Artículo de opinión por Ana Muñoz Arquelladas

'Granada emigrante: la memoria que vuelve'

Política - Ana Muñoz Arquelladas - Domingo, 7 de Septiembre de 2025
Ana Muñoz, concejala socialista en la capital, profundiza en el significado del hermanamiento de Granada con la ciudad alemana de Remscheid, destino de miles de emigrantes granadinos. No dejes de leerlo.
Ana Muñoz, edil socialista, en la firma del hermanamiento con Remscheid.
PSOE
Ana Muñoz, edil socialista, en la firma del hermanamiento con Remscheid.

Los pasados días 4 y 5 de septiembre en representación del grupo municipal socialista he formado parte de la delegación municipal que ha visitado la ciudad de Remscheid para culminar el hermanamiento entre ambas ciudades. Esta ciudad alemana acogió a más de diez mil emigrantes granadinos y granadinas y quiero compartir con quien tenga dos minutos para leer este artículo algunas reflexiones.

Hubo un tiempo en que Granada fue tierra de maletas.

Maletas viejas, atadas con cuerdas, llenas de ropa sencilla, de fotos en blanco y negro y de cartas que pronto llevarían el sello extranjero. Maletas cargadas de miedo y esperanza, que partían desde estaciones humildes hacia un norte lejano, frío y desconocido.

En los años 60 y 70, miles de granadinos emprendieron aquel viaje. Dejaban atrás campos secos, fábricas escasas y la losa de una dictadura

En los años 60 y 70, miles de granadinos emprendieron aquel viaje. Dejaban atrás campos secos, fábricas escasas y la losa de una dictadura. En Alemania, un país que se levantaba de las ruinas de la guerra, se abrían las puertas a manos dispuestas a trabajar. Remscheid, Duisburgo, Colonia, Stuttgart… nombres extraños que pronto se hicieron cotidianos, porque allí esperaban las fábricas, el humo y el acero.

El desarraigo fue duro. El idioma sonaba áspero, el invierno mordía los huesos, la nostalgia apretaba el corazón. Pero la comunidad se hizo refugio: asociaciones, peñas, hogares improvisados donde el flamenco se mezclaba con la cerveza y donde, entre lágrimas, se celebraban bodas, bautizos y ferias. Allí donde una ‘’granaina o  granaíno” encontraba a otro, nacía una familia.

La emigración fue también un exilio del alma. Muchos huían del hambre; otros, de la persecución política. Para unos y otros, la frontera era la misma: la de quien se sabe forastero y, sin embargo, aprende a hacer patria en otro suelo.

Las remesas que viajaban de vuelta cambiaron Granada. Con aquel dinero se levantaron casas blancas, se pagaron matrículas universitarias, se abrieron talleres y bares que aún hoy conservan el eco de aquel esfuerzo. Cada billete enviado desde Alemania era una semilla plantada en la tierra que los vio partir.

Hoy la historia se ha dado la vuelta. España es país de acogida. Llegan hombres y mujeres de África, América Latina, Europa del Este o Asia, buscando lo mismo que buscaban nuestros padres y abuelos: dignidad, pan y un futuro para sus hijos

Hoy la historia se ha dado la vuelta. España es país de acogida. Llegan hombres y mujeres de África, América Latina, Europa del Este o Asia, buscando lo mismo que buscaban nuestros padres y abuelos: dignidad, pan y un futuro para sus hijos. Y conviene recordarlo cuando el miedo o la desconfianza se asoman: también los granadinos fueron extranjeros, también a ellos los miraron con recelo.

El regreso tampoco fue sencillo. Tras décadas en fábricas alemanas, muchos volvieron con el deseo de envejecer en su tierra. Y aquí los esperaban los trámites interminables, las cotizaciones olvidadas, las pensiones inciertas. La adaptación a una España distinta. En ese camino, la Asociación Granadina de Emigrantes Retornados (AGER) fue y sigue siendo faro y refugio: la mano tendida que acompaña, el puente entre dos mundos, la voz que recuerda que no se puede olvidar a quienes dieron su juventud en tierras ajenas.

El hermanamiento entre Granada y Remscheid no es un gesto vacío. Es la cicatriz convertida en vínculo, la memoria hecha compromiso

El hermanamiento entre Granada y Remscheid no es un gesto vacío. Es la cicatriz convertida en vínculo, la memoria hecha compromiso. Remscheid fue hogar de miles de granadinos; Granada fue raíz de miles de trabajadores que levantaron Alemania. Dos ciudades unidas por un mismo relato de esfuerzo y dignidad.

Hoy ese lazo nos invita a algo más: a reconocernos en la diversidad, a aprender de las historias compartidas, a tender puentes de cooperación, cultura e innovación. Porque la migración no es una página pasada, sino un espejo que nos devuelve la verdad más sencilla: que cualquier pueblo puede ser tierra de salida o de llegada.

Ningún pueblo es ajeno a la migración.

A veces partimos, a veces acogemos.

Y en todas las maletas, ayer como hoy, viaja la misma carga: el sueño universal de una vida mejor.

Ana Muñoz Arquelladas es concejala del PSOE en el Ayuntamiento de Granada