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Por Francisco Robles

La Comuna Federal de Íllora y la Torre de los Ingleses (1873-2018)

Política - Francisco Robles - Martes, 31 de Julio de 2018
Un artículo muy especial, que te recomendamos, sobre la Comuna Federal de Íllora, ante la inminencia de su 145º aniversario, por Francisco Robles, una voz cualificada.
Mapa histórico del Poniente granadino.
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Mapa histórico del Poniente granadino.

En el mes de Julio de 1873 irrumpía el cantonalismo en España. Desencadenó el movimiento la  retirada de las Cortes de la minoría federal intransigente el 1 de julio de 1873.La insurrección se inició en Cartagena,  la primera ciudad que se declaró Cantón Independiente y se extendió por el área comprendida entre Huelva y Castellón. Dimitido Pi y Margall el 18 de julio, y elegido Salmerón para sucederle en  la presidencia,  estalla el levantamiento  cantonal,  espasmódica guerra civil que viene a coincidir con la carlista, en marcha desde 1872:

“Al abandonar el Sr. Pi el ministerio, sólo Cartagena estaba en armas, y a poco, como si los republicanos  recogieran el guante que Salmerón los lanzaba, se sublevaron Sevilla, Cádiz, Granada, Jaén, Algeciras, Tarifa, San Fernando, Andújar, Écija, Loja, Valencia, Sagunto, Castellón, Alicante, Torrevieja, Orihuela, Salamanca, Béjar y otras poblaciones, movidas por el Comité de Salud Pública, que los federales avanzados tenían constituido en Madrid con grandes ramificaciones en provincias”.

A su vez, el 21 de julio, en Granada, se proclamaba también el cantón: el comité revolucionario estaba integrado por miembros de la pequeña burguesía, lo presidió F.  Lumbreras  y tuvo una actuación que responde a la característica ideología republicana federal.

Pues, como no podía ser menos, el Municipio de Íllora se declaró Cantón Federal Independiente y comenzó un capítulo más de la lucha del pueblo por recuperar la integridad de sus tierras.

Aquí tenemos el relato de los hechos ocurridos aquellos días según el Extracto de las Memorias de Mr. E. Colibert, antiguo Administrador del Real Soto de Roma y Vice-Cónsul británico en Granada en 1.873.

Un paseo por España en la última guerra civil por Mr. E. Colibert

Ancien Administrateur du Royal Soto de Roma et Vicecónsul  d´Angleterre a Granade

“Los acontecimientos políticos empezaron a girar a lo trágico, la sede de Cartagena y sus fuertes esfuerzos se prolongaban, casi todas las grandes ciudades del Sur habían declarado su independencia del gobierno central, el ejército, que participa en el Norte frente a las tropas carlistas, estaba representada en el resto de provincias de España como una gendarmería admirablemente disciplinada, pero muy pocos para hacer frente a esta invasión de la anarquía que se extendía cada día y amenazó a la nación española con una completa  dislocación.

Esta era la situación general del país, donde el 10 de mayo de 1873, dejé mi trabajo para ir a Madrid, alegando que el gobierno estaba dispuesto a ayudarnos en la defensa de la tierra del  Soto de Roma, amenazada  con la invasión de los intransigentes de la línea dura de la provincia de Granada.”

Entretanto... Granada se declara la comuna federal…

“Desde los primeros días de Junio, el calor se vuelve opresivo en Andalucía,  y las veinticuatro horas de ferrocarril que separan Madrid de Granada es un calvario para viajar en esta temporada. Pero en cuanto a mi viaje de regreso, el tren fue detenido por un puente roto y una alerta de descarrilamiento causado por una banda de ladrones rechazados por nuestra escolta, que dio lugar a un retraso de medio día y un aumento considerable de la fatiga para los viajeros. De vuelta en el medio  de la noche en mi casa “La Torre”,  vi con satisfacción que mi visita a Madrid no fue inútil, un escuadrón de guardias civiles, mandados  por el telégrafo, estaba en su puesto, y el Teniente que lo comandaba  se puso a mi disposición. Su regimiento había dejado Granada y la ciudad,  no quedando  tropas dentro de sus muros, era después  de cuarenta y ocho horas totalmente liberada, entregada totalmente a aventureros de la peor especie, que estaban dispuestos a organizar una milicia como la que yo conocí en Madrid. El día después de mi regreso, el ferrocarril fue cortado en varios puntos y las líneas telegráficas, y ahora estábamos obligados a confiar en nuestra propia fuerza para defendernos si éramos atacados. Para mayor ansiedad, recibí un artículo recortado del  periódico oficial del municipio de Granada del mismo día, reivindicando el Soto de Roma como un bien del  pueblo y pidiendo la participación de nuestros trabajadores para recuperarlo.

