Campaña Inagra contenedor marrón.
LAS ENORMES POSESIONES DE LAS REINAS NAZARITAS, A MANOS DE LOS PREDICADORES

El legado granadino del gran inquisidor Tomás de Torquemada

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 13 de Diciembre de 2020
Un nuevo y excepcional reportaje con la firma de Gabriel Pozo Felguera que te muestra una vertiente poco conocida del terrible Torquemada, sus grandes posesiones en la ciudad, pero también es un relato sobre parte de la historia urbanística de Granada de los dos últimos siglos. No te lo pierdas.
Panorámica actual de la plaza de Santo Domingo y prolongación por Padre Fray Luis de Granada, un espacio hoy abierto que antes lo ocupaba el convento.
IndeGranada
Panorámica actual de la plaza de Santo Domingo y prolongación por Padre Fray Luis de Granada, un espacio hoy abierto que antes lo ocupaba el convento.
  • Las Almanjarras de la madre y esposa de Boabdil quedaron en manos de la orden Dominica para fundar iglesia, enorme monasterio, viviendas y el Barrio de los Frailes

  • Las desamortizaciones se llevaron por delante más de la mitad del convento de Santa Cruz la Real, el más grande y de más prestigio de Andalucía

  • Las posesiones de la orden monástica más rica de Granada sirvieron para abrir plazas y nuevas calles que conectan el Realejo con las Angustias y Puerta Real

  • La obra de la comunidad dominica es la que mayores expolios, saqueos y demoliciones ha sufrido en la ciudad durante los dos últimos siglos

No van mal encaminados quienes opinan que Tomás de Torquemada, el primer gran inquisidor de España, tenía más poder que los reyes Isabel y Fernando. Y que era el cerebro que empujó la última cruzada castellana contra el Reino de Granada (1482-92). Fue confesor y consejero privado de la Reina desde 1478 hasta su muerte en 1498. Torquemada fue quien expulsó a los judíos y el iniciador de la persecución de quienes no siguieran la ortodoxia católica dictada por Roma. En las tierras de Granada estuvo siempre acompañando a la Reina y manejando los hilos del poder. Una vez tomado el reino y la ciudad, Torquemada se llevó la mejor tajada del botín conquistado, no para él, sino para su orden de Predicadores (los Dominicos). Se quedó con las extensísimas huertas de la familia real nazarita entre el Realejo, la Carrera de la Virgen, el río Genil y la cuesta del Pescado. Con la Qubba (Cuarto Real) en el centro. Los dominicos se convirtieron durante los siglos XVI a XVIII en la comunidad religiosa más poderosa, rica, respetada, envidiada y temida de todas las órdenes que se ubicaron en Granada. En buena parte, gracias a lo que le arrimaba la Inquisición. Pero en los 210 últimos años, aquellas magras posesiones que inició Tomás de Torquemada han ido sufriendo destrozos, bocados para hacer calles y plazas, y centenares de edificaciones. ¡Si Torquemada levantase la cabeza!

En las Capitulaciones particulares de Churriana de 1491, los Reyes Católicos compraron a las reinas nazaritas (Aisha la Horra, la viuda de Muley Hacén) y Morayma (esposa de Boabdil) unas extensísimas huertas en torno a un palacio de recreo. Las huertas se llamaban Almanjarra Mayor (propiedad de Aisha) y Almanjarra Menor (de Morayma). La Mayor era una huerta que se extendía extramuros a partir de la cerca que bajaba desde la Puerta del Sol hasta la actual Plaza de los Campos; aquí torcía en ángulo recto hacia el Este hasta llegar a la Puerta del Pescado y cerrarse por lo que hoy es la calle Santiago, aproximadamente. En el centro de esta huerta y espacio de recreo se levantaba desde el siglo XIII (quizás de origen almohade) un palacete con su Qubba en el centro (el actual Cuarto Real de Santo Domingo). Además de estanque central.

Ambas Almanjarras fueron donadas inmediatamente por los Reyes Católicos a la persona de fray Tomás de Torquemada, cabeza visible de la orden de Predicadores. Concepto inseparablemente unido por aquellos años a inquisidores, por la influencia de fray Tomás de Torquemada, prior de los Dominicos de Segovia y primer Gran Inquisidor de Castilla y Aragón

La Almanjarra Menor se situaba por debajo de la muralla hasta llegar a lo que hoy es la Carrera de la Virgen, alamedas del Genil y volver a cerrarse hacia la Cuesta del Pescado. Es decir, el espacio que hoy ocupa el Barrio de la Virgen. Esta era una arboleda, con algunas huertas y varios molinos que aprovechaban la fuerza motriz de la Acequia Gorda y varios ramales que caían de la Almanjarra alta. Una parte de esta huerta era propiedad del alcalde Monfarrax.

