'Tampones masculinos'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 14 de Diciembre de 2023
'Tampones masculinos', de una marca finlandesa.
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'Tampones masculinos', de una marca finlandesa.

Cientos de miles de mujeres en todo el mundo tienen muchos problemas para enfrentar sus menstruaciones, un proceso natural por el que se expulsa la capa que recubre el útero destinada a albergar el óvulo fecundado. Cada 28 días, si no hay embarazo, esta capa se desprende porque no es necesaria y el ciclo comienza de nuevo. Ocurre durante el periodo fértil de la vida de todas las mujeres.

La generación nacida en los años 60 en España tuvo que bregar con las prohibiciones que nos transmitieron nuestras madres y a ellas sus ancestros

Entre los 12 y los 50 años, cada mes se repite este proceso biológico y, si no hay ninguna patología que lo impida, empieza a formar parte de la vida de las mujeres de todo el mundo. También marca su cotidianeidad en mayor o menor medida dependiendo del  lugar del planeta en el que se haya nacido. En las sociedades más avanzadas, las molestias derivadas de este proceso han llevado a sus gobiernos a incluir en sus marcos legislativos permisos específicos para mejorar la vida de las mujeres y en otras, simplemente, se convierte en una tortura. En Nepal, por ejemplo, la menstruación supone el destierro de las mujeres durante los días que dura el sangrado vaginal en cobertizos o cabañas apartadas del resto de su familia porque no pueden compartir mesa, cama o lavabo con el resto de sus miembros, animales o plantas porque existe el miedo a que se contagie su ‘impureza’ y con ella todo tipo de desgracias. El Gobierno nepalí prohibió esta costumbre en 2005 pero en los entornos rurales se sigue practicando con los peligros que ello conlleva. Más de una mujer ha muerto de frío en zonas cercanas al Himalaya.

Y ahora nos encontramos con el empuje de una ideología transgenerista que, lejos de volver a aquellas tonterías –hoy sería impensable tanta insensatez y superchería- ha visto en la menstruación otro negocio para quienes defienden el mundo de las identidades de género

Aunque esto pueda parecer una atrocidad, la menstruación ha estado llena de tabúes, maldiciones, peligros y advertencias en muchas sociedades como la nuestra hasta hace muy pocos años. La generación nacida en los años 60 en España tuvo que bregar con las prohibiciones que nos transmitieron nuestras madres y a ellas sus ancestros. No te duches que te puedes morir, no te laves el pelo, no toques las plantas que se marchitan, de los baños en playas o piscinas ni hablar, no se te ocurra hacer mayonesa porque se cortará… Y así un sinfín de reglas no escritas que sólo fueron combatidas con un drástico cambio de mentalidad y una gran dosis de cultura.

Y ahora nos encontramos con el empuje de una ideología transgenerista que, lejos de volver a aquellas tonterías –hoy sería impensable tanta insensatez y superchería- ha visto en la menstruación otro negocio para quienes defienden el mundo de las identidades de género. No importa que esta corriente neoliberal hasta el extremo, conservadora aunque se disfrace del progresismo que aportan las lentejuelas y los colores brillantes sea profundamente misógina. Si de ganar dinero se trata, vamos con ello.

Una conocida marca finlandesa ha diseñado una línea de tampones para hombres trans con la intención, según afirman, de dar un “paso audaz hacia la inclusión”

Una conocida marca finlandesa ha diseñado una línea de tampones para hombres trans con la intención, según afirman, de dar un “paso audaz hacia la inclusión”. Este gran avance se resume en apoyar el lanzamiento con la imagen de un hombre y evitar el uso del color rosa. Aseguran, además, que el objetivo es “desvincular los productos menstruales únicamente de la experiencia femenina, desafiando estereotipos arraigados”.

En primer lugar, los hombres trans son mujeres biológicas y, si no se han sometido a una histerectomía (extracción del útero), conservan su menstruación aunque es necesario apuntar que la cantidad de hormonas masculinas que se les suministra para conseguir una apariencia masculina también interrumpe las menstruaciones por lo que no necesitarían ningún producto específico de higiene para tal finalidad.

En este blog lo hemos repetido muchas veces. El sexo es inmutable, no se puede cambiar aunque el negocio consiste en hacer creer a las personas que sufren disforia de género que podrán conseguirlo a base de fármacos y operaciones que enferman y mutilan sus cuerpos sanos

En segundo lugar, es imposible desvincular los productos menstruales de la experiencia femenina porque las mujeres son las únicas que menstrúan y, si de desafiar estereotipos hablamos, no hay nada más estereotipado que ligar la apariencia externa de una persona o un color con su sexo biológico. Por esa regla, las mujeres con el pelo corto, pantalones o que aborrecen los zapatos de tacón, el maquillaje o el color rosa serían hombres.  

En este blog lo hemos repetido muchas veces. El sexo es inmutable, no se puede cambiar aunque el negocio consiste en hacer creer a las personas que sufren disforia de género que podrán conseguirlo a base de fármacos y operaciones que enferman y mutilan sus cuerpos sanos. Tan cierta es su inmutabilidad que la industria posmoderna ha tenido que claudicar y diseñar tampones para mujeres que dicen ser hombres. No hay otro misterio. Son mujeres.

Dejen de reírse de las mujeres y dejen de confundir a la gente, principalmente a las niñas y niños que están cayendo en esa tela de las identidades sentidas tejida con un hilo pegajoso del que les costará mucho librarse. Pero, por favor, sigan adelante con estas estúpidas iniciativas que ayudan a despegar las legañas para abrir los ojos a quienes aún conservan un ápice de sentido común. ¿Tampones para hombres? Expectante estoy por ver las instrucciones para su uso.

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.