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El nuevo mando deberá gestionar la abstención que defienden sin decirlo para evitar terceras elecciones

La victoria de Susana Díaz deja a un PSOE fracturado en manos de los barones y al PP, a las puertas de la investidura

Política - Juan I. Pérez - Sábado, 1 de Octubre de 2016
La victoria de los partidarios de Susana Díaz frente a Pedro Sánchez en la batalla que abrió una crisis sin precedentes en el PSOE deja el partido en manos de los barones que, tras las sucesivas derrotas electorales y con el trasfondo de rechazar unas terceras elecciones y, por tanto, facilitar la investidura del PP, provocaron la estrategia de derribo a la ya ex ejecutiva federal.
 
El bochornoso espectáculo ofrecido en el comité federal del PSOE del sábado, consecuencia del vergonzoso comportamiento de una gran mayoría de los líderes del partido, que causó la indignación de militantes y simpatizantes, acabó con la dimisión del secretario general Pedro Sánchez, tras perder por 132 votos frente a 107 la votación en la que se dirimía la celebración de un Congreso Extraordinario.
 
El PSOE se ha levantado siempre de crisis profundas. Pero el conflicto tan profundo y desgarrador, que deja reducido la dura batalla de aquellos renovadores y guerristas en Andalucía, en un nuevo tiempo político con nuevas opciones, auguran una dura travesía, que puede echar de menos a los actuales 85 diputados y el actual poder territorial y municipal. Y deja una incógnita desgarradora, como fuerza aún hegemónica frente a la derecha: ¿Cuándo volverá a gobernar la izquierda en este país?
 
Si ni con diálogo sosesagado y sereno han sabido dirimir sus diferencias y hallar una solución, aunque ¿descabellada?, como la de dejar libertad de voto al Grupo Socialista en el Congreso y que cada diputado y diputada socialista se hubiera retratado en la investidura de Rajoy, por ejemplo. Para empezar. Aunque el grave problema de fondo del PSOE es el ideológico.
 
Pedro Sánchez, el quinto secretario general del PSOE desde que en 1974 lo fuera Felipe González, pieza fundamental en toda la estrategia de acoso y derribo, cumplió con su palabra y dimitió tras poco más de dos años al frente con un llamamiento al “orgullo” de ser socialista y reiterar su “lealtad” a la próxima dirección del partido.
 
Una comisión gestora, que será comandada por el presidente de Asturias,  Javier Fernández, una autoridad moral en el partido, pilotará hasta que un nuevo Comité Federal convoque la celebración del congreso extraordinario, para elegir a una nueva dirección. Es decir, lo que postulaba Pedro Sánchez para noviembre, en un calendario que arrancaría el 23 de octubre con la celebración de primarias para la elección del secretario general.
 
Pero no es lo mismo concurrir a unas primarias y a un congreso extraordinario, según quiénes dirijan al partido, una de las claves.
 
Pero la victoria de Susana Díaz y sus barones afines no reporta vencedores ni vencidos. Sino la derrota de un PSOE, fraguada desde hace tiempo por el alejamiento a la sociedad y su carencia de respuestas ante una crisis profunda en el país, que ahora, los nuevos gestores del partido deberán recomponer, para no relegar a la irrelevancia a una formación trascendental para la democracia española, protagonista en sus gobiernos de gran parte de derechos y avances en España.

El PSOE hace tiempo que perdió su alma, pese a los esfuerzos de muchos y muchas socialistas por evitarlo, convertido más en un aparato de poder que un instrumento útil para transformar la sociedad desde una vertiente decidida de izquierdas, en la que la igualdad sea el paradigma que ilumine todas las políticas.
Y tras pedir disculpas por el lamentable espectáculo,  rearmar ideológicamente un proyecto serio, con voz única y que se sitúe claramente sin ambigüedades en un espacio político, que por la izquierda le gana Podemos e IU. Y contribuir, de esta forma, al rearme de una socialdemocracia europea, que agoniza.
 
