Luis Prado: ¡Lo ha vuelto a hacer!

Multiinstrumentista, profesor de Conservatorio, teclista solicitadísimo, compositor, cantante, showman… Luis Prado es un todo-en-uno cuyas apariciones -siempre mejor solo- son una celebración de la música y… ¡la vida! Y digo que preferentemente en solitario por la libertad de acción que le permite ejercer sin guion todas su facultades de comunicación. Que son muchas. En esas han estado sus últimas visitas, ambas en la Corrala de Santiago, auspiciadas por una entusiasta seguidora, Eva Penélope (Sonora), que además ejerció de anfitriona con una breve actuación, cantando y contando junto al guitarrista Jesús Coca y la violinista María Alcaraz. Denle las gracias por regalarnos a Prado ya en dos ocasiones (y que sean más).
El músico valenciano se sienta ante el piano desde que tenía que hacerlo subido sobre varias alzas, que a los cuatro año ya correteaba por las teclas
El músico valenciano se sienta ante el piano desde que tenía que hacerlo subido sobre varias alzas, que a los cuatro año ya correteaba por las teclas. Solo así se explica la virtuosa habilidad de sus dedos. Pero el resto no vino de serie y lo ha ido acumulando con los años, esa libérrima composición sonora en la que cabe de todo pues su fondo de armario es infinito, y así sin solución de continuidad puede saltar de los clásicos populares, a estándares del pop o el rock, como citar humorísticamente cualquier melodía de radiofórmula o de la TV entre medias, provocando la hilaridad del oyente. Recursos propios prototípicos del formato ‘piano-club’, curiosamente la misma noche en que otro que tal, Pablo López, hacia lo propio en otro punto de la ciudad; aunque al malagueño un jurado televisivo le ‘acusara’ precisamente de eso mismo, de tener múltiples nutrientes perfectamente metabolizados. Curioso. O Tom Waits, otro con muchas horas de club, a quien hacía un homenaje desde su camiseta: ‘The piano has been drinking’.
Prado deslumbra con sus ejecuciones habilísimas, haciendo fácil lo casi imposible cuando decora sus improvisaciones, en muchos momentos partiendo del stride tan cabaretero como resultón siempre. Podía tocar en la Corrala como en un rincón de cualquier ‘Casa del sol naciente’. Eso sí, con guiños fugaces, o no, a veces muy explícitos (y coreados) a Beatles, Supertramp, Elton John, Randy Newman…. Porque su biblioteca mental es infinita.
Gasta comentando la misma imaginación, a veces tan delirante como la realidad misma, de los microrelatos cantados que son sus piezas; en sus palabras, auténticas "óperas rock de tres minutos"
Y luego está él, con su sentido tragimuycómico de la vida ya conocido por sus temáticas costumbristas o títulos de discos tan irónico-festivos como ‘La estafa de la vida adulta’. Prado podría ganarse la vida de monologuista, con un arte de cronista de lo cotidiano, combinando ternura y acidez con el descrédito desencantado y el asombro ante los ‘sucedidos’ existenciales del día a día, los personales e íntimos como los colectivos. Gasta comentando la misma imaginación, a veces tan delirante como la realidad misma, de los microrelatos cantados que son sus piezas; en sus palabras, auténticas "óperas rock de tres minutos". Si un tipo es capaz de dedicar una cariñosa canción al deterioro físico en ‘Estoy gordo’ (y calvo, y viejo y… ¡Hay que asumirlo!), es capaz de cualquier cosa. Y lo fue: con ‘Tejero y su coach’ imagina la trastienda del 23F. Solo Krahe, Azcona o nuestro Mundochillón llegan tan lejos. Están tardando en llevarlo al Festival del Humor de Santa Fe.
Sus temáticas son las que son, y mayormente son reídas con complicidad por la audiencia que se ve generacionalmente representada (o caricaturizada), pero también acude a estándares no siempre evidentes
Sus temáticas son las que son, y mayormente son reídas con complicidad por la audiencia que se ve generacionalmente representada (o caricaturizada), pero también acude a estándares no siempre evidentes. Así salpicó sus cosas con temas escogidos con pinzas a lo largo y ancho del mundo musical. Si la otra vez recordó a su manera a Dr. John, Fleetwood Mac, Michael Jackson… ¡y Verano Azul!, anoche se aplicó en los olvidados y estupendos Loving Sponful (‘Darling, be home son’), la rotunda Nina Simone (‘Wish I knew how It would feel to be’) o las bandas sonoras de ‘ET’ y ‘El fantasma del paraíso’; para terminar junto a su pareja Rebeca -enorme voz, por cierto- con el número ‘Everything old is new again’ de la película ‘All that jazz’.
Tengo un amigo que, cuando le preguntan "¿cómo estás?", siempre responde "vivo, todavía"; Prado ya desde la primera canción confiesa que está "razonablemente bien, comprensiblemente, asombrosamente y moderadamente bien", pero cuando se sienta ante el piano pasa a estar bien, 'absolutamente, completamente, totalmente y genialmente' muy bien. Lo ha vuelto a hacer, y que no sea la última.