Ambicioso proyecto de Predicadores

Ambas Almanjarras fueron donadas inmediatamente por los Reyes Católicos a la persona de fray Tomás de Torquemada, cabeza visible de la orden de Predicadores. Concepto inseparablemente unido por aquellos años a inquisidores, por la influencia de fray Tomás de Torquemada, prior de los Dominicos de Segovia y primer Gran Inquisidor de Castilla y Aragón. Los dominicos tomaron posesión de los terrenos y sus edificios el 5 de abril de 1492. Recibió la donación fray Alonso de Valiza (prior de Ávila), aunque Tomás de Torquemada estaba todavía en Granada organizando la administración de las tierras conquistadas.

La intención de los Reyes y de Torquemada era levantar en aquellos solares un monasterio a imagen y semejanza de Santa Cruz la Real de Segovia

La intención de los Reyes y de Torquemada era levantar en aquellos solares un monasterio a imagen y semejanza de Santa Cruz la Real de Segovia. En el de Segovia, los Reyes habían invertido miles de ducados para su engrandecimiento, de manera que era un complejo monacal de varios claustros, iglesia, noviciado y huertas. Capaz de sustentar a más de un centenar de monjes. En buena parte, allí se enterraron los bienes expropiados y multas impuestas a miles de castellanos acusados de herejías diversas. En 1493 llegaron los primeros veinticuatro dominicos desde el convento de Córdoba.

Fray Tomás de Torquemada fue quien consiguió las extensas propiedades para su orden de predicadores. Corría la primavera de 1492 cuando tomó posesión de las Almanjarras, aunque no firmó el acta de recepción. Por aquel tiempo estaba ocupado en las oficinas reales de organizar el gobierno del Reino de Granada recién conquistado. En este cuadro de Emilio Sala (pintado en 1889, al tiempo que empezaba la demolición de Santa Cruz la Real), Torquemada convence a los Reyes Católicos en su trono de la Alhambra (curia del 31 de mayo de 1492) para que expulsen a los judíos de sus dominios. Torquemada arroja un crucifijo sobre la mesa; de espaldas lo contempla Isaac Ben Judá Abravanel, líder de los judíos españoles, solicitando clemencia real. MUSEO DEL PRADO.

Erigir el convento de Santa Cruz la Real en Granada era una promesa hecha por la Reina a Torquemada para cuando se conquistase la ciudad. Debía superar, a ser posible, a los monasterios dominicos castellanos. Tanto en suntuosidad como en extensión y número de frailes. Había muchos infieles que convertir en el reino recién conquistado.

Erigir el convento de Santa Cruz la Real en Granada era una promesa hecha por la Reina a Torquemada para cuando se conquistase la ciudad. Debía superar, a ser posible, a los monasterios dominicos castellanos. Tanto en suntuosidad como en extensión y número de frailes

Los primeros monjes predicadores se aposentaron en el palacete nazarita de la Qubba y unas casillas cercanas; incluso aquí celebraron algunos de sus primeros capítulos. Al palacio nazarita lo llamaron Cuarto Real de Santo Domingo, por el fundador de su orden; y así se quedó per sécula. Pero la tarea inmediata consistiría en comenzar a levantar su enorme monasterio, con iglesia anexa incluida. Se trataría del convento de Santa Cruz la Real y de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán. Lo del adjetivo Real se debió a que procedía de una donación de terrenos de los reyes, con una financiación futura asegurada con parte de las rentas de la Inquisición y de los bienes que también recibieron los dominicos en otros lugares del Reino de Granada.

La orden de Dominicos recibiría en el futuro una donación (un juro) anual de la hacienda local de 196.200 maravedíes, más las rentas de infinidad de fincas en los alrededores, ubicadas en Gabia, Alhendín, La Malahá, varios molinos en la Acequia Gorda, en Guadix e incluso en provincias limítrofes. Los Dominicos demostraron muy pronto ser unos excelentes administradores y, por qué no pensarlo, se convirtieron en la primera empresa inmobiliaria de Granada: construyeron varios edificios de vecinos en los extremos de sus huertas para venderlos o para alquilarlos a renta. A mediados del siglo XVI ya habían urbanizado con 12 casas la acera izquierda de la Carrera de la Virgen, entre Bibataubín y el puente del Genil.

