Antílopez: Adiós a carcajadas

A finales del año pasado los onubenses Félix López y Miguel Ángel Márquez, es decir, Antílopez, comunicaron que se separaban tras más de veinte años juntos para llevar a cabo ideas que "hay dentro de nuestras mentes que no tienen cabida en lo que queríamos que fuese la marca Antílopez, y no queremos irnos al otro barrio sin haberlas sacado del cerebro", así que han decidido pausar despidiéndose de su gente, que llenó durante dos noches el teatro Alhambra.
Al dúo onubense lo hemos estado viendo crecer actuación tras actuación desde que en 2010 ganaron el concurso Abril para Vivir para cantautores
Al dúo onubense lo hemos estado viendo crecer actuación tras actuación desde que en 2010 ganaron el concurso Abril para Vivir para cantautores. En este tiempo, y lo recordaron, han actuado aquí en los escenarios más dispares, desde los mínimos a los grandes festivales, cuando montaron una banda para esos menesteres masivos. Este fin de semana regresaron a lo que siempre ha sido su ecosistema natural, el local mediano con el público cara a cara. Somos «obreros de la pista, que hacen mucho con muy poquito» dijeron.
No necesitan más que su desparpajo y sincronización exacta para montar un show en el que ambos van tan a la par que no se sabe si improvisan o es una interpretación nanométricamente ensayada, o ambas cosas. Sus chirigoteros monólogos llegan a ser desternillantes, y más cuando desde el minuto uno ya está el público con cuerpo de jota y la sonrisa en la boca; ese buen rollo ya presupuesto desde que se compra la entrada, esos avales se los han trabajado durante años hasta lograr semejante precisión bávara. Nunca sabremos qué parte es entrenada y cuál repentizada en esta tertulia ocurrente, rapidísima y, por momentos delirante de puro surrealismo.
Con un par…de voces, que se manejan con una habilidad lingüística a la altura de aquellos domadores del verbo que fueron Les luthiers: "¡más vale ser vintage conocido que fashion por conocer!"
En conjunto hablan más que cantan, en esa suerte de ‘bilogos’ en estéreo, llenos de gags, chistes, ironía y verdades como puños donde la hilaridad brota como maná del desierto; curiosamente cuando cantan, como sucede en algunas murgas carnavalescas, gaditanas y uruguayas, se nos ponen muy serios y rigurosos; es la parte cantautora de su “chiripop” tragicómico, “absurdo y depresivo”, pero que en estos momentos del adiós primó más el absurdo real como la vida misma. Y es que son agudos observadores de la realidad más costumbrista, así le pueden cantar al toc rumbeando a los Chunguitos, las noticias del canal 24h, los superalimentos, las dietas a ritmo de vals leyendo la letra mínima de los envases, los ifluencers… hasta hacerse un hueco en el santoral con ‘San Nosotros’. Con un par…de voces, que se manejan con una habilidad lingüística a la altura de aquellos domadores del verbo que fueron Les luthiers: "¡más vale ser vintage conocido que fashion por conocer!". Y lo dijeron vestidos de ‘compro oro’, de negro y ¡amarillo! , el color prohibido en los escenarios. Con otro par. Se les va a echar muchos de menos, como a Moncho Alpuente, Carbonell, Pepin Tree, Krahe… Aunque siempre nos quedará Pedro Chillón.