Cuerpo, vida y territorio

Blog - Loco por incordiar - Mario Ortega - Lunes, 2 de Diciembre de 2019
M.O.

 

A Pilar González Modino

Senadora confederal por su andaluza y resistente resiliencia

No hay vida sin memoria, y no hay política sin territorio. Toda vida es un almacén de memoria, ADN, y un lugar para vivir, ecosistema. Sobrecoge la simpleza de este resumen. No hay política sin territorio, y no hay identidad sin ecosistema cultural. O sea, no hay cultura sin pueblo y no hay pueblo sin cultura.

La cultura es la memoria de los pueblos, su ADN. Hay pueblos cuya memoria cultural está simbolizada en su idioma (lengua materna), hay otros cuyo idioma es sobre todo su memoria cultural. Entre estos últimos está el andaluz, un pueblo cuya lengua materna es el anhelo de libertad, justicia y democracia. Recordémoslo una año más en estos días de aniversario del 4 de diciembre de 1977

La cultura es la memoria de los pueblos, su ADN. Hay pueblos cuya memoria cultural está simbolizada en su idioma (lengua materna), hay otros cuyo idioma es sobre todo su memoria cultural. Entre estos últimos está el andaluz, un pueblo cuya lengua materna es el anhelo de libertad, justicia y democracia. Recordémoslo una año más en estos días de aniversario del 4 de diciembre de 1977.

Desvincular la democracia del territorio es justo los que busca el neoliberalismo para liquidar la parte del estado que le incomoda, el estado social y de los derechos. Por eso fue tan fácil reformar el artículo 135 de la CE por orden externa como aplicar el 155 por acuerdo interno. Una tarea a la que el capital se aplica bien con las armas de de la represión policial o militar, con las armas económicas, o, últimamente, con un ejercito de togas dispuesto a retorcer crípticamente las normas.

La misma fuerza que impide que la Venus capitolina de El Salar (una población de algo más de 2.500 habitantes) repose culturalmente en su lugar de aparición, como no lo hace La Dama de Baza en Baza, es la que ordena la política de la última desindustrialización de Andalucía ocultada bajo los millones de los ERES, desmantela la red de ferrocarriles para que el AVE llegue desde todas partes al mismo sitio, legisla desde lejos para contaminar la tierra, el agua y el aire en lugares lejanos sin que sus habitantes puedan hacer algo más que revelarse, fuerza el monocultivo de la construcción y el turismo vendiendo los recursos a capital externo y lleva a la gente a la esclavitud liquidando derechos laborales y entregando a lo privado (energía, agua, salud, educación, dependencia,…) lo que solo como público garantiza la justicia y la equidad.

Quienes arguyen contra las demandas de soberanía de naciones, comarcas, poblaciones y ciudades que no quieren más fronteras dicen la verdad, no quieren fronteras para la fuerza represiva del capital, pero las adoran para liquidar la democracia, el estado social, lo común, lo público

Quienes arguyen contra las demandas de soberanía de naciones, comarcas, poblaciones y ciudades que no quieren más fronteras dicen la verdad, no quieren fronteras para la fuerza represiva del capital, pero las adoran para liquidar la democracia, el estado social, lo común, lo público. Ese es el sentido del discurso de Casado/Abascal cuando hablan de reforzar y proteger las fronteras externas. Nos quieren en la dialéctica dentro/fuera en lugar de en la dialéctica fascismo/democracia.

Hace tiempo que sabemos, seguro que la crisis del capitalismo es una crisis metabólica. Una especie de bulimia que devora cuerpos, vida y territorios. Enfrentarse ha eso solo puede hacerse mediante el feminismo (la soberanía de los cuerpos), el ecologismo (la soberanía de la vida) y las identidades culturales (las soberanías territoriales).

Cuerpo, vida y territorio son argumentos centrales para la defensa de la democracia. O sea, la distribución normativa y caleidoscópica del poder. Así quiero recordar estos días el aniversario del 4 de diciembre de 1977.

Imagen de Mario Ortega

Mario Ortega, químico y doctor en ciencias ambientales, de Granada, acunado en el Abayzín, es, según parece, andaluz de nacimiento y de cultura. Le interesa el mundo, la política y todo asunto que demande ser pensado. Lleva años escribiendo opinión en corta, media y larga distancia, en realidad es una forma de dar aire al instinto de participación en los debates públicos, así foga la pulsión política. Es por eso que este blog se llama Loco por incordiar, no se tomen el incordio como molestia, es más bien ganas de llamar la atención con azúcar, sal, pimienta y otros aliños según el caso.