y a bailar y bailar. Nada del nuevo álbum, ni falta que hacía anoche.

En las primeras filas, una pareja con su hija de 14 años, ese fenómeno que vuelve a repetirse con los Cero, de sumarse nuevas generaciones; nada como la educación musical. Alguien comentaba que quería verlos tras leer sobre ellos y conocer su leyenda. No salió defraudado.







Saludos al final ante un público entregado. Imágenes: Ángel Mena

Enfilaban los Cero la recta final con Espantapájaros, reconvertida en la vuelta el otro himno, Esta Noche y para terminar, La vida qué mala es.

Mala, a veces. También tiempos duros para la buena música, como José Ignacio Lapido, ese genio, escribía en un twitter horas antes del concierto: “Esta es la cruda realidad de la música en España: cuatro tipos encumbrados que desconocen el abc de su profesión. Ni conocen la canción, ni al autor, ni saben quién es el intérprete. Óle sus cojones. Esto es lo que nos ha traído OT y derivados. Ignorancia atrevida.  Miedo y asco”.

Se refería a una actuación en La Voz Senior de José María Guzmán, integrante del mítico ‘Cánovas, Rodrigo Adolfo y Guzmán’ en su interpretación de ‘Señora azul’, ante la estupidez del jurado.

Olé vos, José Ignacio.

Olé vos, 091.

Sigue la leyenda, que presagia que lo mejor está por llegar.