El nuevo libro del periodista y escritor es la historia del pueblo morisco español por mantener sus derechos

Gabriel Pozo Felguera: 'El Evangelio de la Alhambra fue algo así como el último Libro Plúmbeo, pero en pergamino'

Cultura - Paula Martín Pérez - Domingo, 2 de Octubre de 2016
El periodista, investigador y escritor Gabriel Pozo Felguera publica 'El Evangelio de la Alhambra', la segunda entrega de su triología exilios, que en su nueva publicación se centra en la historia del pueblo morisco por mantener sus derechos como minoría étnica, cultura y religiosa. Pero es mucho más que todo eso. En esta entrevista su autor desvela las claves de una atractiva novela.
Gabriel Pozo, con su último trabajo, 'El Evangelio de la Alhambra'.
P.V.M.
Gabriel Pozo, con su último trabajo, 'El Evangelio de la Alhambra'.
  • Es la historia de medio siglo de intentos del pueblo morisco español por mantener sus derechos como minoría étnica, cultural y religiosa

Estos días está llegando a las librerías el libro “El Evangelio de la Alhambra”, de Gabriel Pozo Felguera. Esta segunda entrega de su trilogía exilios se centra la difícil convivencia del pueblo morisco durante el siglo XVI y principios del XVII. Ha tomado como hilo conductor dos tramas o pretextos: las astucia de una saga de médicos moriscos cultos que protagonizaron las maquinaciones del Pergamino de la Torre Turpiana de Granada y los Libros Plúmbeos; fueron Alonso del Castillo (abuelo), Miguel de Luna (yerno) y Alonso de Luna (nieto e hijo de los anteriores). El segundo hilo conductor es un ejemplar del “Evangelio de San Bernabé” salvado de la quema de libros árabes orquestada por Cisneros en la plaza de Bib-Rambla de Granada en febrero de 1502.

Qué ofrece en este nuevo libro a los lectores

La forma más breve con que lo puedo definir es reproduciendo el texto de contraportada con el cual el editor quiere atrapar al lector. Dice así: “Ni Cristo murió crucificado ni fue el Mesías; sólo un profeta que anunció a Mahoma. Así lo asegura un Evangelio de San Bernabé que sobrevivió a la quema de todos los textos árabes ordenada por el cardenal Cisneros en 1502 en Granada. El Evangelio, escondido de manera ingeniosa en la Alhambra durante el siglo XVI, es propuesto al papa Paulo V por su médico Alonso de Luna y del Castillo para sincretizar Cristianismo e Islam.

“Granada, y España, sería una tierra de más empaque si no hubieran expulsado a los españoles moriscos”, dice su autor

Esta es la historia de medio siglo de intentos del pueblo morisco español por mantener sus derechos como minoría étnica, cultural y religiosa.

Alonsillo il Garnatí, nieto e hijo de astutos traductores del Pergamino de la Torre Turpiana y de los Libros Plúmbeos del Sacro Monte —Alonso del Castillo y Miguel de Luna—, llevó el Evangelio de la Alhambra hasta el Vaticano en 1620 como último intento desesperado de revertir la expulsión de todos los musulmanes españoles. ¿Se trató del último Libro Plúmbeo o es el verdadero Evangelio de Bernabé escrito en el siglo I por un discípulo de Jesús?”

El público en general conoce el tema de los Libros Plúmbeos del Sacromonte, pero ¿qué es “El Evangelio de Bernabé”?

Es un texto muy antiguo, quizás del siglo I, escrito por San Bernabé en arameo. La historia lo califica de evangelio apócrifo y, por tanto, fue excluido de formar la Biblia en el Concilio de Nicea (325). Hay pocas referencias a este texto en siglos siguientes. En la biblioteca de la Madraza islámica de Granada había al menos un ejemplar, que se perdió a partir de 1502. El libro fue ocultado en la mezquita-catedral de Granada entre 1501 y 1574, aunque de una manera muy ingeniosa. Este texto vuelve a aparecer en 1620 en el Vaticano.

En la actualidad se conocen dos manuscritos del Evangelio de Bernabé, uno en castellano y otro en italiano. Además, en el año 2000 apareció otra supuesta copia en arameo en Turquía, pero las autoridades todavía no la han dado a conocer.

¿Qué enseña ese Evagelio de Bernabé?

Es un texto que contradice bastante los cuatro evangelios canónicos de la Biblia. Por lo pronto,  Jesucristo no es el Mesías, el Hijo de Dios, sino uno de los más importantes profetas de la historia, que vino en parte a anunciar la llegada de Mahoma unos siglos después. Tampoco dice que murió en la cruz, sino que ascendió vivo al cielo. Contiene bastantes elementos de polémica con relación a los principios básicos del cristianismo. Concede un papel principalísimo a la Virgen María.

Pero contiene también muchos elementos comunes con el Corán. Es, a todas luces, un texto que pretende sincretizar Islam y Cristianismo.

Ese sincretismo era precisamente lo que buscaban los moriscos del siglo XVI en Granada. Ellos mantenían que sus linajes estaban ligados al primitivo cristianismo de Tierra Santa y, por tanto, debían ser tratados en igualdad a los cristianos viejos españoles.