Perímetro de la donación real. La donación de los Reyes Católicos a Tomás de Torquemada abarcaba dos extensas fincas: la Almanjarra Mayor era la que se hallaba por encima de la muralla de la Qubba, donde se construyó el convento de Santiago, varias manzanas de casas, la iglesia de Santo Domingo y el enorme complejo monacal. La Almanjarra menor descendía hasta la Carrera del Genil y las arboledas junto al río. PLANO DE 1736-1831.

Imagen sobre un mapa de Google donde se aprecianan lo superpobladas, en la actualidad, de las las dos Almamanjarras (huertas llanas) que había a finales del siglo XV y la porción tan importante que ocuparon para aquella ciudad nazarita
En la plataforma de Vico (1590) ya se ven construidas las casas de alquiler en la Carrera del Genil, frente a las Angustias, y otra fila en la acera del actual Paseo del Salón. El croquis también incluyó la acequia Gorda y dos molinos. Con el número 55 marcó la Puerta del Pescado. Ya se ve alzada la iglesia de Santo Domingo y el primer claustro de Santa Cruz la Real. En el centro de todo, la Qubba y las construcciones laterales. La muralla que unía la Qubba y la Puerta del Pescado está mal situada. En general, se aprecia la gran extensión de jardines y zona de cultivo que sumaban las Almanajarras alta y baja.

Aquellas ingentes rentas obtenidas y bien administradas fueron las que les permitieron construir su iglesia de Santo Domingo y el inmenso monasterio de Santa Cruz la Real. Eligieron los mejores terrenos de la Almanjarra Alta, aprovechando el ángulo recto que hacía la muralla. Desde principios del siglo XVI y hasta mediado el XVII fue elevándose el complejo monástico, formado por cuatro edificios independientes pero intercomunicados. Los frailes comenzaron las obras por el claustro viejo o Claustrillo en estilo gótico flamígero, un edificio cuadrado con patio de 13,5x13,5 metros. Por debajo, se le añadió el Noviciado, con patio rectangular y de dimensiones más pequeñas, esta vez en estilo plateresco. En mitad había otros dos pequeños edificios con patios de luces que servían de enlace con el último edificio que hacía esquina con el ángulo de muralla, el Coristado. Este edificio estaba destinado a ser residencia de los estudiantes. El cuarto de los grandes edificios con claustro porticado lo situaron haciendo frontera con los dos primeros y con la iglesia de Santo Domingo, sin duda la nave más grande de Granada hasta que estuvo concluida la Catedral. Este claustro fue el más grande de todos, de 30x30 metros de patio y con una artística fuente en su centro.

Distribución del monasterio. En esta ampliación situamos los distintos elementos que componían las posesiones de complejo monástico dominical a finales del siglo XVIII: iglesia de Santo Domingo (1), Claustrillo (2), Noviciado (3), Coristado (4), Claustro nuevo o grande (5), Cuarto Real o Qubba (6), Puerta del Pescado (7), Muralla (8), solar donde se ubicó después el Teatro Isabel la Católica (9) y salió la Plaza de los Campos Elíseos, y Barrio de los Frailes o de la Virgen (10).

El impresionante conjunto monacal estuvo lleno de vida, de estudios y de arte durante los siglos XVI y XVII. Y la plenitud le llegó a la orden predicadora durante la primera mitad del siglo XVIII, cuando en sus aulas estudiaban decenas de frailes que partían para la evangelización de América, Filipinas y Sureste asiático. Así mismo, a dotar otros conventos dominicos de menor poder.

La zona fue conocida durante los siglos XVII y XVIII como Barrio de los Frailes y a ella se establecieron funcionarios, militares y gentes de la burguesía local. Fueron los habitantes que contribuyeron a engrandecer la nueva basílica de las Angustias que les quedaba enfrente

También por aquellos siglos los frailes se percataron del gran valor que había adquirido la Almanajarra Baja, ya que la ciudad derribaba sus murallas y empezaba a expandirse hacia las alamedas del Genil. Esta huerta baja fue trazada en cuadrículas y bautizadas sus nuevas calles con nombres de santos o mártires dominicos, que fueron muchísimos. La zona fue conocida durante los siglos XVII y XVIII como Barrio de los Frailes y a ella se establecieron funcionarios, militares y gentes de la burguesía local. Fueron los habitantes que contribuyeron a engrandecer la nueva basílica de las Angustias que les quedaba enfrente.

Del apogeo a la decadencia de los Predicadores

No me voy a extender más en comentar las bellezas arquitectónicas ni artísticas del complejo monacal de Santa Cruz la Real, que fueron muchísimas y están magníficamente explicadas en las guías históricas de la ciudad. El objetivo de este artículo va más encaminado a recordar el enorme destrozo que la incuria, la insensibilidad, la política y la rapiña urbanística han causado al conjunto de los Dominicos: transcurrieron trescientos años de construcción y apogeo, y doscientos de destrucción. Quizás lo único bueno de tanto destrozo urbanístico haya consistido en la apertura de algunas plazas y calles que hoy permiten la comunicación entre el Realejo, el Barrio de la Virgen y la calle San Matías.

Quizás lo único bueno de tanto destrozo urbanístico haya consistido en la apertura de algunas plazas y calles que hoy permiten la comunicación entre el Realejo, el Barrio de la Virgen y la calle San Matías

1810, el primer aguijonazo. El ejército francés de Napoleón ocupó Granada en febrero de 1810. El convento de la Santa Cruz fue ocupado como cuartel, cuadra y almacén de la tropa. Los franceses se apropiaron de todos los bienes y el arte de que fueron capaces; dispersaron sus obras por otras parroquias de Granada, utilizaron la iglesia como cuadra, fundieron rejas para hacer balas, etc. etc. El general Sebastiani acometió la construcción de la ribera del Genil, para lo cual extrajo la fuente de los leones del claustro mayor de Santa Cruz y la trasladó al centro del nuevo bulevar (Allí continúa desde entonces, aunque fue movida de lugar una vez más; la comunidad dominica ha reclamado al Ayuntamiento, constantemente, su devolución, pero sin haberlo conseguido hasta ahora).

Fuente de los Leones, hoy entre los paseos del Salón y la Bomba. Fue extraída por los franceses del claustro mayor en 1810 y ubicada en esta zona.

Los frailes dominicos regresaron en 1814 a la que fue su casa durante tres siglos, pero la encontraron completamente destrozada. Acometieron las obras más urgentes para devolver la imagen conventual que tuvo. Pero el daño ya estaba hecho, en parte. Santa Cruz la Real fue uno de los monasterios ocupados por los franceses que sufrió mayores desperfectos y expolios entre 1810-12. Quizás la causa se debiera a que incluso desde antes, en el reinado de Carlos IV y con Godoy como jefe del gobierno, la orden ya había caído en desgracia. Los nuevos aires anticlericales y de la revolución francesa iban a pagarlos los monjes de túnica blanca y capa negra, tan asociados por los españoles a los sufrimientos protagonizados por la Inquisición.

1835, la mortal desamortización. El 30 de agosto de 1835, los cuarenta frailes predicadores que quedaban en Santa Cruz tuvieron que abandonar el edificio a consecuencia de la ola desamortizadora que comenzaba el gobierno liberal de Mendizábal. Parecía que el daño no iba ser demasiado grande por cuanto el complejo fue cedido a la Iglesia. Pero todo fue un espejismo. Los edificios comenzaron a ser despojados de lo que habían dejado los franceses; el destino esta vez fueron otros edificios públicos y domicilios de la incipiente burguesía. La sillería del coro fue troceada y vendida a la nobleza local (una parte fue a parar a la Diputación de Cádiz); la biblioteca fue a traperos o a casas particulares. La piqueta comenzó a actuar extrayendo capiteles, zapatas, artesonados y todo cuanto se pudiera arrancar con facilidad. La consecuencia inmediata fue el aceleramiento del deterioro de los edificios.

Portada de acceso al Claustrillo. Hacía ángulo recto con la entrada a la iglesia de Santo Domingo (se asoma a la izquierda). Empezó a ser expoliada en 1840 y acabada de demoler en 1888. INSTITUTO GÓMEZ-MORENO.

Para 1840, la Iglesia acometió una reorganización de parroquias en la ciudad, que consistió básicamente en suprimir algunas y agrupar su feligresía. A Santo Domingo se le confirió la categoría de parroquial y se le adjudicaron los fieles de la ruinosa y sentenciada Santa Escolástica.

1842, etapa de edificio cultural. La iglesia fue segregada del complejo y quedó como parroquia del barrio. En tanto que el resto de edificios fueron donados a la naciente Diputación Provincial para que con ellos supliese la carencia de dotaciones culturales. Se pensó en destinarlo a infinidad de actividades, desde colegio para niños del barrio a sede de colectivos y asociaciones. Parte del edificio fue ocupado por el primer museo/almacén de bellas artes que tuvo Granada, así como sede de la Academia de Bellas Artes de las Angustias y Comisión Provincial de Monumentos. También hubo una parte dedicada a escuela de bellas artes; otra al Liceo Artístico y Literario; un rincón para biblioteca pública. Y sede de la potente Sociedad Económica de Amigos del País.