Clave será definir su relación presente y futura con Podemos e IU. 
 


“Estos tres días he sentido vergüenza y pena como socialista. Espero que esto abra un tiempo sosegado de reflexión, de recomponer”, dijo en la noche de este sábado en un tuit como ejemplo de lo ocurrido, el alcalde de Granada, el socialista Francisco Cuenca.
Pero antes, definir su postura frente a la investidura de Mariano Rajoy, a la que los críticos son proclives, al asumir las graves consecuencias para sus territorios de unas terceras elecciones generales. Pero en todo este periodo de lucha sin cuartel, no se han atrevido a decirlo abiertamente por el lógico coste que es asumir facilitar el Gobierno al PP. Pero el coste, sin necesidad de urnas, ya lo la paga el PSOE y es hora de la claridad absoluta. Sus militantes, simpatizantes y votantes lo merecen, que son los que elección tras elección se parten la cara sin coches oficiales, ni sueldos públicos.
 
En una Granada desconectada por tren, con la incertidumbre de su conexión con la alta velocidad, de la que los socialistas han hecho bandera y reiteran el permanente ninguneo, con datos escaofriantes de paro, el PSOE tendrá muy complicado por mucha pedagogía que aplique explicar que facilita el Gobierno del PP a sus afiliados y votantes. Y en Andalucía, otro tanto, como en la Extremadura de Guillermo Fernández Vara, la Castilla-La Mancha de Emiliano García-Page o la Valencia de Ximo Puig.
Tras el golpe de timón, la nueva dirección tendrá también que demostrar que la militancia es el eje del PSOE, lo que Pedro Sánchez trató de priorizar en esta crisis con su hoja de ruta de primarias y no dar la impresión de un gobierno de dirigentes territoriales, que olvidan que su poder se la dieron las bases.
 
Un acoso mediático

Pocas veces se ha producido una coincidencia entre los grandes medios de comunicación hacia un fin, como el generado para derrocar al secretario general  del PSOE y a favor de los críticos, que han aprovechado la cobertura mediática, aún sabiendo que el trasfondo último de esos apoyos era el apoyo al PP para acceder al Gobierno. Los poderosos aliados del PP.

La incógnita de Andalucía

Sin duda el PSOE andaluz es la federación de mayor peso de todo el partido. Pero el reto de Susana Díaz es complejo y delicado si al fin opta por dar el paso a la secretaria general de la formación, como todos sus partidarios territoriales así lo quieren. Ya lo dijo, se ofrecía coser un partido descosido, pero, ¿por quién y quienes?
 
No hay duda que ya manda en el PSOE, al menos, entre el nuevo mando a partir de la noche del sábado, pero queda por ver cómo la perciben ahora los futuros votantes de toda España.
 
El PP en Andalucía sigue creciendo y se convirtió en la primera fuerza en las últimas generales y su coqueteo para afrontar los presupuestos con Ciudadanos,  que se mantiene firme de momento en su apoyo a Susana Díaz, puede subir de presión.
 
El poder absoluto de Susana Díaz no dejó resquicio a delfines en el Gobierno ni el partido andaluz, que no cuenta con un relevo claro para afrontar los nuevos tiempos por mucho que se recurra al topicazo de que hay un banquillo grande y preparado.
La irrupción de la secretaria general del PSOE de Sevilla, Vérónica Pérez, en la crisis, la sitúa en ese escenario -cuya "la autoridad soy yo", pasa a la historia triste del partido- , como ya se apuntaba desde hace tiempo, como también figura la consejera de Hacienda, María Jesús Montero. Pero vienen tiempos duros para el PSOE andaluz, que en el supuesto que Susana Díaz dé el asalto, deberá elegir a un o a una líder a la altura de su militancia, que esta crisis, a diferencia de la mayoría de sus dirigentes, ha abierto una brecha.
 
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