¿Fue entonces un recurso más de los moriscos granadinos para conseguir que se les respetara?

Algo así. La comunidad científica que estudia este asunto, cuatro siglos después  que  surgiera, tiene muchos argumentos para pensar que “El Evangelio de Bernabé” fue como el último libro plúmbeo, aunque no grabado en plomo, sino en papel. Y hecho salir a la luz cuando ya estaban expulsados los moriscos españoles. El pretexto era el mismo que con los Libros Plúmbeos, es decir, dar argumentos a las autoridades del reino de las Españas, tanto de la Corte como de la poderosa Iglesia, para que les permitieran seguir existiendo como minoría étnica, cultural y religiosa.

¿Qué papel jugó la Iglesia en todo esto?

Poliédrico. Hubo de todo. El Vaticano nunca aprobó la expulsión de los moriscos, es más, la condenó, porque sus planes iban más por la evangelización. Dentro del clero español hubo prelados y sacerdotes que no soportaban a los moriscos, llegaron incluso a proponer el asesinato masivo y la castración masiva; hubo otro sector que se inclinó por la lenta evangelización de las nuevas generaciones, entre los que cabe destacar al arzobispo de Granada Pedro Guerrero. Éste jugó un importantísimo papel en el Concilio de Trento, pero ciertas quejas recibidas del Papa Pío IV le cambiaron la manera de pensar y presionó incluso a Felipe II para “poner orden” entre los moriscos. Si no hubiesen existido Trento ni Pedro Guerrero, quizás la suerte de los moriscos hubiese sido otra.

“En parte, esta ciudad todavía sigue cubierta de humo y olvido”, como comienzo el libro

Luego hubo un prelado, el arzobispo Pedro de Castro, que fue el mayor defensor de los moriscos y la autenticidad de todos aquellos hallazgos y falsificaciones. Con su delirio de predestinación alentó el trabajo de los falsificadores. Pero no estaba solo; había una élite de cristianos viejos que le secundaban, porque deseaban enlazar la nueva Granada cristiana que se estaba formando en el XVI con lo que creyeron cristianismo primitivo de la época romana. Tal era su creencia, que el resultado de todo aquello fue inventarse el paso del apóstol Santiago por Granada, y el invento también de San Cecilio como un obispo martirizado por gente de Nerón. Aquella realidad inventada dejó algo bueno: la institución Sacromontana que formó a mucha gente durante tres siglos y medio.

Fueron tan crédulos, que incluso el rey Felipe II entró en el juego como implicado pasivo, solicitando información constantemente, alentando a que se divulgara el asunto por obispados y conventos. Incluso llegó a pensar en trasladar aquellos evangelios de plomo a El Escorial para que fuera el mayor punto de peregrinación cristiana del mundo, incluso más que Jerusalén.

Hábleme de esa saga de médicos morisco

Abuelo, padre y nieto fueron médicos. Hay referencias de que ejercían esta profesión, aunque son vagas en algunos casos. Además, eran traductores. Los dos primeros llegaron a ser romanceadores al servicio de la corte de Felipe II y Felipe III, además de estar al servicio de la Chancillería, la Inquisición y el Cabildo.

Era gente formada. Alonso del Castillo dejó cientos de traducciones del árabe, incluso un libro de aforismos. Miguel de Luna fue autor de mucho éxito, reinventó la historia de España con su libro “Verdadera Historia…”. Del nieto tenemos menos referencia, sólo que fue médico en Roma, traductor, hablaba cuatro lenguas, deambuló por el reino otomano, Países Bajos, etc. hasta que fue encarcelado y condenado por la Inquisición en Murcia, en 1618.

Buena parte de estudiosos del fenómeno morisco no tienen duda de la relación de parentesco entre los tres. He hallado la ficha censal de la familia de Alonso del Castillo en el Archivo de Simancas y, efectivamente, tuvo una hija llamada María, que fue la que debió casar con Miguel de Luna. En el archivo parroquial de la iglesia de San Miguel del Albayzín figura muerto en 1615 y su viuda María le paga unas misas. Y el nieto, Alonso de Luna, declara en el juicio ante la Inquisición que es hijo del doctor Luna de Granada, que había muerto pocos años antes.

Un buen lector que ya ha leído 'El Evangelio de la Alhambra', sostiene que el libro es al mismo tiempo una novela histórica, unos episodios nacionales del siglo XVI y un ensayo novelado. ¿QUé periodo de la historia de Granada o de España abarca la novela?

Pues lleva razón, hay algo de todo eso. El libro en sí cuenta la historia de Granada y de los moriscos españoles desde la noche del 22 de febrero de 1502 en que Cisneros monta una hoguera con miles de libros escritos en árabe hasta el año 1633 en que uno de los manuscritos   “Evangelio de la Alhambra” aparece en Tánger. El final está un tanto abierto, no está escrito, está vigente, quizás le queden muchos años para escribirse… no digo más, el lector deducirá por qué. Los principales escenarios son Granada, Roma y Madrid.

