El proyecto de restauración y consolidación ha sido muy leve y poco agresivo

La Puerta de Bib-Rambla luce como nueva en el bosque de la Alhambra

Cultura - Redacción El Independiente de Granada - Domingo, 22 de Noviembre de 2020
Ahora llama más la atención al haber desaparecido el verdín que la cubría y predominar los tonos color cemento.
La Puerta de Bib-Rambla, recién restaurada, con tonos demasiado tipo porland.
IndeGranada
La Puerta de Bib-Rambla, recién restaurada, con tonos demasiado tipo porland.

La Puerta de Bib-Rambla luce como nueva en el bosque de la Alhambra. Quizás demasiado nueva y con regusto a cemento porland. Los últimos días han sido retirados los andamios y las lonas que la cubrieron los últimos meses. Ya se puede volver a ver en toda su magnificencia y preparada para durar por muchos años.

El proyecto de restauración y consolidación se puede calificar de muy leve y poco agresivo. Sus promotores lo califican como “una intervención de conservación para devolver a la obra la integridad física necesaria para que perdure en el tiempo, así como su integridad estética, para lo cual se sigue el criterio de mínima intervención en todo aquello que no esté estrictamente enfocado hacia la conservación, como son las actividades de consolidación, fijación y preservación de los materiales”.

No obstante, luce flamante y para perdurar, que era lo que al fin se perseguía. No hay intervención urbanística que el tiempo y la vegetación no acaben por bendecir e integrar

Los últimos aspectos de consolidación se han conseguido, pues cuando fue reconstruida hace casi un siglo no se le construyó una cimentación demasiado sólida. En cuento al primer aspecto, el estético, queda a gusto de cada cual. Quizás nos habíamos acostumbrado a ver este Arco de las Orejas en tonos cálidos (a pesar del cemento envejecido que ya lo recubría), con el verdín y la yedra dándole la pátina del tiempo. Por eso ahora, tras despojarla de las lonas, da la sensación de que ha sido repintada con una mano de cemento azul-verdoso, como suelen pintarse los zócalos de los cortijos.

No obstante, luce flamante y para perdurar, que era lo que al fin se perseguía. No hay intervención urbanística que el tiempo y la vegetación no acaben por bendecir e integrar.

El Patronato de la Alhambra y el Generalife inicio en julio pasado las obras de rehabilitación de la Puerta Bib-Rambla, conocida también como Arco de las con un presupuesto de 95.510 euros, con la intención de "frenar el deterioro de esta construcción que tiene un gran valor histórico". En la ejecución del proyecto, según explicó la directora del Patronato, Rocío Díaz, primarían los trabajos de consolidación, fijación y protección de los elementos materiales de la Puerta Bib-Rambla para devolver al inmueble la integridad física necesaria, así como mejorar su imagen exterior. Imagen: Patronato de la Alhambra y Generalife.

Puerta del siglo XI

Esta puerta del siglo XI era muy parecida en estructura a la Puerta de la Justicia. Se la conoció como Puerta de la Rambla, del Arenal, Bibarrambla o Arco de las Orejas. Estuvo situada en la calle del mismo nombre, en la esquina suroriental de la Plaza de Bibarrambla. El origen de su construcción data de época zirí, cuando se cerró la cerca de Granada entre la Puerta de Elvira y el río Darro. No obstante, fue remodelada en el siglo XII, a raíz de un desbordamiento del Darro en el otoño de 1125 que derrumbó un paño de muralla entre esta puerta y la siguiente, la de la Plaza de la Trinidad. Hay una referencia histórica a que fue reconstruida a toda prisa a comienzos de 1126 ante la presencia de la Hueste de Hispania, una especie de razzia organizada por el rey aragonés Alfonso el Batallador.

