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Artículo de Opinión, por Javier Terriente

La derrota perfecta

Política - Javier Terriente - Sábado, 21 de Octubre de 2017
Militante de izquierda y activo participante en la lucha por la democracia y las libertades, Javier Terriente reflexiona en este artículo sobre el desafío soberanista catalán, los errores del Gobierno y la Generalitat y sus consecuencias.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, vota el pasado 1-O.
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El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, vota el pasado 1-O.

1. Una Santa Alianza a la española

De repente, la Patria insomne, la eterna, la que nos ha legado la tradición remota que alcanza cuando menos a los Reyes Católicos, se ha puesto en marcha para la librar la gran batalla final contra el desafío soberanista. 

La ha resucitado Rajoy con su anti politicismo habitual y la ha estimulado Rivera, comprometido con un dogmatismo patriotero largamente aplaudido. A la cita ha acudido puntualmente Aznar y todos cuantos hicieron posible identificar la marca España con el latrocinio y el saqueo de bienes públicos de manera impune y sistemática.

Esta Sacrosanta Alianza ha encontrado en la gran banca y la gran empresa domiciliada en Catalunya un socio inestimable para convencer a Puigdemont  de que la visión de una Catalunya independiente puede convertirse en una pesadilla inalcanzable

No ha causado sorpresa que se hayan sumado los ex presidentes del gobierno del PP y del PSOE y su corte de corifeos de la época dorada, cuando España era el lugar perfecto para obtener dinero fácil por vías exentas de riesgo: privatizaciones a precio de saldo, pelotazos urbanísticos, puertas giratorias, corrupciones sistemáticas…

Tampoco que lo hagan presidentas/es  de comunidades autónomas que, tras más de 35 años de ingentes contribuciones económicas y financieras del Estado y de la UE para reducir las diferencias de renta y PIB con las comunidades más ricas de España y con Europa, mantienen a las suyas en los últimos lugares de los ranking de desarrollo.

Y, por fin, el PSOE ha decidido armarse de coraje y prescindir de una interlocución propia sumándose al Frente Patriótico. Quizá al descubrir la retirada de  apoyos en las viejas tierras de España, quizá por la insurrección de quienes siguen suspirando  por un gobierno de Gran Coalición. A cambio, se muestra satisfecho con la vaga promesa del PP de reformar la Constitución ad calendas griegas.

Esta Sacrosanta Alianza ha encontrado en la gran banca y la gran empresa domiciliada en Catalunya un socio inestimable para convencer a Puigdemont  de que la visión de una Catalunya independiente puede convertirse en una pesadilla inalcanzable: la pela es la pela.

La estrategia de este nuevo bloque político, consiste en aferrarse unánimemente a una interpretación restrictiva y penalista de la Constitución y a un desarrollo unilateral del Estado de Derecho.

La decisión del Consejo de Ministros de enviar un requerimiento al President para que respondiera si en la reunión extraordinaria del Parlament de 10 Octubre ha declarado la independencia, fue, además de una pregunta capciosa, un paso en firme en la dirección de aplicar el art. 155. Puigdemont así lo ha entendido, respondiendo de forma confusa e intentando ganar tiempo, con una contraoferta de diálogo de dos meses. Es altamente dudoso que un segundo y último requerimiento que expirará  el próximo jueves, obtenga distintos resultados que el primero.

La agenda del gobierno sigue inalterable: esgrimir cuestiones de legalidad y constitucionalidad, ignorando la decisión de Puigdemont de hacer un alto en el camino, y exigir su rendición incondicional

La agenda del gobierno sigue inalterable: esgrimir cuestiones de legalidad y constitucionalidad, ignorando la decisión de Puigdemont de hacer un alto en el camino, y exigir su rendición incondicional. Esto sería tanto como pretender que el independentismo renuncie a su naturaleza original y se transmute en su contrario, prescindiendo de paso a su principal baza negociadora.

Con esta decisión, es dudoso que el PP busque una vía real de diálogo y no una derrota completa del adversario, lo que le permitiría satisfacer las demandas de un amplio espectro ultraconservador ante la eventualidad de elecciones anticipadas.

Y por otra parte, es probable que el independentismo tenga en el gobierno del PP al interlocutor perfecto para hacer del victimismo su verdadera razón de existencia. La perspectiva de una derrota perfecta.

Golpe a golpe, el PP se ha ido apoderando de parcelas clave del Estado, diluyendo la separación de poderes en un sistema único. Ello ha permitido a Rajoy presentarse como el guardián de las esencias constitucionales y del Estado de Derecho, y ocultar la gran ola de corrupciones y desigualdades extremas protagonizadas por los gobiernos conservadores.

Casi tal cual, a lo que ocurre en el lado opuesto desde hace años. El resurgir del independentismo tiene mucho que ver con el interés de eludir las graves dificultades y conflictos  que sacuden a la sociedad catalana, mediante la construcción de un Estado nacional- popular independiente elevado a la condición de mito redentor.

