ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JOSÉ MARÍA CORPAS, ABOGADO Y SECRETARIO DE TRANSPARENCIA Y POLÍTICA MUNICIPAL DEL PSOE DE GRANADA

'Tiempos para aprender'

Política - José María Corpas - Miércoles, 19 de Diciembre de 2018
Artículo de Opinión de José María Corpas, abogado y secretario de Transparencia y Política Municipal del PSOE de Granada capital, en el que ofrece una lectura de los resultados electorales del 2D y una reflexión sobre el camino que debe tomar la socialdemocracia.
Urna en un colegio electoral el pasado 2D.
P.V.M.
Urna en un colegio electoral el pasado 2D.

“Demasiado a menudo la izquierda se obsesiona con denunciar cuestiones, sin proporcionar ninguna solución creativa” (Jean-Michael Lafleur

En las elecciones de octubre de 1982, las segundas después de aprobar la Constitución, el PSOE obtuvo 202 de los 350 escaños del Congreso. Mucho se habló en aquellos tiempos de la enorme victoria conseguida. Pero en lo que ahora interesa, me gustaría destacar que, entre otras, las claves del gran giro que se produjo en el electorado fue que el PSOE consiguió transformarse, lanzando mensajes que calaron en amplias capas de la población, despejando incertidumbres y con un liderazgo fuerte y bien arropado.  Fue la época del Cambio.  Esa noche, cuando regresábamos a casa, la Alameda de Hércules de Sevilla estaba repleta de coches con las banderas del PSOE, saludando el giro que España necesitaba.  

Lo ocurrido recientemente en Andalucía no es algo que se pueda, ni se deba, aislar de la situación que se vive más allá de Despeñaperros

A mí, sin embargo, me inundaba la tristeza. La causa era que en aquel tiempo militaba en el PCE, que sufrió una estrepitosa derrota.  Se perdieron más de un millón de votos (en comparación con 1979) quedando reducido a una fuerza marginal y pasando al grupo mixto al lado de los diputados del nuevo Partido de Adolfo Suarez (CDS).  Viví la derrota sin paliativos en la Sede del Comité Central del PCA de la Calle Teodosio y quedaron grabados en mi memoria, entre otros recuerdos, que cuando en la madrugada se iban recibiendo los datos de las distintas provincias, algunos dirigentes se alegraban del fracaso de aquella u otra candidatura provincial (de su propio partido) en función de la línea política en la que se encontraban dentro de la organización. Y es que el PCE concurrió a aquellas elecciones fracturado en distintas corrientes políticas, y de ellas salió totalmente roto. La unidad del partido se quebró y con ella también la opción electoral.  

Deseo poner de manifiesto esos dos hechos porque, a mi juicio, en ellos se encierran dos situaciones absolutamente antagónicas y contrapuestas que nos pueden ayudar a darnos determinadas claves en las respuestas que tenemos que dar a los interrogantes en los que se debate la izquierda en general, y más en concreto, la socialdemocracia en España, pero también en Europa.  

Porque lo ocurrido recientemente en Andalucía no es algo que se pueda, ni se deba, aislar de la situación que se vive más allá de Despeñaperros.  

La Globalización, los parones en la construcción de una Unión Europea solidaria y avanzada, el ascenso de posiciones ultranacionalistas, xenófobas, los problemas del nacionalismo en España, etc, etc, están teniendo su repercusión directa en nuestra población.  Por tanto, mal vamos si, unos u otros, nos achacamos cuotas de responsabilidad en aquello o en lo otro. No me cabe la menor duda que lo ocurrido el 2 de diciembre en Andalucía obedece a una multiplicidad de causas, externas e internas que contribuyen a giros en las posiciones del electorado. Por cierto, habría que decir que, si esos cambios no se han sabido leer por ninguna empresa especialista en demoscopia, ¿cómo me voy a creer ahora las encuestas que explican los cambios, el trasvase, o el giro del voto?   

Mal vamos si, unos u otros, nos achacamos cuotas de responsabilidad en aquello o en lo otro. No me cabe la menor duda que lo ocurrido el 2 de diciembre en Andalucía obedece a una multiplicidad de causas, externas e internas que contribuyen a giros en las posiciones del electorado

En este sentido, y como decía Bertol  Brecht,  “el individuo tiene dos ojos, pero el Partido tiene mil”.  Hoy tenemos que tener una actitud lo suficientemente generosa y flexible, para comprender las valoraciones, interpretaciones, reflexiones y conclusiones que cada uno de nosotros podemos realizar. Acudir en esta situación con la idea de que la opinión de una, o del otro, es la que está en posición de la verdad, es un error. En general debemos de acostumbrarnos al debate, a la reflexión compartida y a las críticas. Y como no, debemos de procurar que en cada momento los que tenga la responsabilidad de la gestión ejerzan la autocrítica.  

¿Qué nos está pasando? ¿Desde cuándo? ¿Por qué no nos hemos dado cuenta antes? ¿Qué hemos hecho? O, ¿qué no hemos hecho? 

Al final el problema sigue siendo el de siempre: la gente quiere ver resueltos sus problemas del día a día; espera credibilidad, y alternativas claras a las inquietudes con las que se levanta cada mañana. Y muy posiblemente, no hemos estado a la altura porque han sido muchas personas las que no nos han respaldado en esta ocasión, bien porque se hayan quedado en casa o bien porque hayan cambiado de opción.  

Es evidente que si existe desanimo o falta de credibilidad, es porque algo no se ha hecho del todo bien. No siempre, va a estar la justificación en no saber explicar las cosas.  

Al final el problema sigue siendo el de siempre: la gente quiere ver resueltos sus problemas del día a día; espera credibilidad, y alternativas claras a las inquietudes con las que se levanta cada mañana. Y muy posiblemente, no hemos estado a la altura porque han sido muchas personas las que no nos han respaldado en esta ocasión, bien porque se hayan quedado en casa o bien porque hayan cambiado de opción

Como dice Tamas Boros (codirector y responsable de estrategia de “Soluciones políticas” en FEPS), “El reto de los progresistas no es reaccionar ante estas campañas, sino identificar las cuestiones que son importantes para la sociedad y que encuentran eco en el público”.  

Y en este sentido, la socialdemocracia tiene que seguir la senda de las grandes transformaciones que ha venido realizando en el mundo en otras épocas, pero ahora con los problemas que nos aporta la globalización. El personal no solo quiere discursos muy avanzados y progresistas. Lo que busca son soluciones a su trabajo precario; a llegar a final de mes; a la calidad en la educación; a la no discriminación por cualquier tipo de causa; a las listas de espera; a la rapidez en la justicia; a que encuentres un trato amable cuando acudes al médico; a que las personas mayores sean atendidas sin grandes demoras y podamos arreglar la soledad en la que se encuentran; a que por el hecho de nacer diferente no te ocasione, además, dificultades añadidas; a que no existan desequilibrios por no tener recursos económicos; a que los precios de los alquileres no suban desproporcionadamente por el turismo, en perjuicio de los vecinos de un pueblo o de un barrio; a procurar que la conciliación de la vida familiar con la laboral sea más efectiva; a que podamos acceder a un transporte publico eficaz y sostenible; a que nuestras calles estén limpias; a tener acceso a la cultura en su más amplia concepción… en definitiva a tener una sociedad más justa y equitativa.