Puerta tal como estaba en 2019, ante de comenzar su restauración. Imagen: IndeGranada

A través del Arco de las Orejas se podía ver una parte de la Plaza de Bibarrambla y la calle Zacatín, ya que estaban alineadas. A mediados del siglo XIX (1857-8) se procedió a realinear esta zona y el Arco de las Orejas quedó tapado por las construcciones de enfrente. Hasta entonces había llegado intacto, con una capilla en su interior, habitaciones que lo recorrían por encima, tiendecillas en sus huecos, etc. Y un progresivo deterioro que no conseguía ocultar su pintoresquismo. Fue de los monumentos más dibujados y pintados por los viajeros románticos.

A través del Arco de las Orejas se podía ver una parte de la Plaza de Bibarrambla y la calle Zacatín, ya que estaban alineadas

En 1873, coincidiendo con el cantón regionalista que gobernó la comarca, el Ayuntamiento decidió demolerlo para dar empleo a los muchos parados de la ciudad. Se amparó en la solicitud que había cursado el nuevo propietario de las casillas de los alrededores. Los obreros comenzaron a demolerlo por la cara interior, la de la capilla, pero el arquitecto municipal consiguió parar su destrucción. Comenzó entonces una agria polémica entre el Ayuntamiento y algunos vecinos, partidarios de derribarlo, y la Comisión Provincial de Monumentos y algunos intelectuales, partidarios de conservarlo. La intervención de la Real Academia de San Fernando consiguió que incluso se repusiera parte de lo demolido y fuesen elaborados proyectos para su restauración.

El Gobierno de España declaró esta puerta como monumento histórico en 1881, con lo cual se creyó salvada la puerta. Pero el deterioro que continuaba sufriendo, añadido a la epidemia de cólera, aconsejaron al Ayuntamiento derribarlo. Su destrucción se llevó a cabo en un santiamén. Corría el año 1884. Había acabado la polémica.

A la Comisión Provincial de Monumentos –capitaneada por Paula Valladar y Gómez-Moreno– no le quedó más recurso que guardar los elementos más importantes del Arco de las Orejas en los almacenes del Museo Arqueológico (que por entonces buscaba sede fija). Los sillares y la mayor parte de la piedra que contenía el arco fueron a rellenar el embovedado del río Darro en su tramo del Puente del Carbón

A la Comisión Provincial de Monumentos –capitaneada por Paula Valladar y Gómez-Moreno– no le quedó más recurso que guardar los elementos más importantes del Arco de las Orejas en los almacenes del Museo Arqueológico (que por entonces buscaba sede fija). Los sillares y la mayor parte de la piedra que contenía el arco fueron a rellenar el embovedado del río Darro en su tramo del Puente del Carbón.

Casi medio siglo estuvieron las piezas de Arco durmiendo en el Museo Arqueológico. Hasta que en 1930, Manuel Gómez-Moreno (hijo) propuso al director de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, su reconstrucción en algún lugar del conjunto monumental. El primer proyecto para reconstruirlo se hizo en el secano, pero fue desestimado por ser lugar demasiado llano donde quizás no se integrase la puerta ajena y llamase demasiado la atención. Finalmente, en 1933-5, el lugar elegido fue donde está ahora. La reconstrucción trató de hacerse lo más fiel posible, pero también se falsearon dovelas y ladrillos, así como sillares nuevos en piedra de Alfacar. Desde entonces, ha sido repellada de cemento al menos en un par de ocasiones.

Se pensó iniciar aquí una senda peatonal que uniese el Arco de las Orejas con la Puerta de la Justicia, serpenteando por la ladera. Pero nunca se hizo la senda. La Puerta de Bib-Rambla quedó varada en un rincón de paseo, a la sombra de la inmensa arboleda, cubierta de verdín, descontextualizada y sin llamar la atención.

En 2016, con motivo de una excavación arqueológica en la calle Arco de las Orejas-esquina de Bibarrambla, fue descubierta una de las zapatas y arranque del tramo de la muralla del Arenal. El Patronato de la Alhambra encargó un libro sobre esta puerta al arqueólogo del proyecto –Ángel Rodríguez Aguilera– y una exposición conmemorativa. La exposición está abierta en estos momentos (hasta mediados de diciembre) en la Casa de los Tiros.

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