Pero, también, con las derrotas de la izquierda europea y española y la influencia contagiosa de una Europa en peligro de disgregación, ante el avance de los nacionalismos de derecha y fascista. Brexit, Francia, Austria, Alemania, Hungría, Polonia… 

2. En busca de la patria perdida

No cabe duda. En esta confrontación entre nacionalismos de signo inverso, el mejor aliado de Puigdemont no es otro que Rajoy. Y al contrario. Tanto por lo que expresan como por lo que encubren en común.

No hay leyes ni reglas capaces de someter las voces y la sentimentalidad de un pueblo en su eterno combate de liberación contra el opresor, cuando fía la verdad de su empresa en la legitimidad de una historia revelada y en su condición de víctima perenne

No hay leyes ni reglas capaces de someter las voces y la sentimentalidad de un pueblo en su eterno combate de liberación contra el opresor, cuando fía la verdad de su empresa en la legitimidad de una historia revelada y en su condición de víctima perenne.

Mal asunto, cuando se envuelve en la retórica de la patria y la nación en busca de un destino manifiesto inscrito en la noche de los tiempos.  Entonces, la legalidad carece de transcendencia, sea la constitucional o la del Estatut.

De ahí, que pese a todos los pronunciamientos del Estado, de los letrados de la Cámara catalana y del Consejo de Garantías Estatutarias, Junts pel Sí haya violentado sin complejos  tanto el Estado de Derecho como su propia legalidad, haciendo aprobar las leyes de Referéndum y de Transitoriedad con España, en virtud de un bien inabordable e inaprensible.

Jueces, fiscales, policías, funcionarios, aparatos de información y comunicación, desatados por el Estado español contra el pueblo elegido (nosotros), por un gobierno y una monarquía (ellos) de un país extranjero, en nombre de una Constitución foránea y de leyes extrañas, están abocadas a rebotar en la coraza independentista. No las reconozco, proclaman. Europa ha sido testigo de la violencia indiscriminada contra Catalunya. España nos oprime, nos hiere, España nos roba.

El escenario soñado: golpe de mano institucional y rebelión popular de los menestrales sin fortuna, abandonados por la nobleza de la industria y el dinero contra un Estado autoritario e impositivo. Ley y Orden para Catalunya.

De este modo, se resucitan las viejas gestas del mito fundacional y plebeyo, desde la ocupación de Catalunya por las tropas de Felipe V al fusilamiento de Lluís Companys (1940). Una historia marcada por un bucle inacabable de rebeliones y derrotas, a la que se añade una gravísima afrenta reciente que avalaría la insumisión: las modificaciones al Estatuto de 2006 por el Tribunal Constitucional en 2010.

Recordar, en cambio, que estas no afectarían a la reforma del Estatuto de Andalucía en 2007, redactado en los mismos términos que el Estatuto catalán.

Parece razonable, entonces, considerar que una de las principales causas del resurgir independentista, tan importante o más que la reforma del Estatut, fuera la plena sintonía de Mas con el gobierno de Rajoy en el plano de las privatizaciones, el empleo, etc.   

Ello no obstaculizó que Mas mantuviera una estrecha colaboración con el gobierno de Zapatero (abstención en la reforma del art. 135) y, posteriormente con Rajoy, mientras el Estado rompía puentes con Catalunya ante la indignación popular. Estaba en juego la gobernabilidad del Estado (¿?) y la supervivencia política del President al frente de la Generalitat.

Parece razonable, entonces, considerar que una de las principales causas del resurgir independentista, tan importante o más que la reforma del Estatut, fuera la plena sintonía de Mas con el gobierno de Rajoy en el plano de las privatizaciones, el empleo, etc.   

¡Hay razones poco virtuosas, incluida la corrupción rampante de sus gobiernos, que el corazón entrelazado de la España nacional-conservadora e independentista se niegan a reconocer!

El President Puigdemont está cometiendo errores políticos de una magnitud irreparable para su causa, ¿o acaso, no?:

1) Reclamar la independencia con argumentos del siglo XIX (el populismo historicista y romántico) frente a un Estado organizado en modo siglo XXI.

 2) Impugnar un Estado cuya soberanía ha quedado subsumida, en gran medida, en una entidad supranacional, la UE, de la que depende en un altísimo grado (Tratado Constitución Europea).

 3) Obviar leyes fundamentales de la economía moderna, una de ellas la internacionalización y desterritorialización  del capital y de las fuerzas de la ciencia, la técnica y el trabajo.

El Manifiesto 27 de septiembre. Los cientos de miles de personas habitualmente silenciosas que tomaron el pasado 6 y 7 octubre las calles de Barcelona, Madrid y otras ciudades, reclamando en voz alta nuevas vías de diálogo…

Hay una poderosa exigencia de abrir un nuevo espacio de negociación sin condiciones previas, lo que ya sería en sí mismo un objetivo deseable. De entrada, sin la aplicación del art. 155 y con la retirada definitiva de la declaración de independencia, al menos en términos operativos.

Con una agenda económica, social y financiera que comprenda los intereses del conjunto de las CCAA.

Con la previsión de apertura de nuevas puertas constitucionales, jurídicas y políticas que faciliten un nuevo encaje de Catalunya en España de forma estable y duradera.

Una de las vías a explorar sería la convocatoria de un referéndum legal y pactado. ¿Será posible?  



Javier Terriente es militante de izquierda y activo participante en la lucha por la democracia y las libertades.