La falta de mantenimiento empezó a aconsejar la demolición de algunas partes del claustrillo y del noviciado, ya para el año 1843. El Ayuntamiento había puesto sus ojos no sólo en el inmenso edificio, sino también las enormes huertas que lo rodeaban

La falta de mantenimiento empezó a aconsejar la demolición de algunas partes del claustrillo y del noviciado, ya para el año 1843. El Ayuntamiento había puesto sus ojos no sólo en el inmenso edificio, sino también las enormes huertas que lo rodeaban. Era el lugar ideal para trazar nuevas calles y plazas. Por lo pronto, lo primero que se pensó fue en aislar el Coristado, situado en el ángulo noroeste. Se abrió una calle entre el Callejón de las Campanas (posterior Seco de Lucena) que se llamó Callejón de Santo Domingo; era la forma de unir la calle Santiago con la nueva plaza de los Campos Elíseos. El Coristado fue vendido en pública subasta en diciembre de 1842, por una cantidad de 89.000 reales; después de caer en varias manos, recaló en la sociedad inmobiliaria de Lorenzo Serrano del Corte, marido de la VII Condesa de Miravalle. Lo habilitó como corrala de vecinos, que llegó a albergar hasta cuarenta familias en sus más de 1.500 metros de superficie construida. El Coristado fue recuperado muchos años después por la administración pública y destinado, tras la guerra civil de 1936-9, a sede del Frente de Juventudes. Hace ahora justo 40 años fue rehabilitado burdamente, desfigurado su origen monacal, y convertido en comisaría de policía y oficina del DNI/Pasaporte.

Antiguo Coristado del convento, con su típico torreón. Hoy este edificio se encuentra aislado del complejo monacal y reconvertido en comisaría de Policía.

1837, el Cuarto Real se privatiza. El palacete nazarita, la pieza más antigua y valiosa de todo el complejo, fue la primera en salir a subasta pública. Se componía del edificio en sí más un pedazo importante de las huertas traseras del monasterio, demarcado por el Callejón de las Campanas, la Cuesta del Pescado y la muralla sobre la que se asienta. Era (ya no es) un palacete formado por la Qubba central, precursora de la Torre de Comares, con sótano incluido, que tenía un gracioso templete delantero y dos alas de habitaciones a ambos lados. En su frente disfrutaba de un estanque rectangular que centraba los jardines de las reinas musulmanas.

Fue vendido por 38.000 reales al comerciante Mariano Valdivia. Éste lo mantuvo muy pocos años, hasta que palacio y huerta fueron a parar a manos de una familia noble por impago del comprador

Fue vendido por 38.000 reales al comerciante Mariano Valdivia. Éste lo mantuvo muy pocos años, hasta que palacio y huerta fueron a parar a manos de una familia noble por impago del comprador. En 1859 se hizo cargo de él Ramón Fernández de Córdoba y de Aragón, Conde de Guadiana; tras él, lo fueron heredando sus descendientes hasta que en el año 1990 fue vendido al Ayuntamiento de Granada por Luis Fernando Dávila Ponce de León y Coello de Portugal. El coste de la operación se valoró en 450 millones de pesetas. El Ayuntamiento inició entonces un lento proceso para rehabilitar el edificio y los jardines, con destino a parque público y uso cultural.

Girault de Prangey hizo este dibujo a plumilla (1836) del jardín que conducía al palacio nazarí de la Qubba. Se aprecia que tenía delante un templete con arcos soportado por columnas pareadas.
Reconstrucción. El anterior dibujo ha servido para que el CSIC haga una reconstrucción ideal de cómo pudo ser el Cuarto Real de Santo Domingo hasta mediados del siglo XIX. Se aprecia su enorme parecido con el lateral de la torre de Comares en la Alhambra. Este templete debió desaparecer a partir de 1859, cuando los nuevos propietarios construyeron delante una enorme residencia.

Pero el Cuarto Real de Santo Domingo ya no era para 1990 el mismo que cuando lo recibieron los dominicos en 1492. Realmente no se conoce la fecha exacta ni los responsables de las transformaciones que ha sufrido desde que fue dejado por las reinas nazaritas. Se sabe por la arqueología y por grabados del siglo XIX que la Qubba estaba precedida de un pórtico de cinco arcos apeados sobre columnas pareadas. En su lugar fue levantada una vivienda vulgar decimonónica de grandes dimensiones, mientras la Qubba se mantuvo como salón principal de la casa nobiliaria de los condes de Guadiana. Ese uso la salvó de la destrucción.

La ingenuidad de los negociadores municipales entre 1986-90 permitió que una promoción de viviendas en el extremo de la Cuesta del Pescado le restara un bocado más a los jardines originales de la reina Aisha

La ingenuidad de los negociadores municipales entre 1986-90 permitió que una promoción de viviendas en el extremo de la Cuesta del Pescado le restara un bocado más a los jardines originales de la reina Aisha.

Interés de los militares. Ya desde mediados del siglo XIX, el Ministerio de Guerra español había fijado también sus ojos en el enorme complejo de edificios de Santa Cruz la Real. Los ejércitos españoles estaban necesitados de cuarteles en Granada, cabecera por entonces de región militar con su respectiva Capitanía General. El Ayuntamiento y la ciudad veían este deseo con buenos ojos, por cuanto significaba aumentar la presencia y el gasto de jefes, oficiales y tropas en Granada.

Hubo sucesivos intentos, negociaciones y propuestas de permutas entre el Ministerio de Guerra y las administraciones locales. Tardaron casi cuatro décadas en cuajar: en 1889 el Gobierno de España abrió una oferta para instalar colegios preparatorios militares en las ciudades que ofreciesen ser sedes. Granada ofreció Santa Cruz la Real por los beneficios que suponía le iba a reportar el reforzamiento de la guarnición militar. El Ayuntamiento gastó ingentes cantidades en reparar los edificios y adaptarlos a los nuevos cometidos castrenses.

Pero en 1893 se fue al traste el proyecto de Colegios Preparatorios Militares y el uso que se le dio fue un regimiento de artillería montada. En el ínterin, las profundas obras de reforma habían levantado una planta en el claustro mayor y demolido las partes más antiguas, es decir, el claustrillo y el noviciado. El viejo complejo monacal iba a quedar reducido prácticamente a la mitad de la extensión que tuvo; de los cuatro claustros principales que tuvo, dos fueron demolidos para ir dando paso poco a poco a la zona ajardinada que precede al colegio mayor Santa Cruz  y el resto para dar prolongación a la plaza de Santo Domingo y calle Maestro Luis de Granada.

Proceso de demolición del Noviciado, hacia 1888-89 para destinarlo a instalación militar. I G-M.
Solar dejado tras la demolición del Claustrillo y el Noviciado, hacia los años treinta del siglo XX. Se aprecian cegados los huecos de los arcos que unían el claustro mayor con los dos claustros más pequeños. Al fondo, derecha, aparece el Coristado. En la foto de abajo se ven los arranques de varios pilares que soportaban las columnas de los patios. AHMGR.

El Coristado quedó completamente aislado del complejo del que había formado parte desde el siglo XVII. También en aquella remodelación de finales del XIX desapareció la coqueta portada de acceso al claustrillo, que hacía rincón con el acceso a la Iglesia de Santo Domingo.

Las instituciones culturales que lo poblaron desde la primera desamortización debieron buscarse otros sitios para ubicarse

Las instituciones culturales que lo poblaron desde la primera desamortización debieron buscarse otros sitios para ubicarse.

Otro “bocado” para el Teatro Isabel la Católica. Las huertas de la Almanjarra mayor o alta habían ido encogiéndose por la fachada que lindaba con el Callejón de las Campanas debido a la urbanización de viviendas, pero hacia 1840 todavía estaba en pie la Puerta del Pescado, que era el límite Este de la propiedad dominica y del Cuarto Real de Santo Domingo. Poco a poco se fue desmoronando hasta su completa desaparición en aquellos años.

Dibujo de la Puerta del Pescado, que cerraba la Almanjarra Mayor por el Este y daba acceso a la zona del Campo del Príncipe. Fue demolida a partir de 1840. Era de estructura muy parecida a la Puerta de Bibarrambla.

Emilio Pérez del Pulgar fue alcalde de Granada durante unos pocos meses de 1860. Formaba parte del Condado de Guadiana y, por tanto, flamante propietario del Cuarto Real y sus jardines, por adquisición a la Hacienda pública tras varios intentos fallidos. Era un hombre muy aficionado al teatro; a finales de 1862 decidió construir uno propio, ya que no le gustaba la programación del teatro Cervantes, situado dos centenares de metros más abajo de su casa. Los mentideros contaban que se disgustó con el Cervantes debido a que le cambiaron a un palco peor.

El noble eligió un solar situado justo a la entrada de su palacete del Cuarto Real, lindero con el claustro grande de la Santa Cruz. Le puso por nombre Teatro Isabel la Católica y tenía una capacidad para más de 1.200 personas

El noble eligió un solar situado justo a la entrada de su palacete del Cuarto Real, lindero con el claustro grande de la Santa Cruz. Le puso por nombre Teatro Isabel la Católica y tenía una capacidad para más de 1.200 personas. Emilio Pérez del Pulgar tuvo sus más y sus menos con el Ayuntamiento, de manera que recurrió a la reina Isabel II para conseguir el permiso de construcción. A partir del 4 de octubre de 1863, la ciudad de Granada contó con dos grandes teatros que competían con sus programaciones. La apertura del teatro Isabel la Católica fue acompañada de la reurbanización de la zona, con la apertura íntegra de la Plaza de los Campos y la conexión de todas las callejuelas desde la calle Varela. Para ello fue necesario acabar con algunos restos de la muralla que todavía subsistían; estos últimos vestigios de la muralla todavía darían para obras de relleno en las obras militares de Santa Isabel en 1896.

Imagen del teatro Isabel la Católica en la Plaza de los Campos Elíseos, a la entrada del Cuarto Real de Santo Domingo. La foto debió ser tomada entre finales del siglo XIX y principios del XX. Fue incendiado el 10 de marzo de 1936. ARCHIVO GARCIA NOGUEROL.

Este teatro estuvo en pleno funcionamiento hasta el 10 de marzo de 1936, cuando fue incendiado por gentes de izquierdas al considerarlo ligado a la aristocracia, la burguesía y militantes derechistas. Tras su desaparición, el solar dio lugar a los actuales bloques de viviendas y oficinas.

Siglo XX, abandonado por los militares y reclamo por los dominicos. Los militares nunca estuvieron cómodos en los restos del viejo edificio monacal, reducido ya al claustro grande. A pesar de que también habían conseguido expulsar a los vecinos del Coristado y establecer en este edificio unas oficinas y almacenes complementarios.

En el plano municipal de 1909 se indica en rosa oscuro el espacio que era cuartel; delante de él, en rosa más claro, se marcó el solar dejado por el derribo del Noviciado, Claustrillo y dos edificios auxiliares, pero todavía era un recinto de jurisdicción militar.

En 1912, el Ministerio de Guerra comenzó a adquirir solares a las afueras de la ciudad con la intención de construir cuarteles para la tropa y almacenaje del nuevo armamento. Santa Cruz la Real se les había quedado inservible. No obstante, continuaron ocupándolo hasta bien entrada la década de los años veinte. En 1925, cuando se verificó el abandono, la orden dominica se apresuró a reclamar su devolución, casi un siglo después de que se lo quitaran. José Ballarín, el provincial de Andalucía, incluso se entrevistó con el rey Alfonso XIII.

Reportaje de La Época (agosto de 1930) donde se daba la noticia de la vuelta de Santa Cruz la Real a manos dominicas… pero el asunto se complicó todavía durante otros catorce años. En esta foto se aprecia la extraña construcción aneja que tuvo la espadaña de la iglesia de Santo Domingo.

Las gestiones de los dominicos ante la dictablanda del general Berenguer dieron sus frutos: les fue aprobada la solicitud por real orden de 27 de mayo de 1930. No obstante, todavía no habían ganado la batalla. El Ayuntamiento llevaba invertidas grandes cantidades en la reforma de la parte del edificio que quedaba y no estaba dispuesto a soltarlo tan fácilmente. El Consistorio, los políticos y la prensa de izquierdas promovieron una recogida de firmas entre los vecinos del Realejo pretendiendo que la Santa Cruz se convirtiera en un colegio público. En aquella lucha se encontraban cuando sobrevino la II República unos meses más tarde y el asunto se complicó sobremanera. La reversión quedó en suspenso durante catorce años más. Mientras tanto, también fue utilizado como centro de fermentación de tabaco.

Nada más acabar la guerra civil y con la llegada de Antonio Gallego Burín a la Alcaldía y al Gobierno Civil, decidió acometer la urbanización del barrio de una vez. Comenzó en el mismo 1939 con el arreglo de la fachada del claustro mayor, la que estuvo pegada a los otros dos claustros menores

Nada más acabar la guerra civil y con la llegada de Antonio Gallego Burín a la Alcaldía y al Gobierno Civil, decidió acometer la urbanización del barrio de una vez. Comenzó en el mismo 1939 con el arreglo de la fachada del claustro mayor, la que estuvo pegada a los otros dos claustros menores; se le colocó una portada mirando al Oeste; el espacio resultante se dividió en dos partes, la mitad destinada a jardines delanteros cerrados mediante una tapia, y la otra mitad a una calle-plaza alargada. La intención de Gallego Burín en realidad no pasaba por devolver el edificio a la orden dominica, sino destinarlo a actividades de la ciudad. De hecho, en 1942 y 1943 organizó bailes y verbenas en sus salones, especialmente en tiempo de Corpus. También en 1943, el Ayuntamiento utilizó las instalaciones de la Santa Cruz para montar una exposición de artesanía provincial. Era una señal inequívoca que Gallego Burín tenía pensado un destino sociocultural a las viejas instalaciones militares.