Pero hay trampa en cuando al manejo de los tiempos. Juego con el lector haciéndolo viajar continuamente por tiempos pasados. Lo explico: hay un tiempo real o presente que tiene lugar en el último trimestre de 1620 y el mes de enero de 1621, que se desarrolla en el Vaticano. Hay un segundo tiempo en que al lector lo llevo hacia atrás para que viva momentos claves en la historia de los moriscos; y dentro de ese segundo tiempo, hay un tercero en que doy protagonismo a los personajes que vivieron los asuntos en primera persona, donde abundan los diálogos.

Lámina Plúmbea.

¿Qué hay de verdad histórica y de ficción?

Contiene un porcentaje elevadísimo de verdad documentada científicamente. He incluido casi cuarenta breves notas al pie indicando de qué documento está sacada tal afirmación o dónde se puede comprobar, además de un apéndice documental y gráfico al final, que en buena parte sirven al lector para concluir partes de la trama.

Todas las situaciones o secuencias, en términos cinematográficos, parten de un hecho real. Pero, obviamente, yo conduzco el agua al molino que me interesa. Sin tergiversar la Historia, lo que he hecho es interpretarla a mi manera. A veces, pienso que incluso me hubiera quedado mejor la historia, en cuanto a trama, si me hubiese permitido mayores licencias, hubiese fabulado más. En ese aspecto quizá prime aquello de “episodios nacionales”.

Pero también hay algo de tesis, de ensayo. En algunas ocasiones con un pelín de crítica, de mala leche.

¿A qué se refiere? ¿Toma partido por algo?

Un autor siempre toma partido. En sus escritos deja sus filias, sus fobias, sus frustraciones, rasgos autobiográficos… deja muchos rastros de sí mismo.

En este caso, claro que tomo partido. Que unos españoles que se llaman cristianos viejos expulsen, o empujen hasta echarlos al mar, a otros vecinos españoles que se llamaban musulmanes eso no tiene calificativo.

La expulsión de los moriscos fue una monstruosidad de funestas consecuencias. Yo creo que, cuatro siglos después, este país todavía no se ha repuesto de ello. Te voy a poner dos ejemplos: el reino de Valencia tardó 110 años en recuperar la población de 1609, así como su producción agrícola.

El caso de Granada fue más grave. Me atrevo a decir que todavía no se ha recuperado de la dispersión de los moriscos en 1570 y la expulsión definitiva de 1610: la industria de la seda despareció para siempre, la población no volvió a recuperarse hasta comienzos del siglo XX. ¡Pero si eran de los pocos que trabajaban! Granada comenzó el siglo XVI siendo la más grande de España, la de más futuro, prácticamente su capital, y siglo y medio después le habían adelantado una decena de ciudades. Cuatro siglos después, nos han adelantado casi la mitad de las ciudades. En parte, esta ciudad todavía sigue cubierta de humo y olvido, como comienza el libro.

Granada sería una tierra de más fuste si no hubieran expulsado a los españoles moriscos.

Por cierto, muchos de esos moriscos pertenecían a linajes que llevaban por aquí desde nueve siglos antes, mucho más que otros. Hoy no es entendible que un grupo social dominante expulse a otro similar. Aunque cada día estamos asistiendo a ejemplos que son iguales o peores, verdaderos genocidios de pueblos.

Antes ha dicho que su historia está abierta, que está vigente

Aquel Evangelio fue divulgado por los moriscos españoles expulsados por todos los lugares del Mediterráneo donde se asentaron. Fue un texto religioso polémico, que circuló mucho y se copió mucho. Hasta el siglo XX no comenzaron a aparecer las primeras impresiones en lengua árabe, a la vez que traducciones al castellano e inglés.

Lo que se pretendía en el siglo XVII (revertir la expulsión de los moriscos) hoy ya no tiene vigencia, es imposible (aunque se les podría pedir perdón y reconocer la nacionalidad a quienes demuestren ser descendientes, como se ha hecho con los judíos). No obstante, el viejo anhelo musulmán de girar la cabeza hacia el paraíso perdido de Al-Andalus fundado por sus ancestros, a los tiempos dorados del Califato, de los Nazaríes, de la Alhambra… todo eso sigue vigente en el mundo árabe y norteafricano. Lo vemos a diario. Es que forma parte de la memoria y cultura de quienes antes deambularon por estas tierras.

Te digo, para finalizar, que no obstante aquella catástrofe de expulsar a los vecinos incómodos, en España quedaron muchos moriscos, unos protegidos, otros escondidos, otros trampeando. No hay que olvidar que más del 12% de nosotros llevamos genes moriscos.

Título: El Evangelio de la Alhambra

Autor: Gabriel Pozo Felguera

Editorial: Atrio.

Páginas: 400 (Incluido apéndice documental y gráfico en color). Rústica con solapas, 15,5x23.

Precio: 18 €.

Presentación: Salón de Plenos del Ayuntamiento de Granada, día 6 de octubre, 20 horas, entrada libre. Hará la introducción D. Manuel Titos Martínez, Catedrático de Historia de la UGR.