 Y en Íllora se declara la comuna federal…

“Más cerca de casa, la ciudad de Íllora sólo distante mil quinientos metros de la Dehesa, también fue proclamado Comuna independiente y estaban formando un cuerpo de voluntarios capaces de pasar a la ofensiva en contra de nosotros en la primera oportunidad. En este hecho y no teniendo elección de otros medios, hice llamar al Teniente de la policía y el Capitán de la guardia de la propiedad con el fin de consultarles, se decidió que frente a este movimiento observaríamos una neutralidad cuidadosa y se procedería a poner en estado de defensa los puntos más altos de las posesiones confiadas a mi cuidado. Cincuenta hombres  fueron  inmediatamente puestos a trabajar en las trincheras de un pequeño fuerte que iba a coronar el alto de nuestras colinas.

El Teniente, en calidad de antiguo oficial de artillería, dirigió el trabajo, mientras yo trataba de formar un cuerpo de voluntarios,  seleccionados por mí, entre los colonos y encargarlos de repeler las incursiones de nuestros vecinos. Por desgracia, mis obreros no eran nada agresivos y menos beligerantes y nuestras tropas podían contar unos cincuenta seguidores, incluyendo veinticinco guardias civiles.

Mientras que subieron las murallas de la fortaleza, estudié la manera de proveer de artillería a mi guarnición, así me enteré de la construcción de baterías simuladas por los prusianos durante la guerra de 1870, pero yo deseaba algo más, algo que pudiéramos utilizar si fuere  necesario. Después de muchos proyectos abandonados, tan pronto como fueron diseñados, hice cortar dos robles que fueron excavados en donde coloque seis piezas cilíndricas y llenaron dentro con un tubo de hierro cerrado en un extremo por un cilindro del mismo metal.

Cuatro de las piezas se habían completado, nosotros las bautizamos cañones, y como tal, se colocaron en las esquinas de la fortaleza, en alto, y las terminamos en dos días y dos noches.

Era el 15 de julio, a las seis de la mañana, estas máquinas de guerra de un nuevo tipo fueron montadas con gran pompa, todas mis tropas, formando un equipo de cuarenta y ocho hombres,  se encontraba bajo los arcos en el interior de esta fortaleza improvisada cuyo Teniente tomó el mando.

La bandera del consulado Inglés fue izada en el centro de la plaza y fue saludada con un cañonazo cargado sólo con pólvora, pero aunque era tan pequeña la carga, era demasiado para la resistencia de la pieza, que fue destrozado en el aire por un colapso de las paredes. Nos apresuramos  para reparar este desastre, afortunadamente solo material, y otro cañón  reemplazó a su predecesor demasiado brillante. Se convino en que la artillería de nuestra ciudadela quedaría en silencio y sólo serviría como un complemento decorativo de nuestras  defensas.

Cinco semanas pasaron y en estado de alerta, la policía hacía una rutina diaria a caballo alrededor de la propiedad, mientras que los otros guardias estaban apostados en el fuerte que se convirtió en un puesto de observación.

Mientras  tanto, Granada permaneció  bajo  el dominio de los mismos fanáticos, cuyo yugo se convirtió en intolerable, el arzobispo y varios notables fueron encarcelados, y  los ciudadanos  pacíficos fueron despiadadamente esquilmados por un puñado de miserables, la aplicación de sus famosos principios de federalismo cantonal se llevaba de buen grado o a la fuerza.

A pesar de la aparente seguridad en la que yo vivía, en medio de un territorio aparentemente respetado, el  futuro parecía lleno de peligro, porque la invasión federal  del Soto se trató el  mismo día que el general  Pavía, a la cabeza de su ejército, que había venido de liberar Sevilla de e los intransigentes,  aparecía a las puertas de Granada. De pronto la escena cambió, los indigentes (sans-culottes) que nos amenazaban huyeron a toda prisa, y cuando la vanguardia  de las tropas regulares se detuvo al pie de las torres de la Alhambra, la ciudad había tornado posesión de sí misma, el reinado federal había terminado.

Qué decía la prensa de aquellos días…



El  8 de agosto de 1873, tras "pacificar" Cádiz y su provincia, Pavía se dirige a Córdoba para  desde allí caer sobre los cantones de Granada y de Málaga.

El  12 de agosto Pavía entraba a caballo en Granada donde no había encontrado resistencia. Inmediatamente ordenó el desarme de los insurrectos de la capital y de la provincia poniendo fin así al cantón de Granada.



Francisco Robles, Memorialista y Buscador. Es secretario de Memoria Histórica del PSOE de Granada y miembro de la junta directiva de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica.