'Gorrones'

Blog - Cuestión de Clase - Manuel Morales - Viernes, 27 de Noviembre de 2020
Isabel Díaz de Ayuso.
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Isabel Díaz de Ayuso.

Esta semana hemos presenciado un fenómeno aparentemente paradójico en la política nacional. Por un lado, a los supuestamente separatistas de Esquerra Republicana de Cataluña, reclamando armonización fiscal en el conjunto de España, para que ninguna comunidad autónoma en general, y Madrid en particular, pueda practicar lo que han llamado “dumping fiscal”. Por el otro lado, al muy noble leal y patriótico Partido Popular, defendiendo la soberanía de las regiones autónomas para fijar sus impuestos, aunque ello genere desigualdades más que significativas entre los distintos territorios. Los independentistas defendiendo la unidad y los patrioteros rompiendo España. Curioso como poco.

El problema de fondo es que Madrid, empleando la ventaja de ser capital del estado, lleva años atrayendo el domicilio fiscal de las grandes empresas y grandes fortunas de toda España mediante unos impuestos autonómicos mucho más bajos (o nulos)

El problema de fondo es que Madrid, empleando la ventaja de ser capital del estado, lleva años atrayendo el domicilio fiscal de las grandes empresas y grandes fortunas de toda España mediante unos impuestos autonómicos mucho más bajos (o nulos). Dice la derecha que esto permite generar riqueza y, en realidad, recaudar más impuestos. Esto es una falacia absoluta, la curva de Laffer, ya desmentida científicamente, pero ellos la siguen predicando. Lo que sí es cierto es que quienes tienen y pueden, trasladan su domicilio a Madrid para ahorrarse pagar impuestos en otros sitios.

Como ejemplo, un acaudalado heredero que disponga de un patrimonio de 15 Millones de Euros, pagaría en Andalucía unos 330.000 euros anuales en concepto de impuesto de patrimonio, el 2,2% de su riqueza. No es para asustarse, usted y yo pagamos el 21% de IVA en la luz o por un CD de música. Si se traslada con su patrimonio a Madrid, no pagará nada. Nada. Eso sí, su actividad y su gasto, se habrán trasladado allí, con lo cual Madrid saldrá ganando. Es importante recordar que no se ha generado más riqueza ni empleo, lo que se ha hecho es provocar su traslado. Lo que se ha hecho es quitar a Andalucía un millonario y sus 300,000 euros de cotización para llevárselo a Madrid a que haga gasto allí.

Es importante destacar que una parte significativa de este dinero se ha detraído de otras comunidades mediante el mecanismo explicado, en una práctica política no sólo cargada de la ideología del capitalismo salvaje que caracteriza a la derecha madrileña, sino también de una profunda insolidaridad con el resto de España

Se estima en 45.000 Millones lo que se ha dejado de pagar en los últimos 15 años en Madrid mediante este mecanismo. Es importante destacar que una parte significativa de este dinero se ha detraído de otras comunidades mediante el mecanismo explicado, en una práctica política no sólo cargada de la ideología del capitalismo salvaje que caracteriza a la derecha madrileña, sino también de una profunda insolidaridad con el resto de España. Insolidaridad porque esos 45.000 Millones que se han perdonado en la región más rica de España, de haberse distribuido por el resto, habrían podido generar empleo, mejora de los servicios públicos y ganancias en competitividad.

En teoría de juegos, lo que Madrid lleva haciendo años se podría representar como un dilema del prisionero con múltiples jugadores: si todas las comunidades cooperan con unos impuestos razonables, todas salen ganando y se dispone de más fondos públicos para redistribuir y estimular la economía. Por el contrario, si todas deciden no cooperar y se inicia una competición a ver quién es capaz de atraer más fortunas a su territorio con regalos fiscales, se acabará con una recaudación ridícula, y todas pierden. Por eso desde la izquierda llevamos décadas reclamando que la Unión Europea también avance hacia unos impuestos similares y coordinados.

Pero en nuestros dilema del prisionero cabe una tercera situación, la actual: sólo una comunidad va de “lista” y practica el dumping fiscal, vampirizando la riqueza del resto de territorios. En teoría de juegos a esta estrategia se le llama del “free rider”, en español, el viajero sin billete

Pero en nuestros dilema del prisionero cabe una tercera situación, la actual: sólo una comunidad va de “lista” y practica el dumping fiscal, vampirizando la riqueza del resto de territorios. En teoría de juegos a esta estrategia se le llama del “free rider”, en español, el viajero sin billete. Es decir, el que se beneficia de un bien público como el autobús, que mantenemos entre todos, pero sin colaborar con el pago de su billete. Yo prefiero la expresión más castiza de gorrón. Gorronería pura y dura del dumping fiscal que permite a quien lo practica apropiarse de la riqueza de los demás y así disfrutar de la fiesta.

No hay paradoja por tanto, sino la más nítida demostración de la escala de prioridades de cada cual. Ha quedado en evidencia que a los dirigentes del PP la unidad de España les importa un pimiento. Que para ellos lo primero es extraer riqueza de los más pobres para beneficiar a los más afortunados (¿sorpresa?). Pero por otro lado, tenemos que reconocer con satisfacción que la polémica también evidencia otro hecho: que los dirigentes de ERC han recordado, en este caso, todas sus siglas. Que son de Cataluña, pero también republicanos (defensores de lo público) y de esquerra, es decir, defensores de la clase trabajadora. Un buen signo que ojalá denote un cambio de rumbo en esta fuerza política. Por ahora, con el fin del dumping fiscal, se recupera algo la unidad de España, atacada por los patrioteros de la derecha, y se ganan recursos para el bien común. Una victoria, según para quién. 

Imagen de Manuel Morales
Hijo de padres andaluces, crecí en Madrid y vivo en Granada desde los 19 años. Casado y padre dos hijas.
Me licencié en Física por la Universidad de Granada y realicé un master universitario en energias renovables. Trabajo como funcionario de la Agencia Estatal de Meteorología. Realicé en el Instituto para la Paz y los Conflictos, los cursos de preparación para un doctorado que nunca terminé, al interponerse la política en el camino.