¡Malditos 79.20 euros!

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 10 de Junio de 2016
Alejandro y su novia, Eva, a las puertas de la Prisión de Albolote.
Miguel Rodriguez
Alejandro y su novia, Eva, a las puertas de la Prisión de Albolote.

Pese a que, sorprendentemente, algunos periódicos granadinos no han dedicado un espacio, a mi juicio, suficientemente destacado al tema, -no ha sido el caso de El Independiente de Granada, que lo ha contado diariamente en portada-, lo cierto es que en la provincia mucha gente ha hablado de Alejandro Fernández, el chico de 24 años que acaba de entrar en la cárcel de Albolote, con una condena de 5, por gastar con una tarjeta falsa 79,20 euros hace 6 años.

Eva, la novia del joven, no ha parado de movilizarse hasta conseguir más de 300.000 firmas de apoyo, la familia ha visitado en los últimos días casi todos los programas de televisión, ha recibido la solidaridad de la secretaria general del PSOE en Granada Elvira Ramón, el nuevo alcalde Francisco Cuenca, entre otras personalidades,  y entró en el recinto carcelario acompañada de una nube de cámaras como si de personajes famosos se tratara.

Como periodista he tenido ocasión de conocer parte de la documentación sobre este caso, he pasado con la familia varias horas en los días previos a su ingreso en la cárcel y no he dejado de oír barbaridades y falsedades sobre el caso como si hubiera un interés de una parte de la sociedad de inculparle o de demostrar que Alejandro era el jefe de una trama de tarjetas falsas que se ha llevado más de 20.000 euros. He tenido que escuchar y leer que en casa del chico se hizo un registro y se encontró material para la clonación de tarjetas, que cuando le detuvieron estaba junto a otros dos miembros de la banda y había empleado varias tarjetas a su nombre, que algunos escaparon y que a él pudieron detenerle. Incluso en la denegación de indulto, que el propio Alejandro aún no tenía en su poder antes de entrar en Albolote, porque no le llego a tiempo, parece que se alude a que el joven ha continuado delinquiendo repetidamente después de aquel día.

Permítanme que considere todo un despropósito que pone en evidencia a una justicia que con instrucciones como esta no es de extrañar que pierda credibilidad.

Efectivamente, la sentencia le condena por delitos de falsificación de tarjetas de crédito y débito, por tenencia de útiles para la falsificación de tarjetas de crédito y débito y de falsedad documental y estafa, pero todo ello deducido de ese único pago de 79,20 euros que él mismo hizo.

El 11 de noviembre de 2009 Alejandro cumplió 18 años. Unas semanas después se desplazó a Málaga con un supuesto amigo, Kamal, 20 años mayor que él, que había conocido hacía dos. El muchacho cuenta que se detuvieron frente a un establecimiento y este amigo le entregó una tarjeta monedero que decía que había hecho a su nombre para que pudiera pagar con ella. La ignorancia o la inocencia del chico le llevaron a aceptarlo como un regalo. Él explica que compró bebidas para ese amigo por valor de esos 79,20 euros y al rato detectaron que la policía les rondaba. Pararon en otro local comercial y al salir se encontraron con que vigilaban el coche, así que su acompañante le animó a coger un taxi para regresar. Una vez en Granada, la madre de Alejandro, según cuenta, le llamó muy nerviosa porque decía que la policía había preguntado por él. Llegó llorando a casa y decidió entregarse él mismo para contar lo que había vivido. Nunca más ha vuelto a ver a ese presunto amigo.

Pese a que es sólo el argumento de Alejandro y podría considerarse simplemente una coartada para que quede libre, lo que está claro es que no se le puede achacar que él mismo haya utilizado esa tarjeta más que en esa ocasión, para pagar esos 79,20 euros; también está probado que él se entregó y la familia asegura que nunca hubo registro en su casa, de forma que es imposible que la policía encontrara algo en ella. Y, por último, no se puede olvidar que si le  hubieran pillado utilizando la tarjeta sólo un mes antes, no habría entrado en prisión, porque en ese momento aún era menor de edad.

Su abogado certifica que no ha sido acusado de ningún otro delito diferente desde entonces, su jefe en el bar en el que tiene un contrato indefinido, incide en que siempre ha sido un buen trabajador, que está muy contento con él, y la familia repite una y otra vez que es un niño “con un corazón de oro”.

Muchas personas se preguntarán por qué si esto es así se le señala como delincuente habitual e incluso se le coloca como jefe de la banda de clonación de tarjetas de crédito falsas. Yo sólo tengo mi propia teoría: se han mezclado datos de la sentencia que alude a diferentes personas de la supuesta banda y todos ellos se le han atribuido a Alejandro, es muy probable que nadie supusiera que se iba a armar este lío mediático cuando se le denegó el indulto; además, estamos en plena pre campaña electoral y no nos engañemos, la condena del granadino pone en entredicho, una vez más, una política de indultos que premia a un reducido grupo de policías, autoridades, políticos y poderosos frente a pobres personajes como él a quienes se les rechaza reiteradamente con motivos difusos e interpretables más que con hechos probados.

Y más allá de concepciones legales, sólo es necesario acercarse a esta familia para comprobar lo unidos que están y que Alejandro, el segundo de tres hermanos, es un joven trabajador, cariñoso con su entorno y cuyo principal error ha sido la ingenuidad y el hecho de que es fácilmente manipulable.

Ni siquiera él escurre el bulto: reconoce el delito, incluso judicialmente, y pide una condena a medida con el hecho de utilizar una tarjeta falsa para gastar 79,20 euros, pero… ¿Alguien piensa que 5 años de prisión no es una condena exagerada por robar menos de 80 euros? ¿No se supone que los presos van a la cárcel con idea de reinsertarse? ¿Por qué no se ha valorado que ya ha ocurrido en este caso?

A sus 24 años, Alejandro ha sido hasta ahora afortunado de tener un trabajo indefinido en una empresa que le valoraba y eso le ha permitido comprar un piso del que religiosamente paga una hipoteca mensual. Eva, su novia, se queda ahora sin su pareja, sin dinero para asumir la hipoteca, sin trabajo…y ella misma confiesa con lágrimas en los ojos que no le importa que le quiten el piso, que lo único que pide es que un Tribunal sepa ver que no es justo que su novio vaya a pasar en prisión los próximos 5 años por una irresponsabilidad que cometió siendo casi un crío. Y seguirá luchando junto al resto de los suyos para que alguien se apiade de él, aunque no se apellide Urdangarín.

            

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).