Santa Cruz en 1942. Gallego Burín arregló la fachada que dejaron destrozada los militares; colocó una portada inspirada en la de la antigua cárcel y partió el espacio resultante en jardines delanteros y una calle-plaza que unió el Realejo con la Plaza de los Campos. Después, tras la permuta de 1944, los dominicos cerraron las tapias para uso particular. AHMGR

No obstante, en 1944 los dominicos propusieron al Ayuntamiento permutar unos inmensos solares que les quedaban en Fuentenueva (futuro gran jardín de la ciudad, que acabó en campus universitario) por la Santa Cruz. Gallego Burín aceptó y el 2 de enero de 1951 regresaron los predicadores a su antigua casa, tras más de siglo y medio de reclamaciones.

Pero el convento no tuvo el destino original nada más que hasta 1966. El centro de enseñanza de dominicos fue ubicado en Ogíjares y el claustro que sobrevivió a tantos vaivenes quedó convertido en el colegio mayor universitario actual

Pero el convento no tuvo el destino original nada más que hasta 1966. El centro de enseñanza de dominicos fue ubicado en Ogíjares y el claustro que sobrevivió a tantos vaivenes quedó convertido en el colegio mayor universitario actual.

Durante la reforma de la plaza de Santo Domingo emprendida por Gallego Burín nada más acabar la guerra dejó dos hitos curiosos. El primero ocurrió en mayo de 1939, con el traslado de la estatua de Fray Luis de Granada desde Bibarrambla hasta enfrente de la que fue su iglesia y casa en el siglo XVI; este monumento fue colocado en 1910 en la plaza mayor de la ciudad con motivo del IV centenario del sabio predicador, obra modelada por Pablo Loyzaga.

Retrato anónimo de Fray Luis de Granada, del siglo XVII, en el que se han inspirado los escultores.

La plaza-calle resultante fue nivelada siguiendo la rasante de la fachada conventual, de manera que el callejón de Vicente Palacios quedó sensiblemente rebajado. Comunicó ambos espacios mediante una escalera de pocos peldaños que enfila a calle Cordilleras, a cuyos lados colocó dos leoncillos de mármol procedentes del Puente del Genil. Estos leoncillos hacían pareja con otros dos en el extremo opuesto del río; los que quedaron en el Puente están mejor conservados que los llevados a Santo Domingo, incluso a uno ya le había sido machacada la cabeza cuando Gallego Burín se los llevó a este espacio de Santo Domingo.

En esa foto del Puente del Genil de principios del siglo XX ya se aprecia que sólo había uno de los leoncillos, junto a la balaustrada izquierda según se salía de la ciudad. El pedestal de enfrente soportaba una farola. AHMGR
Leoncillo original que queda en el Puente del Genil (los otros son copias). A la derecha, leoncillo que hubo en el Puente, recolocado después junto a otro más deteriorado en la escalinata que da a la calle Cordilleras. Los cuatro leoncillos originales fueron añadidos al puente en la reforma de 1685, obra del escultor Juan de Sevilla Romero. A finales del siglo XIX, el puente fue ensanchado mediante aceras sostenidas por ménsulas y con barandilla de hierro. En la reforma de hace treinta y cinco años, el puente se convirtió en peatonal, fue suprimido el suplemento volado y se repusieron nuevas réplicas de los dos leoncillos que viven hoy frente a la Santa Cruz.

Lo que no han conseguido los predicadores, a pesar de las presiones durante 210 años, ha sido recuperar la fuente de los leones que hoy separa los Paseos del Salón y de la Bomba. Parece guardar el límite que en 1492 tenía la Almanjarra Menor recibida de los Reyes Católicos.

PARA AMPLIAR INFORMACIÓN:

-Guías de Granada de Manuel Gómez-Moreno y Antonio Gallego Burín.

-Santa Cruz la Real. 500 años de historia, de Álvaro Huerga (1995).

-El Realejo, la Babel granadina, de Gloria Fernández Fernández (2002).

-Reforma urbana y destrucción del patrimonio histórico en Granada, de Juan Manuel Barrios Rozúa (1998).

-La Granada de Gallego Burín, de Julio Juste (1995).